Quito. 08.11.93. Yo percibo que la política de ajuste
experimentado después de Chile, viene a continuación de una
situación de profunda crisis económica, política, sindical y
social, en el marco de tasas de inflación que superaban cifras
del 2 mil por ciento y más. Se vivió la pérdida de referentes del
movimiento sindical y social y descontrol de la izquierda que
asumió el gobierno entre 1983 y 1985. En ese contexto, las
condiciones del ajuste con autoritarismo frente a las condiciones
de inseguridad e inestabilidad. Es allí que se legitima el
gobierno de Victor Paz Stenssoro. Paradójicamente fue el mismo
Victor Paz el que en 1952 llevó adelante otro conjunto de medidas
que transformaron el sistemas económico, político y social
boliviano, tales como la reforma agraria, la nacionalización de
las minas, el voto universal restringido anteriormente a los
sectores criollos; y más de tres décadas después aplicó el ajuste
bajo el lema "el país se nos muere". Las medidas fueron
drásticas: achicamiento del estado, paulatina privatización de la
minería con el despido de 30 mil mineros, devaluación monetaria
con congelamiento de salarios.

¿Cómo se legitimó un paquete tan impopular? La gente fue
encontrando una cierta seguridad sobre sus pocos ingresos. Si
bien hubo resistencia de sectores, el movimiento social estaba en
crisis, atomizada la organización popular. El régimen acudió al
ejército para controlar los brotes desarticulados de protesta,
confinó a los dirigentes sindicales.

Paralelamente, el gobierno creó el Fondo Social de Emergencia
para paliar la situación entre los sectores desocupados,
tendiendo de este modo un puente entre la crisis y la
reactivación: no se trató de resolver el problema del empleo,
pero si se aplicaron medidas para cubrir necesidades inmediatas y
generar empleo temporal.

Simultáneamente van emergiendo en Bolivia nuevos actores sociales
no formales, movimientos como el indígena o el urbano que van
favoreciendo nuevos liderazgos inspirados en discriminaciones
(migrantes por ejemplo) e inspirando expresiones sociales con
reivindicaciones tanto culturalistas como económicas que empujan
a sus caudillos a asumir roles políticos. Este ingreso de las
masas en la política impide que en Bolivia se desborde la
violencia.

En síntesis, la legitimidad que la crisis dio al gobierno de Paz
Stenssoro, permitió que éste constituyera un gobierno fuerte.

A continuación Jaime Paz Zamora llega con la clara voluntad de
continuar en la aplicación del modelo, pero Paz no consigue
responder a las crecientes demandas sociales y crece la
desocupación y el sector informal de la economía.

Finalmente el nuevo gobierno de Gonzalo Sánchez ha empezado sus
afanes de reactivación por el sector más vulnerable: el despido
de 12 mil empleados estatales, lo que ha provocado una real
convulsión social. Si antes el ajuste se apoyó en las
privatizaciones, hoy busca crear a rompecinchas las condiciones
para favorecer la inversión de capital externo en Bolivia, lo
comenta Godofredo Sandoval, sociólogo y dirigente de
organizaciones no gubernamentales en su país.

AJUSTE EN EL MARCO DE LA VIOLENCIA

En el caso Colombiano, que sin duda tiene características
particulares, a los dos sectores que dominan la política,
conservadores y liberales, les bastó apoyarse en los grandes
empresarios, en cierto monopolios poderosos y en sindicatos
patronales como el textil de Antioquia, para aplicar el ajuste,
sostiene el director del CINEP en diálogo con HOY.

Por otra parte está la alianza entre empresarios y militares,
para favorecer una cierta estabilidad política.

El resto corrió a cargo de una violencia que viene de muy
distintos ángulos y que se sintetiza en la cifra de 100
homicidios diarios y un partido político de izquierda, la Unión
Patriótica, que conjuntamente con el movimiento popular ostenta
la pavorosa cifra de 9 mil dirigentes asesinados en los últimos
años. Adicionalmente, un ejército de 12 mil guerrilleros
combatiendo y unas fuerzas armadas que han incrementado en un
300% su presupuesto.

