Guayaquil. 14 jun 98. Pese a diversos intentos de organismos
públicos y privados en pro del rescate de menores que
deambulan por las calles, inmersos en actividades delictivas o
de drogadicción, el problema no ha podido ser superado y aún
está a la espera de soluciones efectivas.

Un caso reciente fue el operativo en favor de "los chicos de
la calle" que el Intendente de Policía, Juan Carlos Guzmán,
puso en ejecución hace más de dos meses. Consistía en
recogerlos y llevarlos hasta el hospital siquiátrico Lorenzo
Ponce.

En ese centro asistencial eran evaluados y de acuerdo con su
estado sicosocial o dependencia sicoactiva se decidía si
ameritaban quedar internados o ser devueltos a sus familiares.
Si el chico no contaba con un hogar, o si no deseaba retornar
a él, se lo trasladaba a un albergue.

Reacciones

Aunque el plan pretendía la rehabilitación de los menores y su
reinserción en la sociedad, los mecanismos empleados en
primera instancia desencadenaron la crítica de varias
organizaciones que defienden los derechos de niños y
adolescentes.

Para César Cárdenas, director del proyecto Mi Cometa y
vicepresidente del Foro ecuatoriano de organizaciones no
gubernamentales por la niñez y adolescencia, el intendente no
tiene competencia legal alguna para privar de su libertad a
los menores.

El intendente admite que el proceso de rehabilitación de
menores implantado en su administración "está muy lejos de ser
lo más completo, perfecto y viable".

Sobre el particular, la ex subsecretaria del Ministerio de
Bienestar Social y coordinadora del proyecto iniciado por la
Intendencia, Eva García, dijo que el programa está suspendido
momentáneamente hasta que se concluya el proceso de
perfeccionar su base legal.

Fugaron de albergue

Según el intendente Guzmán, los chicos que no tenían hogares
eran enviados a albergues como el del proyecto salesiano Padre
Antonio Amador, para que los acoja, les dé un lugar dónde
vivir y puedan desarrollarse con principios cristianos.

En una visita al Patio Mi Pana de la fundación salesiana Padre
Antonio Amador, situado en la Av. de las Américas, frente al
aeropuerto, se constató que todos los muchachos que fueron
enviados a esta institución abandonaron el lugar al poco
tiempo de su ingreso.

En relación con la deserción, el director del proyecto
salesiano, padre Marco Paredes, explicó que la institución no
trabaja con una estructura carcelaria sino de puertas
abiertas. "Educamos a los chicos en la libertad", dijo.

Si ellos manifiestan su deseo de quedarse, nosotros los
mantenemos acá. Se los motiva para que consideren al albergue
como una nueva alternativa de vida con la posibilidad de
ayudarlos a volver a casa, sostuvo.

Evaluación del proyecto

La experiencia con los menores nos ha enseñado tres lecciones:
primero, que la Intendencia no debería ser la entidad que
recoja los niños; segundo, que el hospital siquiátrico no
debería ser el organismo donde inicialmente se lleve a los
niños, sino que debe haber un hogar de protección creado para
este problema; y, tercero, que de ese lugar deben ser
derivados a las instituciones correspondientes, manifiesta el
director del hospital siquiátrico Lorenzo Ponce, Miguel
Palacios Frugone.

"El hogar de protección o de tránsito îcreado específicamente
para ese finî deberá contar con un equipo multidisciplinario
que valore a los chicos. Aquellos que necesitan tratamiento
siquiátrico y sicológico serán llevados al hospital
siquiátrico, los que necesiten ser llevados al hogar Padre
Antonio Amador, serán derivados allá", puntualiza.

Sugerencias

Con 18 años de experiencia en la rehabilitación de chicos de
la calle, 13 en la ciudad de Quito y 5 en Guayaquil, el padre
Paredes recomienda que se comience el trabajo en las calles.

También que se identifique a los líderes de grupos que forman
estos menores, y se haga una labor individual.

Paredes advierte que debido al alto grado de agresividad de
los chicos, no resulta conveniente recogerlos en grupos, pues
se vuelven peligrosos.

También sugirió la posibilidad de rehabilitación a través de
un empleo. "Las empresas pueden darles la oportunidad, recibir
a uno o dos chicos y ponerlos a prueba".

Dijo que los niños y adolescentes no deben ser obligados a
rehabilitarse ni amenazados. "Los chicos están fascinados por
la calle, que es lo que ellos consideran libertad, pero a esa
edad no están en capacidad de ejercerla, lo que significa
saber decidir el bien. Por eso hay que tratar de hacerlos
reflexionar", reitera.

