Es viernes. Sobre las calles mojadas de La Mariscal se reflejan las luces de los autos que causan una congestión que no molesta a nadie. Los letreros de los bares también se reflejan, pero hay uno que a simple vista parece no existir.
Marian y sus tres amigos, de 21 años, se deciden a entrar pasada la media noche. Bajan unas 40 escalinatas hasta llegar a la puerta custodiada por dos hombres musculosos. La entrada cuesta $4 por persona.
Al cruzar la reja todo cambia. Incluso los ruidos se escuchan demasiado lejanos, como si estuvieran a kilómetros de distancia. Adentro, la oscuridad no permite ver los rostros de las personas sentadas y recostadas sobre grandes sofás negros.
Solo cuando Marian baila en la pista distingue las facciones de un extranjero, de cabello largo hasta la cintura. Las luces láser dividen la pista en cuatro, y el muchacho está fascinado tratando de atrapar las que se reflejan sobre su blusa blanca de mangas acampanadas y sobre el pantalón de cadera, con las bastas tan anchas como las que se usaban en los sesenta. Ritmos tranz, tecno y rave se escuchan a todo volumen. Nadie habla.
El muchacho con pinta de hippie regresa a la mesa algo somnoliento como si recién despertara: durante 30 minutos bailó sin abrir los ojos. Allí le esperan cinco personas más, cada una tiene al frente una botella de agua. Pero en el bar no solo venden este líquido, también energy drink que cuestan entre $4 y $5, para acompañar con vodka.
Marian perdió la noción del tiempo, hace rato que dejó de mirar el reloj. Tiene ganas de ir al baño y se dirige hacia otra sala que está a 20 metros de la pista. Camina por algo parecido a un túnel y al girar a la derecha se encuentra con un poster "sugestivo", piensa: dos mujeres aspiran cocaina. La misma escena, pero en "vivo y en directo" la ve a través del espejo.
A la salida le ofrecen más: "y si ahora pruebas con esto": una pastilla redonda, a la que conocen como la "pepa" o "matrix". "Te la estoy dando a un buen precio, más bajo de lo normal: $12".
El extranjero ya no está en la mesa. Solo quedan dos chicas que han bailado por más de cuatro horas casi sin descansar. Marian sale con sus amigos cuando dan las 06:00. (PAG-LM)


"El éxtasis se disfruta en dos partes: en la fiesta y en la cama"

"Dos lunas, estrella azul, Pato Donal, Mistsubishi, Mercedes Benz, Matrix.. La primera vez que me metí la pepa (éxtasis) fue hace un año y medio.
Tomé todas las precauciones. Primero le averigüé a Eduardo, mi pusher (persona de confianza que abastece de droga a clientes fijos) qué debía hacer antes de mandarme una estrella azul, me lo advirtió de todas las formas: "debes estar completamente sobrio y no comer nada". Me repitió varias veces lo mismo, luego me enteré que con alcohol adentro puedes morirte.
Eduardo me dio masajes en la espalda durante cinco minutos, "es para que empiece a sentir", me dijo. ¡Qué me voy a olvidar, si fue la primera vez!
Eran las 23:00 cuando ingerí una matrix, que son las más fuertes. A los 15 minutos, empecé a sudar, una energía brutal me recorrió desde los pies. Me sentía sensual. Una chica me rozó la mano, me excité tanto que hasta tuve una erección.
A mi alrededor, nada me molestaba, todo estaba en paz.
Como sudas la bola tienes que tomar agua, nada de licor, pero no mucha, porque también me han dicho que tu cerebro puede explotar si es que te desmandas.
A las dos horas se te amortigua la lengua, tienes que mandarte de ley un chupete para que puedas hablar bien, porque se te traba la mandíbula y hablas como mudo.
Bailé toda la noche, no me cansaba por nada, fueron como seis horas de tecno, tranz... El efecto empezó a pasar. Eran como las seis de la mañana.
La segunda vez, fue en una fiesta que organizó un amigo en su hacienda. Esa vez fui todavía más cuidadoso: le compré a mi pusher de las mejores, que son las holandesas, y le siguen las colombianas. Claro que me costó $15, pero no me arriesgo con otras pepas porque en el mercado te venden basura o te mezclan con coca, perica y que sé yo; eso sí te mata.
Fue alucinante, estaba con mi pelada, y ella también se mandó una pepa... Casi no bailamos. Nunca he sentido tanta seducción, ¡Era increíble! Hicimos el amor como 15 veces. No sé cómo explicarlo... sentía algo así como si estuviese bailando sobre ella.
Esa noche lo descubrí: la pepa se disfruta solo en dos partes: en la farra, bailando, y en la cama. En otro lado, no le encuentro sentido. Una vez estuve solo en una farra y me tomé como dos pastillas y media, por pedazos. No fue lo mismo.
Lo mejor de todo es que aunque tus músculos amanecen un chance adoloridos, no te da chuchaqui. Hasta ahora me he mandado unas ocho pepas.
Al principio no me pasaba nada... pero últimamente... no sé... me olvido de las cosas, un día me preguntaron si me acordaba de un pana, yo no sabía de quién me estaban hablando, hasta ahora no sé; a ratos siento que me persiguen, que miran cuando me pego las pepas, o quiero armarle bronca a cualquiera.
No, no, no me asusta. Aunque vi dos tomografías de personas que están en esto y tenían la mitad del cerebro carcomido.
A mi todavía no me pasa, lo malo es que es adictiva a la primera". Leonardo S., de 21 años (PAG)


