Guatemala. 18.06.93. (Editorial) Un abogado de 50 años,
nacionalistamente gustador del ron más que del whisky, amante de
la música clásica de las canciones rancheras de "los tigres del
norte", conduce un inesperado proceso de reafirmación de la
legalidad en Guatemala. Sin embargo, muchos se preguntan si esta
"primavera" durará.

El nuevo mandatario, Ramiro de León, fue elegido presidente por
el congreso el sábado 5, luego de que fracasara un golpe de
Estado del anterior mandatario, Jorge Serrano, y de que la corte
de constitucionalidad inhabilitase para gobernar a Gustavo
Espina, vicepresidente, por ser corresponsable del "autogolpe".
Durante la semana de autocracia de Serrano, la vida del propio de

León estuvo en juego, cuando debió huir precipitadamente de su
casa, cercada por tropas militares que intentaban apresarlo.
"Soy un hombre sencillo y quiero seguir siéndolo", aseguró de
León en sus primeras declaraciones como presidente electo. Pidió
entonces la crítica de los periodistas si se apartase de esa
sencillez, lo que marcó un contraste de propósitos con la
intolerancia usual de Serrano.

Dos noches después, entrevistado por la televisión, De León
aseguró que eliminaría, en sus desplazamientos por la ciudad, la
estridente escolta policial y la larga caravana de vehículos de
seguridad, porque "molestan a la población".

Añadió que sus familiares "nada tienen que hacer" en el gobierno,
lo que resalta diferencias con su ostentoso predecesor.

En su administración "el puesto de primera dama no existe",
explicó a sus compatriotas, acostumbrados a ver a la esposa de
serrano en promovidas actividades de caridad y acompañando a su
marido en ceremonias oficiales y en vistosos mensajes navideños.
Esa actitud de De León es coherente con lo que sus amigos
detectan en el: una personalidad introvertida.

Esas personas definen al también ex procurador de los derechos
humanos como un católico "extremadamente religioso", con
influencia no comprobada del conservador grupo Opus Dei.

De León ha señalado reiteradamente que su llegada a la
presidencia "no estaba en mi agenda", pero que fue colocado allí
"por obra de Dios".

El nuevo presidente dice no tolerar la violencia ni la
injusticia, amar la libertad y guiarse por su sensibilidad
social.

La reciente crisis constitucional de Guatemala fue resuelta sin
junta de generales, sin cuartelazos y sin balas, a diferencia de
la tradición de "soluciones" militares de otras crisis
nacionales.

En cambio, se produjo una unidad sin precedentes entre sectores
muy dispares: empresarios, sindicatos, universitarios y
dirigentes políticos. Empero, los mandos militares no se han
pronunciado.

Los sectores sindicales y de izquierda han dado a De León un
inicial"beneficio de la duda", aunque han advertido que habrá
protestas si el nuevo presidente no atiende los reclamos de la
población más pobre.

A su vez, la guerrilla izquierdista ha suspendido acciones
ofensivas en prueba de buena voluntad hacia el gobierno que
preside un tenaz denunciante de excesos militares cometidos
contra la población civil.

De León se ha declarado contrario al "revanchismo", pero los
izquierdistas, sectores sindicales y grupos campesinos exigen el
enjuiciamiento de Serrano, Espina y todos los involucrados en la
supuesta corrupción del gobierno anterior.

A su vez, el presidente, quien no milita partido alguno, trata de
mantener un equilibrio entre las alas dura y moderada del siempre
vigilante ejército, lo que demostró con sus designaciones dentro
de la cúpula militar.

Entre tanto, concluida la crisis política que puso en peligro su
seguridad personal, De León lamenta que, como consecuencia de esa
semana dictatorial, no pudo celebrar el cumpleaños de su esposa
con la hasta ahora infaltable serenata con mariachis. (IPS) (4A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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