Quito. 08 jul 99. En el Gobierno se explican las diferencias con
el país por un problema de comunicación. Da la impresión de que
se trata, por el contrario, de un problema político, de mal
manejo.

Ahí tenemos una discrepancia. Da la impresión que desde aquí no
se manejan las cosas: Yo doy hechos, no los interpreto: están
ahí.

En el tema bancario, por ejemplo, probablemente es un área en
donde existen muchísimos intereses. Cada persona habla, propone,
discute, defiende un punto de vista y cuando hay tal cantidad de
opiniones -a veces contradictorias- la gente se desinforma y no
siempre está dispuesta a apoyar masivamente una propuesta. Pero
el resultado final que debe conseguir un Presidente es que las
cosas salgan.

Si el 30 de julio logramos salir con las reformas ya ordenadas,
no tendremos -y toco madera- el problema de Venezuela, de México
o de otros países en donde se les cayó el sistema.

¿No está jugando el Gobierno al papel de incomprendido? ¿Cómo
explica, por ejemplo, lo ocurrido con la Ley-Marco? Se perdieron
dos meses, esa ley tuvo que ser retirada y ahora usted debe
insistir con modificaciones. ¿No es un manejo político errático?

Son dos temas totalmente diferentes. Creo que la tarea de un
Presidente es hacer su trabajo, tener la visión de las cosas,
ejecutar un plan y tener un equipo de colaboradores para hacerlo.

En la Ley-Marco no es que todos los diputados estén absolutamente
en contra de todos los artículos. Si se incorporan sus
observaciones, pienso que la ley va a pasar. Y si se pierden dos
meses no es por culpa nuestra: yo necesito una ley que me permita
trabajar. Diría que no se aprobó en vista de los cambios de
opinión tan frecuentes en el Congreso. Si de entrada me decían
no vamos a votar, por supuesto no la enviaba. No olvide que tuve
varias reuniones prácticamente con todos los partidos políticos.

Esos partidos dijeron que la ley no contenía lo que habían oído
de parte del Conam y de parte suya...

Mi visión es otra. Algunos diputados se quejaron de que en la ley
había artículos que me concedían potestades omnímodas, sin darse
cuenta que esas potestades existen en la Constitución. Muchos de
los artículos eran repeticiones de la Ley de Modernización, pero
la idea era tener un cuerpo orgánico. Las dificultades se
producen en tres o cuatro artículos. Con algunos hay dificultades
ideológicas, pero creo que el país debe modernizarse para
avanzar. Realizar una propuesta para que cada empresa tenga un
50 por ciento de propiedad de acciones entre gobierno y empresa
privada, es condenarla a que se empantane. Frente a esas
posiciones no estoy de acuerdo, pero muchas de ellas aparecieron
cuando la ley ya estaba en el Congreso.

Por lo demás, yo jamás pediría poderes omnímodos y el Congreso
nunca me los concedería. Voy a recoger las observaciones de los
partidos que trabajan en esta alternativa, y evaluaré hasta dónde
llegan, cuál es el objetivo central. De esa forma se obtendrá una
ley que me permita trabajar, no más allá de los límites de la
razón y la posibilidad política.

¿Entonces no hay culpa política del Gobierno?

Nosotros somos seres humanos: hacemos cosas bien y hacemos cosas
mal. Es muy difícil gobernar en el Ecuador, y mucho más
complicado en una crisis tan brutal como la que vivimos
actualmente.

¿Pero cuál es el balance crítico de la acción política?

Creo que el resultado final es el que va a contar. Si después de
cinco años yo termino con una buena reingeniería de la deuda; el
presupuesto controlado y las bases para que el país salga, estaré
muy contento. Aquello no quiere decir que se hayan realizado las
cosas perfectamente y que no exista ninguna falla. Habría
preferido un Congreso mucho más colaborador, no tan contaminado
por la crisis económica y por la presencia de las próximas
elecciones.

¿Por qué no ha dado signos de querer hacer un gobierno de mayor
concertación?

He visto ejemplos de gabinetes de concertación, por ejemplo, el
gabinete del presidente Alarcón.

No es un buen ejemplo.

