Quito. 20.01.92. Cuando el presidente francés Francois
Miterrand vino en visita oficial al Ecuador, el alcalde de
Quito, Rodrigo Paz, debió entregarle las llaves de la ciudad.
Todo iba muy bien, la ceremonia habÃa iniciado con gran
solemnidad, hasta que, de repente, el alcalde descubrió que
Miterrand estaba expuesto al riesgo de recibir el impacto de
un proyectil.
Sin embargo lo único que pudo hacer fue quedarse quieto y leer
su discurso sentado -no de pies, como correspondÃa- pues si
se movÃa un milÃmetro el botón de su chaqueta iba a salir
disparado, al igual que explotar las costuras traseras de sus
pantalones.
Felizmente no se produjo el disparo.
La misma situación, aunque con caracteres menos dramáticos,
vivió Rodrigo Paz con motivo de la reciente visita del
presidente peruano Alberto Fujimori.
Todo el paÃs observó en vivo y en directo como el botón de su
chaqueta detenÃa a duras penas su humanidad, mientras los
faldones de ella navegaban por encima de sus caderas.
Sin embargo Paz pudo cerrar su saco, un detalle inequÃvoco de
elegancia masculina, pues, en palabras de un experimentado
usuario de trajes, "evita que las aberturas de la chaqueta
sigan un incierto destino y mantiene la prenda en su lugar,
proporcionando garbo y elegancia al sujeto en mención".
Este hecho y la designación del alcalde de Quito entre los
ecuatorianos peor vestidos fue el motivo para el diálogo que
mantuvo HOY con el alcalde sobre algo tan cotidiano como es el
vestido.
Personas allegadas a Paz comentaron que la forma de vestir del
alcalde es de cierta manera una vacilada general, incluso a su
familia. "Rodrigo va y se compra lo peor: las camisas más
feas, los sacos con solapas más anchas. Yo creo que se goza
de lo lindo, haciendo morir de las iras a su familia".
¿Pero que es lo que dice el propio alcalde sobre su manera de
vestir, tan comentada en estas últimas semanas?
"Debo decir honestamente que estoy de acuerdo con el criterio
y dictamen de que soy uno de los hombres peor vestidos del
Ecuador. Y no solo yo sino también mi señora esposa, que
todos los dÃas me recrimina diciendo que soy un poquito
descuidado en mi manera de vestirme.
Y la verdad es que sÃ. Hay cosas con las que uno no se lleva
bien y yo no me llevo bien con los ternos. Ese es el
problema. Ni mi figura me da, ni mi forma de vestir. Si por
mi fuera estarÃa feliz de vestirme como cuando no estaba en
funciones públicas: con una chaqueta y una camisa.... No soy
perfecto...
-Dice la gente que usted, en realidad, no le da ninguna
importancia a la ropa, ¿Es as�
-Molesta la ropa. Yo soy de la idea de que deberÃamos vivir
como Adán... o casi.
-Entonces ¿estarÃa en su mente planificar la organización de
un campo nudista en Quito?
-Me parecerÃa interesante, pero primero tengo que encontrar a
mi Eva, porque la que tengo es muy brava.
-Realmente hay un contraste: su esposa, una persona muy
elegante, muy bien vestida, con ropa de muy buen gusto.
¿Acaso no ha logrado ella influir en el modo como usted se
presenta?
-Todos los dÃas me habla, en la mañana, en la tarde, en la
noche, pero parece que no ha logrado mejorarme. Entonces me
conformo con saber que ella sà tiene buen gusto no solo al
vestirse, sino por haber escogido al marido que tiene.
-¿Qué tipo de ropa le gusta más? La gente comenta que tiene
muchas chaquetas iguales, todas de los mismos colores y a
cuadritos.
-Me gustan las chaquetas más bien claras, me siento más
cómodo. No con los ternos. Pero prefiero el color beige. Los
ternos realmente me resultan insufribles.
-¿Cuántos ternos tiene?
-Debo tener algunos, acumulados en muchos años. Algunos deben
estar incluso bastante nuevos. Pero ya varios no me alcanzan.
El otro dÃa -con la visita de Fujimori- cuando tuve tres
compromisos, uno de dÃa y dos de noche, descubrà que solo
tenÃa dos ternos habilitados para eso. Asà que tuve que
sortear con los dos ternos los tres actos.
-¿Qué piensa que un caricaturista como Asdrúbal le haya
dedicado a sus ternos una de sus caricaturas?
-Cuando alguna persona llega a ser una figura de cierta
importancia sus virtudes y sus defectos o errores tienen una
trascendencia. En este caso sà acepto mi culpa y
responsabilidad en no ser cuidadoso en elegir mis ternos.
También la figura no me da para eso... pero me declaro
culpable.
-¿Tiene propósito de enmienda?
-No. A estas alturas de la vida Âimposible! Más bien el rato
que deje la AlcaldÃa abandonaré los ternos y los cuellos de
tortuga y con una chompita o una guayabera, que es lo que más
me gusta, estaré tranquilo.
-En cuanto a pantalones, ¿cuáles son sus preferidos?
-Los de dril son los que más me pongo.
-¿Y de zapatos?
-Los más cómodos, los mocasines. Pero estoy preocupado.
Como dije el otro dÃa, he mandado unos cables a los señores
Calvin Klein, Oscar de la Renta, Ives Saint Laurent para ver
si me mandan unos asesores, que contratarÃa el Municipio de
Quito, para vestir mejor al alcalde.
¿Ha engordado últimamente?
-Si, ese es mi gran problema. Encuentro que no tengo ternos
para ponerme. Después de las fiestas de Quito subà diez
libras.
¿Solo diez libras? En todo caso un sobrepeso mÃnimo para un
hombre de 1,86 de alto con 195 libras de peso. (6C)