San Salvador. 01.05.93. (Editorial) Con el recuerdo de la recién
concluida guerra civil y acostumbrados a los históricos golpes de
Estado y a los fraudes electorales con que se han sucedido los
gobiernos desde 1930, los salvadoreños se preparan para lo que ya
se conoce como "las elecciones del siglo".

Los comicios son llamados así porque en marzo de 1994
participarán por primera vez en la historia política de El
Salvador los partidos representantes de todas las tendencias
ideológicas, desde los comunistas hasta los ultraconservadores.

Las campañas hasta el momento no han dejado de deparar sorpresas,
como el hecho de que la otrora poderosa y popular guerrillera
izquierdista no haya presentado candidato y hasta haya sugerido
que podría apoyar al representante de la democracia cristiana, de
centro derecha.

Según lo estipulado en los acuerdos de paz, firmados en enero de
1992 entre el gobierno de Alfredo Cristiani y el ex-insurgente
Frente Farabunto Martí (FMLN), las elecciones serán el "punto
final" de lo que se conoce como proceso de cumplimiento de los
pactos negociados con que finalizó la guerra.

"En el próximo periodo deben gobernar las mejores mentes de El
Salvador, sin pensar en el color político", expresó Abraham
Rodríguez, precandidato para la presidencia de la república por
la democracia cristiana criolla.

Pero es precisamente El Salvador el país donde durante décadas y
hasta el año pasado el color político marcaba para miles de
militantes, obreros y campesinos la diferencia entre la vida y la
muerte.

Frente a los nuevos tiempos que corren, todas las fuerzas
políticas salvadoreñas coinciden en que el próximo gobierno se
deberá encargar de consolidar definitivamente el proceso de paz,
al mismo tiempo que deberá perfeccionar el sistema democrático.

"Se trata de lograr un gobierno de concertación, de consenso, que
consolide la paz", dijo Rodríguez, quien participó en la llamada
Comisión Ad hoc, encargada por los acuerdos de paz para depurar
al ejército y fue asesor del presidente Alfredo Cristiani en las
negociaciones con la guerrilla.

Rodríguez es una personalidad con gran experiencia en política
entre otros cargos, ejerció como primer designado a la
presidencia en el gobierno del demócrata cristiano Napoleón
Duarte en la década pasada, fue uno de los fundadores de la
Democracia Cristiana y es un empresario destacado.

De lograr el triunfo, afirmó Rodríguez, su gestión "irá hacia la
desactivación de las tendencias que van hacia la confrontación y
activar las del entendimiento".

Tras uno de los más cruentos conflictos bélicos ocurridos en el
hemisferio occidental en el presente siglo, los salvadoreños
transitan por un periodo en que los hechos más importantes de la
nación deben ser negociados, explicó el investigador César
Villalona.

En este sentido -agregó-, la oposición política extiende la tesis
de que el próximo gobierno debe ser de unidad nacional y no
representativo de una fuerza política que por intereses
particulares haga retroceder los acuerdos de paz.

Un sector importante de la izquierda ex-guerrillera también
propugna por un gobierno de concertación y opta por un "hombre
puente" como candidato a las elecciones.

En las palabras del ex-comandante rebelde Joaquín Villalobos, los
antiguos bandos en la guerra civil se encuentran a la búsqueda de
"alguien que estuvo alejado del protagonismo de la guerra".

"Solo una persona así" puede tener credibilidad para un proyecto
de consenso nacional, que termine de consolidar la paz en El
Salvador, dijo Villalobos.

Diversos sectores nacionales consideran que Abraham Rodríguez
puede ese "el hombre puente", aunque el también ex-comandante
guerrillero Shafick Handal consideró que la sola elección de un
candidato de consenso no garantizará el triunfo de las
negociaciones de paz.

Según Handal, habría que esperar un tiempo para verificar los
pactos y alianzas que habrán de concretarse.

En tanto, recientemente Cristiani negó la posibilidad de que su
partido, Arena, constituya un gobierno de concertación con otras
fuerzas políticas y argumento que "ello no es la esencia de la
democracia".

"El pueblo es quien debe juzgar con su voto, el es el que debe
elegir a sus gobernantes", dijo Cristiani.

El candidato por el partido de Gobierno (Arena), Armando Calderón
Sol, dijo que en el próximo quinquenio, "los salvadoreños debemos
estar preparados para afianzar la democracia y cambiar el enfoque
de mentalidad para pasar de una sociedad dividida y fragmentada a
una sociedad unida y desarrollada".

El investigador Villalona aseguró que "en El Salvador las
banderas de la paz, afianzamiento de la democracia y el
desarrollo económico, serán proclamadas por todos los candidatos
a las elecciones y las diferencias de discurso entre ellos serán
solo de matices".


"De la guerra se aprendió mucho pero ninguno ganó la batalla,
ambos bandos fracasaron en el intento de imponerse, por ello la
moderación es lo que prevalece y lo que tendrá futuro, porque la
gente aquí no quiere vivir una nueva guerra", dijo un profesional
consultado sobre el debate electoral.

El salvadoreño común, como el comerciante informal Santos
Jiménez, lo que exige del próximo gobierno es que haya bienestar
social, fin a la pobreza, salud y educación, empleos y
oportunidades, temas que en los debates políticos, por el
momento, solo "están mencionados por encima" (IPS) (4A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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