Quito. 19.01.92. Hacia mediados del siglo pasado, 637 plantitas
de la célebre cascarilla roja, proveedora de quinina, salieron
del país sin que nadie diga nada, para multiplicarse en la India
Oriental, colonia de los holandeses y hacernos la competencia.

De ese modo, uno de los tesoros de la farmacopea de entonces, fue
expropiada por los detentadores de la tecnología y de la ciencia.

Esta es, en síntesis, la anecdótica historia de la riqueza y
diversidad biológica (la denominan biodiversidad) de los países
del Sur, y a la que le han echado ojo durante siglos los países
del Norte.

Este año, volverá a ser tema de discusión en uno de los mayores
eventos de la década: La Conferencia sobre Medio Ambiente y
Desarrollo en Rio de Janeiro, en junio próximo.

En efecto, dos serán los ejes de aquel encuentro mundial
encabezado por las Naciones Unidas: uno de carácter declarativo,
que es, en síntesis, el compromiso del mundo para asegurar la
vida sobre la tierra en las próximas dos décadas. Y un conjunto
de acuerdo específicos entre los países del Orbe, entre los que
se destacan los referidos a la utilización de los recursos
financieros existentes para programas con el medio ambiente y a
la administración de la biodiversidad localizada en el
hemisferio pobre del Planeta. Aspecto en el que nosotros
deberíamos tener, por tanto, la última palabra... pues en
cualquier otro punto que en Río se trate, que haga referencia a
la desaceleración del consumismo y el freno al deterioro del
medio ambiente, los acuerdos serán entre los países ricos, que
protagonizan la civilización de los excesos.

Durante los dos últimos años, se ha puesto en marcha el proceso
hacia Río, pero paradójicamente, mientras mayores son los
esfuerzos por democratizarlo, con más fuerza se vislumbra que
allí se impondrán una cuantas tesis cocinadas de antemano, entre
los países del Norte... Entre esas tesis está una de
trascendencia enorme y que no deja de encarnar serias
consecuencias: la pretensión de establecer un supragobierno
mundial que decida, por sobre los estados nacionales... Una
especie de globo de ensayo para el establecimiento, en el próximo
siglo, de un estado supranacional controlado por los países
grandes.

¿Un capitalismo fundado en la racionalidad?

Bajo un discurso científico sofisticado que establece al
milímetro el estado general de deterioro de las riquezas
naturales y el medio ambiente en el mundo y propone medidas
técnicas para protegerlo, subyace otro discurso, dramático y de
naturaleza política, que corre el riesgo de ser disfrazado en la
Conferencia de Río. Es el discurso que puede reducirse a dos
elementos concretos:

Uno, aceptar para el futuro un desarrollo que tome en cuenta a
la vez las necesidades del hombre y las de la preservación del
Planeta, lo que significa en último término para los países
ricos, renunciar al capitalismo y reemplazar el mito del máximo
de rentabilidad, por el principio de la racionalidad, reemplazar
el crecimiento por la calidad de vida, reformular todos los
principios de la producción y del consumo.

Dos, reconocer que no es posible un desarrollo con racionalidad,
mientras los países del Sur sigan desangrándose... más de 50 mil
millones de dólares anuales transferidos al norte unicamente a
cuenta de la deuda externa.

¿Podrá, entonces, la Conferencia de Río dar un giro tal, que
pasemos del "mal-desarrollo" al "eco-desarrollo"? No. De allí que
la Conferencia es apenas un primer ensayo de fuerzas, pero un
ensayo que definirá las tendencias de las próximas décadas.

Y este nivel subyacente (político) del debate, deberá expresarse
no solo en los pronunciamiento generales, sino en los acuerdos
concretos (técnicos) a los que se llegue, precisamente referidos
a la biodiversidad.

¿Cuáles son las tesis que se confrontan?

Mientras el Norte quiere una biodiversidad barata, no está
dispuesto a ofrecer al Sur una tecnología igualmente barata.

Mientras el Norte pretende que la biodiversidad es patrimonio de
toda la humanidad porque de ella depende nuestra sobrevivencia,
defiende la propiedad privada (la suya) sobre la ciencia, sobre
la medicina por ejemplo, que con los mismos argumentos podría ser
declarada de patrimonio universal.

El Sur entretanto ¿qué sostiene? Habla de ponerle un precio a
su biodiversidad, de defender la soberanía sobre ella y exigir
del Norte el pago por conservarla aún en detrimento de su
crecimiento económico. Incluso plantea algo que puede ser un duro
golpe al sistema capitalista mundial: liberar tanto la
biodiversidad como la biotecnología de los circuitos del mercado,
liberar a la ciencia de los principios de la rentabilidad. Pero
el Sur habla de aquello con debilidad, con retórica, con
ambigüedad, mientras el Norte monta todo un arsenal de expertos
para hacer prevalecer en la preparación de la Conferencia de Río,
sus intereses. Y convertir al evento en un llamado al orden al
Tercer Mundo sin renunciar ellos a nada, ni asumir sus culpas.

¿Qué puede lograrse en Río?

Dos son los niveles de representación en la Conferencia: los
gobiernos y las asociaciones independientes de ciudadanos.
En cuanto a los primeros, que serán los únicos con voz y voto en
la Conferencia, ya conocemos la trascendencia que muchos de ellos
dan a lo que ocurra en Río: casi ninguna ¿Hablamos de nuestro
país? Bueno. Todavía no tenemos un documento oficial que debió
haberse concluido hace más de tres meses... y nuestros técnicos
delegados que debían asistir a una de las conferencias
preparatorias, si querían, podían irse por su cuenta, porque el
departamento financiero de la Cancillería ni sabía de lo que se
trataba, ni le daba importancia al asunto.

En cuanto a los segundos ¿son las llamadas ONGs (organizaciones
no gubernamentales) las representantes del conjunto de la
sociedad? No necesariamente.

¿Podrá entonces Río, poner las bases para un cambio radical de
comportamientos en el Norte, renunciando al crecimiento y el
consumismo? ¿Podrá Rio ser el punto de partida de un desarrollo
del Tercer Mundo fundado en la justicia social y en una
cooperación internacional que busque una "civilización industrial
de los trópicos" distinta al modelo del Norte?

Son suficientes nuestras "democracias sin participación" para
comprometer a las sociedades del mundo en esos empeños?

Muy dificilmente. Sin embargo, Río sí puede ser la ocasión para
sentar en el banquillo de los acusados, no al Sur depredador,
sino al Norte que inspira y nos obliga a depredar y a aquellos
sectores del Sur que no miran sino en dirección del crecimiento
y el rendimiento económico. Puede ser la ocasión para vislumbrar
un acercamiento Sur-Sur en pos de una modernidad distinta. Puede
ser la ocasión para profundizar en cada país, sea del Norte o del
Sur, un debate de toda la sociedad, sobre un desarrollo fundado
no en las entelequias del crecimiento, sino en las realidades de
una mejor calidad de vida. (1-C)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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