Quito. 12 abr 98. Esta es una familia huaorani, cuyas
costumbres son diferentes de la civilización occidental. El
fraile Juan Santos Ortiz opinaba que dejarlos solos es
condenarlos a la extinción y planteaba darles la oportunidad
de acercarse sin pretender dominarlos.
A final del siglo XX, mientras la humanidad corre apresurada
hacia la colonización del universo y la NASA anuncia en diez
años un posible asentamiento humano en la luna; en la selva
amazónica ecuatoriana, pueblos como los tagaeri y taromenane
se resisten a desaparecer y corren apresurados hacia las
profundidades de la selva, para no ser ``descubiertos' por
los cohuori (extraños) que amenazan su existencia: los tagaeri
no necesitan ir a la luna porque ella está en su andar y en su
tiempo.
La humanidad centra su interés en el satélite y
paradógicamente invierte en ciencia y tecnologÃa para cambiar
de casa sin conocer todavÃa la suya; se aventura en el
conocimiento del universo cuando todavÃa no ha aceptado el
reto de conocer y respetar los mitos y las realidades de la
Tierra.
De la misma manera en que los ``cohuori' nos preocupamos por
acercar el universo a nuestras manos, debemos interesarnos por
el mundo amazónico y acercarnos a los pueblos tagaeri y
taromenane, con el único ánimo de conocerlos para garantizar
sus derechos y el de todas las minorÃas étnicas, si no
queremos que la selva siga contando historias de fantasmas
errantes, pueblos que como los tetetes desaparecieron, sin
siquiera haber existido en la conciencia pública.
División huaorani
La más importante división de la etnia huaorani se dio a
inicios del siglo entre familias que ascendieron hacia
territorios menos presionados por la actividad cauchera o que
habÃan sido despoblados por los záparos hasta el lÃmite del
rÃo Napo y otras familias huaorani, los taromenane o
huiñatare, que decidirÃan quedarse en las tierras
tradicionales huaorani más al Sur.
Esta separación será casi definitiva hasta hoy, de suerte que
en torno a los taromenane o huiñatare, ``se creará un halo
legendario; algunos hablarán de ellos como si fueran seres no
humanos. La lejanÃa, no solo transformó su lenguaje, también
alimentó otras diferencias hasta hacerlos enemigos, a poco tan
extraños como los mismos cohuori'.
La división del clan de Taga en los años 60, obedeció a
disputas internas y a la presión que no pocos cohuori
ejercieron, en especial la acción petrolera y misional
evangélica. La serie de disputas al interior del grupo
culminaron con la muerte de Kimontare, padre del guerrero
Taga, quien decidirÃa junto a sus parientes correr hacia un
territorio que les permitiera vivir libres y seguir siendo
huaorani.
A partir de 1968 quedarÃan totalmente desvinculados de otros
grupos familiares huaorani. Los tagaeri seguirán manteniendo
su independencia y sobre ellos también se construirán
historias fantásticas y se tejerán los más diversos intereses,
algunos de ellos actuarán directamente en la posibilidad de
supervivencia del grupo. ``Tagaeri es una palabra que designa
a los grupos disidentes del Cononaco contrarios a todo
contacto, familiares o no de Taga, que se han ido uniendo por
la historia al clan liderado hasta su muerte, por el guerrero
Taga'*.
El ave que se come a la gente
Desde el cielo escuchan una voz que les habla en su misma
lengua, dice ser su amiga y obsequiarles cosas útiles. Caen
bolsas de colores entre las ramas de los árboles y los
descampados de las casas. Sin embargo, hay un ruido que
atemoriza -la gran ave verde que sube y baja en vertical y
aparece y desaparece de los rÃos produce miedo-. Voces y
rotores no cesan de merodear las casas huaorani y tagaeri.
Junto a los regalos: herramientas y utensilios de cocina,
existe el ave gigante que se come a la gente.
