Quito. 24.04.93. (Editorial) Yo andaba recién por los trece años cuando oÃa
que la Mary Lou Parra por aquÃ, que la Mary Lou Parra por acá.
Era para mà un nombre tan familiar como el de John F. Kennedy,
Floddy Patterson o Velasco: todo el tiempo lo oÃa entre el
cÃrculo de mis primos mayores, que andaban en el frenesà de su
adolescencia.
Tan importante era la Mary Lou Parra que debÃa ser una señora
altisÃma, sobradÃsima, serÃsima y aburridÃsima, tanto que yo la
vinculaba con las obras de beneficencia y creÃa que cualquier
rato se morÃa de vieja y le hacÃan santa. ÂY a mà darme un miedo
conocerle a la san Mary Lou Parra!
Más bien preferÃa prender Radio Musical mientras hacÃa los
deberes y quedarme oyendo dieciséis tonelas de carbón saqué hasta
que me daba sueño y decÃa más bien mañana le pido el cuaderno al
Cadena para copiar los problemas de matemáticas que no me salen.
ÂQué bruto Mary Lou, le digo ahora, si vos has sido!
Y yo que le creÃa señorota y ella que era señorita. TenÃa solo
dieciséis años, estaba en quinto curso del colegio Americano y ya
dirigÃa Radio Musical.
ÂQué bestia! Todo al revés: no era ni grandota sino que sigue
siendo chiquitita porque en los treinta años que han pasado de
esa época a ésta, no ha crecido, a pesar de que era
basquetbolista y atleta.
También era rebelde. Y cuestionadora. Y hasta hubiera ido por
mal camino porque tenÃa ciertos coqueteos con la polÃtica: desde
guagüita oÃa por la radio todas las noches las sesiones del
Congreso y se embelesaba con los discursos de los diputados y con
las broncas y las discusiones. Pero también era vicio por las
radionovelas que, por una cortesÃa de Colgate con gardol,
transmitÃan en la Espejo. Y no separaba el oÃdo de Radio
Cordillera, donde lloraba por igual con una de Paul Anka o Elvis
que con esa que dice EscrÃbeme, de Los 4 Hermanos Silva. Y
después, ya maltoncita, hasta se iba a escondidas al Café 77, de
donde su papá le sacaba de la oreja porque ese era un nido de
comunistas y subversivos y no un sitio para una chica como tú,
mijita.
Con ese currÃcucum, no le quedaba más que estudiar Derecho.
Hasta fue a la Católica y pasó el examen de ingreso. Pero botó
la toalla pronto, por suerte, porque ya estaba metida hasta las
marimbas timbas con la radio desde cuando estaba en quinto curso.
¿Eso ya dije? SÃ. Ya dije. Lo que no dije es que también
cuando estudiaba bachillerato era traductora en la embajada de
los Estados Unidos.
Era traductora y en una de esas asomó un joven gringo, de 18
años, David Glisson, que pidió que le pasaran al inglés el
Reglamento de Instalaciones Radioeléctricas. Mary Lou lo
tradujo. Después David le pidió que le comprara una frecuencia.
Mary Lou le compró. Después David le pidió que se casara con él.
Mary Lou se casó.
ÂQué radio! ÂQué equipos! Todo costó 15.000 dólares. Hasta
pusieron antena, cuando las radios operaban solo con un poste y
un alambre central. Una locura.
Y entonces, en 1963, Radio Musical comenzó a hacer roncha. Los
locutores, ¿cómo les explico?, hablaban. DecÃan cosas en la
mitad de la canción. Se soltaban buenas papas. Fregaban. Y,
además, todo con unas voces del san flautas. Disk jockey dizque
se llamaban los que hacÃan eso. ÂQué Ãbamos a saber nosotros qué
diablos eran los disk jockey! Las chicas les llamaban por
teléfono y se morÃan por ellos y pasaban y repasan por la
Amazonas que era donde estaba Radio Musical y ellos desde arriba
les hacÃan señas y ellas desde abajo se demayaban. ÂQué voces!
Gabriel Espinosa de los Monteros tenÃa solo 16 años y ya hacÃa
furor. Y Pepe Rosenfeldt. Y Vicente Córdoba.
Y a todo esto Mary Lou ya tuvo su primera hija. Y además con
David tuvo dos radios más. Un poco con cesárea, porque se
sacaban el aire durante 18 horas al dÃa.
Razón que yo oÃa Mary Lou por aquà y Mary Lou por acá, pues. Si
Mary Lou era todo. Y razón también que le tenÃa miedo. ÂMucho
era!
Después se le metió traer artistas. Y en eso también fue
pionera. Trajo a Julio Iglesias, a Mocedades, a Peret, a
Raphael, a MarÃa Dolores Pradera, a Enrique Guzmán, a Piero. Y
pasaba las de caÃn. Por ejemplo, cuando ya estaba anunciada la
presencia de Mocedades, el avión dejó al grupo en Lima. Y la
presentación era esa noche. Entonces Mary Lou fletó una avioneta
y se fue a Lima, embarcó al grupo y regresó. Pero como la
avioneta era bien pato y andaba a dos por hora, el viaje duró
eternidades y llegaron acá a las nueve de la noche. Imposible
aterrizar. Por radio pidieron las autorizaciones, despertaron a
los de la Aviación Civil e hicieron poner en la pista antorchas
de gasolina para aterrizar. Y lo de Mocedades, pálidos, cantaron
a la hora prevista.
Se lanzó a la F.M. en 1965, cuando la F.M. ni tal que se habÃa
ofrecido. Y a difundir el jazz.
Y en el medio, viajes por todo el mundo, tanto que no conoce solo
dos paÃses: Sudáfrica y China Popular.
Y al divorcio también se lanzó y a un nuevo matrimonio con John
Hay, que es un gringo del carajo con quien tiene otra hija hija.
Y como es terneja, en tiempo de Bombita cayó presa por negarse a
pasar una cadena bombÃstica, porque primero están sus principios
que las imposiciones de cualquier dictadura.
La Mary Lou. ¿No es cierto que sà es de tenerle miedo?
Ya ven.
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 24/Abril/1993 | 00:00