Quito. 30 jul 97. Los pasillos blancos de la Unidad de
Adolescentología de la Maternidad Isidro Ayora parecen los de
un colegio de secundaria. Las madres adolescentes con sus
rostros de niñas mujeres y su bebé en brazos aguardan el turno
para el pediatra o la cita con el ginecólogo.

Otras jovencitas esperan el control prenatal, sus barrigas de
seis u ocho meses de embarazo no corresponden a sus caras de
niñas.

La mayoría espera sola. Otras están acompañadas de sus madres
o de una abuela y muy pocas tienen a su lado al compañero,
casi siempre un adolescente con pinta de rockero o también de
colegial. Aguardan nerviosas la cita con la sicóloga o la
trabajadora social.

Llegan a control al quinto o sexto mes de embarazo, antes lo
ocultan, lo rechazan o simplemente no toman conciencia de lo
que significa, dicen los especialistas.

El 60 por ciento de la demanda gineco-obstétrica de Quito, la
atiende la Maternidad Isidro Ayora. Se registran alrededor de
15 mil partos anuales, de los cuales para 1996 un 23 por
ciento fue de menores de 19 años.

El servicio integral para adolescentes funciona desde 1988 con
un equipo multidisciplinario de profesionales. Es gratuito y
su labor va más allá de la calidad en la atención del parto:
abarca la reinserción familiar y escolar de la adolescente y
la aceptación del embarazo dentro de un plan de vida.

Las instalaciones de la Unidad de Adolescentes son limpias y
organizadas. Hay el apoyo del voluntariado como el Club
Kiwanis que entrega canastillas.

Además hay cursos de sicoprofilaxis, tejido, manualidades y
cuidados al recién nacido. En los corredores y en los
consultorios reina un sentimiento: la incertidumbre sobre el
futuro, pero al mismo tiempo la reafirmación de seguir
viviendo gracias a un niño.

Un estudio realizado en esta unidad los primeros meses de este
año con el apoyo de la Fundación Internacional para la
Adolescencia (FIPA), señala que el 55 por ciento de los
embarazos no fue deseado, el 55 por ciento de las adolescentes
estaba casada, un 25 por ciento en unión libre, el 12.5 sola y
el 8 abandonada.

El 38 por ciento de las jóvenes con pareja se unió o se casó
después del embarazo. El 95 por ciento tuvo un solo compañero
sexual.

Para Jorge Naranjo, coordinador de la Unidad y
adolescentólogo, las jóvenes y sus parejas no suelen estar
preparados para realizar un maternaje y paternaje adecuados.

Se ha comprobado que los hijos de madres adolescentes tienen
mayor déficit cognoscitivo, sicológico, fracaso escolar,
riesgo de muerte hasta 1.3 veces mayor, bajo peso al nacer,
parto prematuro, desnutrición, retardo en el desarrollo físico
y emocional y síndrome de muerte súbita. A esto se suma que la
duración de la lactancia materna es en promedio menor que para
los hijos de madres adultas y el cumplimiento del calendario
de vacunas es deficitario.

La sicóloga de adolescentes Silvia Pavón señala que las madres
adolescentes están en un proceso de cambios, son personas en
formación. Hay una baja autoestima y un fuerte sentimiento de
culpa. Sienten que le fallaron a sus padres y a sí mismas. El
embarazo significa renunciar a los estudios, a un trabajo y a
la libertad.

Pero en un 90 por ciento las madres adolescentes ve a su hijo
como un estímulo para continuar estudiando y ser mejores por
su hijo. En general hay una capacidad fuerte de carácter y
energía para responder a la maternidad, afirma la pediatra
Susana Guijarro. Para esta profesional incentivar el apego
materno a través de la lactancia es vital en madres jóvenes.

En la consulta pediátrica se atienden diariamente de 14 a 16
niños. El trabajo más difícil con las futuras madres es la
aceptación del embarazo. Ellas lo ven en una primera instancia
como una tragedia y una pérdida, señala la trabajadora social
de la Unidad, María del Carmen Rojas.

La familia de la madre adolescente, por lo general, es
disfuncional (son padres separados) o hay una patología
familiar como el alcoholismo y el maltrato.

Entonces el embarazo se manifiesta como una válvula de escape.
Ellas dicen cuando ya aceptan su nueva situación: "me embaracé
para salir de mi casa", "estaba harta de escuchar pelear a mis
padres", "mi hijo es lo único que me importa de la vida",
aunque, al principio, las interrogantes que se hacen son: "qué
voy hacer", "qué dirán mis padres", "todo por no cuidarme".

