Quito. 13 oct 96. Si se aceptan las evidencias la muerte del
estudiante de 16 años, Miguel Manrique Morales nunca debió
ocurrir.
José Miguel Manrique murió en la madrugada del 17 de
septiembre cuando una unidad de la Interpol ingresó
violentamente a la casa colonial de La Tola, en la que ocupaba
un cuarto con su madre y sus hermanos.
El informe de la PolicÃa señala que la muerte del muchacho es
el resultado de un "disparo fortuito" producido en un forcejeo
entre el agente y el menor. La familia y los testigos aseguran
que la el muchacho recibió un tiro a sangre frÃa.
Extrañamente, la bala nunca apareció y hay versiones de que
los médicos que atendieron al joven la tiraron al tarro de
basura. A su vez, la pruebas de parafina aseguran que de la
mano de Ulvio Muñoz nunca salió el disparo y,
coincidentemente, el escenario del asesinato fue demolido,
antes de que el Comisario pudiera realizar el peritaje.
El cadáver y la declaración de los testigos que escucharon y
vieron lo que ocurrió esa noche no deja lugar a dudas. La
muerte de Miguel Manrique fue un homicidio y, tanto la PolicÃa
como la familia, señalan como autor del disparo al agente
Ulvio Muñoz.
La máxima autoridad de la Interpol califica la actuación de
los organismos de derechos humanos y de "algunos medios de
comunicación" como "artimaña y calumnia" y les acusa de
cumplir consignas contrarias a la PolicÃa.
Una confusa batalla por la competencia jurÃdica existe entre
la justicia común y la policial. Las autoridades policiales
dicen desconocer la orden de detención que pesa en contra de
Muñoz, que se encuentra alojado en la Interpol provincial.
MUERTE FRENTE A LA IGLESIA
La puerta principal de la casa estaba totalmente destruida,
las ventanas rotas. En los pasillos habÃa huellas de sangre.
Una tÃa del difunto trataba de limpiar las manchas.
José Miguel Manrique, de 16 años, murió en un confuso
operativo realizado por cinco agentes de la INTERPOL, en la
madrugada del 17 de septiembre, en su propia casa. Una bala le
penetró por el tabique y le atravesó la cara. El abogado de la
acusación, Ramiro Román, asegura que eran más de cinco.
"Escuchamos el golpe que derribó la puerta y varios gritos.
Creà que eran ladrones por eso no salÃ", dijo un vecino, que
se negó a dar su nombre.
En sus declaraciones ante el juez, Fany Morales, la madre del
joven Manrique asegura que los agentes rompieron la puerta de
entrada y que oyó como golpeaban al hombre que vivÃa en el
patio trasero, Juan Sánchez. Fany Morales y sus tres hijos
dormÃan en el cuarto delantero.
Dice que ella le pidió a su hijo que saliera a ver lo que
ocurrÃa, que un agente lo encontró en el segundo piso -en
donde aparentemente se refugió- y que luego lo llevaron hasta
el patio trasero de la casa. Ahà lo golpearon con los puños,
le dieron puntapiés en todo su cuerpo y le dispararon con arma
calibre 38, que es de dotación policial.
Le hirieron gravemente y lo llevaron en un carro sin placas,
también de dotación policial. De las cinco personas, tres de
ellos estaban vestidos de camuflaje policial, con
pasamontañas, y dos de civil. Entraron sin orden de
allanamiento, dice.
Al dÃa siguiente, los hermanos de Miguel dijeron que no
salieron porque estaban asustados.
Los vecinos contaron que los ruidos de los policÃas eran
tantos que prefirieron escuchar con las ventanas y las puertas
cerradas.
Un charco de sangre se regó en el segundo patio de la casa N+
224, ubicada en las calles Don Bosco y Los RÃos, frente a una
iglesia.
Fany dice que cuando entraron los policÃas, su hijo salió a
ver que pasaba y que los agentes le bloquearon su puerta.
Ella salió y solo pudo ver el charco de sangre y como los
policÃas arrastraban el cuerpo ensangrentado de su hijo.
Al dÃa siguiente, los niños de la casa miraban extrañados la
llegada de periodistas con grabadoras y cámaras de televisión.
Fuera de la casa se aglomeraba la gente para curiosear. La
muerte de Manrique conmovió a La Tola. Un familiar de Miguel,
que reconstruÃa la muerte del joven, pidió que se cerrara la
puerta de la calle para continuar con la historia.
