Quito. 17.04.91. El término arte no es unívoco, sino
analógico: puede aplicarse a múltiples objetos en un solo
sentido, y a la vez en sentidos distintos. Hablar de arte es
hablar de un hacer; pero se dicen cosas distintas cuando se
habla del arte de vivir, del arte de escribir, o del arte, a
secas. Supone una habilidad para hacer o producir de la manera
más eficaz, o nos habla de un quehacer predominantemente
estético, búsqueda del ser en su dimensión de armonía
-entendida en la contradicción, pues lo armónico no es aquello
que rechaza la fisura, sino lo que, reconociendo las
contradicciones intrínsecas del ser, las asume en la unidad
del existir y del crear.

Quiero hablar hoy del arte que hacen seis mujeres que pintan,
cuya obra manifiesta, además de intensidad estética y
creativa, el arte de ser mujer adoptado en sus desafíos,
ternuras, hostilidades...Si es verdad que la mujer es, ante
todo, un ser humano, también lo es que en la vida se deviene
mujer... En este devenir radica la posibilidad de ir
haciéndose una a sí misma con una exigencia especialísima, que
ni los mayores antifeministas pueden negar, pues la mujer ha
de hacer su camino de ser humano a contrapelo, con dudas,
renuncias y angustias, situándose ante un obstáculo, allí
donde para el varón solo existe el sano desafío... Los retos,
para la mujer, suelen aportar doble dificultad: aquella que
surge de la propia naturaleza de lo que incita a combatir y
anima e invita a la lucha, y aquella que surge de exigencias y
condiciones sociales que le impiden aceptar ese desafío para
sí, pues todos los trabajos que se muestran hacia afuera, han
pertenecido al dominio del hombre, mientras lo de puertas para
adentro, escondido y básico, ha sido del dominio de la
mujer.

Así, cuando anhela salir de esa intimidad obligada para
proyectarse fuera de ella en caminos "no típicamente
femeninos", tiene que empezar por reivindicar y justificar su
derecho a asumir para sí ese desafío: doblemente probada,
sometida a la urgencia; viviendo sus inquietudes más
personales como algo supernumerario, ha debido buscar un
tiempo inexistente para expresarse, y hasta improvisar un
siquismo inexistente. Puesto que toda la exigencia de la
sociedad le ha enseñado ciertos caminos como los únicos
propios de su condición femenina, salir de ellos por instantes
robados al afán, le ha significado sentir que siempre abandona
algo -los hijos, el hogar, las preocupaciones domésticas-,
experimentar cómo el envés de su libertad no es el hálito
limpio y fecundo de la responsabilidad, sino el lado oscuro,
casi trágico, del sentirse culpable.

Esto, como una hipótesis que intentaría explicar por qué las
seis mujeres del grupo Vivencias, han llegado al arte luego de
haber buscado en la vida otros caminos de manifestación, más
acordes con aquello que la sociedad considera debe vivir una
mujer, pero cuya búsqueda ha dado lugar a la maravilla del
quehacer estético, en la doble satisfacción del crear y el
comunicar.

Las seis exponen una obra dirigida por Jorge Artieda. Su
trabajo bajo ese único maestro exhibe, curiosamente, una
originalidad admirable. Cada una pinta distinto, escoge
materiales diferentes, se expresa en estilo diversos. Los
objetos por ellas representados: flores, paisajes, bosques
temblorosos, jarrones, candeleros, frutos, se reflejan en lo
figurativo, fieles a la cambiante realidad -por lo tanto
cambiante la imagen, en movimiento, ingenuidad y sabiduría,
nitidez y manchón- hasta en cierto hacer impresionista, o un
producir en la linde entre lo real y su abstracción, por el
juego del collage o del uso del acrílico. Manifiestan a su
modo todas, admirablemente, la existencia de lo que, siendo,
va cambiando.

Sonia Benítez, María Clara Crespo, María del Carmen Corral,
Josefina Espinosa, María Luisa Ledergerber, Juana Pozo,
comunican y nos desafían, desde sus cuadros. Nos muestran su
caminar de expresión estética profunda y vital, y un solo arte
de vivir: el de existir y responder, sin que jamás sea tarde
para hacerlo, a las exigencias y pruebas de su ser que se
debate por manifestarse y hallarse a sí mismo, en la lucha
duplicada del arte de vivir, y del arte de vivir como mujer y
como artista. (2C)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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