Quito. 01.05.93. A pesar de que el médico ya estaba familiarizado
con el caso, no podÃa salir de su asombro. La situación era harto
difÃcil, riesgosa, fuera de lo común. Y, para colmo, jamás le
habÃa tocado atender una emergencia semejante.
El quirófano era un completo alboroto. En verdad, en todo el piso
se advertÃa un ambiente de agitación inusual. Pero el mayor
jaleo, sin duda, ocurrÃa en el corazón de Mateo Carrillo, un
maestro de quÃmica que aguardaba nervioso en la sala de espera
del Hospital "Carlos Andrade MarÃn", de Quito.
Un chillido en el quirófano paralizó a médicos y enfermeras. Poco
después se escuchó otro, luego otro, y...otro más. Fueron cuatro
gemidos agudos, desesperados, que parecÃan suplicar vida. Eran
momentos angustiosos, dramáticos. Sin embargo, en pocos segundos
la tensión se transformó en felicidad: Rita Viteri, una quiteña
de 26 años, habÃa traÃdo al mundo a cuatro preciosas nenas: MarÃa
Belén, MarÃa Estéfani, MarÃa José y MarÃa Cristina Carrillo
Viteri. La familia, hasta entonces de tres miembros -incluido el
pequeño Fernando-, llegaba a siete en algo más de una hora.
La madre y las niñas fueron atendidas por un equipo de pediatras,
residentes y enfermeras supervisado por los especialistas Vicente
Jiménez y Stephen Contag. Aunque también, meses atrás, habÃan
tenido la ayuda del doctor Marcelo Sáenz quien tuvo que tratar a
la madre de una anemia feroz.
Rita cuenta hoy que nunca esperó tener cinco hijos y, menos aún,
cuatro en un solo parto. Afirma que no se sometió a ningún tipo
de tratamiento y que jamás utilizó anticonceptivos. Luego de
escuchar a los galenos, explica su caso basándose en un hecho
hereditario: su madre y sus tÃas tuvieron gemelos. En la rama
familiar de su esposo Mateo, sin embargo, no se han registrado
alumbramientos múltiples.
"No lo podÃamos creer. Supimos que serÃan cuatro solo un mes
antes de que nazcan. Mi vientre era normal, todo era normal",
recuerda Rita. No obstante, confiesa que en alguna ocasión sÃ
tuvo el presentimiento de que pudieran ser dos bebés.
Pero como no todo es completo en la viña del Señor, junto a la
alegrÃa vino la preocupación: repentinamente su papel de madre se
multiplicaba por cuatro. Las bellas MarÃas convirtieron la vida
de Rita y Mateo en un universo de emociones, malas noches y dÃas
difÃciles. "Ahora trabajamos inclusive los fines de semana.
Tenemos que alimentar, vestir y educar a cuatro seres más. Cuando
nacieron recibimos la ayuda de varias empresas, pero ya no es asÃ
y debemos buscar la forma de salir adelante. Mis hijas son las
más lindas del mundo", dice orgullosa mientras lucha por sujetar
a dos MarÃas. Las otras dos. entretanto, bailan frente a la
grabadora. "Todo el tiempo están bailando", comenta Rita.
Tres de las MarÃas son idénticas; la cuartas y sonreÃrle a la
madre y a Carmita, una chica que la asiste en el cuidado de las
niñas.
Para Rita, completar de esta forma su papel de madre ha sido una
experiencia única. "En el hospital recibÃa visitas de personas
que ni siquiera conocÃa. Todos me apoyaron. Incluso hoy tengo una
gran ayuda de mis hermanas, mis cuñadas y mi madre. Cuando salgo
a la calle con las niñas, debo hacerlo con cuatro personas
mayores. Yo sola no puedo; es imposible".
En lo que no se parecen es en sus personalidades: Macristina (la
última) es la más activa; Majosé la más fuerte; Maestéfani la más
tierna y Mabelén la más malgenio. Las cuatro adoran las galletas.
Afortunadamente Rita no tiene la constitución fÃsica ni las ganas
de igualar la "hazaña" de la rusa Nita Vassileyev, quien en 27
partos dio a luz 16 pares de mellizos, 3 grupos de trillizos y 4
de cuatrillizos, llegando a completar nada menos que 69 vástagos
y, con seguridad, un millón de problemas.
LA FECUNDIDAD Y LA ESTADISTICA
La primera encuesta de fecundidad realizada en el Ecuador (1965),
reveló que el promedio de hijos de madres comprendidas entre los
15 y los 49 años, era de 7,1. Hoy, luego de 28 años, esa cifra se
ha reducido a 3,8 hijos. O sea que en tres décadas las
ecuatorianas han dejado de tener 3,3 hijos en promedio. Como
vemos, de un solo susto Rita y sus cuatro MarÃas sobrepasaron con
holgura el Ãndice de fecundidad que tienen las madres
ecuatorianas de hoy.
Las cifras de fecundidad están estrechamente relacionadas con la
edad, la condición económica y el nivel de educación. Por ello es
mejor no topar el tema pues requerirÃa de mucha tinta y espacio.
Sin embargo, es importante mencionar algunas estadÃsticas.
En la sierra ecuatoriana, haciendo un promedio de las zonas
urbanas y rurales, las madres que más descendencia tienen están
en la provincia de BolÃvar con 8,52 hijos, y las que menos tienen
están en Pichincha con 3,42. En la costa, las madres de
Esmeraldas están a la cabeza con 6,11 hijos, y las que menos
tienen viven en Guayas con 3,72. En la región oriental, las mamás
de la provincia de Pastaza llegan a 5,47 hijos, mientras que las
de Morona Santiago alcanzan los 6,99 hijos en promedio.