"Después de los gritos y los golpes se escuchó un disparo
seco", dijo una de las vecinas de la familia Manrique Morales
desde una ventana que daba al segundo patio, en el segundo
piso de la casa.
El cuarto de Juan Sánchez, quien habrÃa presenciado el crimen
de Miguel, estaba destruido. Nadie sabÃa qué buscaba la
PolicÃa.Todos relataron lo que oyeron. Nadie salió a ver que
pasaba. Solo Fany Morales, madre de José Miguel, salió al
escuchar el disparo. "Uno de los policÃas solo me pedÃa
disculpas, decÃa que se le fue la mano", dijo.
"Quiero el cadáver"
Fany salió cuando los policÃas sacaban de la casa el cuerpo
ensangrentado de José Miguel. Corrió para subirse en el carro
en el que llevaban a su hijo, pero arrancaron de prisa.
"Casi me atropellan", dijo. En su desesperación, Fany hizo
parar a un taxi en medio de la calle y comenzó una persecución
al carro de la PolicÃa. "No sabÃa a donde lo llevaban", dijo.
Los agentes llegaron con Miguel al hospital Eugenio Espejo.
Los agentes entraron con el cuerpo ensangrentado del
estudiante. Persiste la duda de lo que ocurrió con la bala de
un revólver calibre 38, que terminó con la vida del joven.
En una ambulancia el cadáver llegó al Departamento Médico
Legal de la PolicÃa para que le realicen la autopsia. Los
familiares de Miguel dijeron que en el hospital los médicos
encubrieron a los policÃas.
La PolicÃa asegura que un grupo de vecinos que esperaban fuera
intentaban linchar a los agentes que llevaron el cuerpo y que
por eso, los médicos les permitieron salir por la puerta de la
morgue.
Fany enterró a su hijo con la ropa que él se habÃa comprado,
con el sueldo de su trabajo en una mecánica.
"VenÃan y nos decÃan que le estaban operando y que estaba
fuera de peligro, pero jamás lo operaron", dijo Fany, mientras
esperaba que le devuelvan el cadáver de su hijo, en la morgue.
El cadáver de Miguel fue retirado del Departamento Médico
Legal de la PolicÃa, después de la autopsia y las pruebas de
parafina que comprobarÃa que él no disparó el revólver que
terminó con su propia vida. Tampoco hubo huellas de parafina
en las manos del agente de la INTERPOL que habrÃa hecho el
disparo, Ulvio Muñoz.
LA VERSION DEL "DISPARO FORTUITO"
El martes 17 de septiembre, a media noche, Pablo Romero
Sánchez -que se encontraba en el redondel de La MarÃn-detuvo a
un patrullero para denunciar que en el sector de la Tola, en
las calles Don Bosco y RÃos, existÃa una casa de expendio de
drogas, dice el informe de la Interpol.
Según este documento, Sandoval decidió hacer la denuncia luego
de que constatara que su hermano menor de edad compraba droga
en ese inmueble.
Al conocer la denuncia, el oficial Galo Sandoval decide
llevarlo a la jefatura de la Interpol y ponen el hecho en
conocimiento del oficial de guardia, Pablo Cerda Tobar.
El oficial prepara un grupo de agentes para que concurran al
lugar. En un vehÃculo de la Interpol salieron Luis Caicedo,
Luis Pilicita, VÃctor Vera, Henry Armas y Ulvio Muñoz Sánchez,
en compañÃa del denunciante.
Al llegar al lugar se percataron de que habÃa llegado un taxi,
"cuyos ocupantes hacÃan un intercambio de manos con los
ocupantes del inmueble (compra y venta de drogas)".
Pablo Romero, a quien le entregaron un billete de diez mil y
otro de cinco mil sucres, entró para comprar la droga a un
sujeto de nombre Juan Sánchez.
Cuando Sánchez regresó con la prueba en las manos, los agentes
entraron. Encontraron a Sánchez en un cuarto. En el segundo
piso, escondido debajo de un mueble estaba Miguel Manrique
Morales.
Los agentes aseguran que fueron encontrados con droga en los
bolsillos.
Cuando los llevaban al vehÃculo, Miguel habrÃa opuesto
resistencia. Se produjo un forcejeo con el agente Ulvio Muñoz
y el arma del agente se disparó.
El informe de la PolicÃa concluyen que Juan Sánchez y Miguel
Manrique son responsables de tráfico ilÃcito de base de
cocaÃna y marihuana. Aclaran que el principal responsable es
Juan Sánchez, que obligaba al joven a vender la droga.
