LAS IDEAS DE IGUALDAD EN EL MUNDO ANDINO Por Galo Ramón
Valarezo
Quito. 28.04.91. 1947. Los indios de Pesillo, en Cayambe,
discuten acaloradamente en alguna huecada de la hacienda. Es
un momento crucial. Están a punto de tomar una decisión
definitiva. Histórica. Nueva. Por más de 300 años habÃan
aceptado a la hacienda y al patrón. Hasta se habÃa creado la
imagen de un patrón bueno, protector. En los 28 últimos años
habÃan reclamado mejores condiciones de trabajo: que el
hacendado entregue nuevos huasipungos a los "renacientes", que
el patrón entregue cumplidamente los socorros, que el
mayordomo disminuya los malos tratos, que apunte bien las
rayas de los dÃas trabajados, que se eleve el salario nominal
de los trabajadores, en fin, reivindicaciones todas en el
marco de la relación huasipungueros-hacienda. Pero nunca se
habÃan planteado desconocerlo. Peor aún reclamar para sà las
tierras. Claro que en su larga memoria sabÃan que esas
tierras alguna vez fueron de sus antepasados. ConocÃan que
los hacendados se las arrebataron en algún momento de la
conquista. Hasta tenÃan una versión mÃtica en la que
explicaban cómo los curas mercedarios habÃan engañado al jefe
indio Andón Guatemal con una escritura falsa, qutándole las
tierras, porque el Andón no sabÃa leer, ni escribir. Pero
ello no era suficiente. 300 años no pasan en vano. Muchos
indios, tal vez la mayorÃa, se habÃa acostumbrado a pensar que
esas tierras no eran suyas, sino del patrón. El momento era
crucial, los argumentos, las profundas convicciones, los
miedos, las costumbres, las alienaciones, los sueños y las
esperanzas se expresaban apasionadamente.
Junto al pequeño fuego que calentaba la reunión nocturna,
estaba sentada la Dolores Cacuango, legendaria dirigente
india. Mientras movÃa y removÃa la ceniza con una rama seca
del páramo adolorido y recientemente deforestado por la
hacienda, meditaba en una explicación convicente . Por fin
hizo un gesto de caricia milenaria. Bajo un silencio
expectante comenzó a relatar un cuento muy cristiano:
¿Quién formó aquà la patria?, preguntó desafiante.
¿Quién fue dueño de la patria?, insistió con fuerza.
Niño Manuelito, él formó la patria. Maria SantÃsima de Belén
nació en pajonal a Niño Manuelito, él es dueño. El planeta
asà nació.- "Sólo pura agua, pura agua". Asà dizque ha dicho
Niño Manuelito. Y se ha casado la MarÃa SantÃsima de Belén.
Nuestro señor Jesucristo se ha casado. Entonces Nuestro Señor
Jesucristo ha dicho:-" Pero yo no sé trabajar nada, nada no
trabajo. Sólo carpintero". El trabajando de carpintero y la
MarÃa SantÃsima sigue con el almuerzo. Asà pasando humillada
siente la barriguita. Entonces ahà se ha ido Jesucristo.
-"A mà me da verguenza", diciendo, huyendo ca ha dado a luz en
el monte MarÃa SantÃsima. Y entonces ahà brincando, brincando
nace el niño Manuelito y dizque ha dicho:- "Cuidaráme mi
papabuelo dieta, mamita. Yo me voy a formar esta Patria".-
"No. Nosotros no hemos de poder. Criatura, ¿qué ha de
poder?", dizque decÃa la MarÃa.- "No. Voy a ver, voy a ver.
Mi papacito (estará ) allá a las 8 de la mañana, allá en
cuesta de Josafán. Si estoy en punto, sà puedo formar, ha de
estar a las 12 del dÃa. Ahà ha de parar bandera, ha de parar
música, banda para cuando se ajusta a las 12 en punto", dizque
ha dicho Niño Manuelito.
Y el Niño Manuelito se avanza a formar la Patria, se avanza a
formar la Patria. Y entonces ya formado la Patria, él ha
hecho función, ha hecho boda, ha hecho todo, ha hecho bebida.
Y todito ha hecho: la plantita, asà cebadita, triguito,
oquita, papita, todo eso hace no más. Asà formando vea ca.
Ahura ca la Patria.
Taita Diosito, Niño Manuelito, MarÃa SantÃsima para todos
tiene la Patria. Pero ahura ca no dan, no dan para todos. Y
tenemos que reclamar aunque castigue tan patrón". (Yánez,
José, "Yo declaro con franqueza").
El mensaje era muy claro: el derecho a la tierra, provenÃa de
la igualdad como hijos de Dios, pero era un asunto de esta
vida y no del más allá. El cuento de Dolores era bien
distinto al discurso religioso tradicional cristiano, que
habÃa dejado que la desigualdad terrenal sea equilibrada más
allá de la tumba. La muerte era el gran igualador social, tal
como lo concebÃa San Lucas: "es más fácil que un camello pase
por el ojo de una aguja, que para un hombre rico entrar en el
reino de los cielos". Dolores Cacuango, buen ejemplo del
mundo indio, habÃa reinterpretado el mensaje bÃblico. A ese
cristianismo conformista, lo habÃa convertido en un mensaje
revolucioanrio. Era una inmensa obra de creación y
resistencia. Una ambientación impresionante, simbólica, que
hasta planteaba los problemas de la pareja, de la mujer, con
un gran fondo crÃtico. Una reelaboración original, profunda y
temprana de la doctrina a la que domingo tras domingo debÃan
asistir compulsivamente, a escuchar al cura aliado de los
terratenientes.
