Madrid. 19.07.93. Negocian con ellos como si de una mercancía
cualquiera se tratara. Su precio -establecido según criterios
de "calidad"- oscila entre los 50 dólares entregados al
vendedor y los 20.000 exigidos al comprador. Los principales
países exportadores -Argentina, Brasil y México- nutren y
abastecen a Estados Unidos y Europa. No se trata de drogas, ni
de armas; ni siquiera de prostitución o trata de blancas. Son
niños. Miles de menores procedentes de América Latina son
vendidos al mejor postor y adoptados ilegalmente, y -en el más
espeluznante de los casos- asesinados para traficar con sus
órganos.

La impunidad con la que se cometen tales delitos -en muchos
países se estima que hay miembros de la Administración
implicados en las redes de tráfico- hace que resulte
prácticamente imposible establecer cifras exactas. Se calcula
que cerca de 20.000 niños desaparecen al año en México, 4.000
son "exportados" en Brasil, 2.000 en Colombia, 500 en
Argentina, 800 en Perú y Chile, 300 en Guatemala... Cifras
que, para muchos, no son más que la punta del iceberg de tan
lucrativo e inmoral negocio.

Vendedores, compradores e intermediarios son los tres vértices
del triángulo. "En Argentina la pobreza sustenta el tráfico de
bebés -afirma el juez Luis Fernando Niño, asesor de un centro
de protección de menores-. Las investigaciones demuestran que
la mayoría de los vendedores son madres y padres que no
consiguen cubrir sus necesidades básicas. La pareja compradora
siempre tiene un nivel económico y afectivo superior. Además,
las trabas en las adopciones legales y las facilidades para
registrar como propio un niño ajeno, favorecen el comercio de
bebés. Por supuesto, este sistema no prosperaría si no
participasen en la operación médicos, enfermeros, parteros,
abogados y funcionarios policiales y judiciales".

Las motivaciones de las partes del negocio son muy diferentes,
Los intermediarios cifran en dólares la vida de los niños. A
los vendedores -madres solteras, familias destrozadas por la
guerra, el hambre y las enfermedades...- los impulsa a la
pobreza y la incapacidad por mantener a más hijos. Los
compradores, cansados de aguardar en las interminables listas
de espera de las agencias legales de adopción, optan por
acudir al mercado ilegal convencidos de la bondad de sus
intenciones, Los médicos, psicólogos o políticos que han
investigado el problema del tráfico de niños explican los
problemas que encuentran para dialogar con los padres
compradores. En general, son personas que se sienten bien
intencionadas porque ayudan a vivir dignamente a un niño
condenado a la pobreza y se muestran sorprendidas cuando se
les advierte sobre el delito que significa traficar con bebés.

El caso emblemático es el de las parejas que han probado todos
los métodos para resolver la esterilidad de alguno de los dos
cónyuges y deciden inscribirse en una de las listas de espera
para adoptar legalmente una criatura. Hartos de aplazar su
paternidad, siempre aparece alguien que les sugiere el nombre
de un médico o una enfermera de una clínica donde se venden
niños. Como cualquier otro objeto en venta, todos los datos de
los vendedores están clasificados en carpetas: edad, raza,
profesión, religión, enfermedades hereditarias... Una vez
elegida la pareja, la clínica se hace cargo, a la hora del
nacimiento, de hacer constar que el recién nacido es hijo de
la mujer compradora y que el parto sucedió en esa institución.

En el libro "Cómo adoptar niños desde América Latina" se
recomienda a Argentina, Chile y Costa Rica como exportadores
de raza blanca. En Argentina, el 90 por ciento de la población
desciende de europeos, de modo que sus bebés rubio y de ojos
azules están muy solicitados. A diferencia de otros países de
América Latina, con un alto crecimiento demográfico, Argentina
tiene un incremento de población semejante a los de Europa. De
modo que por cada niño en adopción siempre hay una larga lista
de espera para conseguirlo. "Argentina está íntimamente ligada
a este comercio -dice Asbjorn Eide, que investiga para
Naciones Unidas el tráfico, la esclavitud y la prostitución
infantil-. De allí salen cada año cientos de niños que son
vendidos para luego ser adoptados en forma ilegal en países de
Europa Occidental".

