Moscú. 09.09.93. Los planes de un grupo de influyentes y oscuros
personajes de la política rusa para reorganizar el Estado a
partir de los órganos de poder regional han hecho saltar la señal
de alarma entre los dirigentes del Kremlin, enzarzados hasta la
fecha en un combate frontal con el Soviet Supremo.

El artífice de esta iniciativa, con conexiones que alcanzan
numerosas regiones rusas, es el ex secretario del Consejo de
Seguridad de Rusia Yuri Skókov, un hermético personaje que fue
defenestrado por el presidente, Borís Yeltsin, el pasado mes de
mayo, presuntamente por su negativa a respaldar a éste en la
implantación de un régimen especial de gobierno.

Skókov, en una rueda de prensa celebrada el miércoles, anunció la
creación del grupo "Consenso por la Patria", cuyo objetivo es
preparar el terreno para la formación de una Asamblea de los
Pueblos de Rusia, un nuevo órgano representativo llamado a poner
fin a "la desintegración del Estado".

Según el consejero presidencial Yuri Baturin, esta maniobra, que
se enmarca en la lucha para ganar el apoyo de las repúblicas y
regiones, está auspiciada, aunque de forma encubierta, por el
Soviet Supremo.

Con ella se persigue competir con los planes de Yeltsin para
instituir el Consejo de la Federación, otro órgano de poder que
emanaría de las regiones para usurpar funciones legislativas al
Parlamento actual.

La existencia en el edificio del Soviet Supremo de un centro de
investigaciones regionales dirigido por Skókov, y la presencia en
la rueda de prensa de Ramazán Abdulatipov, presidente de la
Cámara de Nacionalidades del Parlamento, sugieren que Skókov
actúa con el beneplácito o la connivencia del presidente del
Legislativo, el contrincante de Yeltsin, Ruslán Jasbulatov.

Sin embargo, el ex secretario del Consejo de Seguridad insistió
en que su grupo persigue la consolidación entre los partidarios
de Yeltsin y el Parlamento, y que bajo ningún concepto debe
interpretarse como un partido político o bloque opositor.

Por su parte, el ex ministro de Justicia Nikolai Fiódorov, otro
de los dirigentes de Consenso, calificó al equipo de Yeltsin de
"mera agrupación de personas" sumidas en intrigas y maquinaciones
y carentes de un programa efectivo.

Skókov rechazó, además, los rumores de que Consenso sea una
plataforma política para presentar su candidatura a unas futuras
elecciones presidenciales, e insistió que es una asociación
coyuntural de personas unidas por una preocupación común y
dispuestas a "librar el combate por la Patria".

Esta declaración de intenciones no convenció a Baturin, quien
cree que Skókov, como ex secretario del Consejo de Jefes de las
Repúblicas de la Federación Rusa, hace uso de su gran influencia
sobre los integrantes de éste y de sus contactos en el poderoso
complejo industrial-militar para potenciar su candidatura a unas
futuras elecciones presidenciales.

Para aderezar esta maraña política, según fuentes próximas al
Kremlin, elementos cercanos a Yeltsin habían ordenado presionar a
Skókov para que desistiese de celebrar la rueda de prensa,
prevista en un principio para el pasado martes y aplazada hasta
el miércoles por oscuras razones.

El nerviosismo que se adivina tras las murallas del Kremlin es
comprensible si se tiene en cuenta que la destitución de Skókov
causó malestar, si no irritación, entre los jefes republicanos,
que lo consideraban el único interlocutor válido para el diálogo
de la periferia con el centro.

Llama también la atención que en los estatutos fundacionales de
Consenso firmó Víctor Stepanov, presidente de la República de
Karelia, en el mismo escenario donde a mediados de agosto Yeltsin
reunió a los líderes de las repúblicas para dar un espaldarazo
definitivo al Consejo de la Federación.

Las recientes dificultades a las que se enfrenta el entorno
presidencial para dar vida a este Consejo, cuyo nacimiento estaba
previsto para esta semana, coinciden con la revelación de los
planes sobre la Asamblea de los pueblos, celosamente ocultos
hasta la fecha.

Los tentáculos de "Consenso por la Patria" se extienden
oficialmente a veinte "sujetos" (repúblicas y regiones) de la
Federación Rusa, donde desempeñan una activa labor en la búsqueda
de una nueva clase dirigente.

En este sentido Abdulatípov defendió una remodelación capital de
los poderes regionales ya que estas administraciones no son
representativas y sólo reflejan los "intereses de estrechos
círculos de gente".

Aparte de las maquinaciones políticas, el comité ejecutivo de
Consenso, que se define como una "alianza coyuntural de patriotas
para salvar a Rusia de la destrucción", expuso el motor
ideológico de la organización: la inadmisibilidad de que "las
reformas conduzcan al crimen y a la miseria".

Skókov, Abdulatípov y Fiódorov coincidieron en que las actuales
estructuras estatales, desintegradas por las ambiciones
políticas, han fracasado en la defensa de los ciudadanos y ahora
la sociedad ejerce el derecho a la autodefensa.

Abdulatípov señaló que "grupos nacionalistas y radicales se arman
hasta los dientes porque el Estado no les puede proteger de los
ataques de elementos agresivos" que campan a sus anchas por el
país a la deriva entre el caos y la anarquía. (EFE) (7A)
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