UN GRAN PROYECTO PARA LA REINSERCION DE AMERICA LATINA EN LA
ECONOMIA MUNDIAL, por Raúl Alfonsín (*)

Buenos Aires. 21.09.90. (Opinión). El proceso de integración
económica entre Argentina, Brasil y Uruguay tienen apenas
cinco años y ya puede exhibir óptimos resultados, desde la
expansión del comercio hasta el progreso de los esquemas de
complementación industrial.

En este lustro se produjo el relevo de los tres gobiernos
signatarios de los protocolos de integración, mientras sacudía
a la región la crisis económica más severa que ha sufrido en
lo que va del siglo.No es casual la relación existente entre
la integración, la crisis y el binomio recuperación
democrática -alternancia política.

El hecho de haberse producido la democratización de América
latina en el marco de la crisis, constituye una verdadera
epopeya que trajo como consecuencia a la pérdida de las
elecciones por la totalidad de los partidos políticos de los
gobiernos de la transición.

Por su parte, la integración es, a la vez, una respuesta a la
crisis económica y a la exigencia de consolidar la
recuperación democrática. Porque el fracaso de alguna de
nuestras democracias puede arrastrar a las otras y porque el
éxito depende mucho del apoyo que nos brindemos mutuamente.

La región es, sin duda, el único ámbito que nos permitirá una
expansión capaz de transformar nuestras economías, por escala
de mercado y por capacidad de producción.

Los latinoamericanos habíamos seguido desde los años sesenta
un camino globalizador en la búsqueda de la integración, como
una manera de acelerar y ampliar los procesos de
industrialización vía sustitución de importaciones.

Así nació la ALALC (Area Latinoamericana de libre comercio)
que luego fue reemplazada por la ALADI (Area Latinoamericana
de Integración). Por cierto que este mecanismo ha permitido
realizar avances, por cierto se han hecho cosas. Pero la
situación de altas tasas de crecimiento y abundantes recursos
externos de capital que existían en ese momento, se revirtió
dramáticamente.

Los hechos demostraron que un objetivo no puede lograrse
simplemente creando una institución, sino que es necesaria una
labor constante y comprometida de los poderes políticos de
cada uno de nuestros países.

Por ello, desde el gobierno, pensamos que era necesario
plantearnos algunas tareas específicas, acotar los objetivos y
concretar una nueva metodología.

Primer principio: emprender tareas concretas, y producir la
integración en torno a esas tareas concretas.

Segundo principio: que la integración no signifique un costo
nacional intolerable. Porque en la relación costo-beneficio
que hace cada país cuando se inicia un proceso integrador (y
no habiendo una historia de integración como en la Comunidad
Económica Europea), siempre hay una tendencia a percibir los
costos actuales como mayores que los beneficios
potenciales.

Por otro lado, especialmente en el proceso de acercamiento con
Brasil, era necesario identificar algunas áreas específicas
dentro de nuestras naciones, que tuvieran una cualidad
multiplicadora de las relaciones económicas bilaterales.

A diferencia de lo que ocurrió en la europa comunitaria, donde
el proceso integrador partió desde una trama de relaciones
comerciales ya existente que se fue ampliando poco a poco
hasta demostrar los beneficios de profundizar ese proceso,
entre la Argentina, Brasil y Uruguay fue necesario comenzar de
un muy bajo nivel relativo de intercambio, creando los
vínculos comerciales y desplegando la trama de relaciones
privadas que deben dar sustento a la tarea integradora.

Esas áreas debían tener un efecto centrípeto sobre las
economías, involucrar a los sectores privados estimulando sus
intereses en concordancia con el proyecto integrador y
producir poco a poco modificaciones regulatorias en las
legislaciones internas para ir acomodándose al proceso de
integración.

La otra consideración que le da al procese integrador de
América Latina características particulares, es que este se
concibe como un proyecto político para producir efectos
económicos, ya que nace más al impulso del poder político que
como una expansión de los sectores privados nacionales.

