EL VOTO INDIGNA: SER IGUALES Y SER DIFERENTES. Jorge León
Trujillo

QUITO. 04.04.92

La decisión de la CONAIE de no participar en las elecciones
está directamente relacionada a la frustración causada por los
magros resultados del levantamiento, el mayor acto colectivo
de las poblaciones indígenas, y con la pérdida de ilusiones en
reiteradas elecciones, como acontece con buena parte de los
ecuatorianos.
La CONAIE no está invitando a que no se vote sino que, como
organización, no opta por una posición partidaria, ni sus
dirigentes serán candidatos o podrán utilizar la referencia a
la organización para cuestiones electorales. Propone, en
cambio, que los indígenas acudan a las urnas para anular el
voto rayando la papeleta en el caso de los analfabetos o
escribiendo sus propuestas de un Estado plurinacional y de un
parlamento indígena. Sería una participación política de
protesta, como tantas en la historia, porque los partidos no
habrían asumido ni sus promesas ni las demandas indígenas.
En nuestra historía y en nuestras sociedades se aprende
a jugar a la política en el juego directo. Al entrar en el
juego cada cual lo ha hecho desde sus intereses y demandas; lo
hicieron los exportadores con Alfaro, luego las clases medias
y populares. Cada una logró reformas y se embarcó en las
pautas clientelares y corporativas (ventajas
institucionalizadas para sí) que practicaban los grupos que
ya "llegaron". Los indígenas, en cambio, seguirán menos este
camino. Más que cualquier grupo de los "excluidos", debido a
la diferencia étnica han privilegiado el ser reconocidos. Se
insertaron en el voto sin ruido y sin haberlo exigido. Otra
vez, un paso trascendente en el convivir actual hecho sin
marcar trazos, de esos pasos que no forman identidad colectiva
ni valorizan a los pueblos; aunque la población indígena vivió
un momento de cambios y esperanzas. La mayoría de los
ecuatorianos ignora lo que significó para un indígena el verse
con derecho al voto; considerarse partícipe del acto de
decidir quién sería presidente, con lo cual el que fue la
autoridad de los "otros" se convertía en autoridad del
"nosotros"; ser igual, en los derechos, a los que siempre le
trataron con desprecio y le consideraban sólo bueno para tener
obligaciones. Fue un paso importante para borrar la Colonia,
un gesto hacia la igualdad. Sociedades europeas han tomado más
de una centuria resolver este paso del mundo servil y feudal
al de la igualdad ciudadana. Nosotros vivimos fenómenos de
larga duración en tiempos cortos. Pero el resultado no siempre
es alentador, todo resulta precario, incierto, indefinido;
los derechos por ejemplo, no cuajan siempre con los hechos. En
este caso precisamente, los indígenas llegaron a la práctica
electoral con ilusiones y credulidad excepcionales. Junto a la
valoración de la igualdad por el hecho de votar esperaban que
la sociedad cambiaría. Anhelaban mayor respeto hacia ellos,
después de todo eran "ciudadanos"; ser considerados en las
decisiones como sector identificable, pues todos saben que son
"indios", una población particular; finalmente resolver muchos
problemas acumulados en el campo. Los hechos fueron otros y lo
que se obtuvo fue a través de la presión de la organización,
salvo cuando se estableció la alfabetización bilingüe
(Hurtado). La decepción aumentó luego del levantamiento y se
difunde en conversaciones sucesivas del mismo modo que
frecuentemente se decide colectivamente, en asambleas, por
quién votar. La organización que decisivamente promovió el
voto ha incidido en ello. Tanto en esta práctica como en la
decepción se revela la contradicción más importante del
sentido de la votación indígena. El voto está concebido como
un gesto individual de un ciudadano, los indígenas en su
mayoría lo aceptan y lo aprueban porque indicaría que todos
somos iguales. La igualdad es uno de los objetivos claves en
cualquier gesto público o privado de los marginalizados, aún
más de sus organizaciones. Pero la práctica indica que es un
ejercicio colectivizado, es decir modificado de su origen
primero para convertirse en ejercicio étnico. Las esperanzas
que tenían al iniciarse en el voto (1979) también indican que
