INTRODUCCION

Quito. 10 oct 97. En los últimos años, hemos asistido a una
extraordinaria intensificación de tendencias mundiales que
venían insinuadas de décadas anteriores, que afectan a todos
los países y obligan a los de ALADI a reciclar los conceptos
y a revalorar la utilidad del proceso de integración de la
Asociación.

Las características estructurales y coyunturales de las
relaciones internacionales y del desarrollo interno de
nuestros países en lo político, en lo económico y en lo
social, sufrieron fuertes transformaciones y siguen
evolucionando con gran dinamismo, tanto en el plano de los
hechos, como en el de los conceptos, teorías, e ideologías que
orientan el quehacer de los gobiernos y agentes económicos y
sociales.

El fenómeno de la globalización en el ámbito internacional,
así como la apertura y los ajustes en los ámbitos internos,
resolvieron algunos problemas, intensificaron otros, y al
mismo tiempo crearon nuevas oportunidades para los países,
gobiernos, y agentes económicos. En particular, a los países
en desarrollo, la globalización los coloca frente a grandes
riesgos y a grandes oportunidades. En el contexto de un
inevitable cambio en la inserción internacional por el que
deben pasar nuestros países, y en el cual existe un complejo
esquema de estrategias de comercio internacional, de
relaciones bilaterales, subregionales, regionales y mundiales,
la integración de la ALADI pasa a tener, para los países
miembros, la utilidad de contribuir a la atenuación de los
problemas y riesgos por un lado, y por otro, al
aprovechamiento de las oportunidades para una inserción
internacional competitiva.

Gracias a la flexibilidad del TM80, el proceso de integración
de la ALADI está pasando por una revisión conceptual e
instrumental que se refleja en nuevas modalidades de
negociación, celebración de acuerdos y concertación de
acciones de cooperación, que han llevado a que fuera
redescubierto en sus posibilidades por parte de los países
miembros, al mismo tiempo que lo ha renovado y revitalizado.

Desde fines de la década pasada, los esquemas concebidos y
diseñados para funcionar en un contexto proteccionista,
debieron adaptarse a los procesos de apertura económica y a
las nuevas tendencias de la política comercial. Paralelamente,
el ámbito de preocupaciones asociadas al proceso de
integración se amplió, incorporándose en la agenda de la ALADI
nuevas materias y enfoques. Las negociaciones, especialmente
las atinentes a la apertura de mercado, se concentraron en los
ámbitos subregional y bilateral. Es en éstos que se producen
fuertes avances que culminan en la constitución de dos uniones
aduaneras en formación, y varios acuerdos de alcance parcial
que llevan al establecimiento de zonas de libre comercio
bilaterales, con muchas superposiciones.

Con anterioridad, una característica del proceso de
integración era su concentración en las relaciones y
negociaciones intrarregionales, manejadas como un circuito
relativamente autónomo con respecto a las relaciones con
terceros países, bloques de países, o multilaterales. La
apertura de las economías y la globalización de las relaciones
internacionales, rompió en los últimos años el aislamiento, y
las organizaciones regionales muestran una preocupación
creciente por los asuntos multilaterales y hemisféricos, y los
acuerdos de integración deben cada vez más ser examinados a la
luz de los acontecimientos y negociaciones internacionales.

Un claro ejemplo de ello es la suscripción por parte de los
países miembros, del Protocolo Interpretativo del Artículo 44
del TM80, con el propósito de flexibilizar la aplicación de la
cláusula de la nación más favorecida y permitir la conclusión
de las negociaciones de México para la suscripción del TLC de
América del Norte. Ello pone de manifiesto la importancia que
adquirieron las negociaciones con países extrarregionales y la
capacidad de respuesta de la Asociación para mantener su
integridad ante esta circunstancia.

Este conjunto de hechos se ha manifestado en un gran
incremento de las relaciones comerciales al interior de la
Asociación, junto con una sensible mejora en su calidad, así
como en el reciente incremento en los flujos intrarregionales
de inversión. Ha tenido un papel protagónico en este
desempeño, el comportamiento de los grupos subregionales. El
sustento de esta evolución es la densa red de acuerdos
bilaterales y subregionales, y los existentes entre ellos, que
se ha ido consolidando en el período reciente en el seno de la
Asociación. Estos aspectos del comercio y de los acuerdos al
interior de la ALADI se desarrollan en las primeras dos
secciones del presente documento.

En la tercera sección se hace una breve presentación de las
perspectivas del comercio de la región, en función de las
probables tendencias futuras a nivel mundial, y teniendo como
telón de fondo la estructura de acuerdos presentada antes, así
como las que están culminando o en proceso.

Finalmente, en la última parte se presentan los avances que se
han dado en el período reciente en cuanto a la articulación y
convergencia de los procesos subregionales a su interior, así
como su proyección hacia el resto del continente.

1. Evolución del comercio de ALADI

1.1. Comercio global

Durante los años noventa, el comercio global de la
Asociación viene mostrando un dinamismo sin precedentes en
décadas anteriores, tanto por el lado de las exportaciones
globales como de las importaciones.

Las ventas globales de los once países en su conjunto se
incrementaron más de 64% entre 1991 y 1995, y la tendencia
medida a través de las tasas de crecimiento anual indican que
dicho dinamismo se encuentra en franco crecimiento. Las
exportaciones globales vienen aumentando a tasas crecientes,
aumentaron 6% entre 1991-92, 8% en 1992-93 y 16% en 1993-94.
Los datos preliminares de 1995 indican que las ventas
alcanzaron los 208.000 millones de dólares y de esta forma
confirman lo antedicho, ya que el incremento en las
exportaciones en ese año se ubicaría en torno a 23% lo que
representa un aumento en casi 40.000 millones de dólares en
tanto solo uno año.

