Quito. 19 abr 98. Durante una reunión organizada en Quito por
el Programa de Mejoramiento de la Educación Básica (PROMECEB),
los ministros de Educación de Nicaragua y El Salvador
demostraron, basados en sus experiencias, que es posible
mejorar los sistemas educativos, mediante el fomento de la
participación comunitaria en las tareas de impartir y
administrar la educación.

En el caso nicaragüense, el artífice del éxito es Humberto
Belli, quien desarrolló un cambio en la política estatal del
manejo educativo, mediante el programa de autonomía.

Por su parte, la ministra Cecilia Gallardo, en El Salvador,
descubrió que en las zonas campesinas afectadas por la
guerrilla, los campesinos habían asumido por su cuenta la
organización de las escuelas.

LAS ESCUELAS REMPLAZAN A LOS CAÑONES

Nicaragua y El Salvador, dos países pequeños que se levantan
de las cenizas de sus guerras civiles, se han convertido en
modelos para la reforma educativa del Ecuador.

En ambos casos, los procesos se iniciaron a principios de los
años noventas y se fundamentan en una intensa participación de
la comunidad. También coinciden en que los ministros de
Educación han durado más de dos gobiernos en el cargo.

Humberto Belli, ministro y artífice de la reforma
nicaragüense, dice con cierta modestia: "estoy desde 1991 en
este puesto, tiempo suficiente para conseguir resultados".
Belli, igual que sus colegas de varios países, participó en la
reunión internacional organizada por el Proyecto de
Mejoramiento de Calidad de la Educación Rural, PROMECEB, del
ministerio de Educación del Ecuador, que se celebró esta
semana en Quito.

Las dos reformas han llegado a esquemas similares por
distintos caminos. En Nicaragua, el programa de autonomía
escolar ha sido una reacción en contra del pasado centralista
y estatista, que impusieron los sandinistas que gobernaron
durante los ochentas. Cuando Violeta Chamorro les derrotó en
las urnas -dice Belli- nos opusimos a un esquema mesiánico, en
el cual el ministerio sabía y mandaba en todo. Decidía las
fechas de clases, los valores, los textos escolares, el
nombramiento del director de la escuela y los profesores.
Nuestra idea básica ha sido disminuir el poder del Estado en
la educación y trasladarlo a la comunidad, agrega.

Ana Lorena de Varela es una educadora salvadoreña que, junto
con la ministra de Educación, Cecilia Gallardo de Cano,
conduce el Proyecto Educo, destinado a ofrecer educación de
calidad a cientos de miles de niños salvadoreños que carecían
de escuela. Este plan arrancó a principios de 1990 y se
mantiene con el mismo equipo de trabajo. Sin embargo, las
circunstancias históricas en El Salvador fueron distintas. La
iniciativa partió de la comunidad en plena guerra.

La ministra Gallardo descubrió, allá por 1990, que las
familias de campesinos en las zonas afectadas por la guerra o
en territorios "liberados", en lenguaje de la guerrilla,
habían asumido por su cuenta la tarea de organizar las
escuelas y educar a sus hijos. Era imposible cualquier pedido
al Estado.

Tampoco la guerrilla estaba para poner escuelas. Estas, una
vez firmado el acuerdo de paz, han servido en El Salvador para
organizar la educación rural sobre las ACE (Asociaciones de la
Comunidad para la Educación), con planteles descentralizados y
autónomos, confiados, fundamentalmente, a las familias que
viven en comunidad. El modelo está por trasladarse a las zonas
urbanas.

ANALFABETOS CONTRATAN MAESTROS

En El Salvador se organizó la Asociación Comunal de
Educación, ACE, para ofrecer enseñanza a los niños en el
campo.

Son organizaciones de padres de familia que suscriben un
convenio con el Ministerio de Educación, que les contrata para
que conduzcan y operen la gestión educativa en el ámbito
local.

Las ACE se comprometen a contratar maestros, cotizar para dar
las prestaciones que corresponden por ley, una matrícula
mínima por espacio educativo, llevar la contabilidad y cuidar
los bienes de la escuela.