En ese país, una madre acuciada por los problemas económicos
puede recibir entre 50 y cien dólares por su bebé, Los
compradores pagarán por él 20.000. De un total de 74
entrevistas realizadas sobre casos concretos de venta, se
constató que tan sólo en 20 casos hubo alguna retribución
económica para la madre. En 12 de ellos se le pagaron los
gastos clínicos del parto. En cambio, todos los intermediarios
cobran por sus servicios: médicos, enfermeras, parteras, la
clínica, y hasta abogados y policías judiciales.

Argentina, sin embargo, es el único país de América Latina que
ya ha sufrido anteriormente robos de niños y adopciones
ilegales, Las abuelas de la Plaza de Mayo llevan años
reclamando a los 400 niños desaparecidos durante la dictadura
militar, secuestrados junto a sus padres o nacidos en
cautiverio en los campos de concentración clandestinos. Muchos
de esos niños fueron criados como propios por los asesinos de
sus padres. Unos 40 ya fueron restituidos por la Justicia a
sus parientes legítimos, Otros, como los mellizos Miara -
criados por un ex torturador actualmente preso por integrar
"la banda de los comisarios", que siguieron secuestrando en
los primeros años de la democracia a poderosos empresarios,
especialmente a los de origen judío- siguen viviendo con la
mujer del comisario. Aunque un juez ya ha ordenado que los
mellizos recuperen el nombre de sus padres, una pareja
desaparecida.

Meses atrás, la Policía utilizó una pareja de compradores
falsos como señuelo para desbaratar una banda de brasileños
que robaban niños en Sao Paulo y luego los vendían en
Argentina. Se cree que el tráfico de bebés en Argentina tiene
su centro de operaciones en Brasil.

En El Salvador, y por denuncias de las madres, se han
descubierto redes de tráfico de menores que recurren a engaños
o directamente al robo de recién nacidos, que son criados unos
meses antes de enviarlos al extranjero en "casas de engorde" -
como ya las denomina la prensa local-. Aunque también es
habitual que las madres vendan a sus hijos. Ese es el caso de
Florentina Cenon Sánchez, de 36 años. Mientras ultimaba la
venta de su bebé en una esquina, los llantos del niño
alertaron a la Policía que procedió a la detención de la
madre. Se descubrió que la mujer padecía problemas
psicológicos y estaba sin empleo.

En Ecuador y Colombia también se han desmantelado
organizaciones dedicadas a la compraventa de bebés. En Quito,
los niños eran comprados en los mercados por cifras que
oscilaban entre los 5.000 y los 20.000 sucres (entre 10 y 40
dólares) y dos abogados colaboraban en la tramitación de la
adopción y la salida del país. En Bogotá, las autoridades
llegaron a encontrar álbumes de fotografías en los que
aparecían de cenas de niños junto a los que supuestamente eran
sus padres adoptivos.

En todo este entramado de compraventa e ilegalidad, no han
faltado ni la picaresca ni la imaginación. Hay numerosos
sistemas para conseguir niños. Existe uno, más sofisticado y
laborioso, que consiste en la "contratación" de una joven que
se ha quedado embarazada. Le dan un anticipo del dinero que
recibirá con la venta del bebé; supervisan su gestación y se
le proporciona alimentación y atención médica hasta que llegue
el momento de dar a luz.

Es un mecanismo muy similar al que se utiliza en México, donde
las agencias ilegales "subvencionan" a las embarazadas con
cantidades que oscilan desde los 100 a los 150 dólares
mensuales durante la gestación. Una vez nacido el niño se
hacen cargo de él o bien siguen pagando a la madre parra que
lo amamante hasta que se entregue la criatura a los
compradores. Los niños mexicanos llegan a alcanzar en Estados
Unidos -las ciudades fronterizas de Tijuana y Ciudad Juárez
son las principales sedes del tráfico infantil organizado- el
precio de 20.000 dólares. El negocio está asegurado: los
gastos por la compra original y la manutención no suelen
sobrepasar los 1.200 dólares.