Asà recupera Miguel Angel Cabodevilla, misionero capuchino en
la zona, el recuerdo de Omatuki -única tagaeri contactada-
sobre la incursión de sonidos en la selva: ``a partir de unas
muertes en el Tigüino unos helicópteros verdes comenzaron a
buscar su casa hasta que la encontraron. Sobrevoló varias
veces la casa e incluso les arrojó algunas cosas, Omatuki
decÃa que uno de esos dÃas, vieron venir al helicóptero y los
hombres del clan dijeron vámonos -ellos siempre que oyen
ruidos salen de sus casas y la rondan-. Ese dÃa el helicóptero
en vez de arrojarles regalos les disparó, no les disparó a
ellos porque no veÃan a nadie', recalca Miguel Angel,
``simplemente por lo que fuera, disparó a la casa y tres
mujeres murieron'.
``En ese momento los helicópteros del ejército estaban
trabajando para las petroleras, no creo que exista esa gente
que vaya a matar a los indÃgenas, pienso que no es asÃ, pero
sà creo que hay gente que son unos graciosos, ven la casa y
les meten miedo' este recuerdo puede ser de época reciente o
pasada explica el misionero, ya que la construcción de los
relatos en la mente huaorani no se realiza a partir de un
tiempo definido.
Rapto de Omatuki y venganza tagaeri
Babe es un huaorani guerrero que ahora vive en constante
contacto con los cohuori. Su mentalidad es la de un guerrero
huaorani aunque en la incursión a casa tagaeri de donde raptó
a Omatuki haya pretendido ser un acto ``civilizador'. Babe
entra a casa de los tagaeri, encuentra las cintas de los
casetes que Monseñor Labaka habÃa llevado el dÃa que fue
asesinado, roba herramientas y utensilios de los tagaeri y
rapta a Omatuki.
El Vicariato del Aguarico insistió al guerrero Babe que
devolviera inmediatamente a Omatuki ya que no se podrÃan
prever las consecuencias del hecho, la respuesta tagaeri fue
el lanceamiento y muerte del cuñado de Babe en circunstancias
en que se devolvÃa a Omatuki a su clan. Ella cuenta que hay
por lo menos cinco muertes recientes de tagaeris en los años
90.
Muertes en el Tigüino
Los petroleros cuentan que habÃan escuchado varias veces por
la noche llegar gente de la selva cerca del campamento. Una de
las noches comenzaron a oÃr los silbidos de los pájaros
nocturnos y entonces uno de ellos dijo en huaorani: somos
hermanos no nos hagáis daño, entonces él dice que se acercaron
y dijeron ``somos familiares' y comenzó a decir una serie de
nombres de huaorani tagaeri que viven dentro de los huaorani
contactados, sobre todo el nombre de una mujer: yo soy hijo de
Nompu! Entonces dice que la voz le contestó ¿dónde está Nompu?
porque Nompu es una mujer que tiene hijos entre los tagaeri.
Ellos estaban convencidos de que los tagaeri estaban ahÃ.
Luego un huaorani vio rastros de pisadas y las identificó como
de tagaeri. Eran dos hombres y estaban justo al lado del
campamento: pensó que habÃan ido a robar comida a la cocina,
siguió las huellas -uno se habÃa quedado atrás y otro habÃa
ido hasta cerca de la cocina, después, vio sangre en el suelo
y en otra dirección- siguió la sangre y a doscientos metros
del campamento habÃa un cuerpo sin cabeza tapado con palos y
ramas.
La cuestión más curiosa de ese relato ocurre cuando Omatuki
dice que los guerreros de su clan iban constantemente a este
campamento; unos se quedan atrás y dos van hasta el rÃo. En la
playa un hombre y una mujer estaban jugando en la arena, los
dos guerreros se acercaron y le lancearon a la mujer, el
hombre gritó. El campamento tenÃa gente armada. Al oÃr los
gritos se quedaron parados y los tagaeri corrieron hacia los
hombres -porque a ellos no les gusta tirar la lanza sino ir
con la lanza hasta el cuerpo y traspasarlo- los tiros
alcanzaron a los dos tagaeri.