Tengo un plan de gobierno y debo buscar las personas que me
ayuden a sacarlo adelante. Si aquí vienen mañana tres partidos
políticos y honestamente me dicen "hagamos una gran minga
nacional", yo digo "bueno, vamos todos juntos".

Pero depende de que usted la proponga...

No, porque en la historia política del Ecuador usualmente jamás
un partido, que tiene alguna expectativa para la próxima
elección, quiere meterse con el Gobierno de turno que se
encuentra desgastado. Pero en el Gobierno hay varios ejemplos de
otra cosa: la Ministra de Finanzas es afiliada al Partido
Conservador, el Presidente del Banco Central si bien no es
afiliado a la ID fue Ministro de Finanzas de ese Gobierno; tengo
una gran cantidad de personas que han trabajado en distintos
gobiernos. No he llenado el Gabinete con gente de mi partido: la
gran mayoría son independientes o personas que pueden ubicarse
en cualquier Gobierno de corte modernizador y progresista.

¿Usted descarta la idea de oxigenar el Gabinete?

¿Qué significa oxigenar? La alineación del 10 de agosto no se
encuentra intacta. Habría preferido tener un Gabinete que dure
cuatro años. Creo en la estabilidad, pues uno de los graves
problemas de este país es la inestabilidad. Cambiar por cambiar
no es algo que yo vea necesario, aunque sí he realizado cambios.
Por ahora ni descarto ni confirmo cambios en el Gabinete. Seguiré
evaluando.

¿No están previstas aperturas políticas específicas? Da la
impresión de que usted no cree en ese tema.

Absolutamente al revés. Estoy convencido de que la concertación
es lo fundamental en el país.

¿A través de qué formas piensa viabilizarla?

Las que ha visto desde el 10 de agosto. Creo que están ahí y a
veces porque no calzan exactamente con un modo de pensar no se
les reconoce.

Creo que soy casi el único Presidente de este país que jamás ha
insultado a nadie, lo planteé el 10 de agosto en el discurso.
Cada vez que existe necesidad de una ley llamo a la gente, me
reúno, planteamos los temas, recogemos ideas, buscamos apoyos.
El resto es parte de lo que sucede en el Ecuador. Jamás rechazaré
una sugerencia de alguien, muchos de los proyectos que envié al
Congreso no son ideas mías.

Se habló de unas mesas de concertación nacional. ¿Las va a
instalar, cuándo, cómo y para qué?

La concertación puede realizarse conversando todos los días o
proporcionándole un gran título de concertación y armando mesas
mucho más estructuradas. Hay que hacer las dos cosas.

El 15 y 16 de julio hay un lanzamiento muy grande de
concertación, con gran renombre internacional por la gente que
viene, Felipe González, Patricio Aylwin, el Director de la
Cepal... En dos días se discutirán temas como gobernabilidad,
globalización, derechos humanos, etc. Están invitados todos los
sectores del Ecuador, a raíz de este encuentro que hemos
organizado con el PNUD y con el BID, creo que los diálogos pueden
ser más estructurales.

Pero diálogos se producen todos los días; lo importante es
concertar en los temas clave. Lamentablemente existe una gran
cantidad de elementos que perturban una relación más fluida, por
ejemplo el alza de la gasolina. Usted está conversando y de
pronto tiene que subir el precio. Entonces la gente se siente
golpeada y resentida. Es producto de la difícil situación
económica de un país que no tiene experiencia para entenderse.

¿Usted tiene la impresión de que el Gobierno está explicando, que
está mostrando los objetivos para que el país los entienda?

Yo hablo por lo menos tres veces por semana, pero la información
que emitimos no llega a su destinatario final: se pierde en el
camino, se contamina, se complica, se distorsiona, quizá porque
son temas difíciles. Quizás tenemos poco espacio para poder decir
algo. Resulta muy difícil para un Presidente comunicar algo en
un minuto.

Por otro lado, el país no está acostumbrado a discutir los
problemas a fondo y con argumentos. Se simplifica la realidad de
una manera impresionante, y se caricaturiza con el propósito de
echar abajo una idea. Sin embargo, nosotros tenemos la
responsabilidad de intentar cambiar aquello. Mi calificación en
lo que estamos comunicando está por debajo de lo que hubiera
querido conseguir. Es una de las cosas que el Gobierno no está
haciendo bien.

