Washington. 27.01.94. La comunidad diplomática latinoamericana y
caribeña en Washington recibió con cierta desilusión el discurso
del presidente estadounidense, Bill Clinton, porque apenas dedicó
a la región tres líneas.

"Si no hacemos nuestra tarea -ajuste y modernización de
estructuras-, será difícil ampliar el interés de EEUU y sus
corporaciones", comentó un diplomático andino cuya opinión fue
corroborada por otro brasileño y un centroamericano que
comentaron en privado el contenido del mensaje de Clinton.

Varios de los presidentes que visitaron a Clinton en el último
año, como el argentino Carlos Menem, los centroamericanos y los
jefes de estado del Caribe plantearon la necesidad de cambiar los
términos de las relaciones con Estados Unidos.

Esas demandas coincidieron en la ampliación de las oportunidades
comerciales en el mercado de EEUU, la facilidad para la inversión
de capitales y la cooperación tecnológica. Para América Latina y
el Caribe (CEPAL), Isaac Cohen, dijo a EFE: "Nos corresponde a
nosotros -los latinoamericanos- transformar esas tres líneas en
una puerta grande".

Cohen calificó de oportunidad "muy importante" para los jefes de
estado de todo el continente y el Caribe la reunión confirmada
por Clinton.

Balance triunfalista

El presidente de EEUU, Bill Clinton, hizo el martes un balance
triunfalista de sus primeros doce meses en la Casa Blanca y
estableció para 1994 una ambiciosa agenda en la que destacan la
reforma sanitaria y la lucha contra el crimen.

El presidente subrayó los logros de su Gobierno en su discurso de
70 minutos sobre el Estado de la Unión y dijo que la cooperación
con el poder legislativo dio pie al "primer año más productivo en
30 años", sin recurrir al poder del veto presidencial.

El presidente destacó la aprobación del plan presupuestario para
la reducción del déficit fiscal, el Tratado de Libre Comercio con
México y Canadá (TLC) y la ley Brady contra el crimen.

En la única amenaza que rompió la atmósfera de cooperación que
quiso realzar entre los poderes ejecutivo y legislativo, Clinton,
con una pluma en su mano izquierda, advirtió al Congreso que
impondría el veto a cualquier ley que restrinja el derecho de los
ciudadanos a una cobertura sanitaria universal.

Política exterior

En su discurso, el tercero que dirige a una sesión conjunta del
Congreso, Clinton apenas dedicó cinco minutos a analizar la
política exterior, secundaria en la joven administración
demócrata. Reiteró su firme respaldo a las reformas económicas y
políticas de Rusia y de Europa del Este que, dijo, han de
observarse "con paciencia", y subrayó la cooperación espacial en
oposición a la mutua amenaza nuclear en el pasado.

Elogió los principios de democracia, libre mercado y respeto a
las fronteras que coloca a los europeos ante unas expectativas de
integración sin precedentes, citó de pasada a Bosnia y destacó la
labor de las tropas estadounidenses en Somalia.

Clinton ratificó el respaldo de su Gobierno a la democracia en
Haití, aludió a la futura cumbre de países americanos en EEUU y
pidió al Congreso que ratifique la Ronda Uruguay del GATT.

Advirtió que la cooperación con China estará supeditada a unas
"claras señales de mejora de los derechos humanos", citó avances
en Sudáfrica y el compromiso de EEUU con una paz "amplia y
duradera" en Oriente medio.

De vuelta a los temas nacionales, Clinton dijo que no permitirá
más recortes en el presupuesto defensivo y dijo que, mientras
siga en la Casa Blanca, las fuerzas armadas de EEUU se mantendrán
como "las mejor equipadas, entrenadas y mejor preparadas para el
combate".

En la tradicional respuesta de la oposición, en este caso los
republicanos, el líder de la minoría en el Senado, Robert Dole,
reiteró las también tradicionales acusaciones de su partido hacia
los demócratas por su inclinación al gasto y la burocracia.

Cada vez con la voz más afectada y afónica, Clinton pidió en la
parte final de su discurso, la aprobación de asignaciones para
poner en la calle 100 mil nuevos policías para luchar contra la
creciente violencia en este país.

