Quito. 20.05.93. En uno de esos fines de semana de obligada
salida a la Mitad del Mundo, (ya sea porque hay visitas o para
distensionarse del trajÃn de la ciudad), no es nada raro que la
curiosidad o las ganas de conocer, o volver a ver las ruinas
incas de Rumicucho prolonguen la salida del dÃa porque además,
turÃsticamente, resulta el recorrido ideal, ya que la edificación
se localiza en el mismo sector.
Pero, aparte de este hecho, Rumicucho se ha convertido en uno de
los pocos pucará (lugar fortificado) a los que se puede acceder
fácilmente. Está a solo 30 minutos de Quito, contrario a lo que
sucede con este tipo de edificaciones, que fueron construidos en
la cima de los cerros, o en sitios inaccesibles y escabrosos
debido a su condición de fortaleza. En la actualidad, este hecho
ha impedido, incluso, que de los pucará que existen en la Sierra
Centro (desde Cotopaxi hasta el Carchi hay más de 40) solo se
hayan estudiado 5 o 6, siendo el de Rumicucho el más completo en
estudio y excavaciones.
Pero, a pesar de la cercanÃa y de la ventaja de poder llegar en
auto hasta el mismo sitio de la edificación, el deterioro del
camino que conduce a las ruinas se ha hecho patético con el
presente invierno. Si bien, desde San Antonio de Pichincha, la
vÃa que conduce hasta el pucará nunca fue "de lo mejor", en la
actualidad la gran cantidad de zanjas, huecos y la polvareda que
provoca la explotación de las canteras del sector, hacen de este
pequeño viaje una odisea sin fin.
Y, ¿EL MUSEO?
El Proyecto Arqueológico Rumicucho, que forma parte del Museo del
Banco Central, desde 1976, debido al abandono y saqueo al que
estaba expuesto, está investigado, excavado y restaurado en un
70%.
A lo largo de estos 16 años de trabajo se han encontrado
infinidad de restos arqueológicos. Existen desde fragmentos de
cerámica hasta una impresionante colección de finos objetos y
herramientas para telar, hechas en hueso de llama y camélidos,
con las que, a decir de los entendidos, se elaboraban las prendas
de vestir para la élite inca.
Por la cantidad de herramientas, preciosamente elaboradas, se
considera que este pucará era una verdadera factorÃa de tejidos
finos. Agujetas, agujas, prendedores, cucharas, pitos, espátulas,
entre otros objetos elaborados en hueso, conforman una colección
única, incluso a nivel el área andina, por ser producto de una
investigación arqueológica sistemática,
Desgraciadamente, esta valiosa colección es desconocida para el
público porque no existe una sala de exhibición adecuada, por tal
razón, las piezas han sido guardadas celosamente en los
archivadores de la sala de restauración e investigación de la
casa de hacienda de Rumicucho, que fue adquirida por el Banco
Central para convertirla en museo de sitio, un museo que, hasta
la fecha, sigue a la espera.
Al respecto, el director general de los museos del Banco Central,
Sergio Durán, manifiesta que una vez que la Junta Monetaria ha
aprobado los presupuestos del Banco, y que los guiones
museológicos y museográficos necesarios para el montaje de
cualquier museo, prácticamente están terminados y listos para ser
aplicados en la casa de hacienda, la inauguración del Museo de
sitio de Rumicucho no pasará del último trimestre del presente
año.
Si se da cumplimento a esta información, el Pucará de Rumicucho
empezará, recién, a cumplir con sus funciones turÃsticas, porque
el monumento por sà solo no dice mucho, necesita del complemento
de un museo. Dada esta carencia, en la actualidad, los visitantes
de Rumicucho se quedan con cierta sensación de vacÃo, o con ganas
de "ver algo más".
LAS CANTERAS, UNA SERIA AMENAZA
Pero el problema que enfrenta Rumicucho no solo se centra en la
falta de un museo. El actual invierno también ha traÃdo
consecuencias funestas para la casa de hacienda, que también
tiene su valor histórico. Data de 1690, y perteneció a los monjas
Conceptas de Quito, que dedicaron el terreno al cultivo y a la
producción de cal.
El caso es que esta casa, a pesar de haber sufrido ya, en años
anteriores, las consecuencias de dos deslaves producidos por la
explotación de las canteras del cerro La Marca, sigue a merced de
cualquier eventualidad que puedan producir las piedras flojas de
la cantera que ruedan, constantemente, hasta el mismo patio de la
casa.
Para detener en algo esta avalancha, el Banco Central construyó
un muro de contención, pero éste no resistió y cedió por la
fuerza de la lluvia y de las piedras, que inundaron el patio
interior de la casa. Este incidente se ha convertido en una
alerta que preocupa a todos, porque un derrumbe de proporciones
podrÃa destruir no solo la casa, sino todo el material
arqueológico encontrado y que se encuentra depositado en su
interior.
Consultado sobre esta seria amenaza, Sergio Durán manifiesta que
las quejas, denuncias y pedidos que han presentado ante el
Municipio de Quito y el Consejo Provincial de Pichincha,
encargados de vigilar y reglamentar la explotación de las
canteras, no han tenido eco. En efecto, el desfile de volquetas
cargadas de piedra es incesante en el sector; y desde la
distancia, se observan las profundas excavaciones de los cerros,
que se presentan como heridas mortales que amenazan con
extenderse y arrasar con lo que está a su paso.
FALTA DE ORDENANZAS QUE REGULE EL USO DEL SUELO
Pero, si a pesar de estos contratiempos el turista decide llegar
hasta el Pucará de Rumicucho, se encontrará con otro
inconveniente, pero más de tipo estructural. Ya en el sitio, lo
primero que encontrará su vista es la brusca ruptura del paisaje,
ocasionado por un horrible y enorme cerramiento de bloque que
contrasta con armonÃa, y con el material con que fue construido
Rumicucho.
El problema se da toda vez que no existe una ordenanza municipal
que regule el uso del suelo en la zona arqueológica. De continuar
con esta falta, se corre el riesgo de que se siga afectando,
seriamente, al entorno arqueológico de este sector.
En definitiva, si de verdad se piensa que el turismo se puede
convertir en una verdadera fuente de ingresos para el paÃs, hay
que empezar por lo primero: respetando nuestra identidad cultural
y al turista, con acciones directas que redunden en su bienestar.
Arreglar las vÃas de acceso, y crear ordenanzas que regulen el
uso del suelo en los sitios arqueológicos, es prioritario para
generar ingresos por medio del turismo.
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Publicado el 20/Mayo/1993 | 00:00