Según Omatuki, uno de ellos llegó herido y murió, el otro
murió a doscientos metros del campamento. Este relato coincide
en el tiempo, en el lugar y en los muertos con los relatos de
huoarani trabajadores petroleros que dan fe de los
acercamientos y contactos violentos con el clan de Taga.
Muerte de Alejandro e Inés
En la estancia de Omatuki con Babe, la niña tagaeri conversa
de algunos aspectos importantes de su clan. Recuerda con claridad la muerte de
Taga y el dÃa en que mataron a Alejandro Labaka e Inés Arango:
``En el grupo habÃa dos hombres más bravos, ellos siempre
querÃan atacar a las compañÃas, siempre atacar, querÃan acabar
con todos. En cambio las mujeres eran de otra opinión,
dejémosles en paz, decÃan, vivamos tranquilos y si viene la
gente de afuera podemos encontrarnos con ellos. Vamos a
conocerles cómo son'.
``El grupo cuidaba el rÃo Shiripuno constantemente, cada mes
se daban una vuelta para ver si alguien bajaba. Ellos tenÃan
un palo para atravesar el rÃo. Cuando bajó la compañÃa lo
cortaron, en ese momento ellos se enfadaron y atacaron
hiriendo a C. Dahua. Aunque pasaban muchas canoas y las
mujeres decÃan ¡no les maten! al final atacaron al quichua. El
se defendió y mató a uno. Resultó que ese era el jefe, el que
coordinaba, por eso después hubo un gran problema, ¿quién les
iba a dirigir? Por eso cuando llegó el cohuori (Alejandro),
ellos pensaron en seguida en su hermano que los de afuera
habÃan matado'.
``El cohuori hablaba con nosotros, le pudimos entender.
Estuvimos discutiendo ¿cómo sabe él hablar nuestra lengua?
Dijo que él vendrÃa a vivir con nosotros, a visitarnos. Cocinó
para nosotros, después repartió collares y otras cosas, las
mujeres le quisieron mucho, ahora él podrÃa venir y se
acabarÃa el miedo. Les dijo que les traerÃa más cosas y ellos
se pusieron muy contentos, le pidieron ropa, hachas y otras
cosas'.
``Pero habÃa dos que estaban de cacerÃa, un joven fue a
avisarles, cuando llegaron cogieron lanzas y le mataron por
venganza de la muerte de Taga. DecÃan que él venÃa a matarnos
de la misma manera que habÃan matado a Taga'.
Cuando a Alejandro lo mataron estaba alejándose de la casa,
habÃan llegado a un acuerdo con las mujeres en el que Labaka
regresarÃa con las cosas que le habÃan pedido. Al llegar los
cazadores del clan se arma la disputa y por fin uno de ellos
le lancea por atrás, a Inés la matarán más tarde.
Cantos de los tagaeri al lancear a Labaka
``Ellos han matado a nuestro hermano mayor, nosotros tenemos
que vengarnos, ellos han matado a nuestro jefe, tenemos que
matarles, nosotros somos como tigres, somos pumas, cazamos
jabalÃes, somos valientes, vamos a acabar con ellos' después
hay otra estrofa que dice ``no podemos dejar que entren donde
nosotros, si entran nos comerán, van a destruirnos'.
El miedo construye mitos
En el monte han habido varios momentos en que trabajadores
huaorani de la compañÃa Maxus se han visto con un tagaeri, en
ese instante, la forma de no agresión es siempre la familia.
La primera señal familiar es la lengua en común, pero aun asÃ,
deberÃan ser lanceados porque pueden ser huarani, o sea
enemigos. Por eso, la segunda señal son los nombres, encontrar
algún parentesco pues los tagaeri tienen la memoria de que
gente de su familia tomó contacto con los blancos y
desapareció.