Cuando el profesor llega a tiempo o se atrasa, dice
gráficamente Lorena de Valera, representante salvadoreña que
vino a Quito, no es el ministerio de Educación el que se hace
cargo del asunto, sino la madre de familia que mientras amasa
las tortillas para el desayuno, ve pasar al profesor a la
escuela.

Ella, con los otros padres, le ha contratado y se preocupa por
su trabajo, para beneficio de sus hijos y de los hijos de los
vecinos.

El ministerio de Educación transfiere los fondos mensualmente
y da seguimiento a la gestión.

Muchas ACE han formado convenios con organismos
gubernamentales y privados para construir o mejorar las
instalaciones.

Las estadísticas revelan el dinamismo y agilidad del sistema.
Un tercio de las ACE han tomado contacto con Gobierno,
iglesias, fundaciones o entidades. Las tres cuartas partes
tienen relaciones con otras ACE para intercambiar ideas y
darse mutuo apoyo. Una cuarta parte tienen fondos regulares
conseguidos aparte de lo que da el Estado.

La transformación del sistema educativo rural en El Salvador
se realiza a ritmo vertiginoso. El programa Educo comenzó tras
un estudio básico de tres meses. La ministra no cree en los
planes muy complicados ni que demoren muchos años.

La documentación es muy sencilla. Nada de enredados textos de
abogados. Está hecha para que entienda, sin tropiezos, un
campesino. Hubo, por supuesto, dificultades. Algunos
profesores se revelaron cuando supieron que padres de familia
analfabetos debían contratar al profesor. La realidad es que
han contratado buenos y cumplidos maestros, mejores que los
nombrados antes por técnicos y burócratas.

El programa Educo, según Lorena de Varela, ha sido la punta de
lanza de la reforma educativa en El Salvador.

PADRES DE FAMILIA VERSUS ESTATISMO

"La democracia es decidir cada día por los servicios
públicos", dice el ministro Humberto Belli en tono filosófico,
pero ha sido necesario en Nicaragua romper la pasividad
tradicional de los padres de familia; "empoderar a los
padres", como decimos allá, para que asuman su primer derecho,
que es dirigir la educación de sus hijos.

Cuando quisimos trasladar el poder educativo del Estado a la
Comunidad -relata- pensamos que había dos posibilidades:
entregar a los municipios o a las escuelas, que se
transformarían en centros autónomos, dirigidos por padres y
profesores. Decidimos entregarlo a las mismas escuelas, porque
en los municipios había el riesgo de que se repitieran
amiguismos, caudillismos y politiquería.

Algunas de las ideas hemos tomado de Costa Rica, y el sistema
de pago de Minas Gerais, Brasil, porque cuando alguien hace
las cosas bien es mejor copiar que inventar, sostiene Belli.

En cada escuela o colegio que voluntariamente ha decidido
pasar al régimen de autonomía escolar se ha creado el Consejo
Directivo Escolar, formado por maestros, padres de familia y
un alumno, electos por votación popular, que llevan adelante
la gestión administrativa y docente del plantel. Hasta ahora
han tomado por la opción el 70 por ciento de los colegios de
enseñanzas secundaria y el 35 por ciento de la primaria. El
plan comenzó con educación media, lo cual explica las cifras.

El Estado no es el empleador de los maestros sino este Consejo
Directivo Escolar que selecciona por calidad, fija sueldos y
otros estímulos, organiza la administración. El Gobierno
transfiere una suma global, básicamente por número de alumnos,
para lo cual se establece un costo unitario. A más alumnos y
menos deserción, más ingresos para la escuela, que además
busca fondos en donaciones o en contribuciones voluntarias de
las familias.

La autonomía no es absoluta. El marco normativo establece el
ministerio de Educación, que puede declarar la intervención de
un Centro por causales como bajo rendimiento, incumplimiento
de mínimo de días calendario, permitir el daño o deterioro u
otras, pero esta intervención se procesa por medio de consejos
municipales y departamentales ( o provinciales) que no son
entes burocráticos, sino solo instancias de apelación y
consulta del sistema escolar, con la misma estructura de
padres y maestros.