Si en estos últimos años las exportaciones vienen mostrando un
fuerte y sostenido crecimiento, más sorprendente aún es la
dinámica de las importaciones. Las compras globales en 1995
casi duplicaron las realizadas tan solo cuatro años atrás.
Pero a diferencia del caso anterior, donde el crecimiento iba
en aumento año a año, ya desde los primeros años de la década
las importaciones se vuelven un flujo muy dinámico con altas
tasas de crecimiento: 21% entre 1990-91, 23% en 1991-92, 22%
entre 1992-93 y 20% en 1993-94. La información disponible
para 1995, indica que el dinamismo del volumen de
importaciones fue significativamente inferior, superando
apenas el 8%. Estos incrementos elevaron el volumen de
importaciones desde casi 101 mil millones de dólares en 1991 a
casi 199.000 millones de dólares en 1995.


El saldo comercial resultó positivo para la ALADI entre 1991 y
1992 y este último año llegó a casi 10.000 millones de
dólares. Pero a partir de allí se produce un punto de
inflexión en el balance externo: el rezago de la dinámica de
las exportaciones en relación al experimentado por las
importaciones, motivó que en 1993 y 1994 el saldo resultante
sea negativo, alcanzando un déficit de 14.554 millones de
dólares este último año. Empero, la disímil dinámica que
ambos flujos presentaron en 1995, volvió a revertir el saldo
comercial, que resultó positivo en 9.000 millones.


1.2. Comercio intra-ALADI

El comercio intrarregional resultó aún más dinámico que los
flujos globales, con incrementos de 29% (1991-92),
22%(1992-93) y 19% (1993-94); de esta forma las exportaciones
intrarregionales en 1994 superaron en 87% el valor de las
operaciones de 1991. A su vez, en el año 1995 se ha dado un
crecimiento del comercio intrarregional que ha sido el mayor
de la presente década; las exportaciones se incrementaron
según las últimas estimaciones un 30% con respecto a 1994,
alcanzando casi los 37.000 millones de dólares. Es importante
destacar que este aumento resultó por encima del incremento de
las ventas globales cuyo crecimiento fue de 23% en relación a
las de 1994.


Las políticas de apertura externa junto a la densa trama de
acuerdos comerciales entre los países de la región, han
incentivado un fuerte incremento en los flujos comerciales
intra-ALADI. En ese sentido, las exportaciones
intrarregionales representan una porción cada vez más
importante de las ventas globales de la Asociación. Mientras
que en 1991 representaban el 12%, dicha participación creció
todos los años siguientes, alcanzando casi el 18% en 1995.

Análisis por países

Exportaciones: La participación creciente de las ventas
intra-ALADI en las globales en su conjunto, es una tendencia
que se percibe en la casi totalidad de los países. En ese
sentido, desde 1991 en adelante, todos los países presentaron
un mayor dinamismo de sus ventas regionales en relación a las
globales, con la excepción de Bolivia, donde si bien cae dicha
participación, igualmente significa en 1995 más de la tercera
parte de sus exportaciones globales. Cabe destacar la elevada
relación de las ventas de Argentina a la región respecto a las
globales, 48% en 1995; este guarismo se asemeja al que
registran algunos países de menor dimensión como Bolivia,
Paraguay y Uruguay. (Cuadro 2)


Los países que han tenido un crecimiento más significativo en
sus ventas a la región en 1995, fueron Argentina, Chile,
México y Venezuela. En particular, es de destacar el caso de
México, que duplicó el valor de sus exportaciones en 1995 con
respecto al año anterior, con lo cual resulta claro que el
bajo dinamismo de sus flujos comerciales con la región
obedeció sobre todo al de sus importaciones desde tales
orígenes, como consecuencia de la crisis económica iniciada en
diciembre de 1994.


Por otro lado, solamente decrecieron las exportaciones de
Bolivia a la región y resultaron muy poco dinámicas las de
Brasil y Uruguay. Importa especialmente el caso de Brasil
porque a pesar de su peso relativo en los flujos de comercio
al interior de la Asociación, el comercio intrarregional total
resultó igualmente dinámico, como ya fue mencionado.

Importaciones: A diferencia del caso anterior, se percibe que
un grupo de países no presentó el mismo comportamiento entre
las compras globales y regionales, que caracterizó a la ALADI
en su conjunto. Al considerar los flujos de todos los países
en su conjunto, hay una relación estable entre las
importaciones totales y las realizadas al interior de la
Asociación. En cambio, las compras en la región realizadas
por Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay entre 1991 y 1994 se
incrementaron en mayor medida que sus importaciones globales.
En el caso de Bolivia, las mismas pasaron de representar el
37% en 1991 a 43% en 1994 y para Brasil de 14% a 19%
(aumentando 70% en valor). Pero los aumentos más
significativos en términos relativos, fueron los de Paraguay
(de 34% a 45%) y de Uruguay (de 48% a 54%).


Los datos para 1995, indican que como mercados de destino de
las exportaciones intrarregionales, se destacaron como los más
dinámicos Brasil, Chile, Perú y Venezuela. El primero en
particular, a lo largo del segundo año de su proceso de
estabilización resultó un mercado muy dinámico para las
exportaciones de sus copartícipes, llegando a ser el destino
de casi el 30% de las exportaciones intrarregionales de 1995,
habiendo constituido el 22.5% el año anterior.

Saldo comercial con la región: El cambio más significativo en
este aspecto en 1995, fue el de la balanza comercial de
Brasil. Durante todos los años de la presente década ese país
obtuvo significativos superávit con la región. Empero, desde
la puesta en práctica del Plan Real, los mismos se han
reducido notoriamente, y en 1995 llegó a presentar déficit en
el intercambio con la región. El proceso opuesto parece ser
el de México, que entre 1991 y 1994 presentó un importante
saldo negativo, que el año pasado se tornó favorable.


