Guayaquil. 23 may 99. Si usted ha pensado en comprar bonos Brady
ecuatorianos, necesitará un teléfono, una computadora y al menos
200.000 dólares. Pero tenga cuidado: puede ser un negocio
lucrativo, pero también muy arriesgado.

Casi todo el mundo habla de los bonos Brady, pero nadie los ha
visto. En realidad no se los puede ver porque no existen
físicamente sino en los cables y circuitos de alguna computadora.

¿Será por eso que algunos dicen que la deuda es un fantasma que
nos acosa?

En las bolsas

Grace Balladares (25 años, soltera), compra y vende bonos Brady
por cuenta de inversionistas ecuatorianos. En su oficina de
Valpacífico, ella explica que "los bonos Brady no son un papel
ni un documento; se anotan simplemente en las computadoras de las
bolsas de valores de Nueva York o de Londres".

-¿Pero entonces el inversionista no recibe ningún documento?

-"Si usted invierte en bonos Brady, nosotros le entregamos un
recibo por su dinero, como se hace con cualquier otra operación
de bolsa, pero nada más", responde Grace. "En los mercados
internacionales todo funciona así, los papeles han sido
reemplazados por registros en computadoras".

Para entrar en el negocio más comentado de los últimos meses (es
decir, compra y venta de nuestra propia deuda externa), se
requiere de un mínimo de 200.000 dólares; alrededor de 1.750
millones de sucres.

El dinero puede ser de una sola persona o empresa, pero muchas
veces se juntan varios inversionistas para reunir esa cifra.

No es una operación común y corriente. No se pueden comprar bonos
Brady en la Bolsa de Valores de Guayaquil o de Quito; solo se
negocian en bolsas de gran movimiento, como la de Nueva York.

Tampoco se puede acudir directamente a un broker (intermediario
autorizado para negociar en bolsa). Hay que acudir a un banco o
institución financiera, que por teléfono o correo electrónico
solicita cotizaciones a un broker en Nueva York.

Si el precio es adecuado, la transacción se realiza.

Acreedores sin rostro

De esa manera, el anonimato de los dueños de la deuda externa
queda doblemente asegurado. El gobierno solo sabe que cada cierto
tiempo debe cancelar una suma de dinero al Chasse Manhattan Bank,
el banco que actúa como agente de los Brady ecuatorianos. A su
vez, el Chasse reparte ese dinero entre los bancos
intermediarios, que entregan a cada uno de sus clientes la
porción que les corresponde.

Así nadie puede enterarse de quiénes son los dueños de los Brady.
Al menos en teoría.

"Son acreedores sin rostro", dice León Roldós, que los compara
con los "jueces sin rostro" que se crearon en Perú o Colombia
para luchar contra el terrorismo.

Pero Roldós cree que ese anonimato es "un cuento", y que sí se
podría exigir al Chasse Manhattan que dé nombres.

Otros líderes políticos se han sumado a ese pedido. Víctor Hugo
Sicouret, del PRE, viene reclamando que se diga si es verdad que
ciertos ministros del Gobierno actual son propietarios de bonos
de deuda ecuatoriana. Sicouret sospecha que la preocupación del
Gobierno por mantenerse al día en el pago de los bonos, obedece
en parte al interés personal de esos funcionarios de cobrar
puntualmente sus intereses.

Sube y baja

Pero en realidad el verdadero negocio de los Brady está en otra
parte. Como ocurre en la bolsa, las ganancias más fabulosas se
obtienen comprando y vendiendo, jugando con una cotización que
sube y baja como una montaña rusa.

El gráfico que encabeza esta página es ilustrativo. Muestra los
zigzagueos de los Brady ecuatorianos en el último período. Si
alguien compró el 1 de abril (cuando el precio estaba por los
suelos) y vendió el 5 de marzo (cuando llegó a su cúspide) hizo
un negocio redondo; pero si luego de esa fecha los guardó, corre
el riesgo de perder dinero, porque desde entonces la cotización
viene cayendo.

Se puede apreciar también que las decisiones del Gobierno
influyen. El congelamiento de las cuentas bancarias, por ejemplo,
le dio a la cotización un fuerte empujón hacia arriba. Luego
volvieron a caer, a pesar del apoyo del FMI, demostrando que la
calma actual aún no se consolida.

Por eso se suele afirmar que los Brady son un espejo de la
situación política y económica del país. Cuando suben, es un
indicio de que los inversionistas extranjeros creen que el país
podrá salir adelante (o al menos que tendrá recursos suficientes
para pagar los bonos); cuando baja, es señal de que están
recibiendo malas señales de estas tierras.

Un trabajo emocionante

Grace Balladares está satisfecha con su trabajo como
intermediaria en la compra y venta de bonos Brady. Lo encuentra
emocionante porque "todos los días se aprende algo".

El país aún no puede sentir la misma satisfacción. Los expertos
han demorado mucho en encontrar una solución definitiva al
problema de la deuda externa. En su momento, el plan Brady trajo
un alivio; pero ahora, la obligación de estar al día con los
acreedores internacionales se convirtió de nuevo en una rueda de
molino atada al cuello de 12 millones de ecuatorianos.

¿Podrán los expertos devolvernos la satisfacción que siente
Grace? Todos esperamos que así sea.

Un problema agobiante para el Ecuador

En 1994 el Ecuador reestructuró su deuda externa y convirtió
buena parte de la misma en bonos Brady. Durante un tiempo la
tormenta amainó, y se llegó a pensar que la crisis de la deuda
era cosa del pasado.

Cinco años después, el problema ha resurgido de nuevo con fuerza,
al punto que el premio Nobel de la Paz, el argentino Adolfo Pérez
Esquivel, llegó al país para proponerle a Jamil Mahuad que
Ecuador se sume a su propuesta de exigir al Tribunal de Justicia
Internacional de La Haya, que declare ilegal ciertos tramos de
la deuda.

Pero ya no es solo la izquierda la que plantea la tesis de la
moratoria, como ocurría en los años ochenta. Esta vez, sectores
del Partido Social Cristiano, de la Democracia Popular y del PRE
coinciden en que no se puede seguir pagando como hasta ahora.

Las cámaras de la producción de Guayaquil han demandado que se
inicien gestiones para conseguir la reestructuración de la deuda
y vienen recogiendo firmas para apoyar su pedido.

Asimismo, en la arena internacional, Fidel Castro no es el único
que insiste en el tema. El Presidente francés Jacques Chirac
propuso recientemente la condonación de la deuda "de los países
más pobres", repitiendo una propuesta de la Iglesia Católica.

Walter Spurrier, editor de la revista Análisis Semanal, explica
que la deuda ha vuelto a ser un problema porque, "el país pasa
por un período en que los pagos de la deuda son superiores a sus
ingresos".

Dicho de otro modo, "los bancos internacionales no le prestan al
Ecuador, justo en momentos en que la caída del precio del
petróleo hace más urgentes esos recursos".

Sin embargo, el Gobierno anunció que en los próximos meses podría
obtener nuevos créditos de los organismos multilaterales hasta
por mil millones de dólares, dependiendo de que se llegue a la
firma de un acuerdo con el FMI.

Si esos recursos se hacen realidad, las autoridades podrían
capear el temporal sin alterar su estrategia de mantenerse al día
en el servicio de la deuda.

"Si eso no ocurre, y no se logra una nueva reestructuración, una
moratoria sería inevitable", concluye Spurrier. (Texto tomado de
El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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