Quito. 03.04.92. Francisco José de Caldas, el payanés que
aprendió por su cuenta matemáticas y botánica y astronomÃa,
viajó a las tierras de Ecuador el 1804 con el propósito de
hacer investigaciones cientÃficas, sobre todo geográficas, que
precisaran las hechas por La Condamine, Maldonado y algunos
otros, y además escribió un muy interesante diario.
Se acumulan los datos botánicos y geográficos. Sus
observaciones sobre pueblo y ciudades, la calidad de la gente
y el estado del clero son abundantes, puntillosas y en
ocasiones, francamente crudas. Quizá por lo último, Caldas se
atrajo la antipatÃa del terrible padre Solano.
El viaje de Quito a Cuenca es desconcertante. Tardó el
cientÃfico 39 dÃas en hacerlo, -los dÃas se aumentaron porque
se desvió a Sumbagua y luego a Macuchi-. Salió de Quito hacia
Chillogallo y luego siguió a Machachi- Caldas comenta del mal
sabor de las aguas de este lugar, de donde se ve que no
conoció las fuentes de Tesalia- cruzó el Tiopullo y descansó
en el Callo, ya en la ancha planicie que se abre entre las
cordilleras y que forma la hoya de Cutuchi. La planicie era un
arenal y un cascajal, muy diferente del actual panorama.
Gigantescas piedras se veÃan en medio de los arenales. Todo
como consecuencia de las continuas erupciones del Cotopaxi.
Ambato era una pequeña y nueva ciudad. Las casas eran de un
solo piso. "Sus calles, alineadas y agradables, tienen en lo
principal dos series de sauces de la especie piramidal, que
recuerdan la idea de una alameda". El caso es que las casas
apenas tenÃan siete años, pues era el tiempo que habÃa
transcurrido desde el 4 de febrero de 1797, fecha del nefasto
terremoto que destruyó esta ciudad, el pueblo de Quero y sobre
todo, Riobamba. Sin embargo, para Caldas, Ambato es la tierra
de las peras y el pan. Unas o otros son los mejores del
virreinato. Los peros crecÃan al borde del rÃo y sus frutos
eran incomparables, como ahora lo son. Dejó Caldas Ambato por
el arenal de Huacho, no sin antes observar y ponderar la
producción de frutillas -frutas únicas, originarias de Chile y
en la actualidad muy raras- Después de observar las ruinas de
la población de Quero subió al páramo de Igualata y descendió
a la llanura de Tapi; el espectáculo era muy triste. Los
riobambeños lentamente levantaban la nueva ciudad. Algunos no
quisieron abandonar el antiguo emplazamiento y las opiniones
de ellos eran divididas. mas los alrededores ofrecÃan
panoramas encantadores. "El más hermoso trigo del universo,
cubrÃa la campaña, alternando con el verde hermoso de la
alfalfa". Las frutas se encontraban por doquier, especialmente
manzanas. "En Chambo se crÃan las manzanas más gustosas y
mayores que conozco; la he comido confitadas en casa del
corregidor "también en nuestros dÃas las manzanas de Chambo,
Penipe, BayusÃ, El Altar son dignas de toda alabanza.
Más crÃtico se torna Caldas cuando llega a La Moya. Macabra
es la información sobre los páramos del Azuay, aunque muy
valiosa la que escribe sobre las ruinas de Ingapirca. Tiempo
después el padre Solano saldrÃa al paso. Caldas apenas llegó a
los 45 años de edad; el español Morillo ordenó su
fusilamiento.
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Publicado el 03/Abril/1992 | 00:00