Miguel Angel cuenta que ``un relato famoso entre la etnia, es
la existencia de un tagaeri barbudo que dio origen a un sin
fin de narraciones fantásticas: el relato dice que un extraño
dirige a los salvajes y les lleva a atacar. Este relato
existió en tiempo de la Shell y persiste en la memoria de la
población. La verdad del relato está en que algunos huaorani
tienen un mestizaje antiguo que se originó en la época
cauchera cuando las mujeres huaorani fueron robadas por los
patrones y algunas huyeron embarazadas'. Nampahuoe lÃder del
grupo huaorani que contactarÃa Alejandro Labaka, tenÃa
bastante pelo, cosa que no es frecuente entre ellos. El miedo
construye mitos.
¿Solo los tagaeri?
El padre Cabodevilla cree que ``no son los tagaeri los
causantes de todos los ataques que se han dado en la zona
contra los petroleros. Cuando uno ve el mapa, no es posible
que un grupo -conociendo cómo actúan los huaorani- que esté
operando en el Tiputini arriba, también opere abajo. No, es
demasiada distancia, esa no ha sido su costumbre. Que nosotros
conozcamos por el relato de Omatuki, los tagaeri han tenido
encuentros con otros grupos no contactados en el monte. Estos
encuentros se dieron cuando los tagaeri andaban en busca de
parejas, ya que el clan es pequeño y para crecer, necesita
miembros de otros clanes.
Los Tagaeri se han dado cuenta que hay otro grupo más al Sur
que también ha subido probablemente con la misma intención.
Omatuki decÃa algunas veces que habÃa sido un contacto
violento con bastantes muertes, incluso daba la impresión de
que guerreros del grupo taromena habÃan matado a los hombres
tagaeri y se habÃan robado las mujeres, es decir, se habÃan
quedado con los niños y con las mujeres. En el otro relato
parecÃa que habÃa sido un contacto violento, pero que después
de robar a las mujeres se habÃan separado los grupos.
Los tagaeri contactados
Miguel Angel cree que los tagaeri han establecido contacto con
otros grupos huaorani. ``Creo que no han habido contactos
pacÃficos con blancos pero que es posible que hayan tenido
contacto con el grupo de Quempere que está en el Cononaco'.
Los tagaeri necesitan el contacto, treinta años en la selva
sin posibilidad de nuevas generaciones los llevan a buscar
relacionarse con otros grupos, parece evidente que lo harán
con huaoranis que encuentren en sus incursiones y como Omatuki
lo relata, con otros grupos probablemente no contactados.
¿Qué intereses rondan al mundo tagaeri?
Una pregunta que aparece con insistencia en quienes se han
acercado al mundo amazónico, petrolero o indÃgena es ¿para qué
contactarlos? Si ellos han manifestado abiertamente y con el
signo total de la muerte su resistencia al contacto, su
negativa a pertenecer a un mundo que consideran salvaje y
enemigo ¿por qué insistir? ¿cuál es el interés o los intereses
que rondan la iniciativa?
Existen algunos intereses y todos trabajan desde su propia
perspectiva. Para Monseñor Alejandro Labaka era evidente que
los tagaeri eran un clan peligroso para cualquier grupo
habitante de la amazonia, sean propios huaoranis, quichuas,
petroleros, colonos o misioneros y para ellos mismos. Labaka
vio y enterró a personas lanceadas por huaorani y tagaeri,
entendÃa que contactarlos era la única posibilidad de paz y de
sobrevivencia para el mismo grupo.
El fraile Juan Santos Ortiz, opinaba que ``dejarlos solos es
condenarlos a la extinción. Pienso que habrÃa que darles
tiempo y la oportunidad de acercarse a nosotros, de conocernos
y de entablar lazos de afecto y conocimiento pero manteniendo
su identidad y sus valores esenciales. Pienso que sà nos
conviene un intercambio. Lo que no aceptamos ninguno es la
explotación y el dominio, de la clase que sea. Esto ha
ocurrido y tienen miedo'.
