Muere La Idea De Un Museo Nacional

MUERE LA IDEA DE UN MUSEO NACIONAL Por Javier Ponce
Cevallos
Quito 07.04.91. Un proyecto que pudo haber recompuesto en algo
la deteriorada imagen de la socialdemocracia en el campo
cultural, acaba de fracasar: la creación del Museo Nacional.

Se trataba, nada menos, que de unir las colecciones de la Casa
de la Cultura y del Banco Central, en el marco de una
concepción que rescate para el país, la continuidad de un
proceso de siglos de producción y creación cultural.

Lástima... Cuantas veces repetimos esta palabra. A cambio, se
ha puesto en marcha otro proyecto, de menor envergadura, pero
que sin embargo es importante: el traslado del museo del Banco
Central a los locales de la Casa -más de 5 mil metros
cuadrados-, entregados bajo arrendamiento. Por lo menos, esto
permitirá desahogar el museo del Banco y reconstruirlo con una
concepción más moderna, que rescate cuanto se ha avanzado en
estos 25 años, desde su creación.

La idea del museo nacional, que acaba de abortar, como han ido
abortando todas las esperanzas de contar con una política
cultural coherente, única y con respaldo del gobierno, nació
hace unos dos años. En favor de ella, Rodrigo Pallares y
Milton Barragan han -bregado día y noche.

Y es que desde hace años, se está hablando del traslado del
museo del Banco Central a un local más apropiado. Primero, en
tiempos petroleros, se concibió la erección de un fabuloso
museo en el Itchimbía. Los proyectistas que se interesaron en
el asunto, no dieron pie con bola y poco a poco, con la
crisis, se relegó al olvido el proyecto del Itchimbía. Llegó
entonces el régimen de Febres Cordero y se pretendió trasladar
el museo a un edificio rematado por el Banco Central, el
edificio Aranjuez, que resultaba lo menos apropiado para el
caso. Finalmente, surgió la idea de llevarlo a los locales de
la Casa de la Cultura. Y si se los llevaba allá ¿por qué no
concebir un solo y gran museo nacional?

Los obstáculos para el proyecto

Es ya costumbre que una vez formulada la triste noticia
-fracasó- comencemos a buscar culpables. En este caso, se
trataría más bien, de una serie de obstáculos que a lo largo
de dos años, han torpedeado el proyecto. Nos referiremos a
algunos últimos.

Uno: la actitud del equipo técnico del museo del Banco
Central. Bajo el temor de que, al ser trasladados a la Casa de
la Cultura, perderían las ventajas de ser funcionarios del
Banco, para convertirse, poco a poco, en miembros de una
burocracia pagada como sólo se debe pagar en el cuarto mundo,
determinó una primera oposición de los técnicos al proyecto.
Más tarde, el pretexto sería que los tecnócratas de la
arqueología no tenían participación en los niveles de decisión
más altos del proyecto. En síntesis, oposición.

Dos: el celo institucional. Dicen que nuestro país padece de
regionalismo. Algo más grave, padece de la más espantosa de
las atomizaciones. Como no nos consta lo que ocurrió
realmente, lo formularemos bajo interrogantes: ¿estuvieron
dispuestas las autoridades del Banco Central y de la Junta
Monetaria, a que su colección arqueológica y de arte colonial
dejara de ser el " Museo Banco Central para convertirse en el
" Museo Nacional ? ¿Creen acaso los economistas, gerentes,
subgerentes o lo que sea, que el Banco es el dueño de la
arqueología? No señores. Ustedes son simples depositarios del
patrimonio cultural del país. No se olviden. ¿Estuvo la Casa
de la Cultura dispuesta a renunciar a cualquier pago de
arrendamiento, en función de la creación de un Museo Nacional?
¿Era posible que el sinnúmero de "museitos de los que está
poblada esta ciudad, fueran paulatinamente renunciando a ser
tuertos en el país de los ciegos, para integrarse a este
esfuerzo único de reconstrucción de nuestra memoria
histórica?

Algo de todo esto puede y debe haber ocurrido, para que
fracase un proyecto de tanta trascendencia, que iba a
significar 15 mil metros cuadrados de museo, con un solo
criterio, una sola guía museográfica, un solo
objetivo.

Mestizaje de retazos

¿Tiene usted una casa vieja con muebles de su tatarabuelo
prócer? Pues conviértala en museo. No ve que el museo es una
especie de cementerio de objetos. No ve que por eso, Quito,
uno de los mayores centros artísticos de América, tiene tres
santos, dos cristos y cuatro vírgenes desperdigados por todo
lado, convertidos en museos (con excepción del antiguo
Hospital Militar abandonado a las lluvias y las ratas por el
Ministerio de Defensa y que muy bien podría ser el local de un
gran museo). Esta es nuestra lamentable realidad. De allí que,
el fracaso de un proyecto para unir estos fragmentos -que no
son solo fragmentos porque estan dispersos, sino porque
nuestra deformación cultural los ha querido así, sin solución
de continuidad, para que el hombre ecuatoriano siga pensándose
como la sumatoria simple de muchos restos, la mixtura de unos
tantos procesos culturales truncos, el mestizaje de los
remiendos-, es el fracaso de todos. Y es la culpa de todos.

Nos alegramos porque el museo del Banco Central pase a la Casa
de la Cultura. Ya nos dolían demasiado esos espacios vacíos y
fantasmales que dan la cara a la avenida Doce de octubre y a
la Patria. Además, porque, con haber sido el mayor esfuerzo
museográfico que se ha hecho en el país, había que renovar el
museo del Banco. Asimilar a su concepción, cuanto ha avanzado
la investigación arqueológica y cultural durante estos 25
años. Y de paso, el museo se estaba quedando a la zaga. Ya ni
el pájaro chorrera cantaba como antes, montado sobre esos
mágicos vasos comunicantes.

Ojalá el gobierno reflexione este fracaso. Ojalá el Banco
Central entienda que no puede seguir haciendo cultura por su
lado. Que no es un país aparte. Que no es gerente/propietario
de nuestro patrimonio. Que lo que haga en materia de museos,
de publicaciones, de investigaciones, de musicotecas, de
revistas, tiene que apuntar en el sentido de la construcción
de un vigoroso movimiento cultural, como lo soñaron algunos
utópicos de la Izquierda Democrática que hiceron mutis por el
foro...(C-1)