Guayaquil. 25 jun 2000. Seis mil millones de sucres costó
salvataje bancario.

Analistas: Ojalá aprendamos la dura lección.

La gente exige que le devuelvan todo su dinero.

La magnitud de la crisis bancaria y financiera no tiene parangón.
Nunca antes había ocurrido que el PIB (Producto Interno Bruto) se
derrumbara de 20.000 millones de dólares en 1998 a menos de 11.000
millones de dólares en este año, según las más recientes
proyecciones del Banco Central.

El analista económico, Alberto Acosta, asegura que la banca le
costó a los ecuatorianos 6.000 millones de dólares, equivalentes
al tramo de los bonos Brady de la deuda externa.

En la Carta de Intención que se suscribió con el Fondo Monetario
se detalla que el costo fiscal del rescate bancario sería de 2.700
millones de dólares, esto es la cuarta parte del PIB
correspondiente a este año. A ese valor hay que agregarle un costo
anual de intereses de 260 millones de dólares, que es 2,4% del
PIB. En las cifras del FMI no están incluidos los créditos
subordinados.

Lo escalofriante de las cifras indigna e impide que los
ecuatorianos olviden. Por ese motivo sería bueno conocer si se
aprendió la lección que dejó la crisis financiera, si se están
tomando las previsiones necesarias para evitar que una catástrofe
de ese tipo se reedite y si se castigará a los culpables. Las
heridas aún sangran para los perjudicados del congelamiento, por
eso consideran que los recuerdos por sí mismos no sirven de nada
si no dejan una enseñanza para el futuro. Para muchos la pesadilla
sigue y difícilmente podrán olvidarla, peor perdonar a los
responsables.

La pesadilla de Nicolás
Nicolás nunca olvidará el día cuando cerró el Banco del Progreso.

No solo se congeló mi dinero sino mi vida entera, recuerda tras
relatar que es electricista y que muchas de las fábricas y
talleres para los que trabajaba bajaron el ritmo de producción,
así que mi trabajo se vino por los suelos también.

Ese solo fue el comienzo de la pesadilla; como no pagan ni los
intereses de mi dinero, llegó la recesión al hogar, el nivel de
alimentación bajó y si no hay para comer, ni se piensa en comprar
ropa.

A pesar de todo, Nicolás Brito no pierde las esperanzas. Estoy
seguro de que voy a cobrar mi dinero, tiene que ser en este año,
por eso, asegura, cuatro de los siete días de la semana sigue en
la lucha contra la AGD y los banqueros corruptos.
Una lección para nunca olvidar

Setenta años del bono de la pobreza. Cuarenta y dos años de
inversión en desarrollo agropecuario. Treinta y nueve años en
gastos de salud y desarrollo comunal. Trece años del presupuesto
de educación y cultura.

En esos lapsos y sectores se hubieran podido canalizar los 2.700
millones de dólares que costó el salvamento bancario en tiempos
del ex presidente Jamil Mahuad.

Tales comparaciones, resultado de las investigaciones realizadas
por la Dra. Wilma Salgado, se quedarían cortas si las proyecciones
de Alberto Acosta, consultor del Instituto Latinoamericano de
Investigaciones Sociales, Ildis, son certeras.

El asegura que la banca le costó a los ecuatorianos 6.000 millones
de dólares, cifra equivalente al tramo de los bonos Brady de la
deuda externa ecuatoriana, cuya moratoria fue declarada también
por el ex mandatario.

En la Carta de Intención que Ecuador suscribió con el Fondo
Monetario Internacional se detalla que el costo fiscal neto del
rescate bancario sería de 2.700 millones de dólares, esto es la
cuarta parte del Producto Interno Bruto correspondiente a este
año. A ese valor, de acuerdo al mismo documento, hay que agregarle
un costo anual de intereses de 260 millones de dólares, que
representan el 2,4% del PIB.

En las cifras del FMI no están incluidos los créditos de liquidez
y subordinados que el Banco Central entregó a las instituciones
financieras que tuvieron problemas de liquidez ni los dados a la
Agencia de Garantía de Depósitos.

La magnitud de la crisis no tiene parangón.

Nunca antes había ocurrido que el PIB (Producto Interno Bruto), se
derrumbara de 20.000 millones de dólares en 1998 a menos de 11.000
millones de dólares en este año, según las más recientes
proyecciones del Banco Central. Ni siquiera en 1987, luego del
terremoto que destruyó el oleoducto la economía decreció tanto.

Ni perdón ni olvido

Lo escalofriante de las cifras indigna e impide que los
ecuatorianos olviden. Por ese motivo ellos quieren saber si se
aprendió la lección que nos dejó la crisis financiera, si están
tomando las previsiones necesarias para evitar que una catástrofe
de ese tipo se reedite, y si dan los pasos para castigar a los
culpables.