Por último, Colombia y Perú fueron los que registraron los
déficit más relevantes con la región en los últimos años. En
el primer caso, con una fuerte tendencia al alza ya que de un
saldo en rojo de 117 millones de dólares en 1992, llegó a
1.000 millones dos años después y las cifras de 1995 no
indican modificaciones en la tendencia. En el caso de Perú el
cambio es menos acentuado; pasó de un déficit de 600 millones
a uno de más de 950 millones en los mismos años y se estima
que el desequilibrio negativo continuó en aumento el pasado
año.


1.3. Comercio según tipo de producto 1

El incremento en el comercio intrarregional no parece haber
sido el único cambio que experimentaron los flujos comerciales
en los años noventa, entre los países de la Asociación.
Conjuntamente con este fenómeno se desarrolló una mejora en la
calidad del mismo; ésto es, un importante aumento el
intercambio de bienes con mayor valor agregado y/o tecnologías
más sofisticadas (Cuadro 3). Las cifras sobre el comercio de
manufacturas así lo indican, ya que durante 1991 a estos
productos correspondió el 51% de las ventas regionales. A
pesar del importante aumento en las ventas regionales totales,
el comercio de manufacturas logró durante todos los años
aumentar su participación en el total. Durante 1992 llegó a
57% y de ahí en adelante alcanzó casi el 60%. Las
transacciones en manufacturas se duplicaron en el período
1991-94, resultando el más dinámico y el único que superó el
crecimiento de las ventas intrarregionales totales. Las
operaciones en alimentos, bebidas y tabaco fueron el segundo
rubro más dinámico, al mismo ritmo que el flujo regional. El
incremento del comercio en el resto de los productos fue
inferior a la media, especialmente el de minerales y metales
que presentó una importante contracción.


En el caso de las exportaciones globales, resulta sorprendente
el crecimiento de las ventas en manufacturas. Incentivadas
por las ventas regionales, las exportaciones en estos
productos a los mercados mundiales superan ampliamente el
incremento de la media y también al del resto de los
productos. Mientras que a comienzos de los años noventa
representaban la tercera parte de las exportaciones, entre
1991 y 1994 aumentaron una vez y media y en los últimos años
algo más de la mitad de las mismas corresponde a productos
manufacturados. Esta tendencia permitiría una mayor similitud
entre la pauta de exportaciones y la de las importaciones
globales, ya que la gran mayoría de estas últimas corresponde
a compras de manufacturas (75% del total en 1994).

1.4. Comercio de los grupos subregionales

Como se sabe, el MERCOSUR es el subgrupo regional más
importante al interior de la ALADI, con una participación
creciente en los flujos intrarregionales de comercio. En 1991
el valor de las ventas al interior de dicho mercado representó
el 34% de las totales intrarregionales y año tras año estos
flujos fueron más dinámicos que el promedio de la Asociación,
sumando el 43% de las ventas intra-ALADI en 1994 (Cuadro 4).
Esta tendencia experimentó una leve disminución en 1995 ya que
la participación cayó a 41%. Una situación similar se
presentó en el caso del comercio entre México y los países del
Grupo Andino que tuvo un leve descenso el año pasado, y más
acentuada aún entre México y los países del MERCOSUR; en ambos
casos condicionada por la situación mexicana con posterioridad
a diciembre de 1994.


En tanto, las relaciones comerciales entre los países del
MERCOSUR y los del Grupo Andino presentaron un bajo dinamismo
y mientras que a principios de los noventa era el segundo
flujo en importancia dentro del total intrarregional (19% en
1991), en 1995 fue alcanzado por dos vínculos dinámicos como
lo son el del MERCOSUR con Chile y el intra Grupo Andino
(entre 13% y 14%).

Dentro de los flujos de mayor crecimiento, resulta muy
destacado el papel del comercio de Chile con el resto de sus
copartícipes de ALADI. Tanto sus vínculos con el MERCOSUR y
el Grupo Andino, como especialmente sus intercambios con
México, muestran incrementos muy por encima del promedio, lo
que hace que Chile haya sido un pilar muy importante en el
crecimiento del comercio intra-ALADI, sobretodo en el último
año.


1.5. Tendencias de la inversión intrarregional

Los cambios generales en cuanto a la liberalización de las
políticas económicas y la apertura comercial parecen haber
constituido un elemento de aliento al ingreso de capitales en
los países de la región en los años recientes, involucrando
también a los flujos de capital intrarregionales que, con
todo, se mantienen todavía muy poco relevantes en el total.

En efecto, la información estadística disponible, si bien no
exhaustiva 2, indica un mucho mayor dinamismo a inicios de
los noventa, y que solamente parece haberse afectado algo en
1995 como consecuencia de la crisis de México, en lo referente
a inversiones financieras y en cartera 3. En el caso de la
IED, la tendencia creciente parece haberse mantenido,
sustentada en los cambios en la forma de operar los mercados y
las empresas, la mayor competencia en los mercados domésticos,
y el fortalecimiento de ciertos grupos económicos nacionales.


En los casos analizados, es posible verificar, además del
mencionado aumento desde inicios de la década, la existencia
de ciertos ejes de inversión principales al interior de la
región; uno entre Colombia y Venezuela, y otro entre Brasil y
Argentina, en el que participa Chile con inversiones de gran
dinamismo en el segundo de los países mencionados. Surge de
esta forma clara la relación entre esta dinámica de los flujos
de inversión, y la evolución de las relaciones comerciales al
interior de los grupos subregionales, y de ellos con otros
países, que se analizaron anteriormente. Estas últimas
tendencias confirman claramente la observación del estudio en
el sentido de que "los movimientos de capital entre países de
América Latina se han tornado no sólo posibles, sino también
necesarios, para avanzar en los objetivos de la integración"
.
2. Los acuerdos al interior de la ALADI

2.1 El entramado de acuerdos comerciales

Esta evolución del comercio intrarregional está sustentada por
una red de acuerdos concertados entre los países miembros al
amparo del TM80, así como en el Acuerdo de Cartagena entre los
países del Grupo Andino. Al interior de la ALADI, existen en
total 75 acuerdos de comercio entre los países miembros,
además de los 8 que cubren otras áreas, y 27 que involucran a
países de la Asociación y otros países o áreas de integración
de América Latina. De esos 75 acuerdos de comercio, 7 son de
carácter regional, incluyendo a todos los países miembros, y
68 son de carácter bi o plurilateral.