A diferencia del proceso europeo, los latinoamericanos debemos
ir de lo político hacia lo económico, y en este camino la
acción del estado tiene una importancia capital.

El poder político del Estado es el que impulsó la negociación
de los protocolos de integración con Brasil, quien lanzó la
unificación de los trámites aduaneros con Uruguay, quien
involucró a los sectores, privados de los países, quien avanzó
en la definición de instrumentos para el seguimiento del
proceso.

Brasil y Argentina comenzaron en 1985 una experiencia inédita
de integración en la región. Las condiciones estructurales de
ambos países brindan una base muy importante para un proyecto
integracionista, ya que:

- El Producto Interno Bruto (PBI) de ambos países sumado,
supera los 400 mil millones de dólares.

- La población suma aproximadamente 160 millones de personas.

- Existe un alto grado de complementariedad en materia de
recursos naturales.

- Las estructuras industriales son relativamente complejas y
están suficientemente diversificadas, permitiendo aumentar los
márgenes de ganancia del comercio intraindustrial por aumento
de la productividad por economías de escala y por
especialización en los modelos o tipos de producto.

- Hay una gran vinculación territorial y acuática con
importantes obras de infraestructura ejecutadas o en marcha.La
idea básica es que un proceso bilateral de acercamiento entre
Argentina y Brasil permitiría alcanzar la masa crítica
necesaria para ejercer una fuerte atracción, no solo sobre
otros países de la región para sumarse a una integración
sub-regional, sino también para capitales y empresas
extranjeras que buscan mercados atractivos por su tamaño y
potencialidad.

Los resultados del proceso que culminó con la negociación de
24 protocolos de integración que comprenden desde bienes de
capital hasta cooperación nuclear, fueron
impresionantes.

Creció el comercio bilateral, expandiéndose las exportaciones
de productos industriales, se equilibró la composición del
intercambio y aumentó la competitividad en los precios.

Se han iniciado vinculaciones entre empresas de ambos países
incluyendo esquemas de complementación industrial y
asociaciones, al tiempo que se avanza en la definición del
protocolo que regulara el funcionamiento de empresas
binacionales.

Además, ya se ha aplicado con éxito en dos oportunidades la
denominada "clausura gatillo", que permite ajustar los
desequilibrios comerciales que se produzcan entre los dos
países por cuestiones ajenas a los mismos protocolos, y que
refleja en gran parte la flexibilidad y dinámica que
caracteriza estos acuerdos.

Nosotros consideramos la integración como una palanca para
acelerar el desarrollo y superar la crisis económica descrita
anteriormente. En la experiencia que iniciamos con Brasil y
que el actual gobierno continúa, hay algunos conceptos básicos
que deben considerarse. La integración, en síntesis:

- Debe fundarse en la generación de interdependencias
permanentes teniendo en cuenta las múltiples diferencias que
existen entre cada uno de nuestros países.

- Debe encararse como la instancia que viabilizará una nueva
inserción de la región en la economía internacional a través
de la modernización, la reestructuración productiva y la
obtención de una mayor competitividad.

- Debe comprender a los actores reales de las economías:
empresarios, trabajadores, políticos y científicos.

- Debe considerar factores importantes tales como el
desarrollo tecnológico y científico prestando especial
atención al desarrollo de ventajas comparativas.

- Debe tener en cuenta la necesidad de reestructurar o
modernizar el aparato productivo regional, las fórmulas para
la inversión externa y la búsqueda de un sostenido aumento de
la oferta.

- Debe basarse en la voluntad de unidad regional, de
transformación, de desarrollo y de justicia.

- Debe partir de un gran proyecto político y ser vista como
eje central de una estrategia de desarrollo de la región que
oriente a las políticas nacionales y comprometa a cada uno de
los gobiernos.

Se trata de una nueva visión de América Latina, como un
conjunto de países unidos y solidarios que buscan una nueva
inserción con peso propio en la economía mundial. (IPS)

* Raúl Alfonsín fue presidente de Argentina (1983-89) y es
presidente del partido Unión Cívica Radical. (A-4).
EXPLORED
en Ciudad Buenos Aires

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