Quito. 09.04.93. En América Latina, históricamente los
militares han jugado un papel importante en la polÃtica
regional. Sin embargo, en las últimas dos décadas esa
influencia alcanzó también la esfera económica.
¿ Cuál es el resultado de esa incursión en
economÃas que en la década de los 80 han estado marcadas por
la crisis? El presente es el primero de una serie de tres
notas sobre la nueva relación entre los militares
latinoamericanos y los empresarios civiles, y sobre las
empresas manejadas por los uniformados en esta región.
Las fotogénicas escenas de camaraderÃa entre empresarios y
militares son cada dÃa más escasas y menos sonrientes en
América Latina.
Ante la falta adversarios comunes -como los desalentados
izquierdistas-, los hombres de empresa y los de uniforme
descubren que la ausencia de enemigos no basta para prolongar
una vieja amistad.
En las últimas semanas, los empresarios salvadoreños han
tomado la inédita decisión de exigir un civil como ministro de
Defensa, mientras en Argentina, oficiales culparon al gobierno
y a los grandes industriales por la aguda desvalorización de
los sueldos de militares en actividad y retirados.
WASHINGTON CAMBIA DE POSICION
"La sociedad latinoamericana empieza a percatarse del cambio
radical en la polÃtica de Washington hacia los ejércitos del
continente y en las relaciones entre los militares con sus
respectivos estados", explica Edelberto Torres Rivas, director
de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO.
Torres, autor de varios estudios sobre militares, señala que
Estados Unidos ha reducido drásticamente la ayuda económica a
los ejércitos latinoamericanos: "En Honduras bajó de 400
millones de dólares a poco másde dos millones. En El Salvador,
el corte fue de 90%, sólo para mencionar dos ejemplos".
Sin ayuda externa y en pleno periodo recesivo causado por
ajustes estructurales, los militares buscan actividades
civiles para sobrevivir en las arduas trincheras del
neoliberalismo.
AsÃ, en Argentina, cerca de 700 oficiales y 1800 suboficiales
del ejército optaron por el retiro voluntario en los últimos
dos años. En la armada Argentina, el éxodo fue de 16%.
Aun más radical ha sido el vuelco en las relaciones entre el
Estado y los militares a raÃz de las polÃticas neoliberales y
a causa del fin de la guerra frÃa entre el bloque capitalista
y el hoy extinto campo socialista.
Por una parte, los sueldos castrenses se baten en retirada
ante la ofensiva inflacionaria. Por otro lado, procesos de
desmovilización -como el nicaraguense- han extendido el
desempleo a los cuarteles.
Los sueldos de los militares argentinos han perdido un
promedio de 60% de poder de compra. En Nicaragua, 80 mil
miembros del Ejército Sandinista quedaron cesantes desde
1990, a raÃz de la drástica reducción de efectivos.
BAJAS EN NEGOCIOS MILITARES
Los ajustes también han cobrado bajas en las actividades
empresariales de los militares. En Sudamérica hubo quiebras en
serie de fábricas de material bélico. El caso más notable es
el de Brasil, donde, hace dos décadas existieron cerca de 20
promisorias industrias militares, y hoy solo quedan dos.
Las industrias que lograron sobrevivir al auge armamentista de
los decenios de 1970 y 1980, están ahora al borde de la
privatización como ocurre en Ecuador y Perú. Otros negocios
son de dimensiones muy reducidas, como las 25 empresas
controladas por el ejército boliviano.
Sin embargo, en América Central, la crisis financiera de los
establecimientos militares provocó una reacción distinta de
la verificada en América del Sur.
Confrontada con la brutal pérdida de recursos estatales, la
jerarquÃa castense acepto el reto neoliberal y se ha lanzado a
los negocios tipicamente civiles, como en Honduras, donde el
Ejército controla un banco, hoteles y hasta una funeraria.
QUIEBRA DE LA ALIANZA CIVIL-MILITAR
El historiador costarricense Guillermo SolÃs Rivera señala que
que tanto en el caso sudamericano como en el de América
Central, la consecuencia de los cambios es la ruptura de la
tradicional alianza entre el sector empresarial civil y los
militares.
"Si antes habÃa un interés común en defender privilegios
contra amenazas insurgentes, ahora los objetivos ya no
coinciden", expresa SolÃs.
La quiebra de la vieja alianza empresarios-militares afectará
al cuadro polÃtico y social de América Latina. En paÃses como
Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela, se percibe claramente
un acercamiento entre militares y ex-izquierdistas en torno a
la defensa del nacionalismo contral el liberalismo.
Por su parte, Washington defiende ahora la tésis de "más
gerentes y menos generales en Centroamérica", según expresión
del sociólogo guatemalteco Gabriel Aguilera.
Torres profetiza: "Está por cesaparecer un elemento que ha
permanecido en el origen de casi todos los golpes de estado en
el continente, y este puede ser un hecho positivo en la
consolidación democrática regional" (2A)
GASTOS MILITARES EN PAISES DE A.L (*)
Cuba 7.4%
Perú 6.5%
El Salvador 3.7%
Chile 3.6%
Panamá 2.0%
Ecuador 1.6%
Brasil 0.9%
Costa Rica 0.0%
Colombia (**) 7.4%
(*) En relación con el Producto Interno
Bruto de cada paÃs.
(**) Porcentaje del presupuesto nacional
de 1993, que asciende a 11.378.606.5
millones de pesos, asignados a gastos
de defensa y seguridad.
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 09/Abril/1993 | 00:00