Existen cerca de 350 mil madres adolescentes en el país. El
Ecuador es el segundo de Latinoamérica, después de República
Dominicana, que tiene esta tasa de mujeres gestantes precoz.
Esta cifra demuestra una realidad: no hay educación sexual ni
prevención. Y no solo es una responsabilidad de los maestros
ni de los padres de familia, es de la sociedad.

Pero la decisión de ser madre, de cómo vivir su sexualidad, de
asumir la responsabilidad es solo de la adolescente,
puntualiza Naranjo.

Tengo 13 años. Vivo en La Ecuatoriana y hace 15 días parí este
niño. Estudié corte y confección. Vivo con mi madre y mis
nueve hermanos. Mi padrastro está huido, él me dañó y cuando
vine a la Maternidad a dar a luz, se fue.

No quiero dar en adopción al niño, quiero regresar a mi casa a
cuidar a mis hermanos y a mi mami. Pero ya no quiero ver a mi
padrastro nunca más. Mi madre tampoco lo quiere ver, ojalá
vaya preso y deje de molestarnos. Me da iras conmigo misma
porque soy pobre y tengo que dar de comer a este niño chiquito
y apenas nos alcanza para vivir. Cuando mi padrastro me dañó
yo no quería pero no podía defenderme, me pegó en la cara, no
grité porque mis hermanitos se iban a asustar.

Lloré mucho y me dolía todo el cuerpo. Mi padrastro es mi tío
paterno, le gusta mucho el trago. Mi papá se murió en un
accidente de carro. Después una vecina me dijo que estaba
embarazada y vinieron los dolores de parto muy fuertes y me
vine a la maternidad en bus. La señorita sicóloga me ayuda
pero tengo pesadillas. Mi padrastro me manoseaba desde que
tenía 11 años. Quisiera tener un trabajo, una casa para estar
con mis hermanos y con el niño y que mi mami ya no sufra
tanto.

Tengo 15 años. Mi familia vive en Ambato, me vine a estudiar a
Quito con una hermana mayor. Estoy en quinto curso, no terminé
el año porque me descubrieron en el colegio y el inspector me
obligó a salir. Pero después voy a regresar a terminar y
graduarme de bachiller. Mi enamorado me dejó cuando se enteró
que estaba embarazada, no menstruaba como dos meses y me dio
preocupación.

Fui a hacerme el examen y salió positivo, pero él me quiere y
ahora está asustado, sus padres lo van a matar. Tiene 16 años
y también está en el colegio. Es mi primer enamorado, lo
quiero mucho, y aunque ahora estemos peleados lo sigo amando.
Salíamos a fiestas juntos, al cine, a comer con otros amigos y
una noche después de una fiesta nos fuimos a dormir juntos en
su casa, sus padres habían salido de la ciudad.

Lo más lindo es estar enamorada, tal vez nos casemos después
de que el bebé nazca, me falta un mes. Mi padre sigue enojado
por lo que hice, dice que soy una mujer de la calle, pero mi
madre me apoya y ya se le pasó la rabia. Quiero que mi hijito
nazca sano, ojalá sea varón. Cuando tenga un año de edad
quiero conseguir trabajo. Sueño tener una familia, casarme y
criar mi bebé.

Me llamo Gloria y tengo 16 años. Mi embarazo fue un accidente,
todo por no tener cuidado. Antes ya había tenido relaciones
pero siempre me cuidé y con Carlos, mi último enamorado, no sé
qué me pasó.

Al principio pensé en no tener el bebé, pero después Carlos me
dijo que sí me quería y que me iba a apoyar. Lo primero fue
mentira y ya no nos vemos solo me pasa una pensión para la
bebecita.

Di a luz hace seis meses, mi niñita está bien de salud y tengo
bastante leche, la traigo a control cada mes. Vivo con mi
abuela y una tía.

Mis padres son divorciados y cada cual hace su vida como le
parece. A mis hermanos mayores tampoco les importa lo que me
pase y lo único que tengo es mi hija y mi abuela. No he podido
conseguir trabajo por mi niña, tampoco he podido terminar los
estudios, llegué hasta cuarto curso de ciencias sociales.

Lo mismo le pasa a mi amiga Inés que tiene un año más que yo y
un niño de ocho meses. Ella se quedó embarazada de un chico de
23 años, se casaron pero ni al mes de matrimonio se separaron
porque no se acostumbraron. Tengo otras amigas de mi edad que
viven en unión libre con el padre de sus hijos. Pero tampoco
consiguen trabajo. (Texto tomado de EL COMERCIO)
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