El 20 de agosto pasado, culminó el período de inscripción de candidaturas a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, al Congreso Nacional y a los concejos cantonales y provinciales del país; y, con ello, se ha abierto un nuevo capítulo en la vida democrática nacional, que tiene algunos rasgos particulares que la distinguen de las anteriores.
Por primera vez en la historia nacional, se produce una separación de las elecciones nacionales y las locales, gracias a la inestabilidad política que trajo el cambio de gobierno de Bucaram y el interinazgo de Alarcón. Esta separación, que había sido una reivindicación largamente acariciada por los gobiernos locales, termina concediéndosela el sistema político, gracias a los accidentes de nuestra democracia y no a un acuerdo.
Sin embargo, hoy, como nunca, el peso de lo regional y lo local será significativo en las elecciones a escala nacional. La adscripción territorial de las candidaturas será mucho más importante que su postura ideológico política. La tesis de "costeño vota costeño y serrano vota serrano" será mas evidente.
Muchas de las candidaturas buscan romper este cerco de carácter territorial con la conformación de binomios provenientes de las dos regiones mayoritarias y, sobre todo, con la consolidación de sus bastiones electorales de base cantonal o regional, por medio del tradicional sistema de captar caciques locales. La disputa por Guayaquil será enorme, porque allí se definirá quiénes pasarán a la segunda vuelta. En este contexto, la presencia de la candidatura del ex presidente León Febres Cordero es sintomática porque pretenderá endosar votos locales a la candidatura socialcristiana a la Presidencia de la República, y captar un número importante de legisladores guayasenses a su favor, que sean la base de un bloque legislativo fuerte.
Por otro lado, habrá que ver el papel que desempeñen los gobiernos locales en el apuntalamiento de ciertas candidaturas. O, en otras palabras, ver si los alcaldes y prefectos representarán su papel como grandes electores del proceso que se avecina. En este caso, tenemos dos expresiones: primera, las candidaturas con anclaje en los municipios de las ciudades más grandes del país, como son las de León Roldós, propuesto por el alcalde de Cuenca; de Xavier Neira, del mismo signo político del alcalde de Guayaquil, y de Rodrigo Borja, del de Quito. Y segunda, la situación de Alvaro Noboa que, en principio, no contaría con el respaldo de ninguna Alcaldía grande.
Esta campaña producirá una "partidización" del ámbito local desde lo nacional. Se percibe un ‘copamiento’ y control político de lo local, que impide la renovación de liderazgos. Mientras la ciudadanía pide nuevas opciones, incluso cívicas y ciudadanas, la actitud del sistema político por controlar la escena local lleva a que se vote por partidos políticos. Las maquinarias electorales, el clientelismo, el marketing y los costos electorales impiden nuevas opciones. Frente a ello, quedan dos posibilidades: la cooptación o la expulsión del sistema político. Por eso las reelecciones están a la orden del día, con lo cual hay más continuidad y fortalecimiento del caciquismo local, que cambio y fortalecimiento de la acción local.
EXPLORED
en Autor: Fernando Carrión - [email protected] Ciudad Quito

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