Pienso que la base de todo se encuentra en la economía. La baja
popularidad y la base de la credibilidad están relacionadas con
ella. La economía no miente. Si ésta camina tan mal como ahora,
es difícil que a un Presidente le vaya bien, y si la economía
anduviera muy bien resultará muy difícil que a un Presidente le
vaya mal.

En mi defensa debo decir que no soy el culpable de que las cosas
estén así: reventaron en mi período y hay que afrontarlas. Junto
a eso hay el tema de la comunicación, pero es muy difícil
comunicar cuando el receptor está medio bloqueado.

El Gobierno no ha movilizado al país. Hay temas esenciales, como
el de la descentralización, que no han sido encarados
políticamente por su Gobierno.

Yo quisiera abordar todos los problemas de golpe y resolverlos
en 24 horas, sería casi Dios. Hay que ponerlos en cierto orden.
Yo digo que hay que arrancar problema por problema, no digo que
me concentro en uno y me olvido de otro. Hay uno en el cual hay
que concretarse: este rato creo que es la reforma de la AGD, la
crisis bancaria y el FMI.

¿Qué piensa usted ante las voces que están pidiendo cambiar de
Presidente?

Soy un Presidente elegido y legítimo, y es paradójico que
mientras en el país la credibilidad se ha erosionado muchísimo
y la popularidad también, pocas veces un Presidente haya tenido
tan alta valoración afuera. Palabras como las del presidente
Aznar aquí no son tan usuales en un primer mandatario. Que
Clinton haya mandado dos cartas en el momento de la crisis
diciendo que el Presidente está haciendo lo correcto, tampoco es
usual.

Una de las anclas del Gobierno es lo internacional, no porque
afuera nos van a resolver los problemas, sino porque el principal
problema del Ecuador es económico y de afuera tienen que venir
los recursos para salir. Obviamente, después de un Presidente de
seis meses y otro de año y medio, eso le queda a uno en la
cabeza. Ecuador, además, ha sido muy proclive a ese tipo de cosas
desde hace muchos años. Pero no veo en el campo real ninguna
posibilidad porque lo único que traería es desgracias al país
-muchas más de las que ahora tiene- además de un total
aislamiento internacional. A nivel de la dirigencia política creo
que eso está bastante claro.

¿Descarta acuerdos nacionales en el Congreso?

Creo que es fundamental un acuerdo. Veo que hay dificultades
prácticas reales para que los acuerdos se den, porque cuando un
médico recibe a un paciente muy grave tiene que hacerle cosas que
le duelen, y no las hace de malo: sabe que el dolor de ahora es
la recuperación de mañana. Es una cosa muy parecida a la de un
país. Sería mucho mas fácil si hubiera acuerdos. ¿Quién va a
decir aquí que está de acuerdo cuando se sube la gasolina, aunque
esté de acuerdo, aunque sepa en su corazón y en su cabeza que si
estuviera en mi puesto haría lo mismo? ¿Quién va a declararlo
públicamente si es un político? Nadie. En todo el problema de
ahora, en el que el Gobierno está actuando con mano dura,
mantenemos abierto el diálogo. Pero si el país fuera más propenso
habría tenido mucha más gobernabilidad desde hace muchos años.

¿Cuál es su real evaluación del tema regional?

Siempre ha existido en la historia una división regional pero
nunca ha sido una división que impida que este país pueda tener
objetivos. Es un país que verbaliza mucho las cosas, el nivel de
confrontación verbal es muy alto, pero es un país pacífico.

Creo que los niveles de enfrentamiento han llegado a cotas más
altas de las que usualmente ha habido pero no creo que tantas
como para decir que esto es un problema insoluble ni mucho menos.

También creo que si vamos superando la crisis esto va a cambiar.
La Costa ha sido muy golpeada, por El Niño sobre todo. Eso ha
desencadenado una serie de consecuencias, no solo la pérdida de
cosechas, de trabajo, de inversión, de mercado del banano, sino
amenazas como la del camarón. De esas cosas hay que preocuparse,
pero no creo que haya ninguna posibilidad real de una división
mayor y creo que han bajado un poquito las aguas, pero pueden
subir mes a mes.

Al presidente Mahuad lo entrevistaron José Hernández y Marco
Arauz. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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