Este conjunto de acuerdos ha relacionado a los países en una
red constituida por las preferencias y las normas relativas a
su aplicación, que son las que vinculan a los países miembros
en lo que respecta al comercio de bienes.

Esos acuerdos son de muy diversas características, alcance e
importancia. Pueden tipificarse, como vimos, según su alcance
regional, subregional, o bilateral; según la amplitud de la
cobertura de bienes; o según la técnica de desgravación que
utilizan. En ese sentido deben distinguirse: a) acuerdos que
registran las preferencias negociadas producto a producto a
nivel de ítem de la nomenclatura, por una parte, y los que
abarcan el universo de bienes por otra; y b) los que registran
preferencias estáticas o sujetas a renegociación periódica, y
los que tienen programas automáticos de desgravación, que no
requieren negociaciones adicionales. Estas opciones básicas
están generalmente asociadas a las demás características de
los acuerdos. De esta forma, los llamados acuerdos de nueva
generación, en lo que respecta al comercio de bienes,
involucran en general a la casi totalidad del universo
arancelario, con cronogramas de desgravación automáticos y
progresiva eliminación de listas de excepciones y otro tipo de
restricciones, además de incluir algunos temas que están más
allá del comercio de bienes.


En el momento actual, los aranceles de importación de los
países miembros presentan el perfil históricamente más bajo, y
las restricciones no arancelarias más comunes han sido
eliminadas o reducidas sustancialmente. Las políticas
económicas que se aplican, por otra parte, tienden a estimular
la competencia tanto en los mercados domésticos como en los
externos. La política de apertura comercial que se inició a
mediados de la década 1980-1990 y se aceleró a inicios de la
presente, llevó a una imprescindible expansión del sistema de
preferencias, con la formación de zonas de libre comercio
subregionales así como a la negociación de programas de
desgravación automática para el universo de bienes, en los
casos de los acuerdos bilaterales.

La evolución del proceso de integración ha llevado a una
situación en la que se distinguen dos grupos subregionales
claramente configurados e institucionalizados (el Grupo Andino
y el MERCOSUR), al tiempo que se va delineando un tercero, a
partir del G-3 y de los acuerdos celebrados por Chile con sus
tres miembros. En el marco de estos acuerdos subregionales,
se ha llegado ya a liberar de gravámenes las importaciones de
una parte sustancial del universo de bienes entre los países
que los constituyen. En el caso del MERCOSUR solo está
pendiente de negociación la incorporación a la zona de libre
comercio del azúcar y del sector automotriz. En el Grupo
Andino, se mantiene pendiente por parte de Perú, la aplicación
plena del programa de liberación y el Arancel Externo Común;
en tanto que entre los cuatro países restantes rige el libre
comercio, y en general una Unión Aduanera imperfecta. Los
países miembros del G-3 y Chile están por su parte formando
zonas de libre comercio bilaterales entre sí, que alcanzarán
una cobertura sustancial del universo de bienes entre los años
1998 y 2005.

Pero existen otros puentes de vinculación a nivel bilateral,
entre los países integrantes de estos grupos, que contribuyen
a ir consolidando una trama de acuerdos fundamental para la
profundización de la integración comercial. La orientación de
las negociaciones entre Chile y México, por ejemplo, ha
llevado a una articulación creciente con el Grupo Andino:
México ha celebrado un acuerdo de libre comercio con Bolivia,
y Chile otro con Ecuador.

Es claro que la amplitud de la cobertura preferencial de otros
acuerdos, entre países que integran diferentes grupos, no es
uniforme, tanto en términos de la cantidad de ítem
arancelarios cubiertos por preferencias, como en cuanto a la
intensidad de las mismas. En el momento actual, los acuerdos
vigentes entre los países del MERCOSUR y Chile, ofrecen una
cobertura arancelaria de alguna importancia, aunque se debe
destacar que en el mes en curso (marzo de 1996), se está en
las instancias finales de la negociación de un nuevo acuerdo.

Una situación similar en cuanto al número e intensidad de las
preferencias, se da en los acuerdos celebrados por México con
Argentina y con Brasil; mientras entre Uruguay y México, en
cambio, el acuerdo existente abarca el universo de bienes
salvo una lista de excepciones.

En cambio, en el caso de los países miembros del Grupo Andino
y el MERCOSUR, es muy poco significativo el nivel al que han
llegado las negociaciones, ya que es muy escasa la cantidad de
ítem negociados por los países en los diferentes acuerdos a
nivel bilateral. Solo con Bolivia se ha establecido un
acuerdo del conjunto del MERCOSUR, pero se ha limitado hasta
ahora a multilateralizar lo que venía históricamente
negociado, dejándose la profundización del acuerdo para una
fecha futura. También presentan un carácter más limitado las
iniciativas que se han comenzado a esbozar entre Venezuela y
Brasil, en primer lugar por las limitaciones de su ámbito
geográfico.


Como resulta evidente, hay una muy clara vinculación entre la
amplitud y profundidad a la que han llegado las negociaciones
entre los subgrupos regionales y los países, y la dinámica que
ha mostrado el comercio intrarregional por un lado y la
inversión intrarregional por otro, especialmente en el período
reciente.