Sin embargo no todos los intereses se encaminan por estos
principios. Cada habitante de la amazonia posee su propia
forma de ver la vida. Para los clanes de Babe y Kemperi
protegerse de los tagaeri es su interés. Para esto no han
dudado en aliarse con los militares, los petroleros o los
misioneros. Saben que hay intereses detrás de los tagaeri a
ellos llegan propuestas muy variadas: ser guÃas para los
helicópteros, ser guÃas para turistas y hasta para periodistas
que aspiran en tomar una foto o ver un tagaeri un premio.
Rutas de explotación hidrocarburÃfera, promesas de riquezas,
intereses de expansión étnica, temor ante la muerte, conocer
al pueblo no contactado, cámaras de fotos y video rondan a los
tagaeri.
``En este momento -confirma Miguel Angel- existen muchos
intereses entre los huaorani. Kemperi o el mismo Babe, tienen
el interés de protegerse; si tienes un vecino que te puede
lancear en cualquier momento, te interesa saber dónde está, si
está cazando cerca de tu territorio.
Los tagaeri recorren un territorio de 100 kilómetros en lÃnea
recta: se mueven en tiempo de chonta -que es importantÃsima
para ellos ya que la chonta sembrada por sus padres no la
abandonan- en el tiempo de la geografÃa de la chonta los
clanes se vigilan. Hay otros motivos, los petroleros le piden
a huaorani que viajen con ellos en el helicóptero, para
identificar el sitio de los tagaeri, nos consta que hay
empresas periodÃsticas que han ofrecido altas sumas de dinero
a los huaorani que les hagan de guÃas y los lleven donde los
tagaeri'. El interés de las petroleras es tener el control
del espacio que va a ser sometido a explotación, aunque
siempre queda la duda. Eliminar a un grupo en la selva es muy
simple y no podrÃamos ser tan ingenuos de pensar que esto no
se ha dado nunca o que no se pueda dar'.
El peligro de sobrevivir
Es impostergable la necesidad de hacer el esfuerzo por
colocarse en las reales condiciones que viven los pueblos del
oriente y en especial el pueblo tagaeri. La lucha es
enormemente desigual y lo es más aun cuando no se realiza este
esfuerzo por ponerse en la piel de un tagaeri ¿qué es lo que
realmente desea un tagaeri?
Miguel Angel piensa que ``quieren vivir libres, tener una
selva abundante y no tener más contactos que los necesarios
para vivir, no quiere contactar con ningún cohuori, en
absoluto, de seguro. Necesitan del contacto si quieren
sobrevivir, fÃsicamente, genéticamente deben establecer lazos
de parentesco. Lo tienen más difÃcil ahora, porque su
territorio está sobrevolado constantemente por petroleras y
militares y porque hay una parte del territorio que está
recorrido por otros huaorani y otra parte que está recorrido
por turistas madereros, por quichuas.
El Curaray para ellos tiene un montón de leyendas del fin del
mundo. En el 92, cuando yo les fotografié, tenÃan su casita en
el Cuchinyacu muy cerquita del Curaray y más allá ya está la
colonización, tienen bastante cercana la carretera que parte
del Coca y llega al Tigüino cuando esa carretera enlace al
Curaray pues estará muy cercana a territorio tagaeri. Creo que
los tagaeri se debaten entre dos pensamientos: el contacto es
sumamente peligroso; el contacto es sumamente necesario para
sobrevivir'.
Cómo realizar el contacto: triste realidad
Parece evidente por la realidad de la zona y por las
caracterÃsticas culturales de la etnia huaorani que quienes
deben hacer el contacto, son los propios huaorani. Sin embargo
y peligrosamente están cercados por intereses ajenos a ellos.
No ha existido hasta el momento, después de la muerte de
huaoranis, tagaeri, trabajadores petroleros, quichuas y
misioneros, ninguna polÃtica seria con un interés real por los
tagaeri y la vida de propios y extraños en la zona.