Y es que el común de los mortales considera que los recuerdos por
sí mismos no sirven de nada si no nos dejan una enseñanza para el
futuro.

En el sector oficial la respuesta es obvia. Desde la
Superintendencia de Bancos se asegura que sí se aprendió la
lección.

Expertos en el tema no comparten el criterio e incluso algunos
aseguran que los elementos de la crisis no han sido superados.

El ciudadano común tampoco cree en la versión gubernamental y aún
no confía en el sistema financiero. Los 350 millones de dólares
que están en el denominado Colchón Bank y la fuga de 2.600
millones de dólares al exterior en el último año así lo
demuestran.

De marzo de 1999 al mismo mes del 2000, las captaciones de los
bancos privados evolucionaron de 61,6 billones de sucres a 68,5
billones de sucres, un alza de apenas 11,20% en términos
nominales, pero que implica una caída de - 69,7% en términos
reales al descontarle la inflación anual de 80,9% en ese lapso.

Influencias de grupos de presión político-económicos para
favorecer a unos y perjudicar a otros contribuyen a dificultar el
retorno de la confianza en el sistema.

La cartera vencida que tienen las empresas con la banca es otro
factor de amenaza.

A ellos se suma la permanencia del Impuesto a la Circulación de
Capitales, ICC, al que el mismo FMI culpa de la desintermediación
financiera.

...El ICC es un impuesto perverso... Es un impuesto distorsionador
en cascada que promueve la desintermediación bancaria, distorsiona
gravemente la actividad económica y erosiona la base de otros
impuestos al incentivar la economía sumergida (informal), se
detalla en el documento Ecuador: Modernización del sistema
tributario, elaborado por el departamento de finanzas públicas del
FMI en noviembre de 1999.

Lección para todos

Alberto Acosta piensa que la lección no fue solo para los
banqueros. Fue también para los políticos, (ellos crearon la AGD),
para las autoridades (porque fallaron los mecanismos de
supervisión y control) y para los clientes, quienes se dejaron
engatusar por los cantos de sirena (las altas tasas de interés).

A su criterio hay indicios de que la crisis se puede reactivar ¿El
motivo? La elevada cartera vencida de la banca.

De acuerdo a datos del FMI la cartera vencida a enero del 2000 era
del 43% respecto al total de los préstamos del sistema financiero
nacional, mientras que en diciembre de 1998 estuvo en el 9% en
relación a la cifra global del sector.

De ahí proviene la preocupación.

Precisamente por esa situación Acosta sostiene que si la economía
no se reactiva solo se posterga la reaparición de una nueva
crisis. No habrá salida si el sector productivo trabaja solo para
la banca y sin una banca sólida no hay desarrollo, puntualizó.

Además con la enorme divergencia entre la inflación y las tasas de
interés se corre el riesgo de que la economía se quede sin
liquidez, agrega.

Sálvese el que pueda

Eduardo Egas, ex decano de la Facultad de Economía de la
Universidad Católica piensa que ni las instituciones financieras
ni las autoridades de control ni el sector político parecen haber
recibido el mensaje de la crisis financiera.

Basa su afirmación en que las unidades productivas están en un
proceso de salvarse el que pueda, contexto en el que se dan muchas
actuaciones que desdicen de una banca formal y controlada.

Todavía añade se registran manejos dentro del sistema que no están
de acuerdo con su situación actual y la realidad del país.

Cita por ejemplo que se busca favorecer ciertas instituciones del
sistema en desmedro de otras; y que todavía no hay una política
clara para depurar, hacer transparente y competitivo al sistema
financiero.

Un rango demasiado amplio entre las tasas activa y pasiva, es otra
de las anomalías que Egas detecta en el mercado.

Para el académico resulta imprescindible que la banca se
fortalezca.

Con la dolarización dejó de existir la maquinita de hacer dinero
del Banco Central y Ecuador depende de las divisas externas o las
que se generen en el sector privado, cuyo camino de ingreso es el
sistema financiero, razón por la que debe ser sólido y
transparente, caso contrario va a ser difícil que los dineros
vengan, razona.

El factor congelador

Un factor que agrava la desconfianza en la banca está en que la
banca privada abierta no haya devuelto el dinero congelado. Los
ecuatorianos siempre tendrán en la cabeza que estos desgraciados
me congelaron mi plata y la de mi familia, dice Pablo Lucio-
Paredes Fernández, director de la revista Ekos Economía.

Es por ese motivo arguye que el caso ecuatoriano es peor que el de
otros países que han enfrentado crisis financieras y por tanto
tomará mucho más tiempo que la banca recupere la confianza del
público.

Respecto al tema de las deudas de las empresas con las
instituciones financieras indicó que hay un aspecto del que la
gente no está consciente. Detrás de la brusca caída del PIB,
precisó, era lógico que viniera un problema de cartera (deudas),
que por ende le causara perjuicios a la banca.