El caso del Acuerdo Regional N° 4 confirma lo anterior, aunque
de forma inversa: la Preferencia Arancelaria Regional, tiene
una cobertura que abarca la totalidad del comercio
intrarregional (con la restricción de sus Listas de
Excepciones) y a todos los países miembros, con una
preferencia comercial que actualmente representa el 20% entre
países de grado de desarrollo similar, y que llega al 48% para
las exportaciones de los PMDER mediterráneos a Argentina,
Brasil y México. Las importaciones amparadas por este
mecanismo, resultaron, de acuerdo a estudios recientes 5,
más importantes de lo esperado dado su actual nivel, pero
sobre todo de real significación en los flujos
intrarregionales de menor dinamismo, correspondientes en
general a bajos niveles de preferencia entre los países, en
otros acuerdos. Visto de otra manera, en aquellos flujos
intrarregionales en los que los países han negociado
importantes ámbitos y niveles de preferencias, y que han
mostrado alto dinamismo comercial, las importaciones amparadas
a la Preferencia Arancelaria Regional se han revelado
irrelevantes.

2.2 Otros acuerdos entre los países miembros

El Artículo 14 del Tratado de Montevideo habilita a los países
miembros para suscribir acuerdos en diversas áreas no
comprendidas específicamente en la denominación taxativa
prevista en el Tratado. Por lo general los acuerdos suscritos
hasta la fecha comprenden materias del ¦rea de los Servicios y
van desde el establecimiento de un programa de cooperación
hasta una liberalización gradual de algunas actividades
sectoriales.

Ejemplo típico de programa de cooperación es el Acuerdo para
la Promoción Turística de América del Sur. En cuanto a la
liberalización del Comercio de Servicios, los acuerdos sobre
Transporte Fluvial por la Hidrovía Paraguay-Paraná, que
reconoce el acceso a los tráficos y a las cargas de los
armadores de los cinco países que integran la Hidrovía, así
como el Acuerdo sobre Transporte Internacional Terrestre entre
los países del Cono Sur, que permite el acceso a los tráficos
y a las cargas de las empresas habilitadas por cada país, son
ejemplos de una progresiva liberalización en la prestación de
servicios.

Por otra parte, el Acuerdo de Cooperación e Intercambio de
Bienes en el Area Cultural, Educacional y Científica, es un
ejemplo de un acuerdo mixto que comprende tanto al Area de
Bienes como a los Servicios y que tiene aspectos de
liberalización comercial y de cooperación entre los países
signatarios. Asimismo, ese Acuerdo es el primero en su tipo
que incorpora, además de los once países miembros de la ALADI,
a la República de Cuba, con lo cual se está haciendo efectiva
la aplicación del Capítulo IV del Tratado de Montevideo 1980
en un acuerdo de alcance regional.

Negociaciones en curso y novedades

Es muy importante destacar que la dinámica que ha tomado el
proceso ha continuado aportando novedades, en alguna medida
sorprendentes, que seguramente implicarán cambios
significativos en la integración regional. En este sentido,
por un lado, el MERCOSUR y Chile se encuentran en un momento
crucial de sus negociaciones para la constitución de una zona
de libre comercio, como se mencionó anteriormente; por otro,
no se apagan todavía los ecos del planteo que recientemente
realizara el Presidente de México al Presidente de Brasil (que
tendrá que ser necesariamente a través del MERCOSUR), para la
realización de una "alianza estratégica" entre ambos.

3. Perspectivas

Las condiciones internacionales parecen augurar para la
región, también en el año actual, un dinamismo del comercio
intrarregional mayor al global. En primer término, se espera
en 1996 un leve aumento en la tasa de crecimiento de la
producción mundial, segun las proyecciones del FMI 6 . En 1993
dicha tasa se ubicó en 2.5% y aumentó a 3.6% y 3.7%
respectivamente durante los dos años siguientes; en tanto, las
estimaciones para 1996 auguran un crecimiento de 4.1% en la
producción mundial 7. Pero el mismo, ésta tendrá una evolución
disímil entre los países industrializados y aquellos en vías
de desarrollo. Mientras los primeros crecerán en torno a 2.4%,
continuando con los problemas para superar la recesión, los
países en vías de desarrollo lo harán a 6.3%. Dentro de estos,
la producción de los países del hemisferio occidental 8 se
estima que crezca 4%, retomando de esta manera el dinamismo
registrado en 1993 (3.3%) y 1994 (4.6%) y que se había visto
disminuido en 1995 (1.8%).

Por otra parte, las perspectivas son aún mas importantes en
materia de comercio, ya que el volumen en el comercio mundial
de bienes se incrementaría 6.4%, y también en este caso hay
sustantivas diferencias en el comportamiento esperado entre
los países desarrollados y los en vías de desarrollo. Los
primeros aumentarán 4,8% sus exportaciones y 5% las
importaciones, y se percibe un enlentecimiento significativo
en ambas tasas de crecimiento con respecto al año 1995, los
países en vías de desarrollo, en cambio, continuarán
registrando fuertes aumentos en sus flujos comerciales, que
superarían en mas de 45% el dinamismo promedio del comercio
mundial. En ese sentido las ventas de bienes crecerán 9.5% y
las compras lo harán 9.9%; cabe acotar que ambas tasas son
algo inferiores a las registradas en 1995.


Dadas estas diferencias en las tasas del crecimiento del
comercio exterior entre los países industrializados y los
países en vías de desarrollo (en particular las de América
Latina cuyas exportaciones crecerían más del 7% en 1996), es
muy probable que el comercio intrarregional continúe siendo
muy dinámico, ya que si bien esa tasa de crecimiento se verá
algo disminuida con respecto al año anterior, igualmente será
superior al mencionado aumento de las importaciones de los
países desarrollados. De esta manera, lo más plausible es que
el comercio intrarregional mantenga un significativo
dinamismo, y que se incrementa aún mas su participación en el
comercio global.