Existen demasiados intereses encontrados, apresurar un
contacto en este momento y sin una definición clara sobre lo
que son y quieren los tagaeri, podrÃa avocar a la etnia a
desaparecer o entrar en un proceso de mestizaje apresurado.
Los intereses económicos y polÃticos sobre la zona arrojan una
nube sobre la posibilidad de sobrevivencia del grupo. Ponerse
de acuerdo no es una tarea fácil, más aún cuando la región
amazónica continúa siendo un lugar poco conocido por quienes
hacen las polÃticas petroleras o de intervención social.
El Oriente sigue pintado en nuestra geografÃa como un paisaje,
a veces demasiado olvidado y sin control. Las petroleras no
pueden ser quienes impongan o dirijan una polÃtica social en
la zona, no son ellas las llamadas a resolver los conflictos y
a encarar las realidades. Un contacto con los tagaeri en las
actuales condiciones podrÃa ser nefasto para el grupo a no ser
que no importe a la final, lo que les pase.
El misionero capuchino cree que el Estado ecuatoriano debe
tener el control de la zona y no los misioneros, ni las
petroleras, ni las instituciones privadas. ``Es necesario que
el Estado ponga un poco de orden allà y no permita que cada
empresa intente ser más atractiva que la otra para los pueblos
nativos sin un interés de paÃs, real. Nosotros -los
capuchinos- nos hemos retirado porque no podemos ser parte a
final del siglo XX de que seres humanos sean considerados
juguetes de una serie de intereses', sostiene Cabodevilla.
La gente del petróleo
Si los tagaeri se resisten a ser contactados tienen todo el
derecho y la libertad para hacerlo. Tras la muerte de los
misioneros Labaka y Arango, la presión petrolera siguió en el
área: ``dentro del bloque 17, CEPE (después Petroecuador)
admitió los maravillosos cÃrculos del Dr. Vela, con los cuales
querÃa apresar a un puñado de seres libres en un papel y
varios colores. Los jefes de Quito tranquilizaban a la opinión
pública, mientras los obreros y los tagaeri estaban a punto de
matarse.
La CGG aumentaba el número de peones huaorani, como
precaución, pero eso no evitó varios encuentros fortuitos en
plena selva, advertencias tagaeri, lanzas cruzadas en las
trochas, rumores de muertos en uno y otro lado...'* cuando
los caminos invadÃan el bloque 9 de Petrocanadá se procuraron
operaciones rápidas y secretas enviando a obreros a tientas en
una zona conflictiva.
Cuando la actividad petrolera se incrementa en el año 1989
entre las riberas del Tigüino y las del Cunchiyacu suceden
algunos incidentes. Aunque Taga ya ha muerto, los tagaeri son
por lo menos en la actualidad tres familias: nampari,
huanhueri y tagaeri.
Trabajadores de la CGG narran sus contactos con los Tagaeri
(Grabación Cicame a Ahuinga, Dayuno, julio de 1989) ``Cuando
trabajábamos en las trochas B2 y B4 (en esta trocha todos los
trabajadores éramos huaorani) nos dimos cuenta de la cercanÃa
de los tagaeri. Nosotros pasamos por una trocha de ellos y les
oÃmos venir. Toc, toc sonaba-. Estábamos viendo y oyendo, ¡por
ahà vienen!, ¿ahora qué hacemos?, ¡no tenemos escopeta!
Conversábamos asà mientras los tagaeri se acercaban. VenÃan
con lanzas, solo hombres, todos con lanzas, riendo.
¡No nos matéis!, les dijimos, estamos solo trabajando. ¡Otro
dÃa hemos de venir a trabajar con la escopeta! Un dÃa nos
estuvieron gritando en huao desde el monte, muy cerca del
Cononaco; nosotros les contestamos. Alcanzamos a ver unos
ocho, todos armados de lanzas.
