Quito. 26 jul 97. El debate en el Congreso de la Ley de
Descentralización y los intentos provenientes de otros
sectores para romper con el centralismo, han vivido ya los
primeros obstáculos: los gremios de maestros se niegan a que
la educación pase a ser controlada por los municipios. Y el
poderoso monopolio de los transportes amenazó con paralizar el
paÃs si no se eliminaba de la ley la intervención municipal
sobre el tránsito. Al final, los choferes consiguieron dejar
en manos de un viejo conocido y "leal amigo", la Comisión de
Tránsito, los permisos de circulación y que los municipios se
queden con el lÃrico papel de planificadores.
Mientras tanto, la amenaza de los maestros sigue pendiendo
sobre la cabeza de los modernizadores del ministerio de
Educación.
Otro tanto ocurre con la reforma polÃtica. Cuando salgamos de
la intrincada negociación para armar el escenario de la
reforma polÃtica, comenzará la lenta renuncia a los cambios.
Frente al primer caso nos preguntaremos ¿está el paÃs listo
para la descentralización? Frente al segundo ¿está listo para
la reforma polÃtica?
En sÃntesis: ¿el paÃs está listo para que algo cambie? ¿Quiere
llegar el paÃs a las causas profundas de sus males?
La propia ley de descentralización llega al segundo debate del
Parlamento a medio gas: planteando una redistribución de
funciones administrativas y financieras siempre al interior
del Estado, dejando intocado el centralismo por fuera de él,
manteniendo a la sociedad y sus organizaciones por fuera de la
gestión pública.
En el caso de la reforma polÃtica, ésta ha sido entendida como
la labor de unos cuantos sabios, y no como el proceso de
recoger, desde el fondo de la sociedad, todos los desacuerdos
y las inequidades acumuladas. Por ello se comenzó con una
comisión de reformas constitucionales que avanzó un pequeño
trecho del camino. Luego vino la consulta del 25 de mayo, que
colocó los temas fundamentales de la reforma, comenzando por
la reestructuraciÿn del ejercicio de la justicia en medio de
un magma que acabó politizando aún más el proceso, tanto de
las Cortes como de la Asamblea Nacional.
EL TRIANGULO PADRE DE TODA ESTA CONFUSION
ParecerÃa que todas las voluntades -particularmente las
polÃticas- contribuyen a confundir los escenarios de modo que
nos ocupemos de ordenarlos, sin posibilidad de llevar a cabo
las reformas. Hoy, frente al confuso panorama de la Asamblea,
el movimiento indio está anunciando una constituyente popular
y paralela, con lo que pasaremos nuevamente, de la búsqueda de
consensos para la reforma, a la confrontación social y
polÃtica.
Asà lo ha querido el triángulo gestor de toda esta confusión
-Fabián Alarcón, César Verduga y Heinz Moeller-. Y tampoco
tienen los movimientos sociales otra alternativa que
confrontar la polÃtica oficial. Los actores polÃticos no dan
la cara para el consenso. La sociedad tendrá que buscar el
modo de encararlos desde afuera de una Asamblea Nacional,
desde las plazas, las calles, los caminos, las universidades.
No estamos preparados para la descentralización. No estamos
preparados para la reforma polÃtica. No estamos preparados
para mirarnos al fondo.
UN EJEMPLO ULTIMO
Pero hay un caso que se nos queda: el paro de los empleados
judiciales. Con esa medida de hecho le arrancaron al régimen y
al Congreso la oferta de consagrar una reforma más: la carrera
judicial. Otra vez, un cambio, seguramente necesario, entra
por la ventana al desolado recinto de la reforma polÃtica.
En el fondo, este juego impresionante de vetos, acuerdos y
contravetos al que asistimos entre indiferentes y
desconcertados, y en los que Fabián Alarcón y Heinz Moeller
comparten honores, consagra esa incapacidad nacional de llegar
al corazón de nuestros males. Seguiremos haciendo historia a
salto de mata.
EL ESLABON PERDIDO
Vino a recordarnos que todavÃa quedan cabos sueltos que
comenzábamos a olvidar. El supuesto ilÃcito alcanza a los dos
mil millones y medio de sucres y el bondadoso recordador es
nada menos que Alfredo Adum.
HabÃa vuelto de modo fugaz a las páginas de los periódicos, a
propósito de la denuncia de una paliza que le propinara a su
madre polÃtica y las amenazas que siguieron a la agresión.
Pero se habÃa salvado, hasta hoy, de las acusaciones de
corrupción.
Los pecados de que se le acusan hoy, se refieren a c ompra de
material inservible para la refinerÃa de Esmeraldas por un
monto de mil 400 millones, "olvido" de cobrar el uso de los
mueles por más de 700 millones y unas pequeñas ligerezas en el
uso de recursos públicos e influencias con fines polÃticos.
La denuncia la hizo la Comisión Anticorrupción y, ni lerdo ni
perezoso, la recogió el Fiscal para pedir el juicio y la orden
de prisión. Con lo que volvemos a las corrupciones del pasado
nada menos que con Alfredo Adum como protagonista. Lo que no
quiere decir, que se olviden las corrupciones denunciadas bajo
el régimen actual y los que, vaya uno a saber si por
ocupaciones impostergables, el fiscal no se ha ocupado con
tanta agilidad e interés. Será cuestión de una infeliz
coincidencia, un traspapeleo. Por allà estarán en su
escritorio los casos de la Comisión de Tránsito del Guayas y
las Aduanas de Huaquillas. Ya actuará. Hay que ser pacientes.
UN FARDO CADA VEZ MAS PESADO
La semana les dejó el fardo que llevan cargando desde hace
dÃas y que, con no poco masoquismo, le van llenando de nuevas
y pesadas historias: la reunión de la Asamblea Nacional y el
nombramiento de las Cortes.
Se fueron casi todos los polÃticos a Guayaquil, a festejar el
25 de julio, pero tendrán que volver.
Entre otras razones, porque apenas les quedan dos dÃas para
resolver los asuntos que quedaron a su cargo luego de la
consulta popular del 25 de mayo.
Por el momento han jugado múltiples cartas y han aceptado
compromisos que las evidencias o las presiones les han
impuesto: por ejemplo, que la Asamblea Nacional tiene que
ocurrir durante el interinato y que, mientras más pronto se
reúna mejor; o que la reforma a la Función Judicial tiene que
incluir la carrera judicial que les impusieron los
trabajadores de ese sector con un paro de varios dÃas.
El juego ha estado sazonado por los intensos diálogos entre
socialcristianos y demopopulares, con Alexandra Vela en el
centro de las negociaciones. (DIARIO HOY) (P. 3-A)
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Publicado el 26/Julio/1997 | 00:00