"Después de 10 minutos me embalé"

"Esa noche tuve ganas de experimentar cosas nuevas. Y cuando es, es.
Hace dos meses estaba afuera del bar donde trabaja Ramiro T, un pana que conozco hace algún tiempo, él me contó que hay una bebida nueva que se mezcla con vodka o wisky y que te hace volar. Se vende como energizantes: el uno se llama Red Bull y el otro Reanimator, me parece que toman los deportistas, pero sin alcohol. Ramiro la toma para estar toda la noche pilas en el trabajo.
Como curioso que soy, me dio ganas de conocer, así que le pedí una. Me tomé una lata enterita con algo de vodka. Sabe a jarabe para la tos. No me gustó nadita la combinación. Pero a los 10 minutos estaba aceleradísimo, el "embale" me duró unas ocho horas: solo quería farrear, hablé mucho y bailé como nunca sin agotarme.
¿Sentir sueño? ¡imposible!, qué va. Claro, cada dos horas el efecto empieza a bajar, entonces hay que tomarse otro trago para ponerse otra vez en ambiente. Tenía ganas de hacer todo lo que quisiera. Me sentí como cuando me meto cocaína.
La siguiente vez estábamos entre cuatro y compramos una lata para cada uno, con una botella de vodka.
Lo malo fue que tomé muy seguido y me chumé muy rápido: me dió sueño, me "bajonée" y mejor me fui a la casa porque tuve miedo de ponerme peor. Es algo así como la cerveza: que tomas dos y sigues matado de la risa, pero si te mandas mucho, te emborrachas y al otro día amaneces chuchaqui. Tampoco es que me mando en cada farra de fin de semana, sino cada mes, porque la lata- aunque te pases con una toda la noche- sí es cara, $4 en las licorerías, por eso prefiero comprar ahí; pero cuándo nos toca mandarnos en un bar nos sale a $6.
¿Ilegal? No creo, ¡qué va! Si yo vi una publicidad de Red Bull en un carro de fórmula uno, en una de esas super competencias. Claro que es cuestión de cada uno, pero a mi me gusta estar "embalado", es como si despertara una energía en mi cuerpo que hasta yo desconocía". (PAG)

Se vende droga en colegios, parques, bares...

En Ecuador, uno de cada cinco niños y adolescentes consume drogas

Las pinturas, la solución (cemento de contacto) y hasta la marihuana líquida son parte de los estupefacientes que en menor escala consumen los menores de edad, en Guayaquil, que tienen entre 8 y 17 años.
Sin embargo, en primera escala se mantiene la marihuana; segunda, la cocaína y sus derivados; y, el tercer puesto lo ocupan las pastillas de éxtasis, preferidas por los jóvenes de clase alta, media y baja, por su efecto alucinógeno y excitante.
Para el coronel de la Policía Antinarcóticos del Guayas, Fausto Flores, las cifras del consumo de drogas en la juventud, compuestos y otros fármacos como, por ejemplo, las anfetaminas, aumentan. "Todas las drogas (sin excepción) tienen la finalidad de estimular el sistema nervioso central y el sistema muscular del individuo. En consecuencia, a corto o largo plazo, originan la muerte", dice.
Los sitios donde se comercializan y distribuyen los alcaloides (a menores de edad y adultos) son las discotecas, centros comerciales, cantinas, colegios, bares, zonas rosas y parques.
No obstante, Flores manifiesta que el "usuario" (consumidor) compra los estupefacientes en un sitio X y se lo administra en otro, para despistar al agente infiltrado de antinarcóticos.
"Es fácil para los narcos esconder la preciada y cotizada mercancía. Los que comercializan en los parques lo hacen en mochillas de doble fondo".
De acuerdo con investigaciones -menciona- el éxtasis no puede ser ingerido con alcohol porque el individuo sufre deshidratación acelerada, entonces si lo invitan a una fiesta donde solo se bebe agua mineral y hay música sicodélica, se sospecha de su consumo.
"Si hay prostitutas clase A y un ambiente acogedor, el negocio resulta redondo para el narco", afirma Flores, y señala que si la ciudadanía colabora con datos, los operativos efectuados en el sector de la Martha de Roldós, suburbio, centro de Guayaquil, Durán y otros cantones, serían exitosos.
Otra novedad: el preparado con la heroína que se conoce con el nombre de seep-ball o bola rápida, denominada así por los toxicómanos que accionan de inmediato. Se la suele tomar con otros productos o licores. Su efecto dura, depende de la dosis, de dos a cuatro horas. (CHM)


