EL MUNDO PRECOLOMBINO. Por Diego Araujo Sánchez

Quito. 12.10.92. Hace 500 años, habitaban América culturas de
un diverso grado de desarrollo: desde grupos que vivían de la
caza y recolección, en estadios primitivos, o grupos que
habían logrado un dominio intermedio de la naturaleza, hasta
grupos con culturas complejas. Algunas de ellas, como la de
los mayas, habían conseguido un alto grado de desarrollo
siglos antes de la llegada de los europeos.

Un signo de aquella diversidad cultural era la multiplicidad
de lenguas: los especialistas registran más de un centenar de
familias: algunas comprendendían una sola lengua, otras
abarcaban varias docenas, más numerosísimos dialectos.

¿Qué población tenía la América precolombina? Aquí los datos
de los investigadores presentan abismales diferencias. Los
registros más bajos son del orden de los 8.400 millones de
indios (Kroeber), 13.385 millones (Rosemblat) y 15.590
millones (Steward); las estimaciones intermedias calculan
entre 40 y 50 millones la población precolombina (Sapper,
Rivet) y los registros máximos son de 90 a 112 millones, para
Dobyns, y más de 100 millones a fines del siglo XV, según
Borah.

Aunque difieran tanto las estimaciones de la población
precolombina, resulta un hecho evidente la catástrofe
demográfica que provocó la conquista: representó un verdadero
genocidio la mortandad provocada por las guerras, la violencia
ejercida por los conquistadores, la desarticulación de las
comunidades indígenas y la imposición de instituciones ajenas,
más las epidemias que vinieron con los europeos y para las
cuales no habían desarrollado defensas los organismos
indígenas. El testimonio del propio Bartolomé de las Casas,
que habla de "cuentas" o millones de indios asesinados por la
acción conquistadora, parece confirmado por investigaciones
recientes como las de Borah y Cook, que calculan, en México,
una disminución poblacional de 22 millones durante medio
siglo desde cuando Cortés empezó la conquista en 1519.

MITOS DE CREACION

A pesar de la abigarrada diversidad, pueden señalarse algunos
elementos comunes a las diversas altas culturas en la América
prehispánica, como señales de un apreciable dominio de la
naturaleza y de construcción de cosmovisiones propias.

En las culturas mesomamericanas y en las culturas andinas, la
religión desempeña un papel central: fue un importante
elemento cohesionador e imprimió una fuerte huella en la
organización política y social, en las fiestas y ritos, en las
práctica cotidinas.

Tanto aztecas como mayas creían que antes de la actual era
había habido otras edades. Para los mexicanos, vivíamos la
quinta edad, la del sol en movimiento: las cuatro anteriores
terminaron en cataclismos: inundaciones, grandes vientos,
fuego las destruyeron. Entonces los hombres se transformaron
en peces o en monos o los hombres gigantes fueron devorados
por los tigres. El "Popol Vuh", de los mayaquichés, narra
cuatro creaciones: en la primera los dioses formaron la tierra
y la poblaron de animales, pero como estos no pudieron
pronunciar los nombres divinos, fueron destruidos y destinados
a ser sacrificados más tarde por los hombres. En la segunda,
se crearon figuras de barro que hablaban, pero carecían de
pensamiento. En la tercera, como ensayo de la existencia
humana, se formaron seres de madera. Los instrumentos de
cocina y los animales se rebelaron contra los hombres de palo
y una lluvia espesa los destruyó. Los que sobrevivieron se
refugiaron en los montes y se convirtieron en monos. Sólo en
la cuarta creación, las cuatro primeras parejas progenitoras
de las tribus quechés fueron hechas de maíz.

Para los aztecas, la creación del sol y la luna, el origen del
hombre, significó un sacificio de los dioses: estos hicieron
penitencia, dieron su sangre y su vida para engendrar a los
"macehuales", los merecidos por la penitencia de las
divinidades. En la mitología maya, antes de convertirse en el
sol y la luna dos héroes enfrenta en el juego de la pelota a
los señores de la región de la muerte y de la sombra.