contaban con un reconocimiento colectivo, es decir, otro acto
étnico.
Una inserción positiva al voto habría implicado al menos
reconocer los problemas indígenas, la cuestión étnica, como
aparecerá en el levantamiento de 1990; y promover a los
indígenas a los puestos electorales. La DP fue el único
partido que reconoció timoratamente la cuestión étnica,
mientras la ID tenía simples alusiones culturalistas; aunque
los dos partidos luego han hecho nombrar dos diputados a
indígenas a quienes les dicen "indígenas del otro lado". Sin
embargo, todos los partidos se interesaron en el voto
indígena. Las organizaciones indígenas "nacionales" en cambio,
estuvieron próximas a los partidos de izquierda, que en 1979
eran los más cerrados a la cuestión étnica, sin siquiera haber
negociado candidatos o programas por ese apoyo. En todos los
partidos el proponer un candidato indígena suscitó acerbas
disputas. En suma, el no reconocer los problemas étnicos ni a
los indígenas como candidatos sobre todo en donde son la
mayoría de ciudadanos, cuando sería lógico que los indígenas
controlen al menos el poder municipal, ha llevado a un
larvado desinterés electoral y a que los "políticos indígenas
" vayan a partidos sin peso ni coherencia doctrinaria. Pues
una cosa es votar y otra interesarse en el voto como se espera
sea en una democracia. Se desperdició igualmente un momento
histórico clave en una formación cívica como fue la iniciación
al voto, instante en que se forman referencias y prácticas del
sistema político. Una iniciación exitosa habría sido que los
indígenas se inserten con una identidad propia, es decir, con
un partido, un programa y candidatos indígenas. Habría sido un
modo de afirmarse colectivamente y con ello de lograr real
adhesión a la política. ¿Qué mejor medio para formular
propuestas, discutir y profundizar sus problemas, buscar
soluciones para la sociedad en su conjunto, aprender los
límites del juego institucional, construir programas de largo
alcance y claro está, promover a su gente? Después de todo, no
se resolverá la cuestión étnica sino en primer lugar por la
acción de los indígenas mismos como actores activos y directos
en cuaquier instancia de la sociedad. Es inconcebible en una
democracia que siendo ellos más del 30% de la población
serrana no estén en los puestos claves electorales y de
poder. Varios dirigentes indígenas, no aún distantes del
mundo servil, entonces como ahora, temían lanzarse como
candidatos con organización propia por el rechazo de los otros
y rehusaban aprender el juego político como todos, en el acto
mismo. Las consecuencias negativas de esta ausencia política
indígena parecen mayores que los obstáculos. Contrariamente a
lo que buscan, los indígenas se encuentran ahora políticamente
divididos entre los diferentes partidos. Como la población
indígena vive cambios sociales substanciales y está ahora con
mayor peso local, tiene individuos disponibles para ser
políticos. Desde 1979, éstos buscaron puestos electorales.
Al no encontrarlos en los partidos a los cuales adhirieron
las organizaciones, varios fueron a partidos sin peso, ni
organización (p.e. PCD), que les admitían pensando en votos,
fueron fuente de fracaso y a la larga de frustración.
Contribuyeron a que se votara de modo diferente en varias
ocasiones sin ayudar a la formación de tendencias y criterios
doctrinarios, aumentando al contrario la confusión política, e
inclusive ahora cierto desinterés cuando el abstencionismo es
mayor entre los analfabetos. Ello implica una pérdida de la
capacidad de presión indígena. Contrariamente a lo que se
piensa en ciertos medios indígenas, no es al exterior del
juego político que se gana más espacio y reconocimiento
público, aún para alguna vez tener capacidad de convocatoria
contra el sistema. Es la manera de hacerlo, en cambio, la que
cuenta y puede contribuir a crear diferencias, alternativas, a
politizarse y ganar más espacio. ¿Por qué el espacio de las
decisiones debería ser siempre de los "otros"? Una cosa es
hacer como los "otros", otra ganar el espacio de los "otros"
para que sea de todos desde la posición del "nosotros".