4. La articulación y convergencia en el seno de la ALADI y la
perspectiva hemisférica

4.1 Avances en el seno de la ALADI.

El avance del proceso de integración regional hasta 1994,
llevó a que en ese año, el Consejo de Ministros de Relaciones
Exteriores de los países de ALADI resolviera la puesta en
marcha de un Plan de Acción para la articulación y
convergencia de los acuerdos subregionales y bilaterales, e
incorporara en 1995 el concepto de integración hemisférica al
proceso de integración. Junto con eso, hubo una redefinición
del papel de la Asociación, a través de una nueva
interpretación de su carta constitutiva en lo que se refiere a
la forma de procurar la convergencia entre los distintos
acuerdos pactados al amparo del TM80. Adicionalmente, se
concerta un Protocolo Interpretativo del Tratado, con el fin
de establecer formas de excepción y regulación a la aplicación
de la cláusula de la nación mas favorecida en las relaciones
de los países miembros con terceros países desarrollados.

A lo largo del año 1995 se fueron concretando, de acuerdo a
los lineamientos anteriores, diferentes avances en el proceso
de integración al interior de la Asociación. El Tratado de
Libre Comercio suscrito por Colombia, México y Venezuela entró
en plena vigencia a partir de febrero, iniciándose el proceso
de liberalización del comercio de bienes previsto en el
Acuerdo. Asimismo, los grupos especializados correspondientes
comenzaron las negociaciones sobre el sector servicios, sin
alcanzar resultados concretos, así como los trabajos en
algunos sectores que tienen postergado el inicio de sus
programas de liberación.

Por su parte, el Grupo Andino inició la aplicación parcial del
Arancel Externo Común, debido a la ausencia de participación
de Peru en los mecanismos para la formación del mercado
ampliado. Sin embargo, se reanudaron las Reuniones de
Presidentes que, al tiempo de adoptar un nuevo diseño
estratégico para la integración subregional, encomendaron a
las instancias correspondientes adecuar las instituciones
comunitarias a las nuevas realidades del proceso, cosa que
sucedió en la reciente Reunión de Trujillo.

El 31 de diciembre de 1994, el Mercosur culminó el programa de
liberación del intercambio constituyéndose, así, la zona de
libre comercio y entrando simultáneamente en vigor el Arancel
Externo Común. No obstante, y en atención a las disposiciones
que rigen en este proceso subregional, también entraron en
vigencia tanto el Régimen de Adecuación al programa de
liberación, como las Listas de Excepciones a la tarifa externa
difiriéndose, en consecuencia, la conformación plena de la
Unión Aduanera para el año 2002. En sus relaciones al interior
de la ALADI, el Mercosur inició negociaciones con el resto de
los países con miras a la actualización de sus respectivos
acuerdos de alcance parcial, de manera tal que los mismos
lleven a la conformación de zonas de libre comercio en lapsos
que oscilarían entre los 10 y los 15 años.

En el caso particular de sus relaciones con México, los
trabajos se iniciaron con el propósito de determinar los
objetivos, ámbito y agenda de las negociaciones.

Por su parte, Chile concertó un amplio acuerdo con Ecuador, ha
continuado sus negociaciones con Peru y parece estar
finalizándolas con el Mercosur en el momento de escribirse
este articulo. Al culminar la concertación de estos dos
últimos acuerdos, Chile será el primer miembro de la
Asociación en establecer una zona de libre comercio con los
demás países de la ALADI (con la única excepción de Bolivia),
mediante la agregación de los acuerdos de alcance parcial que
habría suscrito en el marco del TM80.

En síntesis, parece claro que al interior de la Aladi, el
proceso de articulación y convergencia ha avanzado sobretodo a
través de las negociaciones que están realizando los países
miembros entre si, escenario en el cual el Mercosur ha tenido
un papel destacado.

En algún sentido, es posible pensar que los resultados
alcanzados no se compadecen con las expectativas generadas al
inicio de las negociaciones. En efecto, durante 1995 se logró
cristalizar el acuerdo ente Bolivia y Mercosur, pero
únicamente a nivel de la multilateralización del patrimonio
histórico, quedando pautada la continuación de las
negociaciones para el presente año, las que deberán conducir a
la ampliación del acuerdo con miras a la conformación de una
zona de libre comercio.

Las negociaciones entre Chile y el Mercosur fueron postergadas
en su oportunidad, aunque ahora parecería que se esta llegando
a un acuerdo, como se describió anteriormente.

Con los demás países de la Asociación, las negociaciones del
Mercosur concluyeron en la ampliación de la vigencia de los
acuerdos bilaterales pactados al amparo del TM80, hasta el 31
de diciembre del presente año, habiéndose analizado las pautas
que deberán regir las negociaciones a ser llevadas adelante en
1996.

Dificultades

Que no hubieran mayores avances en la articulación y
convergencia del proceso al interior de la ALADI, obedeció a
dificultades de diversa índole, algunas de ellas de difícil
solución, y en cuya superación juega un gran papel la voluntad
política que permanentemente han mostrado los gobiernos de los
países miembros.

En primer lugar, desde diciembre de 1994, algunas de las
principales economías de la región enfrentaron los embates de
una crisis financiera que los llevó a profundizar los
programas de ajuste y estabilización a los que ya se
encontraban sometidas, creando un cierto clima de
incertidumbre en cuanto a las perspectivas de la región.

Por otra parte, durante 1995, la región volvió a ser testigo
de la reactivación de algunas situaciones de conflicto, que
fueron contenidas en alguna medida en cuanto a su
manifestación, pero se mantuvieron presentes como
restricciones a la profundización de las relaciones
bilaterales entre algunos países miembros de la Asociación. Es
evidente que esta situación afecto las negociaciones al
interior del Grupo Andino, sobretodo en el primer semestre del
año, contribuyendo al mencionado clima de incertidumbre.


