La mayorÃa de los programas de reforma económica en las naciones en desarrollo pueden estar hoy cayendo en una trampa que Karl Marx previó hace 135 años.
Marx creÃa que la gran contradicción del sistema capitalista crearÃa su propia destrucción porque no le era posible evitar la concentración del capital en unas pocas manos. Al no dar acceso a la mayorÃa a los mercados expandidos, las reformas económicas actuales están dejando un suelo fértil para los enfrentamientos de clase.
¿Enfrentamientos de clase en este dÃa y época? Esto puede ser difÃcil de entender para cualquiera en los paÃses avanzados. En esas naciones, la gente desconectada del sistema económico vive en âbolsones de pobrezaâ. La miseria en las naciones en desarrollo y en las ex comunistas, en cambio, no está limitada a "bolsones". Se extiende a lo largo de la sociedad. Los pocos "bolsones" existentes en esos paÃses son de riqueza.
Lo que Occidente llama âla subclase" es aquà la mayorÃa. Y en el pasado, cuando sus expectativas crecientes no fueron satisfechas, esa masa de pobres iracundos puso de rodillas a élites aparentemente sólidas, como ocurrió en Irán, Venezuela e Indonesia.
Hoy, en un alto grado, el mundo está dividido en dos campos económicos: uno compuesto por paÃses donde la propiedad formal -la propiedad con derechos respaldados por la ley- es extendida; y la otra, integrada por paÃses donde las clases están divididas entre aquellas que pueden arreglar los derechos de propiedad y producir capital, y las que no.
Si los derechos extralegales de propiedad, los que están al margen de la ley, no son integrados, estas sociedades todavÃa pueden avanzar de alguna manera con sus economÃas duales: con el asà llamado sector respetuoso de la ley en un lado, y el sector pobre extralegal en el otro.
Pero, a medida que la información y las comunicaciones siguen mejorando y los pobres están cada vez mejor informados de lo que no tienen, la amargura en torno a la desigualdad legal seguramente crecerá.
"Si no inventamos formas de hacer que la globalización sea más inclusiva," dice Klaus Schwab, del Foro Económico Mundial, "tenemos que enfrentar la perspectiva de una resurgencia de los enfrentamientos sociales del pasado, magnificados a escala internacional."
La Guerra FrÃa quizá haya terminado, pero los viejos argumentos no han desaparecido. Las actividades subversivas y el incremento de conflictos étnicos y culturales alrededor del mundo demuestran que cuando la gente está extremadamente insatisfecha, sigue integrándose en clases basadas en agravios compartidos.
Hace seis años, Newsweek señaló que en las Américas, desde la década de 1980, "cada una de estas luchas ha tenido su historia singular, pero todos los combatientes culpan al mismo enemigo: el nuevo rostro del capitalismo latinoamericano".
En tales situaciones, la caja de herramientas marxista está mejor preparada que el pensamiento capitalista para explicar el conflicto social, ya que el segundo carece de un análisis comparable o incluso de una estrategia para llegar hasta los pobres en el sector extralegal.
Los capitalistas, por lo general, no tienen una explicación sistemática acerca de por qué la gente en la subclase llegó hasta donde está y cómo puede cambiarse el sistema para sacarlos de allÃ.
No debemos subestimar el poder latente de la teorÃa marxista, integrada en momentos en que masas de gente con escasas esperanzas está en busca de un punto de vista mundial cohesivo para mejorar sus desesperadas perspectivas económicas. En un perÃodo de auge económico, tiende a haber poco tiempo para pensamientos profundos. La crisis, sin embargo, tiene una tendencia a agudizar la necesidad de la mente de orden y explicaciones, y para convertirla en una obsesión.
El pensamiento marxista, en cualquier forma que reaparezca -y lo hará- proporciona una gama mucho más poderosa de conceptos para hacer frente a los problemas del capitalismo fuera de Occidente que lo que cree el pensamiento capitalista.
De esta manera, la caja de herramientas intelectuales del marxismo ha dejado medios anticapitalistas poderosos para explicar por qué la propiedad privada necesariamente coloca los activos en las manos de los ricos a expensas de los pobres.
Para quien no lo haya notado, el arsenal del anticapitalismo y la antiglobalización está aumentando. En estos momentos hay estadÃsticas serias que proporcionan a los anticapitalistas justamente las municiones que necesitan para argumentar que el capitalismo es una trasferencia de propiedad de los paÃses más pobres a los más ricos, y que la inversión privada occidental en las naciones en desarrollo es nada menos que un saqueo masivo de sus recursos por parte de las multinacionales.
El número de autos llamativos, casas lujosas y centros de compras al estilo California ha aumentado en la mayorÃa de los paÃses en desarrollo y ex naciones comunistas, pero otro tanto ha sucedido con el número de pobres.
Las investigaciones de los economistas Nancy Birdsall y Juan Luis Londoño muestran que la pobreza ha crecido más rápidamente y la distribución de los ingresos ha empeorado a lo largo del decenio pasado.
Según el "Informe de Desarrollo Humano" en 1999 de las Naciones Unidas, el producto interno bruto en la Federación Rusa cayó en 41% de 1990 a 1997, arrastrando a millones de habitantes al sector extralegal, o economÃa subterránea. Al mismo tiempo, la expectativa de vida de los varones rusos ha descendido cuatro años para llegar a 58. El informe de las Naciones Unidas culpa de esto a la transición al capitalismo y los efectos de la globalización.
Estos esfuerzos de investigación nos proporcionan saludables señales de advertencia, pero también están colocando en su lugar los misiles intelectuales necesarios para desalentar los programas de privatización y el capitalismo global.
Es crucial, por tanto, reconocer los paradigmas marxistas latentes y después añadir lo que hemos aprendido en el siglo desde la muerte de Carlos Marx.
*Economista y asesor polÃtico, es presidente del Instituto para la Libertad y la Democracia, en Lima, Perú, y autor de los libros El Misterio del Capital y El Otro Sendero.