Por o contra el voto o algo más que eso..

"Hemos participado en elecciones y buscado un espacio de
poder; pero eso no ha resuelto nuestros problemas
fundamentales: territorialidad, plurinacionalidad... ganar
pequeños espacios de poder no es una solución, lo sé por mi
experiencia en el municipio, no pudimos hacer nada y el
movimiento se debilitó", dice el ex-consejal de Otavalo, J. M.
Cabascango (CONAIE). "Nuestro proyecto político es alternativo
y tenemos derecho a ser representados en la sociedad; el
Parlamento Indio debe crear una nueva democracia..
Dialogaremos con todos los candidatos...en la segunda vuelta
nuestra capacidad de convocatoria estará intacta."
Para Blanca Chancozo, ex-presidenta de ECUARUNARI, "hay
acuerdo que los elegidos quedan presos de la politiquería de
los partidos y se olvidan de los indígenas, de la
organización..hasta se distancian, se pierden. Unos querían no
votar, otros anular, pocos apoyar una lista. Se trata de
protestar contra el gobierno, los partidos y parte de la
sociedad que nos ignoran. Anulando decimos: cambiemos el
sistema político y el Estado. Por eso no le hacemos el juego
sino que vamos a preparar el Parlamento Indígena para 1992,
funcionará paralelo al gobierno y al Congreso, nuestras
decisiones serán acatadas y demostraremos así que el sistema
está acabado...nos prepareremos sin dejar de ser indios...
cuando llegue el multinacionalismo estaremos listos"
Carmelina Porate, encargada de las mujeres, dice : "Nos
ignoran aunque somos mayoría, no nos consideran ni como
pueblo. Además la mayoraría es analfabeta; las mujeres hemos
sido menos manoseadas por los partidos; por eso acaso deremos
algo más auténtico a la política. No debemos estar para llenar
listas. Que quieran o no en unos años las mujeres ocuparemos
puestos de dirección, debemos prepararnos.. Más que las
elecciones, importa organizar el Parlamento Indígena ..con él
nos prepararemos primero los indios, antes que se convierta en
Parlamento Popular...crearemos propuestas, para no estar en
la nada como los políticos actuales. Pero ahí deben estar
todos los sectores, como las mujeres o los artesanos no sólo
representantes de comunidades "
Manuel Caizabanda es, en cambio, candidato a diputado
(PS) en Tungurahua. Sin embargo defiende la propuesta de la
CONAIE: "Hará conciencia que se da el voto sin que se dé
solución a nuestros problemas. Pero es hora de que los
indígenas pensemos en el poder. No basta decir no a las
elecciones, no ganaremos nada. Más bien debemos infiltrar los
poderes a todos los niveles para cambiar algo y no seguir
soportanto a los "dueños de la Patria"...Ya habemos indígenas
preparados para ser políticos y es secuencial, nuestro hijos
serán todavía más numerosos..Preparemos hombres, cuando
hayamos suficientes fundaremos un partido aunténticamente
indígena".
La anulación es justificada por José Aviles (presidente
encargado, CONAIE), ya que "no estámos considerados ni en los
planes ni en los partidos. Pero hay indígenas que quieren ser
candidatos y están en varias listas. Ante nuestras divisiones
por la religión, política o lo que sea es necesario ir primero
unificando criterios en los hechos.. Para otros es necesario
ganar puestos de dirección, promover nuestras posiciones;
hacer conocer nuestra realidad y así prepararnos ".
El presidente de ECUARUNARI, J.J. Guamán, insiste que el
voto sólo ha traído promesas incumplidas. "Los partidos han
absorbido a muchos dirigentes, debilitándonos.. en cambio un
Parlamento indígena identificaría a todos los indígenas,
proyectaría nuestras ideas y legislaría para nosotros."

EXPLORED
en Ciudad N/D

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