Con una mezcla de énfasis y rabia, Clinton apeló al Congreso a
aprobar una ley "inteligente y dura" contra criminales
reincidentes de manera que quienes reincidan tres veces en
delitos, pasen el resto de sus días en la cárcel.

Política exterior a segundo plano

Como ya hiciera durante su primer año en la Casa Blanca, el
presidente de EEUU, Bill Clinton, mantendrá la política exterior
en un segundo plano durante los próximos doce meses, según el
contenido de su discurso del Estado de la Unión.

A pesar de que la Casa Blanca anunció previamente que Clinton
incluiría significativas referencias internacionales, sus
comentarios de política exterior fueron mínimos, apenas dos
folios de los quince del discurso.

La reacción entre congresistas, diplomáticos europeos y
latinoamericanos ha sido más o menos idéntica: no ha sido una
sorpresa y no se esperaba otra cosa, aunque descorazona a muchos
comprobar el poco apego de Clinton con lo que pasa en el mundo.

"Con una guerra en el corazón de Europa se podría esperar más
interés de Clinton, pero la realidad es que el discurso estaba
destinado al oyente norteamericano y en este país la política
exterior no interesa", afirmó un diplomático europeo.

Las cancillerías europeas sí tomaron buena nota de las
referencias de Clinton a Rusia y su mensaje claro a Moscú: EEUU
sigue apoyando las reformas políticas y económicas, pero ello no
significa un cheque en blanco.

En su discurso del Estado de la Unión ante las dos cámaras del
Congreso, Clinton insistió en que su firme respaldo a las
reformas económicas y políticas de Rusia y de Europa del Este es
la mejor estrategia para "nuestra seguridad y construir una paz
duradera".

Agregó que mantendrá su nivel de cooperación con Rusia para
resolver los problemas regionales, a la vez que insistirá en que
"si las tropas rusas intervienen en estados vecinos, debe ser con
el consentimiento de esos países y de acuerdo con las normas
internacionales".

En su discurso, Clinton citó a Bosnia sólamente para destacar la
labor de la aviación norteamericana en las operaciones aéreas de
ayuda humanitaria, así como se refirió a la tarea de los soldados
de EEUU en Somalia y dijo que sigue apoyando la democracia en
Haití.

El pasar por alto la guerra de Bosnia es interpretado por las
cancillerías europeas como la constatación del interés de EEUU en
dejar en manos de los gobiernos de Europa la responsabilidad de
encarar la solución de la crisis, después de los portazos dados a
las gestiones del propio Clinton.

Los diplomáticos latinoamericanos y caribeños en Washington
acogieron en su mayoría el discurso de Clinton con cierta
desilusión, porque sólo citó a la región específicamente en
apenas tres líneas.

"Si no hacemos nuestra tarea -ajuste y modernización de
estructuras-, será difícil ampliar el interés de EEUU y sus
corporaciones", comentó un diplomático andino cuya opinión fue
corroborada por otro brasileño y uno centroamericano.

"Nos corresponde a nosotros -los latinoamericanos- transformar
esas tres líneas en una puerta grande", dijo, por su parte, Isaac
Cohen, director de la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL).

En el Congreso, las reacciones han sido variadas, pero hasta los
propios demócratas consideran que los comentarios de Clinton
sobre política exterior fueron muy pobres.

"Claramente, el presidente no quiso que su discurso estuviera
centrado en política exterior, en respuesta al interés de los
norteamericanos en resolver antes los problemas internos", dijo
el senador demócrata Russell Feingold.

La opinión de Feingold se vió corroborada por una primera
encuesta de la cadena de televisión "CBS" en la que una mayoría
de estadounidenses se mostró de acuerdo con las prioridades
expuestas por Clinton: reforma de los sistemas de salud y
asistencia social, y lucha contra el crimen y la violencia.

Tres de cada cuatro norteamericanos aprobaron las propuestas de
Clinton, mientras que sólo un diez por ciento se mostró contrario
a ellas.

La encuesta muestra que el 42 por ciento de los norteamericanos
están convencidos de que la economía ha mejorado respecto al año
pasado.

Ello confirma también que Clinton y la mayoría de los
norteamericanos consideran que la política exterior debe
centrarse en los aspectos comerciales para abrir mercados e,
indirectamente, crear empleos en el país. Lo demás importa menos.
(EFE) (9A)
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en Ciudad N/D

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