También el ministerio de Educación aplica anualmente pruebas
estandarizadas a los alumnos para medir su rendimiento, a fin
de informar a los padres sobre la calidad de la escuela y de
otras escuelas y de que escojan libremente donde educar a sus
hijos.

El resultado ha sido la mejora de la calidad de la educación,
un aumento real de sueldos en los maestros de más del 50%, la
baja de la deserción escolar y la disminución de los costos de
la educación.

ECUADOR, TRAS ESCUELA AUTONOMA

El Ecuador no ha cambiado todavía el modelo de educación
urbana o rural, pero desde hace siete años está en marcha el
Programa de Mejoramiento de la Calidad de la Educación Básica
Rural, que se realiza con el auspicio del Gobierno Nacional y
de entidades financieras de cooperación internacional.

También en el Ecuador se ha considerado la posibilidad de
organizar el procesos de enseñanza alrededor del eje de la
llamada Gestión Escolar Autónoma para que las decisiones sobre
la educación pasen a manos de las comunidad educativa local,
compuesta por padres de familia, maestros y estudiantes.

Este cambio, todavía en fase de estudio, supondría una
transformación radical de un sistema altamente centralizado,
tanto en los administrativo por el ministerio de Educación,
como en lo sindical que controla la poderosa Unión Nacional de
Educadores, UNE.

Sin embargo, el propósito es integrar a los actuales factores
del proceso en forma diferente y siempre en torno a la unidad
educativa. Esta gestión escolar autónoma funcionaría a base de
una red que tendría los espacios necesarios para administrar,
planificar, lo cual demandaría grandes transformaciones
legales y organizativas.

Hay una minuciosa descripción de organigramas y red que han
realizado los técnicos nacionales de internacionales del
PROMECEB. El proyecto está dirigido actualmente por la
arquitecta Samia Peñaherrera y por el sociólogo Alvaro Sáenz.
Tiene un amplio respaldo del actual ministro de Educación,
Mario Jaramillo, pero carece de la estructura jurídica en que
pueda sustentarse. No obstante los especialistas en educación
no ven otro caminos que la descentralización y autonomía de
los centros de educación, con amplia participación de la
comunidad y de los padres, para lograr mejoras que se
consideran impostergables.


TODAVIA ES UN PROYECTO RURAL

La educación descentralizada y autónoma estaría dirigida en el
Ecuador a la población rural, en edad de educación básica, que
comprende ahora diez años de escolaridad, desde el preescolar
hasta el ciclo básico completo.

Se busca abarcar con este proyecto a un 25 por ciento de los
niños de áreas rurales, es decir alrededor de 300.000 niños,
lo cual supondría en el esquema nacional unas 100 redes,
porque en el Ecuador no se piensa dar autonomía a cada plantel
sino a las redes.

La base para las redes serán los llamados CEM y una vez que el
proyecto se consolide allí será trasladado a nueva zonas. El
plazo para la aplicación se estima en 4 a 5 años.

El propósito es superar la pobre gestión de la actual
educación, marcada por la baja calidad, desconexión con el
medio en donde funciona, alta deserción escolar y elevada
ausentismo de los maestros.

Los principios que orientan el trabajo son participación de
los involucrados, visión a largo plazo, flexibilidad y enfoque
por resultados.

Hay la confianza de que los padres de familia con los
estímulos suficientes pueden también superar la inmovilidad
actual y participar en la gestión educativa, tal como ha
ocurrido con otros países.

Las cifras y testimonios actuales sobre deserción escolar y
otros males, obliga e buscar otro esquema, que parta de
principios y supuestos distintos, porque la estructura
centralista ha mostrado ser ineficiente y produce una
alfabetización nominal pero un auténtico analfabetismo
funcional. (DIARIO HOY) (P. 7-A)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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