La potencialidad de las categorÃas andinas
¿Desde qué categorÃas de pensamiento, la Dolores Cacuango
habÃa reinterpretado el mensaje bÃblico?
¿Era esto un producto de algún teólogo de la liberación?
Evidentemente no. Tal tendencia aún no nacÃa.
¿Era acaso una consecuencia de sus conversaciones con Ricardo
Paredes o con Rubén RodrÃguez, viejos e infatigables comunista
y socialista, respectivamente, que solÃan visitarla?
Tampoco. Ellos eran demasiado ateos para semejante sutiliza
con la doctrina cristiana. Era sin duda, un producto de las
propias categorÃas andina de pensamiento.
La idea de la igualdad social en el mundo andino, parte de la
categorÃa de reciprocidad. A diferencia de ciertas
concepciones cristianas tradicionales, que dejan la igualación
social al más allá, los andinos se preocupan por construir la
reciprocidad igualitaria aquà y ahora. Desarrollan un
conjunto de redes sociales para comprometer la reciprocidad de
manera permanente entre iguales, a través de instituciones
como la "minga", "el maquitamañachi" o cambia manos, o el
"randi-randi" (me enseñas lo que tú sabes, te enseño lo que yo
sé). Pero no sólo entre iguales. También se compromete y
exige la redistribución de aquellos que acumulan, obligándolo
a contraer relaciones de parentesco, a tomar un cargo que
implica gastos personales, a costear una fiesta, so pena de la
sanción comunal, de la exclusión de las redes comunitarias si
no participa en estos procesos. Es decir, la reciprocidad
como categorÃa es profundamente crÃtica y activa contra la
desigualdad social.
Pero aquà vale una aclaración. La reciprocidad no se opone a
que por iniciativa personal, alguien pueda progresar. De
hecho, el mundo andino fue y sigue siendo estratificado. Se
oponen a que aquel individuo que acumula deje de penar
comunitariamente y abandone los compromisos de reciprocidad.
De esta manera, el progreso y la iniciativa individual son
posibles en un marco de control social, no desde el estado,
como en los socialismos reales, sino desde la sociedad.
Hacia un puente comunicacional
Una Mesa redonda sobre "UtopÃas Nativistas y Modernidad" que
discutÃa hace pocas semanas el carácter plurinacional de
nuestro paÃs, concluyó en la necesidad de activar la
comunicaón entre las formas de resistencia y creación de las
diversas sociedades, para crear una cultura no dependiente y
alternativa en el Ecuador. Ese puente comunicacional, también
debÃa incorporar a los disidentes crÃticos de occidente, que
han señalado los lÃmites y resultados nefastos de la
modernización.
¿Cómo comunicarse entre diferentes experiencias societales,
entre diversas formaciones crÃticas, para construir
alternativas?
En el análisis de la desigualdad social, por ejemplo, hay una
clara posibilidad de comunicación de diferentes tradiciones
analÃticas y culturales, en pie de igualdad y con aporte
mutuos. La desigualdad social ha sido largamente analizada en
occidente. A partir del siglo XIX, tres modelos teóricos se
han ocupado de ella. Nos referimos a los modelos marxistas,
webeerianos y personianos o funcionalistas. A pesar de las
diferencias de los tres modelos e incluso de las profundas
diferencias de los pensadores de una misma tendencia, habÃa
algo que los unificaba: la concepción sobre mundo y el
pensamiento considerado tradicional. Según esta versión, en
el mundo tradicional, como el de las sociedades andinas, la
baja o casi nula movilidad social, no habÃa permitido el
surgimiento de una capacidad analÃtica, peor aún crÃtica de la
desigualdad social.
Semejante análisis, tÃpico del etnocentrismo occidental,
concluÃa entonces, que la comprensión, crÃtica y superación de
la desigualdad sólo podÃa provenier del pensamiento
occidental, cortocircuitando cualquier posibilidad de diálogo
con el pensamiento llamado tradicional, considerado
incapacitado para analizar tan complejo problema: habÃa que
importar la teorÃa iluminadora a esas sociedades.
Si hoy deseamos una discusión igualitaria, pluricultural,
tenemos que comenzar reconociendo los lÃmites del pensamiento
occidental para entender muchos procesos, pero
fundamentalmente, reconocer la capacidad crÃtica y analÃtica
desarrollada, en este caso, por el mundo andino, desde sus
propias categorÃas. Si estas condiciones de apertura y
autocrÃtica se cumplen, podemos enriquecernos mutuamente, y lo
que es más importante, aprender del mundo andino la sabia
combinación entre iniciativa individual y control social, un
paradigma realmente innovador. (2C).
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Publicado el 28/Abril/1991 | 00:00