Un obstáculo adicional al avance de las acciones en procura de
la articulación y convergencia ha sido sin duda la dificultad
de trascender en la agenda de negociaciones, en general, mas
allá de los programas para la liberación del comercio de
bienes y de disciplinas que ayudan a conceder transparencia al
acceso a los mercados. De esta forma, si bien se abarca el
universo arancelario aunque se contemplen tratamientos de
excepción a determinados sectores y productos, debe
reconocerse que ya no parece posible pactar acuerdos que no
incorporen tratamientos a determinadas materias que influyen
decisivamente en las relaciones económicas internacionales de
los países y, sobretodo, en el comercio de bienes. Parece
claro en este sentido que la multidimensionalidad que prima en
las negociaciones internacionales debería también reflejarse
en las acciones de articulación y convergencia a abordarse a
nivel regional.

La ampliación de la temática de las acciones, por otra parte,
seguramente facilitará la consecución de equilibrios en las
negociaciones que, de limitarse al comercio de bienes,
generarían mayores desequilibrios a los que ya son
verificables en las relaciones intrarregionales. Temas como
los servicios, inversiones, infraestructura, propiedad
intelectual, normas técnicas y sanitarias y fitosanitarias,
entre otros, deben formar parte de las negociaciones que se
han emprendido, no sólo por lo mencionado anteriormente, sino
porque su abordaje contribuirá a la coordinación de posiciones
entre los países latinoamericanos y caribeños en los foros
internacionales.

Esto último contribuiría a superar los obstáculos, sobretodo
institucionales y de recursos humanos, para la instrumentación
de los acuerdos a los que obliga la pertenencia a la OMC, de
la cual son miembros todos los países de la Asociación. Ello
seria una importante contribución en cuanto a la convergencia
entre los acuerdos de integración.

Otro factor que sin duda afectó el avance de la articulación y
convergencia en el seno de la ALADI, radica en el inicio de
los trabajos que deberán conducir a la creación del Area de
Libre Comercio de las Américas (ALCA). Si bien en el momento
actual las expectativas sobre el ALCA han disminuido, no es
menos cierto que en su momento, el debate en torno a la forma
de encarar el proceso de articulación y convergencia se vio
alterado por los efectos del inicio de los trabajos sobre las
estrategias de política externa de los países. Esto condujo a
un debate en torno a dos tesis en cuanto a la forma de encarar
la convergencia en la región que, llevadas a sus extremos,
postulaban, por un lado, hacerla descansar en los avances para
la constitución del ALCA, o, por el contrario, implementar las
aproximaciones sucesivas de los acuerdos bilaterales y
subregionales existentes.

El debate parece rezagado actualmente por dificultades
internas, sobretodo en Estados Unidos, lo que entre otras
cosas crea un panorama de bajas expectativas para
integraciones al TLC, por lo menos en el corto plazo. De todas
maneras, se puede rescatar de él, que independientemente de
cual sea la forma en que se instrumente la articulación y
convergencia, deberá respetar los ritmos en que se vayan
profundizando los acuerdos subregionales y bilaterales
vigentes en la región, así como un creciente consenso acerca
de que ambos procesos no son, en sí mismos, excluyentes, sino
que se irán conformando en forma simultánea en el tiempo y
apoyándose mutuamente.

Por último, no debe dejarse de reconocer un elemento que ha
dificultado algunos avances del proceso, derivado sin duda de
los condicionantes internos que restringen los márgenes de
acción de los gobiernos y que pone de relieve lo difícil de
las negociaciones que se están llevando a cabo, y que se
expresa en la poca flexibilidad de las posiciones de algunos
países en el proceso de negociación hacia la convergencia.
Ello ha puesto en tensión en varias oportunidades las
negociaciones, llevando a las mismas a definiciones en los
plazos límites fijados.

El desarrollo del proceso de articulación y convergencia debe
estar dotado, al contrario, de una gran flexibilidad,
fundamentalmente teniendo en cuenta los ritmos con los cuales
evolucionan los esquemas ya pactados, las asimetrías
estructurales entre los países y subregiones, y la dinámica de
las relaciones comerciales y de inversión entre ellos. Por
tanto, esta condicionante de flexibilidad tiene que reflejarse
también en las posiciones de los países o grupos de países
cuando enfrentan la negociación hacia la articulación y
convergencia. Esta condición parece ser, en este momento
histórico, un pre-requisito del objetivo propuesto.

Logros

Todas las dificultades mencionadas, que como queda expuesto no
son pocas ni tampoco irrelevantes, nos deben servir para
aquilatar la real dimensión de los logros alcanzados, entre
los cuales corresponde destacar en primer lugar, el mencionado
incremento del comercio intrarregional, que ha hecho que la
región sea el primer socio comercial para varios países de la
Asociación, y el principal destino del total de manufacturas
exportadas por el conjunto de los países miembros.

Pero las acciones regionales registraron también otros avances
que cabria destacar. En ese sentido, los países miembros
culminaron el proceso de suscripción del Segundo Protocolo del
Acuerdo sobre la Liberación del Comercio de Semillas, meta que
se alcanzará el 26 de febrero próximo. Además se encuentran
terminando el proceso correspondiente del Acuerdo para la
Libre Circulación de Bienes y Servicios Culturales.