También, el informe de la Interpol señala que Miguel Manrique
falleció a causa de un "disparo fortuito" cuando forcejeo con
el agente para evitar su detención.
"Se presume que el fallecimiento del ciudadano Manrique
Morales José Miguel, se produjo a causa del disparo fortuito
del arma de fuego entregada en dotación al PolicÃa Muñoz
Suárez Ulvio producido durante un forcejeo con el fallecido,
con la intención de evitar su aprehensión y darse a la fuga.
OPERATIVO
Ulvio Muñoz cuenta que se trasladaron con Pablo Romero hasta
la casa de La Tola, para verificar su denuncia y que cuando
llegaron Romero compró droga con dos billetes marcados que le
entregaron.
Al estar vigilando el lugar habrÃan visto como un taxista
compraba droga, no lo detuvieron porque el objetivo era
detener al expendedor.
Cuando Romero llegó con la prueba ingresaron en el inmueble,
en donde encontraron a Juan Sánchez que tenÃa en su poder
varios sobres de droga.
Después subieron al segundo piso en donde encontraron a Miguel
Manrique Morales, a quien también supuestamente le encontraron
varios sobres de droga.
En su declaración Ulvio Muñoz dice que cuando procedió a
"conducirle hasta el vehÃculo se lanzó sobre mà y rodamos las
gradas y empezamos a forcejear como yo me encontraba con el
arma en mi mano y al tratar de arrebatarme la misma salió un
tiro del arma que impactó en este ciudadano, ante esta
situación cogà al herido con mi compañero VÃctor Vera y lo
trasladamos al hospital Eugenio Espejo".
Ulvio nunca dice que llevaron a Miguel Manrique al patio
trasero, en donde estaba el charco de sangre.
CON ARMAS NO HAY ACCIDENTES
Una de las interrogantes del caso es ¿en dónde está la bala?
En la casa de Manrique fue encontrado únicamente el casquillo.
La bala ingresó por la cara -cerca de la nariz- y se fue hacia
el cerebro y le causó la muerte.
El médico asegura que cuando estaba operando el taladro se
rompió cuando se topó con la bala. La bala pudo quedarse en la
cabeza. Pero existe la versión de que la bala fue tirada a la
basura. "Esas fueron las versiones que recibimos", dice el
abogado.
Según el coronel Egas, el arma del homicidio se encuentra en
el Laboratorio de CriminalÃstica de la PolicÃa.
Pese a los requerimientos del abogado acusador, Ramiro Román,
el revolver Smith and Wesson, no fue entregado al Juzgado 12do
de lo Penal.
Pero hay otro asunto que debe dilucidarse. La PolicÃa
argumenta que el disparo fue el resultado de un accidente.
Para que una arma se dispare y como consecuencia una persona
resulte herida o muerta, deben concurrir varias
circunstancias, dice un informe del Laboratorio de
Criminalista al analizar un caso similar.
"El arma debe estar cargada y el martillo montado; la boca del
arma debe estar dirigida hacia la persona; el dedo debe estar
apoyado sobre la cola del disparador y alguien debe accionar
la cola del disparador".
"Las armas de fuego son instrumentos peligrosos y mortales,
cuando son manipulados sin cuidado, con ignorancia o sin
pensar", decÃa el experto, que recordaba que, difÃcilmente, de
la investigación de un hecho de sangre con armas de fuego,
resultará un accidente.
Un experto en armas consultado por HOY aseguró que el arma de
la que salió el disparo que causó la muerte del joven no se
pudo disparar accidentalmente.
El arma es un Smith and Wesson de calibre 38 corto, de serie
J263710. Según el experto, este tipo de armas no tienen seguro
y solo se disparan con una acción previa.
"Solo existen dos manera para que produzca un disparo. Primero
que el portador del arma levante el martillo y lo mantenga
listo para disparar, con solo mover el gatillo. "El martillo
se levanta cuando se quiere disparar con mayor comodidad y
precisión. Solo un bruto podrÃa montar un revólver y levantar
el martillo sin necesidad. Eso serÃa una acción
irresponsable", dice.
La otra opción es apretar el gatillo y mirar como girar el
tambor y, acto seguido, realizar el disparo.
SE MUEVEN PIEZAS DEL ESCENARIO
224 en la calle Don Bosco, el lugar del crimen está en ruinas.
Coincidentemente, después de la muerte de José Miguel
Manrique, el propietario de la casa decidió iniciar la
reconstrucción de esta casa colonial.