En Centro y Sudamérica (1992) las madres que menos veces dan a
luz son las de Uruguay con 2,3 hijos en promedio.
Las que más hijos tienen son las de Bolivia con 5,8, seguidas por
las de Guatemala (5,4), Nicaragua (5,1) y Honduras (5,0). El
promedio de la región es de 3,3 hijos por madre.
Catón Olmedo, Jefe del Departamento de Investigación del Centro
de Estudios y Paternidad Responsable (CEPAR), dice que en Suecia,
Bélgica y Dinamarca la tasa de fecundidad es muy reducida porque
en esas sociedades "la mujer tiene otras opciones y el papel de
madre ha llegado a ser secundario". Menciona a Holanda donde se
han presentado muchos casos de mongolismo debido a la avanzada
edad de las mujeres en el momento de concebir a sus bebés. Nadie
comenta el hecho de que los padres, en el mismo momento, también
han de ser de edad avanzada.
En China sucede un fenómeno casi novelesco: "gracias" a una
disposición gubernamental -emitida hace pocos años- y salvo casos
muy especiales, ninguna mujer puede tener más de un hijo. Asà han
desaparecido hermanos, tÃos y sobrinos. Todo hace suponer que los
chinos nacidos desde que se puso en vigencia esa norma, vivirán y
morirán en completa soledad. Hoy nacen 35.100 chinos cada dÃa.
Algunas proyecciones sobre población pronostican que en el año
2050, China no será ya la nación más poblada del planeta. Su
lugar será ocupado por la India con 1.591 millones de habitantes.
Los chinos serán "apenas" 1.555 millones. Ello quiere decir que
en los dos paÃses vivirá la tercera parte de los terrÃcolas.
Y LAS FAMILIAS NUMEROSAS
Pero si se tratara de poblar al mundo de manera acelerada, la
fórmula serÃa que abunden las madres como Beatriz Cevallos Silva.
Doña Bacha tiene nada menos que 16 hijos. Su difunto esposo, el
cuencano Miguel Moscoso Tamariz, falleció el 14 de febrero de
1976, precisamente el dÃa de San ValentÃn, señalado como el del
amor y la amistad.
Doña Beatriz -igual que Rita Viteri- asegura que jamás imaginó
tener una familia tan numerosa. Narra que la única ocasión en que
todos sus hijos han estado juntos fue aquél triste 14 de febrero.
Nunca se habÃan reunido todos los hermanos pues cinco de ellos
viven en el extranjero, y cuando el mayor se ausentó del hogar,
aún no nacÃa el último.
Al mencionar el tema de la alimentación, vestido y educación,
doña Bacha abre los ojos y exclama: "ÂEra durÃsimo! Pero nunca
les faltó nada, todos son profesionales. Soy una madre muy feliz
y me siento agradecida con Dios. Tengo una familia en la que
todos se ayudan entre sÃ; mis hijos son maravillosos", dice la
prolÃfica madre que no aparenta ni de lejos haber procreado
semejante tribu. Cuenta que los primeros hijos nacieron en casa y
que los 16 partos naturales fueron atendidos por el doctor
Gonzalo Molina.
Sin duda hay madres que han tenido más de 16 hijos en varios
matrimonios; pero de una sola unión, es bastante raro. Catón
Olmedo indica que la "fecundidad natural" tope en una madre es de
15 ó 16 hijos y muy difÃcilmente se puede llegar a esa cifra. Sin
embargo, MarÃa Oliveira, de San Juan, Argentina, no parece estar
muy de acuerdo con esa apreciación: el 31 de enero de 1989, dio a
luz a su hijo número 32, en perfectas condiciones.
Hablar, en cambio, de madres precoces, es en verdad delicado. En
el Ecuador, casi prohibido. Los datos -por orden de los padres-
permanecen en los centros médicos en absoluta reserva. No
obstante, se sabe que en las maternidades de Quito y,
especialmente, en Guayaquil, han existido casos de niñas-madres
de 13 y 14 años de edad, casi siempre como producto de
violaciones. En las zonas rurales de la Costa y la Sierra, el
número de madres adolescentes es alarmante, y a nadie sorprende
que chicas de 16 ó 17 años ya deban cuidar a dos y hasta a tres
hijos.
La función de madre es, indudablemente, una difÃcil tarea que
dura toda la vida. Las madres están presentes en todo momento, en
las buenas y en las malas, desde el inicio de nuestra existencia.
No en vano la primera palabra que pronunciamos es "mamá". En la
escuela, la redacción preferida de los maestros de gramática es
"A la madre". Y en el hogar, no se cuantas veces habremos
escuchado la frase "dile a tu madre".
Ciertamente las madres mueven al mundo. Son lo más cercano, lo
más amado. Por ello, injustamente, se utilizan hasta para
ofender, para herir a alguien: "Hijo de mala madre" y "puta
madre", son expresiones ofensivas corrientes. Nunca he oÃdo decir
"hijo de mal padre" o "puto padre", por ejemplo. Pero ellas
también son fuente de inspiración y tema de poemas, cuentos,
novelas y pinturas. Y hasta de obras de teatro como una que
acabamos de ver en Quito: Casa Matriz. También son sÃmbolo de
lucha como las Madres de la Plaza de Mayo, en Buenos Aires. Y
pretexto de piropos como cuando en la calle los galanes de acera
murmuran "mamacita", "mamita mÃa" al primer churro que pase por
delante.
Se ha establecido que mayo sea el mes de las madres y eso está
bien, aunque muchos no estén de acuerdo con esa tradición pues
prefieren pensar en las madres cada hora, cada minuto de toda la
vida Justamente ahora mismo estoy pensando en una que ..jaaayy mi
madre!
*FUENTE: Texto tomado de REVISTA DINERS (p.22-26)
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Publicado el 01/Mayo/1993 | 00:00