Por tanto, las políticas de ajuste se han dado en Colombia en el
marco de la política tradicional y ello, según nuestro
entrevistado, se debe tal vez a que la "clase política de derecha
es sumamente flexible, capaz de percibir deseos de cambio y
concretar ciertos procesos". Incluso, señala Francisco de Roux,
la expedición reciente de una Constitución ha permitido una
ampliación de la participación política, allí donde no ha
existido una ampliación de la participación económica. Uno de los
rasgos de esta nueva situación, es la elección popular de
gobernadores, la aplicación del referéndum municipal y la
existencia de consejos de tutela que permiten canalizar demandas
privadas de cualquier género.

Sin embargo, recuerdo Francisco de Roux, el estatuto de seguridad
del Estado está limitando los logros constitucionales y la guerra
civil legitima la arbitrariedad. Y las esperanzas de una paz que
vuelva innecesario ese estatuto de seguridad son remotas, pues
"tenemos una guerrilla que no puede ganar la guerra pero que
tampoco puede ser derrotada... Esta guerra es perversa, pues el
estado sabe que no va a conseguir ganarla, pero le permite
mantener un gobierno fuerte, al tiempo que también la guerrilla
sabe que con su acción no consigue la justicia social".

La guerra, entonces, justifica la dureza política que el ajuste
requiere.

DE LOS GOBIERNOS MILITARES AL AUTORITARISMO MARCADO

Cuatro etapas de ajuste

Desde 1978 hemos vivido cuatro ajustes, los últimos los más
drásticos. La primera y segunda etapa correspondieron a gobiernos
militares".

Con la apertura democrática, vuelven gobiernos correspondientes a
los partidos tradicionales y nuevamente Belaunde Terry llega a la
presidencia representando a los sectores burgueses modernos y el
ajuste gira en torno a la estabilización.

El tercer momento corresponde al gobierno de Edgar Allan García,
en momentos en que la izquierda alcanza su momento de clímax con
un 30% del electorado. El modelo del ajuste es más bien
heterodoxo y busca dar incentivos económicos a la inversión
nacional, pero esa inversión no ocurre.

Finalmente, un candidato desconocido que promete que no va a
aplicar el ajuste y que llega con un vicepresidente que
representa al pequeño y mediano empresariado protagoniza este
momento la cuarta etapa del ajuste, en el marco de un
autoritarismo marcado, sin posibilidades de ningún tipo de
fiscalización sobre su ejercicio, sin siquiera vicepresidente y
en el marco de una institucionalidad que se deshace.

Alberto Fujimori capitaliza, de acuerdo a Luis Peirano, director
de DESCO, dos condiciones: la sensible disminución de la
violencia compromete a la población con Fujimori; y el control
sobre la hiperinflación, con lo que "la gente tiene la
posibilidad de preveer al menos como va a subsistir las próximas
dos semanas".

Existe por otra parte una libertad de prensa real y una actitud
del régimen de sensibilidad frente a las presiones
internacionales por democratizar el país.

Sin embargo, para Peirano, un Fujimori que significó el quiebre
de la vieja clase política y la vocación por un nuevo liderazgo,
está ya viviendo el desgaste -evidenciado en el apretado triunfo
en el referéndum- y comienza a caer en los mismos antiguos vicios
de la política peruana: deseo de perpetuarse, concentración de
poder... Tendrá que surgir otro liderazgo que pueda encarnar una
nueva forma de hacer política".

Existe el germen de ese liderazgo? Peirano recuerda a Ricardo
Belmont, que desde la alcaldía de Lima ha proyectado su figura
política.

Volviendo al autoritarismo con que Fujimori aplica el ajuste,
Peirano recuerda la suspensión violenta de un enorme número de
jueces y de diplomáticos y la convocatoria que el gobierno
anuncia a concursos de merecimientos para llenar los puestos
vacantes en la judicaturas. Para el director de DESCO, Fujimori
le ha añadido al modelo de gobiernos propios de las políticas de
ajuste, un ingrediente inédito: el golpe de estrado del pasado 5
de abril. Por lo demás, " la televisión es, para Fujimori, lo que
en su tiempo fue el balcón para Velasco Ibarra. Maneja con
extraordinaria habilidad los medios, está en todos los programas
televisados sean paneles políticos, de cocina, de
entretenimiento; y se guía por las encuestas".

Para Peirano, el autoritarismo de Fujimori puede volvérsele en su
contra... el que a hierro mata a hierro muere dice el refrán.
(5A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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