Quito. 19.05.93. La tasa de inflación de los últimos dos meses ha
generado serias dudas acerca de la factibilidad de que se alcance
la meta perseguida por el Gobierno, esto es, reducir el
crecimiento de los precios a menos del 30 por ciento anual para
finales de l993. Esta percepción se ha reforzado en las últimas
semanas ante los conflictos surgidos al interior del Gobierno,
que amenazan la permanencia del equIpo económico y, con ello, la
estabilidad de la política económica vigente desde septiembre del
año anterior.

El "Plan Macroeconómico de Estabilización" dio buenos resultados
durante los seis primeros meses de su ejecución. La inflación se
desaceleró violentamente a partir del tercer mes; las reservas
internacionales se incrementaron en forma rápida; las tasas de
interés cayeron sostenidamente; y la actividad económica se
redujo menos de lo esperado.

Tres elementos contribuyeron decisivamente en este resultado: la
severa austeridad fiscal, el establecimiento de un "ancla"
cambiaria y, sobre todo, la credibilidad de los agentes
económicos en la bondad de la política económica. El primero de
estos elementos redujo la demanda interna y dio una señal clara
de que el gobierno se ponía a la cabeza del ajuste.

La estabilidad y tendencia a la baja del tipo de cambio
permitieron romper la inercia inflacionaria enraizada en a
economía ecuatoriana en los últimos cinco años, que alimentaba
inflaciones mensuales en promedio superiores al 3.5 por ciento.
Es un hecho que variaciones en el tipo de cambio y en los precios
están íntimamente ligadas en el largo plazo. Como consecuencia,
se generó un ambiente de confianza y credibilidad en el éxito del
programa de estabilización, sobre todo, luego de que en noviembre
y diciembre la inflación fue menor que l.5 por ciento en
promedio, o que condujo a los agentes económicos a tomar sus
decisiones en base a una inflación esperada coherente con la meta
propuesta por el gobierno. La inflación anualizada mes a mes (en
base a los últimos tres meses) convalida el cambio de las
expectativas ante la variación en la tendencia de incremento de
los precios en a primera parte de l993 con respecto a l992 (ver
gráfico)

Por qué, entonces, se aceleró la inflación en marzo y abril a
2.97 y 3.63 por ciento respectivamente? al menos dos factores
podrían haber incidido en este resultado. En primer lugar, los
aumentos salariales que entraron en vigencia a comienzos del años
serían incompatibles con la meta de inflación propuesta. En
segundo lugar, y más importante, la expansión monetaria en el
primer trimestre determinó una caía demasiado rápida de las tasas
de interés. Esta situación, sumada a a baja rentabilidad en
divisas, estimularon el consumo más allá de lo deseado, y esto se
reflejó en un mayor incremento de los precios. Esta mayor
demanda no reflejó por ejemplo en el crecimiento de las
importaciones de bienes de consumo, que fue de un 57 por ciento
en el primer trimestre de este año. Hoy estamos en una segunda
etapa del programa de estabilización en la que se requiere
consolidar y agudizar la desaceleración del crecimiento de la
inflación. Lastimosamente, los grados de libertad son menores
ahora. A diferencia de lo que ocurrió después del 3 de
septiembre, el ajuste fiscal necesita de nuevas subidas de los
precios de los bienes y servicios públicos; el tipo de cambio
muestra una tendencia hacia el alza, con lo que dejó de servir
como "ancla" al menos parcialmente, en la lucha contra la
inflación; lo que es más grave, la credibilidad se ha venido a
menos por las razones políticas que son de dominio público, y por
la falta de habilidad para llevar adelante importantes reformas
estructurales que consolidarían el proceso de estabilización. En
estas circunstancias, y a diferencia e lo que ocurría
anteriormente, el peso del ajuste deberá recaer fundamentalmente
en la política monetaria, cuya restricción irremediablemente
estimular una nueva subida de tasas de interés, y con ello, una
contracción de la demanda y le la actividad económica en general.
En esta perspectiva, y tomando en cuenta que la inflación en los
cuatro primeros meses del año fue del 12 por ciento, es muy
difícil que se logre reducir la inflación a menos del 30 por
ciento al final del año. en un escenario optimista, podríamos
esperar una inflación del orden del 35 por ciento, y esto siempre
y cuando se restablezca la credibilidad. Atentan contra este
resultado, además, el mal manejo de los ajustes en los precios de
bienes y servicios públicos, puesto que su anuncio provocó en
este mes de mayo una ola especulativa que ha exacerbado el
aumento de los precios. En junio se reflejarán en precios los
aumentos de teléfonos y electricidad y, posiblemente en julio, se
sentirán los efectos de un aumento de los combustibles.

Por ahora el país ha quedado defraudado con lo que ha ocurrido en
las últimas semanas. Si bien ha habido errores de manejo
económico, quizás ha sido más grave la incapacidad para tomar
decisiones que se ha evidenciado al más alto nivel, tomando en
cuenta que éstas no son las últimas que se habrán de tomar. Los
costos de esta situación, en caso de que ella persista, pueden
ser altos. Las empresas podrían reducir la poca inversión que ha
existido hasta ahora, los individuos preferirían ahorrar en
divisas y no en sucres, y las reformas estructurales. incluyendo
el proceso de privatizaciones, podrían no dar los frutos
esperados dado el clima de incertidumbre que se vive. En esta
perspectiva, hasta la mejor política económica podría fracasar, y
no sería de extrañarse que los mismos técnicos del gobierno
empiecen a cuestionarse sobre la utilidad de su presencia en
puestos de tanta responsabilidad. Ojalá que nada de esto
ocurriera.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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