La Paz. 06.06.93. Los bolivianos mayores de 21 años acudirán el
domingo a las urnas por tercera vez en más de un decenio en el
que la democracia se consolidó en gran parte, pero ahora debe
probar para qué sirve en uno de los países más pobres de América.

Tal es en síntesis la expectativa, no sólo del ciudadano de a
pie, sino también de los candidatos a los máximos puestos de
conducción, que no han dejado un momento de prometer soluciones.

Empleo, mejores salarios, acceso a la salud y agua potable,
reforma de la educación fueron sin duda las palabras claves en
tres meses de ardua campaña electoral.

El próspero empresario Gonzalo Sánchez de Lozada, candidato
presidencial por el principal partido de oposición, el Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR), lo ha dicho sin ambages en una
reunión con corresponsales extranjeros: la pobreza ya "no es
soportable en la dimensión que tiene en Bolivia" y "queda muy
poco tiempo" para evitar situaciones vecinas (Sendero Luminoso en
Perú).

Su principal contrincante, el candidato oficialista Hugo Banzer,
de la coalición Acuerdo Patriótico, tampoco se quedó corto en las
advertencias.

Para Banzer "ya no se puede esperar". Hay que "actuar ya" para
hacer frente a las deficiencias seculares en materia de salud y
de educación.

En realidad, la pugna entre estos dos candidatos se centra en
cómo conseguir recursos para financiar la mejora social del país.
Sánchez de Lozada privilegia la inversión privada y espera que la
actividad que ésta genere "rebalse" en mejoramiento social.
Banzer, en cambio, propone lisa y llanamente la venta de la
propiedad estatal y dedicar los recursos al área social.

Con menos tecnicismos pero más sonoridad, otros dos partidos a
los que se asigna posibilidades importantes, también han enfocado
su artillería electoral hacia las mayorías marginadas. Son Unidad
Cívica Solidaridad y Conciencia de Patria, de muy reciente
creación y a los que se denomina "populistas".

Su surgimiento y la clientela política que han captado expresan
precvisamente, según muchos analistas, las tareas incumplidas por
la democracia en Bolivia: la necesidad de terminar con la
marginación política de las grandes mayorías indígenas, el
abandono en que viven las masas de trabajadores informales, la
necesidad urgente de atender carencias seculares.

El Movimiento Bolivia Libre, que se define "de izquierda
nacional" y también puede tener una importante presencia
parlamentaria, propugna la suscripción de un "pacto nacional
contra la pobreza" como instrumento de concertación capaz de
enfrentar en forma global y concertada el principal problema del
país.

Un signo electoral de esta situación ha sido que por lo menos
700.000 personas en edad de votar no se han inscrito por falta de
cédula de identidad, según la Corte Nacional Electoral, encargada
de la organización y supervisión de los comicios.

En los últimos dos períodos de gobierno, la práctica de
importantes alianzas a nivel parlamentario, así como la coalición
que ha presidido desde 1989 el saliente presidente Jaime Paz
Zamora, han significado un paso enorme para la consolidación
democrática e institucional, en un país que ha registrado casi un
gobierno por cada uno de sus 167 años de independencia.

Tanto los observadores como la Iglesia Católica, los altos
dirigentes y hasta el más modesto hombre de la calle coinciden en
que, tras consolidarse, la democracia no puede entretenerse
"mirándose al ombligo": llegó la hora de probar que el sistema
democrático también sirve para derrotar a la pobreza.

Esa es la gran cuestión y la gran incógnita respecto de la
consulta popular del domingo, cuyos resultados indicarán la
orientación que tendrá el nuevo gobierno boliviano a partir de su
puesta en funciones, el 6 de agosto próximo. (AFP)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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