El país azteca, además, carece de un sistema de identificación
de los recién nacidos, con lo que eso supone de facilidad e
impunidad para quien quiera robar o secuestrar un bebé. Los
niños pueden tardar dos o tres meses en ser registrados, lo
que facilita que una pareja ajena al recién nacido lo adopte
más tarde como propio sin otro esfuerzo que comparecer con un
par de testigos ante cualquier juzgado.

Incluso en Estados Unidos, donde desaparecen 4.600 niños cada
año, se ha recomendado a los padres que registren las huellas
dactilares y otros datos fundamentales de sus hijos, ya que
tampoco existen fichas de identidad excepto para los que han
sido detenidos por la Policía. En 1986, la primera Conferencia
Nacional sobre Niños Desaparecidos y Explotados logró, a
través de una campaña, tomar las huellas dactilares de diez
millones de niños.

Estados Unidos utiliza un curioso método para intentar
localizar a sus menores desaparecidos, ya que la Policía
federal, el FBI, sólo investiga entre 200 y 300 casos al año,
casi siempre relacionados con crímenes en serie cometidos por
maníacos asesinos. Los cartones de leche, las bolsas de
supermercados, las facturas de servicios públicos y la
publicidad por correo incluyen las fotos de innumerables niños
desaparecidos. El caso más espeluznante sucedido en Estados
Unidos -país que, por otra parte, siempre suele aparecer como
receptor de criaturas- fue el de Georgia Tann. Entre los años
40 y 50 robó más de 5.000 bebés de madres solteras o en graves
apuros económicos para revenderlos a matrimonios estériles.

Hay muchas fórmulas para satisfacer los deseos de este tipo de
parejas. Incluso disfrazadas de legalidad. Este sería el caso
de la madre soltera que se interna en una clínica para tener
su hijo y en ella -a través de médicos y enfermeras- se
produce la "donación". Otra vía es que ingresen en la misma
clínica, y en el mismo momento, la madre embarazada y la
futura compradora. En este caso se puede registrar una muerte
falsa del bebé recién nacido, que luego se inscribe legalmente
con el apellido de la compradora.

Las agencias internacionales ilegales se valen, en muchos
casos, de una madre dispuesta a abandonar a su hijo, y una
serie de informes sobre el presunto abandono y la
imposibilidad de manutención. El niño quedará entonces "en
custodia" de una pareja, hasta que el juez, en algunos casos
de buena fe, otorga el niño a ese mismo matrimonio. Así se
legitima la tenencia del bebé que poco tiempo después sale del
país con sus padres adoptivos. En este caso, la pareja
extranjera llega hasta el país para recoger al niño y luego
regresa a su lugar de origen con él. En otros casos, las
mismas agencias se encargan de sacar al bebé de su país hasta
entregarlo a los padres.

Algunas agencias internacionales legales han estado bajo
sospecha de encubrir el tráfico de menores. Alternatief
Adoptieplan es una organización radicada en Holanda cuyos
integrantes se presentan con una tarjeta con los colores de la
bandera argentina, azul y blanca, en la que además se leen la
dirección y el teléfono. Consultados sobre sus actividades,
explican: "Ofrecemos un plan de ayuda para niños y jóvenes de
hasta 21 años para que familias que cumplan con determinados
requisitos puedan ayudarlos". Advierten que la organización no
esconde nada y que existe desde 1950, durante la guerra de
Corea, cuando comenzaron a buscar padres adoptivos para los
niños huérfanos de la guerra. Sin embargo, en Argentina se
sospecha que la organización tiene contactos especiales que le
facilitan la salida de menores hacia Europa.