Adicionalmente, el Comité de Representantes se apresta a
sancionar definitivamente el Acuerdo sobre Normas Técnicas,
así como las Normas Comunes para la Valoración de las
Mercancías en Aduanas basadas en el Código de la OMC, con lo
cual, de alguna manera se da cumplimiento a las
recomendaciones emanadas de la I Reunión de Responsables de
Política Comercial. En esta misma línea de acción el Comité
aprobó la nomenclatura arancelaria de la Asociación, la cual
servirá de base para dar inicio a los trabajos encaminados
hacia la estructuración de una propuesta relativa a la
adopción de una nomenclatura común para toda la región.

4.2 Proyección hacia los países de Centroamérica y el Caribe

La proyección del proceso hacia estas regiones se dió
sobretodo a través de los países del G-3. En efecto, ya desde
la década pasada, Colombia, México y Venezuela establecieron
acuerdos con varios países centroamericanos y caribeños 9 , a
los que se agregaron en lo que va de la presente, Panamá y el
Caricom en el caso de Colombia, y Guayana y el Caricom por
parte de Venezuela. México, por su lado, tiene establecido un
tratado de libre comercio con Costa Rica, y en la reciente
Reunión de Jefes de Estado y Gobierno entre los Presidentes de
México y Centroamérica (Tuxtla Gutiérrez II), se llegó al
compromiso de un proceso de integración que abarca aspectos
políticos, económicos y de cooperación. En la reunión, a la
que los países del istmo llegaron con una posición común,
primó el espíritu de llegar a un acuerdo bilateral entre
México y Centroamérica, una vez que se culminen los tratados
comerciales que están siendo negociados bilateralmente con el
primero, iniciando luego la convergencia de tales tratados.

Esta profundización de las relaciones de los países del G-3
hacia esta región, ha llegado incluso a que formen parte de la
recientemente creada Asociación de Estados del Caribe.
Del resto de los países de la ALADI, son escasos los vínculos
establecidos con las naciones centroamericanas y caribeñas.
Tres de los países del Mercosur (Argentina, Brasil y Uruguay),
tienen un acuerdo vigente con Cuba, lo mismo que Perú. No se
ha puesto en marcha, por otra parte, un programa de acción
orientado a profundizar las relaciones económicas de
Sudamérica con estas subregiones, aunque debe reconocerse que
Brasil y Chile han estado realizando esfuerzos de acercamiento
a la misma.

Parece claro que en cualquiera de las sendas que adopte el
proceso de articulación y convergencia en la ALADI, esto será
un obstáculo a superar, a fin de proyectarlo hacia los países
centroamericanos y caribeños.

4.3 Proyección hemisférica

La última década del siglo es testigo de varios planteos
tendientes a proyectar la integración a nivel continental o
subcontinental, comenzando por la Iniciativa Para las
Américas, de 1990. Luego de un período de escepticismo debido
a los pocos avances de ésta última, volvieron a hacerse
presentes distintas iniciativas, de las cuales en primer lugar
destaca la vinculación con América del Norte a través de un
novedoso acuerdo que abre camino en cuanto a la integración
entre países industrializados y países en desarrollo. En
efecto, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
firmado por México, Canadá y Estados Unidos, el 17/12/92,
entró en plena vigencia el 1/1/94.

Al mismo tiempo, este Tratado despierta expectativas en otros
países de América Latina, llegándose a iniciar conversaciones
con Chile para una adhesión al mismo, las cuales no
prosperaron.

Los años mas recientes, han sido también testigo de la
iniciativa de creación del Area de Libre Comercio de
Sudamérica (ALCSA), planteada por Brasil en octubre de 1993,
tendiente a una zona de libre comercio de los países del
Mercosur, el Grupo Andino y Chile, con un programa recíproco
de reducción arancelaria y de restricciones no arancelarias
sobre el comercio intrarregional de bienes, excepto los
servicios.

Por otro lado, se dieron también los planteos de integración
de cobertura continental, a través de los acuerdos existentes.
En este sentido, ya en la IV Cumbre Iberoamericana de junio de
1994, se recomendaba "la convergencia gradual de los sistemas
de integración hasta que las actuales zonas de libre comercio
se extiendan a todo el hemisferio".

El mismo tipo de planteo fue el lanzado en la Cumbre de las
Américas, en diciembre del mismo año, con la iniciativa de
creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA),
que incluye la participación de las 34 naciones del
hemisferio. Se plantea un cronograma de negociaciones, que
deben culminar en el año 2005, con la conformación del ALCA.
Es en este caso donde los progresos han sido mas claros. De
acuerdo a las resoluciones de las reuniones de los Ministros
de Comercio, se han conformado 11 grupos de trabajo, que en
sus reuniones han realizado progresos en el relevamiento de la
información a nivel de los países y de los acuerdos
existentes, en la construcción de bases de datos y en la
comparación de diferencias y similitudes de las
reglamentaciones entre sí y con respecto a las de la
Organización Mundial de Comercio.

En la última reunión Ministerial que acaba de finalizar, ha
sido reafirmado el diseño de "alcanzar el ALCA sobre la base
de los acuerdos subregionales y bilaterales existentes, a fin
de ampliar y profundizar la integración económica hemisférica
y hacer dichos acuerdos más parecidos", con lo cual se
reafirma que, en el futuro cercano, presenciaremos el avance
simultaneo de los procesos subregionales y bilaterales
existentes a nivel de la ALADI, paralelamente a las
negociaciones globales a nivel hemisférico.

Por parte de la ALADI, y en cumplimiento de los mandatos
emanados tanto del Consejo de Ministros como del Comite de
Representantes, la Secretaría General se incorporó activamente
a las actividades encomendadas al Comité Tripartito
BID/CEPAL/OEA para apoyar a los grupos de trabajo creados en
la Reunión Ministerial de Denver, en particular, a los Grupos
de Acceso a Mercados y al de Normas de Origen y Procedimientos
Aduaneros.

* Secretario General de Asociación Latinomericana de
Integración (Texto tomado del Ministerio de Relaciones
Exteriores)
EXPLORED
en

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