No es la primera Navidad que Carlos David pasa sin su madre. Son cuatro años y espera que sea la última. Su mamá, Karla Celeste Auquilla, trabaja en Virginia, en la armada de los EEUU, desde hace 3 años. Las necesidades hicieron que la joven cuencana viajara al país del norte y se enrole en la Armada Nacional e incluso, a inicios de este año, fue hasta Iraq en calidad de abastecedora en uno de los portaaviones de los Estados Unidos llegó hasta Basora, pero no desembarcó.
Carlitos David, si bien no entiende los riesgos del trabajo de su madre, quiere estar junto a ella. Él insistió a su abuelo, Carlos Auquilla, que arreglaran el árbol de Navidad y pusiera las luces de colores en el balcón de la casa. Este año, los dos compartieron solos la Navidad. La esposa de Carlos Auquilla también viajó a los EEUU a mediados de año y les espera a los dos en 2005 en ese país.
"Es muy triste, pero así es la vida", dice Carlos Auquilla, un hombre, a quien se le notan en los ojos los sufrimientos que le ha dejado la vida , mientras, a un costado de la sala, su nieto, hincha a "muerte" de Emelec, arregla los juguetes e intenta tocar la guitarra que su abuelo le compró.
En la nochebuena esperaron el llamado de sus allegados desde los EEUU. No hubo cena, tampoco el brindis de la Navidad. Carlos David se fue muy temprano a dormir para esperar hoy los regalos que le compró su abuelo, fiel compañero en su infancia.
La historia de Carlos David se repite en ciento de hogares en el Ecuador por la falta de los padres que viven en España, Francia, Italia y los EEUU, quienes también padecen de la falta de la familia.
Quienes están lejos tratan de compesar la ausencia con el envío de dinero a sus familiares para la compra de regalos y los alimentos para la cena de ayer.
Fue el caso de Cecilia, empleada en una empresa de limpieza, y Roberto, cantante en un club parisino, quienes madrugaron para enviar a sus familias 200 euros que les permitieran comprar sus regalos en el Ecuador. Ellos, sonrientes, esperaron por varios minutos su turno en la fila de un pequeño local del centro de París, para enviar a sus familias, a las que no ven desde hace años, un puñado de euros que les ayudaron a pasar una feliz Navidad.
"Si guardáramos este dinero, nuestros dos hijos tendrían mejores Navidades en París, pero hemos decidido mandarlo a Quito. Para nuestras familias somos la esperanza. Queremos demostrarles que valió la pena abandonar todo hace seis años y venir a Francia", explican.
Cecilia y Roberto no son los únicos ecuatorianos en la fila. También hay peruanos y colombianos como Alberto: "Es mi deber. Mandar este dinero es una forma de estar cerca de ellos", explica este albañil de Manizales (oeste de Colombia) que aguanta el frío mañanero apretando en el bolsillo los 1 000 euros que su esposa y él han reunido en casi un año de trabajo.
La peruana Patricia Prado, responsable de uno de los establecimientos de envío de dinero, explicó que en vísperas de Navidad esta agencia llegó a enviar más de 100 mil euros diarios a todo el mundo, a América Latina principalmente.
Pero la nostalgia en esta fecha también se profundizó por las costumbres ecuatorianas de celebrar la Navidad.
Aluche es una zona ubicada al sureste de Madrid, tiene un mercado municipal, donde llegan miles de extranjeros. A este centro acudió, la semana pasada, Sofía, una ecuatoriana que vive en España hace cinco años. Hizo las compras que necesitaba para la cena de Navidad para festejar junto a sus dos hijos, su esposo y una hermana. Un pavo, legumbres, papas, arroz, entre otras cosas, componen la canasta. Dice Sofía que lo hizo con antelación porque en su casa todos trabajaron hasta ayer.
"Nosotros conservamos nuestras costumbres. A pesar de que mi jefa me regala muchas cosas como mariscos y embutidos, yo prefiero un pavo y el arroz en la mesa para Navidad", manifiesta Sofía, quien pasó dos navidades sola en España y dice que fue terrible.
Ayer, miles de ecuatorianas no tuvieron vacaciones ni con quién reunirse. "Eso me pasó a mí. Gracias a Dios ahora tengo a mis hijos y a mi esposo aquí. Además, ha venido una de mis hermanas, pero extraño mucho a mis padres y a mis demás hermanos", confiesa esta ecuatoriana. (RMT-IZ-AFP)

Información

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), un 60% de los adultos latinoamericanos que viven en el extranjero envía periódicamente dinero a sus familias.