Una semana después del hecho, el 25 de septiembre, cuando el
Comisario Primero del Cantón Quito llegó a inspeccionar el
sitio, el "escenario del crimen" habÃa desaparecido.
Más allá de unas cuantas huellas de sangre, las otras
evidencias estaban enterradas en una montaña de escombros. El
conjunto de viviendas del patio posterior, en el que los
vecinos aseguraban que ocurrió el crimen habÃan sido
derribadas.
En materia criminal, cuando se investiga una muerte con arma
de fuego, el análisis del lugar tiene tanta importancia como
el estudio del arma homicida o de la autopsia, dicen los
expertos. "Los datos que arroja el informe de balÃstica deben
coincidir con las huellas del escenario del crimen y cuando se
sospecha de homicidio debe tenerse cuidado en preservar los
indicios y las evidencias de la movilización del cuerpo,
signos de lucha, posición del cuerpo, huellas de sangre. Debe,
por ejemplo, investigarse, el impacto de la bala en las
paredes o en el piso y todo debe estar debidamente marcado y
medido", dice un informe del Laboratorio de CriminalÃstica de
la PolicÃa.
Esa fue la intención que animó al Comisario Primero a realizar
la diligencia en la calle Don Bosco. "El inmueble es una casa
de construcción antigua, de dos pisos, pintada de color blanco
y celeste... La puerta principal es de dos hojas de madera,
pintada de color azul. La hoja del lado de la puerta presenta
evidencias de que haber sido recientemente reparada, dice el
informe.
Cuando el miércoles pasado, visitamos la casa de Manrique, en
la pared del pasillo que une el patio delantero y el trasero
estaban las huellas de una mano ensangrentada, en la posición
de quien sale del patio trasero hacia el patio delantero. Y no
habÃa mucho más.
En su inspección, el Comisario encontró las mismas huellas de
sangre y lo relata asÃ: "en el lado izquierdo de la pared del
segundo zaguán hay una mancha grande de sangre hecha con el
pulpejo de los dedos de una persona".
En el patio trasero, la desolación era total. "Palos y tablas;
tejas y planchas de eternit; adobes de tierra y escombros de
las paredes de las "medias aguas", dice el Comisario.
Unas cuantas ventanas arrumadas a la pared y un montón de
ladrillos esperaban su turno de ser retirados. El único mueble
que quedaba era el respaldar de una cama de metal enmohecido.
El color rojo del piso de cemento permitÃa identificar la que
fuera la habitación de Juan Sánchez.
"Cuando les preguntamos a los trabajadores, ¿quién ordenó el
trabajo?", contestaron que fueron contratados por el
propietario del inmueble, de apellido Chiriboga", relata el
Comisario en su informe.
Las otras puertas de color azul añil permanecen cerradas con
candados. El joven muerto dormÃa en la habitación de la
entrada, que hoy está vacÃa.
El único vecino que continúa en la casa pese a la
"remodelación" asegura que llegaron unos agentes y midieron de
forma exhaustiva las gradas del patio delantero y nunca
prestaron atención al patio trasero.
La PolicÃa argumenta que el disparo se produjo en las gradas
delanteras de la casa y no en las traseras. Los testigos dicen
que el disparo sonó en el patio trasero, en donde no existe
escalinata alguna.
El abogado acusador insiste en que la destrucción de la parte
trasera comenzó la noche misma del homicidio.
EL MISTERIO DEL BETUN
En el laboratorio de criminalÃstica, luego de algunas dudas y
consultas, el oficial Héctor MejÃa habló de los análisis que
realizaron en el caso de José Miguel Manrique Morales. En esta
entrevista se refiere, únicamente, al análisis del cuerpo y
del arma, sin embargo no emite ninguna conclusión, aunque
extrañamente habla de algunas muestras de betún que
encontraron en las evidencias que analizaron.
-¿Cuáles son las caracterÃsticas del arma que terminó con la
vida de José Miguel Manrique?
Es un revolver marca Smith Wesson calibre punto 38, de cañón
corto. Es un arma de repetición, no es un arma automática.
-¿Qué tipo de análisis realizaron?
Una investigación de nitroderivados para determinar si el arma
se disparó o no.
-¿Cuál fue el resultado?
El arma sà se habÃa disparado.
-¿Cuántas veces?
Es difÃcil determinarlo. El arma llegó sin cartuchos. Solo
pudimos determinar si fue o no disparada.
-¿Cuál fue la trayectoria de la bala?