La organización afirma que trabaja con niños del Tercer Mundo,
y exigen que por carta se les envíen los datos personales y
económicos de los interesados en adoptar un menor. Después, se
ponen en contacto con la pareja seleccionada. Por supuesto,
los niños preferidos son los argentinos, chilenos o uruguayos
por sus ascendentes europeos. Alternatief Adoptieplan
constata, también, que los futuros padres nunca viajan a
buscar a sus chicos. Ellos se encargan de todo: consiguen la
documentación y la autorización para sacar a los jóvenes del
país.

Pero no siempre el destino final de los menores es el seno de
una familia adoptiva. Se han descubierto casos de bandas que
secuestran a niños y los utilizan para la prostitución, la
pornografía o la mano de obra barata. En el peor de los casos
los menores desaparecen a manos de una red ilegal de tráfico
de órganos, como la que se detectó en Honduras hace apenas dos
años.

Diversas fuentes aseguran que, en Estados Unidos, los órganos
vitales procedentes de niños mexicanos alcanzan en el mercado
un precio de hasta 75.000 dólares. Las autoridades
norteamericanas han negado categóricamente que exista tal
comercio, a pesar de las denuncias que se han multiplicado en
América Latina en los últimos diez años por parte de las
distintas organizaciones humanitarias.

Hace dos años, Amnistía Internacional advirtió que el
exterminio de niños en Brasil podría tener el móvil macabro de
la venta de órganos para trasplantes en los países
desarrollados. El sacerdote dominico Paul Barruel, que trabaja
en los barrios obreros de Sao Paulo, ha denunciado que muchos
de los niños que aparecen asesinados tienen sus cuerpos
mutilados. El religioso sospecha que existe una conexión
directa entre la venta de órganos para trasplantes y la
pujanza que está alcanzando el negocio del tráfico de niños.
Barruel manifiesta que Brasil emitió en seis años 9.135
visados para niños que supuestamente fueron adoptados en
Italia, pero en ese país los registros muestran que sólo
ingresaron mil.

La publicación británica Latinoamérica Newsletter cita a Renne
Bridel, de la Asociación Internacional de Juristas para la
Democracia, quien asegura que la mayoría de las solicitudes de
adopción se origina en Nápoles y tiende a insistir en detalles
médicos como el grupo sanguíneo y el estado de ciertos
órganos. Luis Armando Bambarán, obispo de Chimbote (Perú),
confirmó a esa misma revista que los niños pobres y lisiados
están siendo asesinados para vender sus órganos y prometió que
la Conferencia de Obispos de América Latina investigaría esas
denuncias.

América Latina es el caldo de cultivo perfecto, con sus 60
millones de niños indigentes, para alimentar este lucrativo
comercio. En Brasil, cerca de 36 millones de niños viven en la
absoluta miseria, 25 millones de los cuales padecen
desnutrición crónica; la calle es el hogar de siete millones
de ellos. En Argentina, un millón de niños tienen las
necesidades básicas insatisfechas. En Centroamérica, se eleva
el número a tres millones entre víctimas infantiles de la
guerra, niños desaparecidos, huérfanos, heridos y desplazados
de sus hogares. En Guatemala, una quinta parte de los
desplazados son menores de cinco años. Son niños demasiado
desvalidos, sin protección frente a adultos sin escrúpulos.

El tráfico de niños continúa impune, aunque existen algunas
iniciativas para intentar erradicarlo o al menos impedir su
avance. En Argentina, el Senado ha comenzado a debatir la ley
que castigará el robo de bebés y sancionará el abandono y el
cambio de identidad del menor. Pero este problema es
irresoluble si no se cuenta con la participación y el apoyo de
todas las naciones. Si no es así, todo parece indicar que este
macabro e indignante negocio seguirá engordando el bolsillo de
quienes sólo calculan el valor de una vida humana en dólares.

*FUENTE: Texto tomado de CAMBIO 16 N§1130 (p.10-15)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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