Sexo A La Carta

SEXO A LA CARTA, por Por Daniel Samper Pizano

Quito. 26. 08. 90. (Opinión). "¿Soy madre o padre, doctor?". La
vieja y atribulada pregunta del hombre que ve salir al obstetra
de la sala de maternidad donde se encuentra su mujer, refleja el
eterno tema del sexo de los hijos. Desde hace milenios la
humanidad ha tratado de encontrar la fórmula para definir el sexo
del niño que vendrá al mundo. Las recetas proliferan, y van
desde incómodas posiciones gimnásticas hasta el consumo de huevos
crudos poco antes del encargo. Dar con el secreto habría
ahorrado en otros tiempos muchas guerras de sucesión en torno a
tronos vacíos. Pero nada ha funcionado y las criaturas siguen
naciendo de uno u otro sexo sin que imperen otras leyes que las
del azar.Hasta ahora, lo más que ha permitido la ciencia es
asomarse antes del parto a la noticia de qué deparó la suerte:
si macho o hembra. Aunque no se trata de un avance dramático,
al menos permite que los padres compren el ajuar del color que
toca y no pierdan tiempo en buscar nombres que no serán usados.
En algunas ocasiones también permite saber que, en vez de padre
o madre, el progenitor será ambos o alguno de ellos dos veces.
Es decir, que la naturaleza se dejó venir con mellizos.

Pero cambiar quieren las cosas. Todo indica que está próximo el
hito científico de la escogencia del sexo. En Francia se
desarrollan técnicas de selección de espermatozoides en los que
predominan determinados cromosomas. Y en Inglaterra dos biólogos
londinenses han descubierto que en las primeras siete semanas de
embarazo el embrión es bisexual: si se logra inocular cierta
proteína en un gene llamado SRY, será niño. De lo contrario
nacerá mujer. Aun cuando faltan aún tiempo y experimentación
para perfeccionar una técnica de definición del SYR, llegará el
día en que una simple píldora de proteína, tomada a tiempo,
permita escoger entre un Jaime y una Dolores.

La posibilidad de optar el sexo de la criaturas ha desatado ya
una furiosa polémica ética. Hay quienes sostienen que se trata
de una manipulación genética inaceptable. Pero profesores como
Santiago Grisolía, del Instituto de Investigaciones Citológicas
de Valencia, afirman que no hay manipulación alguna: solo una
selección de cromosomas o proteínas. Entre los primeros están
los dos profesores británicos descubridores del secreto de la
proteína. Ellos sostienen que emplear el gene SRY para que los
padres escojan el sexo de los niños es inmoral. Entre los
segundos hay muchos que opinan que la escogencia del sexo
disminuirá el número de infanticidios y permitirá poner freno a
una de las causas de la explosión demográfica.

Por lo tanto, un juez español acaba de dar un paso sin
antecedentes en el mundo o, al menos, en Europa: ha autorizado
a una madre de cinco varones a que, por medio de inseminación
artificial, busque la hija que espera desde hace más de veinte
años. El juez se ha amparado en dictámenes de psiquiatras según
los cuales la malagueña Esperanza Martín, de 43 años, sufre una
neurosis causada por la falta de una hija. Aunque las
posibilidades de que el marido de Esperanza vuelva a ser padre
y no madre son del 30%, el juez reconoció a la pareja el derecho
a buscar el sexo del que será, por razones de "fatiga del metal",
su último vástago.

La decisión del juez ha desencadenado sobre él una lluvia de
críticas que tachan la decisión de ilegal y hasta de inmoral.
Yo, que soy feliz con dos hijas y un hijo, pienso tímidamente que
es legítima la alternativa de pedir los niños a la carta con un
poquito de ayuda de la ciencia. Y en cuanto al temor de algunos
falsos profetas en el sentido de que se romperá el equilibrio
demográfico en el planeta, no lo considero válido. Como en el
cuento del interlocutor aquel que conversaba con el machote
mexicano, seguiremos siendo mitad machos y mitad hembras, pero
mejor repartidos. Y la seguiremos pasando de lo más bien. (A-4).