La religión solar estuvo también en el centro de la
cosmivisión inca. Además las culturas andinas tuvieron
también el maíz como un alimento básico.

En las concepciones religiosas del mundo prehispánico había la
idea de un tiempo que giraba en redondo, de unas creaciones
que estaban condenadas a un cataclismo: creencias y profesías
anunciaban entre aztecas e incas el regreso de los dioses como
preludio del fin de los tiempos: Quetzalcoatl debía volver,
los Viracochas anticipaban el ocaso del imperio.

Esta idea de un tiempo cíclico se refleja en la rueda de los
días y los años. Y también en la importancia que se asignaba
al estudio de los astros, como una forma de enfrentar la rueda
de la fortuna. Mayas y aztecas perfeccionaron el calendario:
cada años tenía 18 meses, de veinte días cada uno, y la
agrupación de años formaban un ciclo.

Una relación armónica con la naturaleza

Las viejas culturas americanas domesticaron los alimentos:
maíz, papas, quinua, tomate, cacao, yuca, aguacate, maní,
guayaba, papaya, piña; cultivaron tabaco, coca, el árbol del
caucho y aprovecharon infinidad de maderas.

Esas culturas desarrolaron una agricultura, construyeron
canales para el regadío, vencieron difícles condiciones de la
geografía, como en las breñas andinas los terraplenes de los
incas. Además, tuvieron una arquitectura sorprendente, como
hasta hoy dan testimonio las pirámides y adoratorios aztecas y
mayas, sus grandes construcciones de piedra, templos y
palacios o ciudadades incas como Macchu Picchu y todos los
vestigios del pasado que han sobrevivido; fundieron los
metales, desarrollaron una escultura, fabricaron joyas,
confeccionaron finos y bellos tejidos, crearon un arte
maravilloso...

El mundo precolombino cultivó un saber científico. Los mayas
desarrollaron un sistema de representación numérica vigesimal,
utilizaron el 0 antes que los hindúes. Mayas, aztecas e incas
habían observado el curso de los astros, conocían el valor
medicinal de las plantas, buscaban respuestas a los enigmas
del universo.

Las civilizaciones precolombinas lograron un significativo
dominio naturaleza y mantuvieron con ella un equilibrio y
armonía, que han sido desconocidos y extraños para la cultura
occidental. Sólo esta vieja sabiduría explica la casi
milagrosa supervivencia de diversos grupos étnicos, contra las
circunstancias más hostiles y adversas durante los últimos 500
años.

El mundo precolombino elaboró una literatura. Los aztecas,
según el testimonio de los cronistas de Indias, tenían
bibliotecas. Allí guardaban "muchos libros de papel, cogidos a
dobleces, como a manera de paños de castilla", cuenta Bernal
Díaz del Castillo. Viejos códices mayas y aztecas fueron
quemados en el proceso de "extirpación de idolatrías". No
obstante, una parte de los mitos, canciones e historias
precolombinas pudieron sobrevivir. Algunos frailes españoles
humanistas -Bernardino de Sahagún, Andrés de Olmos, Motolinía
etc.- tuvieron una acción decisiva en aquella preservación.

Ninguna de las altas culturas desarrolló plenamente el
alfabeto fonético, aunque tuvieron diversas formas de
representación gráfica. El aprendizaje del alfabeto latino por
parte de algunos indígenas en los albores mismos de la
conquista ayudó a la supervivencia de numeros muestras de
literatura azteca.

Nuestra América no comienza hace quinientos años. Escritores,
filósofos y artistas se preguntaron siglos antes por el
misterio del hombre sobre la Tierra, expresaron la belleza y
el terror de vivir, la contingencia y fugacidad de las vidas
humanas y el indetenible anhelo por perdurar. (6D)



EXPLORED
en Autor: Diego Araujo - [email protected] Ciudad N/D

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