En Francia, por cada 100 euros que se envían, la comisión de los courrier ronda los seis euros, si se envían 200, es de 8 euros, por 300, hay que pagar 10 euros.

Cada año, los inmigrantes latinoamericanos envían a sus países de origen unos $30 000 millones en remesas, una gran parte de las cuales se desembolsan en diciembre.

Los principales destinatarios de las remesas en 2003 fueron México, con $13 266 millones; Brasil, con $5 200 millones, Colombia, con $3 067 millones.

En el aeropuerto de Cuenca, aumentó la presencia de viajeros desde los EEUU. Camionetas esperaban a sus familiares para llevarles a sectores fuera de la ciudad.

Un paquete pequeño de ropa o juguetes enviado desde los EEUU tiene un costo entre $30 y $40, lo que no justifica el envío de la mercadería para esta Navidad.

Las agencias de envío de correspondencias este año permanecieron casi desoladas. Los inmigrantes prefieren enviar dinero para que compren sus regalos en el Ecuador.

Ecuatorianos en España tratan de mantener vivas las costumbres. Prepararon los mismos alimentos que en el Ecuador para la cena y bailaron al ritmo de música latina.



ESPAÑA

Miles regresan a casa luego de varios años

Alrededor de 5 000 compatriotas viajaron este año al Ecuador por las festividades

Con sus maletas a cuesta, Ramón Alcívar caminaba presurosamente por la terminal 1 del aeropuerto Barajas de Madrid. La alegría marcaba su rostro por volver a reunirse con su familia.
Son las primeras vacaciones de Ramón luego de cuatro años de haber llegado al país europeo. Antes no las tenía porque en la empresa en que trabajaba argumentaban que, como no tenía papeles, no tenía derechos. Pero ahora, en la empresa en la que se emplea, le han dado la oportunidad de que visite a su familia en el Ecuador hasta el 15 de enero.
Está feliz y dice que desde hace un par de semanas ya está con los nervios de punta, pues son cuatro años y en lo único que pensaba era abrazar a su familia, pasar con todos sus miembros esta Navidad y el fin de año.
"Aquí la nochebuena, como le llaman los españoles, no se festeja como en mi país. Falta el calor humano. Faltan los amigos, los padres, los hermanos, los hijos. Para mí, ha sido más bien una noche mala. Lo mismo ocurre en Fin de Año, las tradiciones son diferentes. Yo voy con muchas ganas de quemar el año viejo", dijo Ramón, minutos antes de tomar el avión que lo trajo al Ecuador.
A Ramón le parece un sueño su viaje, aunque confiesa que le embarga la tristeza cuando piensa que tiene que regresar. "Pero así es la vida, qué le vamos a hacer", dice. La alegría de Ramón la experimentaron alrededor de 5 000 ecuatorianos que vinieron al país para celebrar estas fiestas. (IZ)

MÉXICO

Santa, engordado por el Tío Sam y con documentos

Los viajeros llegan cargados de zapatos, electrodomésticos y cosas inimaginables

Alrededor de 2 millones de inmigrantes mexicanos y centroamericanos en los EEUU regresaron a sus lugares de origen para celebrar las fiestas de Fin de Año, tal cual un Santa Claus engordado de regalos y dólares por el Tío Sam. Pero, aunque son muchos los viajeros, apenas representan una gota frente a la cantidad de inmigrantes que no pueden ni pensar en la posibilidad de salir de su nuevo país de residencia.
"Algunos regresan casi como turistas, como que ya no conocen bien su país, y la mayoría viene cargado de regalos y dinero para satisfacer en algo las necesidades que tanto se tienen por aquí", comentó el sacerdote Eduardo Quintero, subdirector de la Casa del Migrante de Guatemala.
Los que están en condiciones de regresar de los EEUU son quienes tienen los papeles en regla, pero hay muchos otros sin documentos para quienes les está vedada esa posibilidad.
Cada año, más de 400 mil nuevos emigrantes latinoamericanos intentan ingresar a los EEUU sin tener los documentos requeridos y decenas de ellos son deportados e incluso llegan a morir al intentar burlar la vigilancia fronteriza.
Quienes volvieron para visitar a sus familiares en las últimas semanas de cada año y los que no pueden hacerlo son parte de los 39,9 millones de nacidos en América Latina o descendientes de ellos que viven en los EEUU. En ese grupo, unos 5 millones no tienen documentos migratorios en regla. (IPS)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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