Washington. 24.09.94. Hace unos dÃas un juzgado en el estado de
Washington pronunció un dictamen que pareciera salir directamente
de un cuento de Gabriel GarcÃa Márquez. El juez Thomas Zilly
suspendió la ejecución en la horca de un asesino. En su
argumento, Zilly dijo que por el peso de 200 kilos, el condenado
podrÃa quedar decapitado. En la opinión del juez, este serÃa "un
atentado contra la más elemental dignidad humana".
Lo extraño es que un argumento idéntico fue usado por el ex
presidente Jimmy Carter para justificar el acuerdo que firmó con
la junta militar haitiana, que permite al general Raoul Cedrás y
a otros lÃderes acusados de genocidio permanecer en el paÃs.
Según Carter, obligar a los dictadores al exilio, "hubiese sido
una seria violación de los derechos humanos".
Muchos encuentran inexplicable como el ex presidente pudo llamar
a Cedrás un hombre "honorable", pasando por alto el hecho de que
el presidente Bill Clinton habÃa denunciado a "ese ciudadano" y a
sus secuaces como un criminal responsable de torturas,
violaciones y de miles de muertes durante los últimos tres años.
Estos elementos se añaden al hecho de que el acuerdo alcanzado
por Carter para evitar la invasión que Clinton planeaba para
derrotar a la junta encabezada por Cedras, no dio como fruto la
estruendosa victoria polÃtica que tanto ansiaba la tan golpeada
Casa Blanca, por lo menos en lo inmediato.
La euforia del domingo pasado cuando Clinton y otros funcionarios
se presentaron en la televisión para anunciar el éxitoso
desenlace de la misión de Carter, acompañado por el ex jefe del
estado mayor, el general retirado Colin Powel y el senador
demócrata Sam Nunn, se esfumó en 48 horas.
La causa de la frustración de la Casa Blanca estuvo parcialmente
reflejada en los titulares de los mayores periódicos, todos los
cuales coincidÃan con el Washington Post que el marte proclamaba,
"Militares haitianos colaboran con fuerzas de EEUU," mientras que
ya el dÃa siguiente los estribillos lamentaban, igualmente en
unÃsono, "PolicÃa haitiana ataca a muchedumbre mientras tropas
estadounidenses no hacen mas que mirar".
Un aspecto sorprendente de los incidentes violentos del martes es
que aparentemente tomó por desprevenido a los militares tanto
como a los medios de información. Es que ya se olvidaron que algo
semejante ocurrió en Panamá poco después del desembarco de las
tropas estadounidenses en diciembre de 1989 cuando se produjo el
saqueo de las tiendas en la VÃa España?
Las órdenes iniciales emitidas a las fuerzas que invadieron
Panamá fueron que el ejército de EEUU no debÃa inmiscuirse en lo
que el Pentágono consideraba "un asunto para la policÃa local",
igual a las órdenes dadas a las tropas en Puerto PrÃncipe el
lunes pasado. En forma idéntica a la experiencia panameña, el dÃa
siguiente las órdenes fueron cambiadas para evitar futuros
disturbios -pero el daño a la imagen de Washington ya se habÃa
producido.
En los EEUU, pocas horas después del anuncio del acuerdo
negociado por Carter, las reacciones se polarizaron. Para unos,
fue un brillante golpe táctico, que a última hora evitó el
derramamiento de sangre; para otros, Carter fue vÃctima de la
argucia de los militares haitianos que se negaron a cumplir los
acuerdos de la Isla de Gobernador, negociados con las Naciones
Unidas y la Organización de los Estados Americanos en octubre del
año pasado.
El diputado demócrata Kweisi Mfume, presidente del grupo de
congresistas negros que presionó a Clinton para que adopte una
posición más enérgica ante Cedrás dijo que estaba "muy
satisfecho" . Pero el senador demócrata Tom Harkin denunció el
acuerdo diciendo "tenÃamos todas las cartas en la mano y perdimos
el juego. Antes de la negociación de Carter ibamos a entrar a
lado del pueblo haitiano, ahora entramos a lado de los
militares".
La crÃtica en la prensa también cobraba fuerza, tanto en los
medios conservadores como liberales. El columnista sindicado
Charles Krauthammer de tendencia conservadora, pregunta que si
Cedrás tiene sentimientos tan nobles y es tan honorable como
dicen Carter y Powell, "porque estamos arriesgando 15 mil vidas
estadounidenses para sacar de entremedio un hombre motivaciones
tan elevadas?
Jim Hoagland, experto en asuntos internacionales del periódico
liberal Washington Post, se muestra igualmente perplejo ante la
caracterización por Carter del jefe castrense haitiano "no como
el Sadam Hussein del Caribe sino como un hombre dedicado a su
familia cuya dignidad y cuyo honor debÃan ser defendidos en el
acuerdo".
Es necesario destacar, sin embargo, que cuando el ex presidente
Carter se involucra en sus ya legendarios ejercicios de mediación
y meditación no hay que olvidar al Carter evangelista. Eso
explica también la insólita invitación que fuera a Atlanta a
pronunciar un sermón en la Iglesia bautista del ex - presidente,
de acuerdo a la transcripción de la conversación publicada en Los
Angeles Times.
No puede haber duda de que estos gestos pacifistas de Carter
están marcados de una profunda fé religiosa, como lo demostraron
sus incansables esfuerzos por lograr los dos mayores triunfos de
la polÃtica exterior de su gobierno (1976-1980) -el acuerdo de
Camp David entre Israel y Egipto y los tratados que le devuelven
la soberanÃa del Canal a Panamá. Por otro lado, es comprensible
su frustración al haber sido nombrado cinco veces para recibir
el Premio Nobel de la Paz, sin lograrlo.
Con esos antecedentes fácilmente se entiende porque Carter se
entrega por entero a promover la mediación y a formar los equipos
de observadores civiles internacionales para "garantizar"
elecciones libres. Ambos se han convertido en temas centrales del
Centro Carter de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia,
creado por el ex presidente precisamente con el fin de poder
seguir influyendo en la polÃtica nacional e internacional. El
centro también ha logrado establecer un programa de reuniones de
ex jefes de estado, diplomáticos y académicos interesados en el
estudio de los problemas económicos y polÃticos de América
Latina, reuniones que el han dado más renombre en el mundo
polÃticos que en el académico.
LA LECCION DE PANAMA
Un aspecto sorprendente de los incidentes violentos del martes es
que aparentemente tomó por desprevenido a los militares tanto
como a los medios de información. Es que ya se olvidaron que algo
semejante ocurrió en Panamá poco después del desembarco de las
tropas estadounidenses en diciembre de 1989 cuando se produjo el
saqueo de las tiendas en la VÃa Europa ?
Las órdenes iniciales emitidas a las fuerzas que invadieron
Panamá fueron que el ejército de EEUU no debÃa inmiscuirse en lo
que el Pentágono consideraba "un asunto para la policÃa local,"
igual a las órdenes dadas a las tropas en Puerto PrÃncipe el
lunes pasado. En forma idéntica a la experiencia panameña, el dÃa
siguiente las órdenes fueron cambiadas para evitar futuros
disturbios, pero el daño a la imagen de Washington ya se habÃa
producido. (12A)
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Publicado el 12/Septiembre/1994 | 00:00