Quito. 29.06.93. Ante mí, notario trigésimo vigésimo quinto
del cantón Quito, comparecen los señores Francisco Borja
Cevallos, Felipe Burbano de Lara, Javier Ponce Cevallos, Juan
Cueva Jaramillo, Diego Araujo Sánchez, Francisco Febres
Cordero, Andrés Carrión, Martín Pallares, Alcides Montilla,
Thalía Flores y Julio Zary, todos mayores de edad y más o
menos en uso de sus plenas facultades mentales, avecinados en
esta plaza, de estado civil casados (algunos, hasta varias
veces) y periodistas de profesión (alguno, hasta sociólogo de
última data). Todos ellos manifiestan ser usufructuarios de
un espacio en la página política de HOY, que diariamente
aparece bajo un distinto epígrafe: Tijeretazos, Gorjeos,
Buhardilla, Run-Run, La Corte de Ubu, De Pipiripao, Notas
morlacas, Tingazos. Declaración juramentada a la que se suman
de agrado los vecinos de columna Simón Espinosa, Juan Pablo
Moncagatta, Susana Cordero de Espinosa, Ernesto Albán Gómez,
Claudio Mena y Jorge Ortiz.

Libre y espontáneamente, los prenombrados señores manifiestan
su voluntad de declarar que ninguno de ellos en particular ni
todos ellos en su conjunto son tenedores de papeles de la
deuda externa, aunque todos ellos en su conjunto y cada uno de
ellos en particular exhibe ante mí varios papeles que
certifican que sí son tenedores de otras deudas de desigual
monto y variado acreedor.

Adjuntan también sendos documentos que demuestran: a) no ser
entenados, viudos, yernos, hijos, primos, cuñados y más grados
de consanguinidad de todos los sospechosos de tener los dichos
papeles aunque sea, como se queja el humilde diputado Ricardo
Noboa, en un 00000001%; b) no haber sido nunca favorecidos por
los beneficios del ministro Ribadeneira, "abridor" del juego
de la deuda, por no ser ninguno de los suscritos miembros
beneméritos del Partido Social Cristiano; y c) no guardar
tampoco amistad alguna con la Teresita Minuche, razón por la
cual nadie de los firmantes es empleado de Petroecuador. Todos
ellos más otros integrantes conspicuos de la clase política,
un poco sospechosos juramentados de tener algo que ver con la
satánica deuda.

Los comparecientes aprovechan la oportunidad para decir que no
estaría mal visto un aumento en el estipendio que reciben por
su trabajo, toda vez que ninguno de ellos goza del
favoritismo del ministro Ribadeneira. (A coro, lanzan duros
epítetos contra el prenombrado secretario de Estado, que este
notario no registra en este documento, en salvaguardia de la
moral y las buenas costumbres).

Inmediatamente después toma la palabra el señor Cueva
Jaramillo y jura que debe -según documento habilitante que se
incorpora a la presente escritura pública- a su suegro el
coronel Armijos, tres letras de una refrigeradora que sacó con
su garantía de un conocido almacén, todo por un valor de
quinientos mil sucres; debe también un almuerzo en el
restaurante La Querencia a su coideario Andrés Vallejo, por
una apuesta de la Copa América, ya que el citado Cueva apostó
que Sixto era pifiado en el estadio por 6-1, y el marcador
arrojó la módica cifra de 4-0.

Por su parte el suscrito Simón Espinosa confiesa deberle unas
letritas a Bill Clinton en pago y agradecimiento por la
acogida de la que fue víctima durante el año que Asterix pasó
en meditación trascendental en el Imperio.

El señor Francisco Borja Cevallos se declaró tenedor de un
papel que contiene el autógrafo incunable de Carolina del
Mónaco obtenido en Londres, que no debe a nadie sino a sí
mismo, a su innata simpatía y su incuestionable sex appeal (de
Carolina, no del señor Borja Cevallos que, a juicio de este
notario, no tiene ninguno); para mayor abundamiento, exhibió
una foto de la prenombrada Carolina en traje de baño, que
subrepticiamente desapareció luego en manos de algún
compareciente bastante lascivo (y aunque el señor Zary juró
por su honor que él no se había apropiado de la gráfica, las
sospechas que recayeron sobre él no se desvanecieron del
todo).

El señor Javier Ponce, por su parte, manifiesta que él tiene
una inmensa e impagable deuda de gratitud con el señor
Alejandro Moreano, quien en un artículo periodístico se
refirió en términos muy elogiosos a su última novela, "El
insomnio de Nazario Mieles", y que espera que el señor Moreano
publique una nueva novela para reciprocar tantos elogios antes
a él endilgados, tras lo cual procede, embargado por la
emoción, a secarse los ojos húmedos de llanto.

Contagiados por los gemidos del señor Ponce, los demás
comparecientes prorrumpen todos al unísono en plañideras
congojas, al acordarse de sus propios papeles de deuda, motivo
por el cual este notario se ve en la dolorosa obligación de
dar por cancelada la audiencia, no sin antes lograr que
estampen al pie del documento su firma y rúbrica, de la cual
doy fe a los veintiocho días del mes de junio de este año del
Señor, en representación y por encargo expreso de los
conjurados, yo, ave de paso, pobre de solemnidad, Pájaro (5A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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