Si los bancos tienen una alta tasa de interés es porque tienen una
alta cartera vencida (deudas de plazo vencido), aseveró.

Aquí se genera un círculo vicioso.

Explica que por la alta cartera vencida los bancos tienen que
aumentar sus provisiones. A su vez esas provisiones se reflejan en
el margen (diferencia entre las tasas activas y pasivas), que
tiene que ser ampliado. Así se elevan las tasas de interés para
créditos y la cartera empeora.

En ese contexto con la dolarización la situación puede mejorar un
poco porque las tasas de interés bajarán paulatinamente y la gente
podrá pagar sus deudas. Además el nuevo sistema ofrece la
confianza necesaria para que las personas dejen sus capitales en
el país, recalca.

Tiempo para madurar

Según Walter Spurrier, editor de Análisis Semanal, todavía estamos
en la crisis.

Desde su perspectiva, la actual situación no difiere mayormente de
lo ocurrido en los años 82 y 83 cuando el ex presidente Osvaldo
Hurtado sucretizó la deuda que tenían las empresas con la banca.

En este sentido Spurrier no es optimista respecto a que se tomen
las previsiones para que se repita una crisis financiera. Si se
vuelve a producir un mal manejo de las finanzas públicas y de la
política económica en general, la crisis se repetirá, previno.

Yo pienso que tomará mucho tiempo para que el país madure, que los
políticos cuando lleguen al poder sean responsables, que haya una
mejor calidad de supervisión para intervenir más rápido a los
bancos que comienzan a desviarse, y que las instituciones se
fortalezcan, mencionó.

Los países, advierte, no aprenden de los errores pasados, eso es
un proceso que lleva tiempo.

Además, sostiene que todavía hay opción para el maquillaje de los
estados financieros. Se podría reducir la posibilidad de
maquillaje a través de la eliminación de los bancos off-shore
(extraterritoriales), pero todavía existe un margen para ello,
remarcó.

Otro factor distorsionante es la discrecionalidad con que las
autoridades aplican las reglas. No existe la suficiente distancia
entre el control y supervisión por una parte y el ángulo político
por otra, opinó.

Severo control

Una versión diametralmente opuesta surge desde el interior del
régimen.

Juan Falconí Puig, Superintendente de Bancos asevera que la
lección fue dolorosa, pero el sistema financiero la ha aprendido y
asimilado.

Dijo que como mecanismos de previsión la Superintendencia a su
cargo se encuentra en un proceso de reestructuración.

Así el 60% de sus empleados se dedicará a las tareas de
supervisión de la banca y el 40% al área administrativa.

De manera adicional se introducirán las normas del Comité de
Basilea para fortalecer y regular al sistema financiero.

En el marco de las reformas se ha creado una unidad especial con
dos ex superintendentes de bancos de América Latina como asesores
para prevenir crisis.

Dentro del plan de acción que ejecutará la Superintendencia, se
contemplan las inspecciones in situ (dentro de los bancos), para
que la inspección sea más eficiente.

Y, añadió, para evitar que se altere la realidad de los estados
financieros se actualizará un catálogo único de cuentas contables,
instrumento de análisis que establece cómo debe hacerse la
contabilidad y cómo tienen que presentarse los balances.

Es de esperarse que las buenas intenciones que surgen de diversos
lados para superar la crisis no caigan en un saco roto para que
los ecuatorianos que no han optado por salir del país puedan
dormir tranquilos sin la inquietud que genera la posibilidad de
volver a perder sus ahorros.

Alternativas de solución

Una gama de opciones surgen para fortalecer el sistema financiero.
Las sugerencias son el resultado de las opiniones vertidas por
diferentes sectores de opinión.

Que los bancos privados abiertos devuelvan los depósitos
congelados.
Eliminar el Impuesto a la Circulación de Capitales.

Que se permita adquirir bienes de la AGD (Agencia de Garantía de
Depósitos) con los CDRs (Certificados de Depósitos Reprogramados),
o que se entreguen bienes a cambio de los dineros congelados.

Que en el marco de la reestructuración del sistema financiero se
promueva la instauración de bancos regionales y locales.

Que el Banco Nacional de Fomento y la Corporación Financiera
Nacional vuelvan a ser bancos de primer piso para que entreguen
directamente los créditos y no se encarezca el valor del dinero
(las tasas de interés).

Que se democraticen los capitales.

Que se vendan los bancos administrados por la AGD.
Apertura a la banca extranjera.

Que se depure a la banca nacional.

Transparencia en lugar de la discrecionalidad en la toma de
decisiones de las autoridades y la aplicación de las normas
legales en el sistema financiero.

Fortalecer la supervisión bancaria.

Que los bancos se dediquen únicamente al negocio bancario.
Reducir el encaje legal o eliminarlo.

Que se repatríen los fondos de pensión de los empleados del Banco
Central y de otras instituciones públicas que suman alrededor de
600 millones de dólares. (Texto tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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