El cadáver llegó luego de que una intervención quirúrgica en
el hospital Eugenio Espejo. El cadáver tenÃa suturas a nivel
del dorso de la nariz y en el parietal derecho. Se establece
un orificio de entrada por un tatuaje que quedó en la parte de
la frente y en la nariz.
- ¿Hay orificio de salida?
No, no hay orificio de salida, porque el cadáver llegó con
suturas. Esa pregunta deben hacerla en el hospital Eugenio
Espejo, en donde le practicaron la cirugÃa. Aquà solo
determinamos orificio de entrada por los residuos de la
pólvora.
- ¿Cual fue la trayectoria de la bala?
La trayectoria es de adelante hacia atrás, de abajo hacia
arriba y ligeramente de izquierda a derecha.
- ¿Qué otras pruebas realizaron?
Nos llegaron unos guanteretes de parafina que sirven para
determinar los restos de deflagración (la muestra de que se
disparó el arma), pero los resultados dieron negativo tanto en
la vÃctima como en el agente.
- Es decir que ninguno de los dos disparó el arma
No se puede decir que ninguno de los dos disparó, porque los
nitroderivados se pueden encontrar a veces en el medio
ambiente o en los dedos de un fumador. Si encontramos eso no
se puede decir que ha disparado o no.
- Las pruebas de parafina, ¿qué determinan?
Sirven para identificar al tirador. Es una prueba orientativa
y no de certeza.
- Y en este caso
En este caso dio negativo. Porqué dio negativo... es muy
difÃcil decirlo. Tal vez no hubo el contacto suficiente con el
arma. No hay una fórmula para esto.
- ¿Las pruebas de parafina descartarÃan que alguien disparó?
No se puede descartar.
-A qué conclusiones llegaron.
Aquà lo único que hacemos es analizar lo que nos llega. Han
llegado muestras de sangre se ha determinado si hay sangre o
no hay sangre.
Del análisis concluimos que el arma fue disparada, que hay un
orificio de entrada y no hay orificio de salida porque hay una
intervención quirúrgica, que hubo un disparo a corta
distancia, que hay sangre y también ha habido betún, en
ciertos sitios se ha puesto betún.
EL HOMBRE QUE LO OYO TODO
"No tengo porque irme, porque no tengo nada que temer. Siempre
me ha gustado el trabajo honrado", dice este hombre que vino
desde La Concordia con su mujer y sus dos pequeñas y que
deberá desocupar los cuartos del segundo piso porque la casa
está sin agua y algunos tumbados serán derribados.
Este vecino de la casa de inquilinato de la Don Bosco 224,
asegura que no vio nada y que si "lo que oyó" aquella noche
desde su ventana del segundo piso puede servir de testimonio
está dispuesto a darlo.
"Justo esa noche en la casa solo estaban durmiendo mujeres.
Cuando oà que votaron la puerta me puse de pie y cogà la
pistola que tengo guardada . Estaba dispuesto a encañonar a
quien cruce mi puerta".
"OÃa los golpes que le daban al señor Sánchez, creo que luego
lo encerraron en la letrina". dice. "Cuando oà que reclamaban
por unos 25 millones, me dije que esos no podÃan ser PolicÃas
sino ladrones".
Este vecino "oyó" como uno de los agentes dijo desde la puerta
junto a la suya: ". Hey. Aquà está otro. Luego escuchó como
trasladaron al joven Manrique al patio trasero. Dice que no se
escuchó el disparo sino de los gritos de la madre.
Desde el patio trasero, se puede ver la ventana desde la cual
este hombre "lo oyó todo". Solo bajé al dÃa siguiente y vi la
mancha de sangre en el patio trasero.
El hombre que "lo oyó todo" no salió a trabajar este
miércoles. "Las escuelas están cerradas y recién el lunes voy
a volver a vender las empanadas de verde que vendo".
Junto a su puerta, una gallina está estática con el pico
contra la pared y, asustada, deja que el fotógrafo haga unas
tomas. Cuando el fotógrafo se aleja vemos como la gallina
suelta un huevo. "Es gallina de campo, llegada recién desde La
Concordia, dice su dueño. Una de las niñas, una flaquita, que
aquella noche escuchó también lo que ocurrió parte una naranja
con un inmenso cuchillo, mientras su madre lava unas piezas en
las lavanderÃas del corredor superior.
Minutos más tarde,uno de los obreros suelta los alambres que
sostienen el lavadero. Este cae sobre los escombros del patio
delantero. "Habrá que irse. Desde hoy, nos quedaremos sin
agua".