Las autoridades no conocen mucho sobre la anfetamina

El éxtasis es una droga sintética sujeta a fiscalización. Esta ingresó en 1988 a la lista N-1 del artículo 19 de sustancias prohibidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Su tenencia, posesión, tráfico interno o internacional están penados por la Ley, al igual que a las de la cocaína, heroína, con de 12 a 16 años de reclusión mayor, pero por ser delitos de narcotráfico existe la pena acumulada de hasta 25 años, de acuerdo a la Ley 108, de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas.
Si bien el consumo de éxtasis ha aumentado en Ecuador, no hay datos ciertos sobre su demanda o las redes que lo distribuyen. El único decomiso se realizó en meses pasados en Montañita, Guayas.
En Pichincha, la Policía Antinarcóticos no tiene registrada ninguna denuncia pero se conoce que su consumo se da, en especial, en los estratos socieconómicos altos. La Comisaria de la Zona Norte, Rosario Rosero, afirmó que no hay ninguna denuncia sobre la venta o consumo de éxtasis, o de las bebidas Red Bull o Pit Bull, que mezcladas con vodka forman un coctel alucinógeno. "He escuchado sobre su venta pero no hay una denuncia concreta".
Rocío Proaño, gerente del Plan de Rehabilitación de La Mariscal, tampoco ha recibido denuncia sobre estos estimulantes, considerados nuevos en el mercado. (JCC)


Hace un mes se requisaron 167

Hace un mes, la Policía Antinarcóticos de Pichincha aprehendió a una ciudadana colombiana cuando comercializaba 167 pastillas de éxtasis, en la avenida Amazonas. La droga provenía de Colombia.
También se detuvo a un colombiano en Quito, acusado de ser el distribuidor de esta pastilla en el balneario de Montañita, en Guayas, donde a Policía requisó 47 pastillas.
De lo poco que se ha investigado, se sabe que el valor por éxtasis depende de la pureza: de $8 a $20. Juan Francisco Sosa, teniente coronel de la Policía, aseguró que se está capacitando a los agentes para que puedan reconocer la droga, sus efectos, formas, y recaben información para después actuar. Anunció que "en los próximos meses habrá un operativo regional referente a esta droga". (JCC)


EL ESPECIALISTA

"Esta es una droga de fin de semana"

El éxtasis no es una sustancia de consumo permanente. Las personas la ingieren generalmente en lugares de distracción nocturna o durante actividades recreativas. Esta es una droga de fin de semana, señala Fabián Araujo, médico de la Fundación Nuestros Jóvenes.
En la mayoría de casos, los consumidores de éxtasis ya han tenido experiencia con otras drogas. "Hay una relación muy cercana con los consumidores de marihuana y alcohol".
Los pacientes que consumen éxtasis presentan como síntomas la agitación y deshidratación. "Lamentablemente los consumidores de éxtasis no ingieren la cantidad adecuada de líquidos", advierte Araujo.
Aún no se ha desarrollado un tratamiento específico para las personas que consumen "la pepa", sino los tratamientos tradicionales se ha extendido a estos pacientes. Posiblemente porque el número de personas registradas como adictas, en centros de salud y clínicas es muy bajo. Lo que no ocurre con los consumidores de otro tipo de drogas. La recuperación de un consumidor de éxtasis depende del momento en que el paciente llegue: "A una de nuestras pacientes le tomó dos meses su recuperación" (es el único caso reportado a la fundación). En cambio, para las personas que tienen una larga trayectoria el proceso puede ser más largo.
Aunque existen personas que han consumido drogas por casi 15 años y su rehabilitación les toma períodos relativamente cortos.
Lograr que el paciente entienda por qué estableció esa relación con las drogas y la comprensión en su entorno familiar y un cambio de estilo de vida, de intereses y de amigos, es importante.
Además, necesitan ayuda para encontrar otros recursos que les permitan manejar sus depresiones, mejorar su calidad de vida y logren un equilibrio nuevamente. (AOT)
(BLANCO Y NEGRO 25 DE MAYO DE 2002)



EXPLORED
en Ciudad Quito

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