Estaban bastante lejos, no quisieron acercarse y nosotros
tampoco. Les dijimos: vamos a quedar muy poco tiempo en estas
tierras, mientras acabe el trabajo. Ellos gritaron: no
queremos gente que trabaje en estas tierras, hacen mucho
ruido, los animales se asustan y casi no encontramos cacerÃa.
Hay poca comida. Preguntamos por el que los mandaba. Aihua,
respondieron; Tagae ya no vive, hace lunas, un tiempo fue
matado por cohuori que bajaban en canoa, le dispararon en el
pecho'.
Aunque no cabe duda acerca de que estos encuentros se han
dado, lo cierto es que existen otros peligros latentes: el uso
de armas en los campamentos, el miedo, la posibilidad de un
grupo no contactado perteneciente a los taromenane.
Por otra parte el Instituto LingüÃstico de Verano mantuvo
relaciones con los petroleros. Si bien es cierto que no eran
tan estrechas como con los militares con quienes compartÃan
intereses, la verdad es que para las gentes del petróleo
-concibiendo a la actividad hidrocarburÃfera solo como un
negocio- les venÃa bastante bien que los huaorani en vez de
ocupar veinte mil hectáreas ocuparan solo la centésima parte
de tal manera que la actividad se hiciese en un territorio
despoblado gracias a las reducciones del ILV, por lo tanto
reconocer al ILV como contraparte era bueno para las
petroleras, en cambio no era tan bueno que entrase el Estado,
los curas católicos, los estudiantes, antropólogos, entre
otros.
No más fantasmas errantes: los tagaeri en peligro
Los tetetes han desaparecido de nuestro paÃs en un silencio
casi cómplice. Lo mismo puede ocurrir con otras minorÃas
étnicas. Garantizar la sobrevivencia de los tagaeri no es
fácil como tampoco la de los sionas. Desde 1977, los tagaeri,
recorren el mismo territorio, es decir, existe un territorio
delimitable. Alejandro Labaka pedÃa la moratoria de la
intervención petrolera en la zona. Se informó de los ataques
de aucas hasta el momento, de la existencia de los tagaeri y
de su negativa a cualquier contacto.
Defender la vida de los tagaeri significa la no intervención
de ningún tipo de actividad fuera de la vida huaorani; ni
petrolera, ni turÃstica, ni maderera, ni colona, ni misional
en la geografÃa tagaeri; significa además, que el Estado asuma
su papel responsablemente y que junto con Instituciones
IndÃgenas Nacionales se formalice un acuerdo en este sentido y
en todos los sentidos necesarios para la vida tagaeri; los
huaorani deben ser parte del acuerdo asà como todos los que en
la zona trabajan o intervienen.
Organizaciones indÃgenas: Onhae, Confeniae, Conaie, el Consejo
Nacional de Planificación de Pueblos IndÃgenas y Negros
Conpladein, Ministerio de EnergÃa y Minas, Petroecuador,
organizaciones ambientalistas nacionales e internacionales, el
Vicariato del Aguarico y organizaciones de defensa de las
minorÃas étnicas han iniciado acciones tendentes a garantizar
la sobrevivencia de los tagaeri a través de la delimitación de
una zona de 40.000 hectáreas libres de explotación petrolera o
cualquier otra actividad ajena a la realidad del grupo.
En momentos en que la Asamblea Nacional Constituyente debate
los derechos de las nacionalidades y minorÃas étnicas y una
normatividad para la preservación de la biodiversidad. Lo que
ocurre hoy con el pueblo tagaeri en la amazonia ecuatoriana,
es una voz de alerta al paÃs y al mundo. Insistimos que la
sobrevivencia de la etnia tagaeri y de otros grupos no
contactados, exige un profundo debate nacional en torno a las
polÃticas de explotación hidrocarburÃfera en la zona, el
respeto a los derechos de las minorÃas étnicas. La vida de los
tagaeri está indiscutiblemente ligada a la defensa de los
frágiles ecosistemas donde hoy habitan. (Texto tomado de El
Universo)