NO FUIMOS CREADOS PARA EL MAL
¿Cree usted que el joven Manrique era un delincuente?
Está determinado en el informe. Yo le rogarÃa que vaya a la
función judicial que ya es de conocimiento público.
-¿Fue la droga encontrada en la ropa del joven?
Asà es. Asà está en el informe
- Pero, aparentemente, la ropa se quedó en hospital.
Lo estaban deteniendo y lo conducÃan al vehÃculo para
detenerlo para las investigaciones correspondientes. No va a
estar desnudo, ¿no es cierto? Ahà están los médicos que le
atendieron en emergencias.
-¿Es decir que la droga le fue encontrada en el Hospital?
La droga le fue encontrada en el momento de la detención. Para
que no se desangre, cumpliendo con su deber, la PolicÃa le
ayudó y le llevó al Hospital. Si fuéramos deshumanizados, no
nos hubiera importado. No fuimos a ejecutarlo. Si hubiera sido
asÃ, lo hubiéramos dejado ahÃ. Todos los hombres sabemos
distinguir entre el bien y el mal. Nosotros no hemos sido
creados para causar el mal.
-¿Hasta cuando va a permanecer el señor Múñez en
investigaciones en la Interpol?
Están hechos los informes. Es cuestión de la función judicial
y de los jueces competentes que, en este caso, son los jueces
de la PolicÃa.
-¿Por qué?
Porque es un Policial en servicio activo y el problema surgió
en un operativo policial; es decir, en servicio.
-Otros casos que se produjeron durante operativos pasan, sin
embargo, a fuero común.
Ninguno de los casos que ocurren en servicio.
-¿Y el caso Llumiquinga?
No tengo muy claro. Nosotros tenemos nuestras propias leyes y
reglamentos. Estamos sujetos desde el primer instante a
nuestras leyes y reglamentos.
Los jueces son quienes determinan la responsabilidad.
JUECES POLICIALES O COMUNES
En el caso de la muerte de Miguel Manrique está establecido el
delito: homicidio. Asà fue instaurada la acción judicial que
se lleva a cabo en el juzgado 12do. de lo Penal. Sin embargo,
en los juzgados de la PolicÃa se lleva a cabo una acción
sumaria por el mismo caso.
¿Quién debe determinar la competencia para juzgar la muerte de
Manrique?
La competencia la ganó el fuero común cuando el juez 12do. de
lo Penal hizo el reconocimiento del lugar de los hecho, cuando
hizo el levantamiento del cadáver y cuando inició el juicio
penal, dice el abogado acusador. "No voy a declarar nada",
dijo el juez a BLANCO Y NEGRO, todo está escrito en el
proceso.
El abogado defensor de la madre de Miguel Manrique, Ramiro
Román, y la Comisión Ecuménica de los Derechos Humanos -CEDHU-
consideran ilegal que el juicio sea dirigido por el fuero
policial, porque, simplemente, "se trata de un delito común".
"No es un delito en ejercicio de sus funciones porque esto
significarÃa que la función de la PolicÃa es matar, opina
Elsie Monge. En todo caso en que estén involucrados miembros
de la fuerza pública, tiene que haber fuero común. El abogado
cita como precedentes el enjuiciamiento del policÃa Luis
Llumiquinga, presunto autor del asesinato de Juan Esteban
Villacreces.
ORDEN DE DETENCION
Ulvio Muñoz se encuentra en la oficina de la Interpol.
Mientras no se esclarezca su situación deberá permanecer aquÃ,
dijo el coronel Edmundo Egas, jefe del servicio. Sin embargo,
el juez 12do. dictó una orden de detención en su contra, con
fecha 30 de septiembre. El juez ofició esta providencia al
propio Comandante de la PolicÃa, Marco Hinojosa.
Sin embargo, Egas dice desconocer que existe una orden de
detención en contra de su oficial. "Sino cumple con la orden
de detención, entonces, hay rebeldÃa, dice el abogado. "Se
trata de un delito y el juez puede tomar medidas en contra de
las autoridades que no cumplen con su disposición", dice
Román.
El abogado insiste en que el Muñoz debe ser trasladado a un
centro de rehabilitación común y no a la cárcel 4", como
ocurrió con los policÃas implicados en la desaparición de los
hermanos Restrepo. (DIARIO HOY) (REVISTA BLANCO Y NEGRO)
en
Explored
Publicado el 13/Octubre/1996 | 00:00