Alejando Toledo, presidente constitucional de Perú, vendrá el 26 y 27 de julio a Guayaquil. Aquí participará en la Cumbre de Presidentes de América del Sur.
Para esa ocasión, ya deberá haber resuelto los problemas más críticos que conforman un complejo cuadro de crisis en su país. El 28, Día Nacional de Perú, ofrecerá el mensaje anual ante el Congreso. Se espera que en su alocución describa la ruta que seguirá su Gobierno, con nuevo Gabinete, para un período de cambios que se iniciará con una reforma constitucional que conducirá a una profunda descentralización administrativa del Estado, y con las elecciones de noviembre, en que se elegirá a las nuevas dignidades seccionales.
En Lima se considera que se abre un período de transición para el que debe acondicionarse un nuevo equipo de Gobierno, luego de que conflictos entre los ministros se han manifestado con la renuncia del titual del Interior, Fernando Rospigliosi, y del canciller, Diego García Sayán.
Toledo está dando un giro sensible en su política. Ha buscado conexiones con el partido de Alan García, el APRA, con el fin de reconstituir su imagen y salir de una situación de ingobernabilidad. Por lo pronto, se espera que Alan Wagner, un notorio ‘alanista’ se encargue del Ministerio de Relaciones Exteriores, luego de que la diplomacia del toledismo fue devorada por su propia posición intolerante ante Cuba y su manifiesta actitud regional pro Bush.
Toledo ha visto cómo el descontento popular se ha puesto cada vez más de manifiesto. Sus ofertas no han cuajado, lo que se atribuye a un estilo peculiar propio de su personalidad y al aherrojamiento del Fondo Monetario Internacional, organismo que no admite, al igual que en Ecuador, que ‘se juegue’ con agujeros fiscales. Por ello, el empeño del toledismo en culminar nuevas privatizaciones, algo que ya ha sido frustrado en Arequipa, en donde su Gobierno debió enfrentar una feroz oposición: los peruanos rechazan que los dineros de las privatizaciones vayan a un fondo de solidaridad que ha terminado evaporado, mientras los problemas sociales de los más desaventajados continúan intactos.
El déficit que deberá cubrir Toledo está en 2,2% del Presupuesto Fiscal. Sin recursos provenientes de los activos del Estado, queda el camino impositivo en un país en donde el Impuesto al Valor Agregado alcanza el 18%, donde se ha optado por la devaluación del sol para incrementar competitividad de la economía, y donde las angustias económicas del Gobierno se han transformado en un problema político de grandes proporciones.
Algunos jefes militares se muestran indóciles y el fujimorismo revive de sus cenizas. Hay huelgas ‘por todos lados’, debido a las reivindicaciones represadas en los años de Alberto Fujimori y, según líderes de opinión, se aprecian más incertidumbres que certezas en el futuro inmediato.
En tres semanas, Alejandro Toledo, el ex candidato ‘anunciado’ en los mitos del Pachacutek, según él decía, deberá desenroscar una larga culebra de venenosos dilemas.
EXPLORED
en Ciudad Quito

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