Quito (Ecuador). 15 oct 95. Hace pocos días, el ministro de
Energía nos contó que vivimos en el país con los mejores
programas energéticos del continente. Desgraciadamente la
cadena de televisión no pudo ser vista por muchos ciudadanos
que en ese momento se alumbraban con velas por el
racionamiento de energía eléctrica.

Nos enteramos, inquietos por el temor al próximo apagón, de
que tenemos un país en el que se ha realizado una gran obra en
el campo de la electricidad, de que este es el Gobierno es el
que mejor nos ha atendido en este campo, de que si no fuera
por su genial conducción de la política energética no
tendríamos ni siquiera las pocas horas de luz con que nos
obsequian.

Terminada la intervención, estaba claro que el Ministro
esperaba que todos los ecuatorianos lo aplaudan y agradezcan
porque todavía pueden trabajar unas pocas horas por semana.
Sin su labor, la luz ya no existiría.

Uno de los problemas de este Gobierno ha sido su incapacidad
para comunicarse. Hay principios elementales de comunicación
política que nunca han sido usados. Desde que Sixto Durán
Ballén asumió la presidencia de la República, lo único que han
hecho es equivocarse sistemáticamente en este campo.

Cualquier consultor principiante sabe que no se deben decir
cosas que suenan completamente inverosímiles para la mayoría
de los electores. Cuando se lo hace se causa solamente
indignación y rechazo.

Todas las empresas tienen pérdidas cuantiosas por falta de
energía eléctrica. Los pequeños productores, artesanos,
comerciantes, ven angustiados cómo baja su producción porque
no funcionan sus sierras eléctricas, sus tornos, sus bombas.
Son muchos los que han perdido sus enormes refrigeradores o
sus modestos aparatos de televisión por las fluctuaciones de
voltaje. La población vive con angustia una creciente
inseguridad fomentada por la falta de alumbrado en las noches.

Si hay alguna sensación unánime es la de que el Gobierno debe
castigar a todos los responsables del área eléctrica y
mandarlos a su casa.

En ese clima aparece un ministro sonriente, optimista, nos
describe un país que solo existe en su mente y en los informes
de sus burócratas. El efecto es demoledor: ese 92% de la
población que cree que es deficiente, pasa además a
considerarlo cínico. Los ciudadanos no sienten que se les ha
explicado nada.

Creen que el funcionario, además de no darles luz se burla de
ellos o los considera tan tontos como para creer en lo que
dice. Cuando se suman la ineficiencia en la acción y la
equivocación en la comunicación el efecto es desastre político
total.

Informe Confidencial averiguó cómo percibe la población la
crisis eléctrica, en su encuesta del 7 de Octubre de 1995.
Fueron entrevistadas, en hogares, ochocientas personas que
conformaban dos muestras válidas para conocer la opinión de
los ciudadanos mayores de 18 años, en las ciudades de Quito y
Guayaquil.

¿Qué ha ocasionado más pérdidas económicas al país: La guerra
con el Perú o los cortes de energía eléctrica?

CORTES
GUERRA

QUITO 72% 23%
GUAYAQUIL 63% 33%

¿Cree usted que el problema eléctrico está causado por los
políticos o es un problema de naturaleza?

QUITO GUAYAQUIL

POLITICOS 58% 48%
NATURALEZA 34% 40%
AMBOS 7% 2%

¿En su casa se ha dañado algún electrodoméstico por causa de
los cortes eléctricos?

QUITO GUAYAQUIL

SI 37% 39%
NO 63% 61%

¿E n el sector al que pertenece su casa se han respetado los
horarios de cortes de energía eléctirca, o se ha cortado la
luz a cualquier hora?

QUITO GUAYAQUIL
Cualquier hora 36% 16%
Respetado 63% 70%

Fuente: Informe Confidencial

La dimensión de los daños

Los problemas que afectan a la población tiene dos dimensiones
extremas: los grandes principios y los detalles de la vida
cotidiana.

En el uno, la gente experimenta percepciones que tienen que
ver con los valores y los temas generales que la movían antes
de que se invente la televisión. En ese entonces, era más
fácil que los ciudadanos se maten por se godos o liberales.
El Cardenal pedía a las masas que firmen un documento pidiendo
que el estado soviético no nacionalice a sus mujeres, y muchos
lo respaldaban. Los colegiales salían a las calles gritando
"Abajo Castro, Viva Cristo Rey", y las beatas los aplaudían.
Era el mundo de los valores apocalípticos.

En un espacio semejante, aunque de otro tipo, se mueve el
discurso de las actuales élites intelectuales: privilegia los
principios, las ideologías.

Tanto las masas antiguas como las vanguardias contemporáneas
se fijan menos en las necesidades cotidianas y más en las
visiones generales.

En este orden de cosas, lo que más ha conmovido al país en los
últimos años, es el enfrentamiento bélico con el Perú.
Contrastando la gravedad de dos elementos generales, la guerra
y los cortes nos llevamos una sorpresa. Cuando pedimos a los
encuestados que comparen el impacto económico de los dos
eventos, la inmensa mayoría, 72% en Quito y 63% en Guayaquil,
dijo que los cortes de energía han ocasionado más pérdidas que
la guerra.

El otro extremo de las percepciones nos explica esta actitud
general: cada vez más, la gente ve los grandes problemas a
través de su experiencia diaria. Es grave lo que le afecta su
vida concreta, e importante lo teórico. Casi cuatro de cada
diez ciudadanos dice que se le ha dañado algún
electrodoméstico a causa de los apagones eléctricos.

El manejo de la crisis

En cuanto a cómo se ha manejado el asunto, la mayoría cree que
el problema eléctrico es causado por los políticos y no un
problema de la naturaleza. El estiaje no es suficiente razón:
los ciudadanos dicen que hay falta de previsión y de solvencia
en las autoridades responsables del área. Sólo cuatro de cada
diez personas en Quito y tres de cada diez en Guayaquil creen
que es un problema natural. Cuando preguntamos de quién es la
responsabilidad, la inmensa mayoría la atribuyó al Gobierno
Central y concretamente al Ministro de Energía y a INECEL.

En medio de esta tragedia, hay un elementos positivo: el 63%
de los quiteños y el 70% de los guayaquileños dice que se han
respetado los horarios de corte en sus ciudades. Al menos en
esto, el Gobierno fue eficiente.

Habría sido mejor que el Ministro nos diga que la vuelta del
país al medievo se hará sistemáticamente y con un horario
calculado, que la electricidad irá desapareciendo
paulatinamente y en forma ordenada, barrio por barrio,
cumpliendo los horarios del INECEL. Entonces, habría tenido
credibilidad. (Economía) (Diario HOY) (7A)
EXPLORED
en Ciudad Quito (Ecuador)

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