Santafé de Bogotá. 20.05.93. La esencia de la salsa -y cada vez
son menos los que osan dudarlo-, tiene su cuna en Cuba, hija
directa del son antillano.

Pero, adquirida su mayoría de edad, la discola Heredera cambia de
residencia de tanto en tanto, en virtud de los vaivenes
publicitarios de las disqueras que determinan, en última
instancia el material sonoro para los salones de baile.

Así, la década del setenta representó el apogeo salsero en Nueva
York, a la sombra del emporio de la Fania Records, que generó
además una selección de lo mejor de los músicos latinos en la
urbe norteamericana: la orquesta Fania All Stars, bajo la batuta
del puertorriqueño Johnny Pacheco.

Junto a él, o paralelamente, desfilaron por espacio de una
década, justo Betancourt, Tito Rodriguez, Tito Puente, Ismael
Miranda, Ismael Rivera, Ismael Quintana, Pete "Conde" Rodriguez,
el veterano Rafael Cortijo y su combo, Pellin Rodriguez, Puppy
Legarreta, Willy Colon, Héctor Lavoe, Yayo el Indio, Bobby
Valentin y Andy Montanez, entre otros muchos cultivadores del
género.

La amplia colonia latina en la babel de hierro se vislumbraba
como promisorio enclave que garantizaría la estabilidad de un
mercado para las nuevas bandas. Sin embargo, al cabo de apenas
10 años, las Fuerzas parecían agotadas, lo novedoso se diluía en
la rutina, se olvidaban las letras jacarandosas y repletas de la
crónica popular, los arreglos atrevidos daban paso al esquema y
el público joven volvía nuevamente el rostro hacia el POP
norteamericano y el entonces novedoso HIP HOP "La salsa esa
difunta" llegaron a aventurar algunos críticos anglos.

Se equivocaban en su apreciación los especialistas. La salsa
solo cambiaba de residencia, iniciando un periplo hacia el sur
que la acercaría a sus raíces.

En Puerto Rico, los interpretes de la década del 80 hallaron
refugio donde recalar y reparar las fuerzas menguadas
alimentándose, una vez más, de la savia afrocubana, reforzada en
esta ocasión por la bomba y la plena, sonidos ancestrales del
origen indo-hispano-africano.

Las condiciones que permitieron esta permuta musical se venían
sedimentando desde la década del 50, cuando el percusionista
Rafael Cortijo alcanzó notoriedad internacional con ambos ritmos
vernáculos, al adaptarlos al formato de Jazz Band, según el
estilo interpretativo puesto en boga entonces por sus vecinos
cubanos.

De la formación inicial de cortijo se desprendieron discípulos
aventajados como Roberto Roena e Ismael Miranda, que con el
tiempo formarían sus propias agrupaciones, imprescindibles al
delimitar el derrotero de la salsa.

También de ella emanó el gran combo de Puerto Rico, fundado en
l962 por el pianista Rafael Ithier. Esta agrupación devendría
portaestandarte de esa isla en el período de los 80, acompañada
por la sonora poncena, otra banda lider fundada también en los
50.

Este súbito boom puertorriqueño se tradujo en el regreso de un
grande de la salsa local: Willie Rosario, que se había dado a
conocer en Nueva York, al igual que la fundación de nuevos
colectivos como Zaperoko.

La inquieta salsa, según adquiría madurez, optaba por continuar
su camino. A lo puramente bailable sucedió el interés social,
una nueva arista, que reforzaría el alcance universal del género,
factor que de algún modo redundó en el posterior desplazamiento
de Puerto Rico como mayor centro generador de salsa en el
continente.

Tras afincarse caso al unisono en México, Caracas, Lima, Quito y
Centroamérica, el sonido afronantillano reverdeció en los 90 en
otra plaza de indiscutible tradición: Colombia, y allí, con mayor
fuerza que en ninguna otra ciudad del país,, en Cali.

Lo que sucede es que en Nueva York se perdió mucho el trabajo de
bario, explica a prensa latina Gary Dominguez, un joven disc
jokey caleño, que se auto declara admirador incondicional de la
música afro-cubana.

Según Dominguez. lo que murió fue el imperio Fania, nunca a salsa
que, en el norte trata de salvarse con la fiebre de la balada
salsa, mientras en Colombia se recuperan las canciones de
barriada, esas que le hablan a la gente de sus problema
cotidianos.

Es que para nosotros sigue sonando el tambor, porque para
nosotros la música es esencial. Esta impresión es compartida por
el compositor Jairo Varela, quien además reconoce el fuerte
ascendente de la música cubana en Cali, su lugar de origen.

Al influjo de Benny More y otras figuras fundamentales de la
historia musical cubana, fundo varela el grupo Niche, devenido la
tarjeta de presentación colombiana en el mundo.

Cali es el único caso en el continente, según las investigaciones
realizadas, en que cuatro emisoras de FM transmiten salsa por 24
horas, lo que agrega argumentos sólidos para aquellos que, con
razón, reclaman el cetro de la música tropical actual para
Colombia.

En su llegada a estos lares, la salsa coincide con el repunto
del merengue , catapulteado por Juan Luis Guerra al mercado
internacional, poniéndole un competidor de marca mayor a su
predecesora.

La salsa se ha convertido ya en un patrimonio de América Latina y
Colombia se puso a nivel o hasta por encima de Nueva York y
Puerto Rico, gracias a solistas como Joe Arroyo o agrupaciones
como Niche y Gauayacan, dice a este redactor el "checho" acosta,
un joven salsero de Barranquilla que, poco a poco gana espacios
en la radio de su país, con temas como "No muere mi cumbia" o
"homenaje a Héctor Lavoe"

La salsa -agrega-, no morirá nunca, solo se transforma y si un
día sale en Bermudas, al siguiente vendrá de smoking.

Para Nando Alvericci, un radiodifusor colombiano residenciado
durante mucho tiempo en Nueva York, el auge de su país con
respecto a las mecas tradicionales esta dado por la pobreza
lírica que hirió de muerte a la salsa, que hoy trata de
recuperarse con la balda erótica, una corriente que el estima
simple consoladora de amas de casas, ávidas de romances al estilo
de telenovelas.

Lo que antes popularizaron Eddie Santiago, Lalo Rodriguez y
Frankie Ruiz, lo continúa ahora el puertorriqueño Nino Segarra,
pero desde mi punto de vista esa balada no trascenderá. Es la
crónica y el mensaje social lo que realmente cala en el pueblo.
Ese es el espíritu de la salsa que no debe dejarse morir, por el
bien de nuestra juventud, asegura.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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