Agredido por su padrastro

Mario, de 10 años, llegó hace varios meses a esta ciudad
procedente de Ambato. Transita por las calles durante el día y
cuando cae la noche se acurruca cerca de uno de los inmuebles
situados en las calles Junín y Escobedo.

"Mi padre murió hace siete meses de una enfermedad que no sé
cómo se llama, pero le daban ataques... Mi madre se unió con
mi padrastro. Cuando él llegaba borracho a la casa nos
golpeaba. Una vez violó a mi hermana cuando ella tenía 15
años, quedó embarazada y dio a luz ... ahora somos siete
hermanos con el pequeño", relató el muchacho tras vencer su
desconfianza.

Debido al maltrato que recibía, un día (no sabe la fecha) se
dirigió hasta la Terminal Terrestre de Ambato, donde solicitó
al conductor de un vehículo de transporte interprovincial que
por favor lo trasladara al puerto principal.

El pequeño îque estaba sucio y descalzoî dijo además que le
gustaría trabajar para comprar ropa y zapatos, pero que
necesitaba un cajón para betunar, cuyo valor oscila en los
15.000 sucres.

Mario negó que inhalara pegamento, sin embargo, el olor
característico de esa sustancia estaba impregnado en sus
prendas y tenía los ojos muy enrojecidos.

Diálogo con un niño callejero

Daniel, un menor que deambula por las calles, fue sorprendido
en la esquina de Víctor Manuel Rendón y Escobedo cuando sacaba
una botella de material plástico de un tacho de basura.
- ¿Qué haces?

- Nada. Respondió mientras escondía la botella dentro de su
abrigo.

- ¿Tienes padres?

- Mi mamá vive en Machala con mis tres hermanos.
- ¿Cuántos años tienes?

- Cuando estaba en Machala mi mamá me dijo que tenía 12 años.

- ¿A qué te dedicas?

- Antes vendía barriletes, pero unos chicos que yo no conocía,
que ahora son mis amigos, me robaron todos los caramelos.

- ¿Quisieras estudiar, aprender una profesión?

- No me gusta estudiar

- ¿Qué haces cuando tienes hambre?

- Pido comida en los restaurantes

- ¿Has ido a algún albergue?

- Sí, fui a uno pero los chicos más grandes me pegaban cuando
jugábamos pelota y a la hora de dormir. Pero yo me defendía,
los hincaba con un cuchillo.

- ¿Tienes familiares en esta ciudad?

- Creo que sí, unos tíos, pero no conozco dónde queda la casa.

- ¿Entonces, por qué viniste?

...mmm (Se queda callado).

- ¿Desearías decirle algo a tu mamá?

Que quiero conocer a mi padre verdadero, ella me dijo que
vivía en Posorja, por el puerto y que se llama Modesto. Bueno,
ya me voy señorita, mis amigos me están esperando.

Perfil del muchacho de la calle

Para el Dr. Miguel Palacios Frugone, director del hospital
siquiátrico Lorenzo Ponce, la actitud de los menores que viven
en las calles se encuadra dentro de las siguientes
características.

1. Agresivos
2. Inteligentes, pero de conducta delincuencial sistemática
3. Carentes de afecto
4. Desconfiados
5. Tienden a mentir con frecuencia
6. No respetan las normas establecidas
7. Prefieren el libertinaje al refugio en un albergue
8. Personalidad previa de sociópatas
9. En casos extremos, llegan a prostituirse o a herir a un ser
humano por dinero para solventar sus necesidades inmediatas

Lo que dice el Código de Menores

De acuerdo con el artículo 144 del Código de Menores, es
responsabilidad del Estado:
a) Proteger al menor contra toda forma de maltrato.

b) Incluir en sus políticas la superación de las condiciones
de vida de los menores y sus familias y garantizar el respeto
de los derechos del niño y el adolescente.

c) Apoyar los procesos, iniciativas y proyectos que surjan de
los organismos públicos, de sectores privados o comunitarios,
que tiendan hacia el diagnóstico y alternativas para prevenir,
evitar o atender el maltrato de los menores; y,
d) Establecer programas sociales con el objeto de proporcionar
asistencia necesaria al menor, encaminados a restituirle su
derecho conculcado y rehabilitarle de ser el caso.

Asimismo el artículo 203 señala que son órganos encargados del
control, coordinación y la protección de los derechos del
menor:
a) El Consejo Nacional de Menores
b) La Dirección Nacional de Menores
c) El Servicio Judicial de Menores
d) La Brigada de Menores (Texto tomado de el Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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