Quito. 26.10.94. La comunicación es un elemento esencial del
accionar municipal, porque si bien, es el órgano estatal más
cercano a la sociedad, en realidad existe un proceso de
distanciamiento. El tamaño de las ciudades, las caducas
estructuras de gobierno, el cúmulo de órganos del poder local, el
desconocimiento de la ciudad, las nuevas concepciones de lo
municipal, etc, hacen imprescindible replantear la relación del
municipio y la ciudadanía desde la perspectiva del tema de la
comunicación social.

Para ello se debe tener en cuenta, al menos, los siguientes
aspectos:

1. El Municipio no solo debe dirigir su acción a la dotación de
servicios, porque es una instancia de gestión y gobierno de la
ciudad; por lo tanto de ejercicio de poder, que se expresa en una
multiplicidad de tareas y órganos. En este caso, la comunicación
es una tarea municipal que tiene la finalidad de reconstruir la
unidad de acción municipal y proyectar una imagen coherente.

En otras palabras, debe promover la coordinación interna y la
unidad de mensaje, porque mientras la ausencia de lo primero
desperdicia recursos, lo segundo conduce a la pérdida de la
legitimidad institucional y de su condición de punto referencial
de la hegemonía local.

Es que la existencia de múltiples organismos de gestión local
-con mensajes diversos- segmenta la población y desinforma, con
lo cual pierde la función de referente y de fuente de identidad.

2. El Municipio debe ser global, no solo por su contexto nacional
e internacional, sino también por sus determinaciones. Si su
sentido de ser es internacional, es imprescindible delinear una
comunicación interurbana y también definir un "marketing" de la
ciudad como parte de las políticas urbanas.

3. El Municipio debe recuperar su condición de cercanía, a través
de la comunicación que exprese la creación de nuevas formas
institucionales de representación, el desarrollo de propuestas de
descentralización del aparato de gobierno y la ampliación de las
formas de participación de la población.

Una buena comunicación tiene por base a los procesos de
democratización, porque ella permite la proximidad-participación
que se obtiene entre una autoridad legítimamente constituida y la
población, a través de la formación de los respectivos canales
institucionales: políticas de comunicación social, información,
promoción popular, definición de demandas, etc.

Parecería procedente, para una política municipal sobre el tema,
trabajar sobre dos líneas interrelacionadas: por un lado, la
comunicación social propiamente dicha, que tendría que ver con
las necesidades de vinculación y proximidad de las población a
sus instituciones fundamentales. En este caso, la comunicación
aparecería como un medio o un canal a partir del cual la
participación, representación y legitimidad se desarrrollarán.

Y, por otro lado, a través de la redefinición del sentido y
contenido de las relaciones públicas tradicionales, pensadas más
como relaciones que fortalecen lo público, construcción de
espacios de encuentro, incremento de las posibilidades de
socialización, el desarrollo de las múltiples identidades y el
apuntalamiento cultural. Debe romper el tradición al esquema
vertical emisor-receptor por una relación de carácter pública que
construya un orgullo y sentido de pertenencia.

Compartiendo con Luis Verdesoto convendremos en que las
municipalidades deberían "introducir la comunicación de masa como
parte de la formación de los actores sociales, ya que el acceso a
los medios es parte de la política social para la realización de
los objetivos de comunicación entre los actores y de la
realización de las identidades".

En este caso, siendo el Municipio el propietario fundamental del
medio de comunicación de masa más extraordinario: la ciudad,
debería tener una propuesta de política urbana que incluya la
comunicación y las relaciones públicas. Esta proposición supone
que la ciudad sea considerada redefinida y refuncionalizada como
un medio de comunicación especial.

En la actualidad las estrategias de desarrollo urbano se realizan
sobre escenarios previamente producidos y en ciudades ya
existentes, lo cual exige considerar, a su vez, estrategias
adicionales de comunicación y relaciones públicas, por ejemplo,
las obras de rehabilitación urbana, la introducción de
inversiones en tráfico y transporte o la renovación de las
infraestructuras, exigen procesos de comunicación y de relaciones
públicas especiales.

Un municipio que al ejecutar un plan de inversiones no actúa
sobre la simbología existente en la ciudad pierde legitimidad.
Las obras en construcción deben tener en cuenta esta condición
urbana previa, para (re) construir una nueva simbología. Tiene
que haber obra no solo para resolver los problemas de las
demandas explícitas e inmediatas, sino también para transmitir en
ellas una intencionalidad y un mensaje explícito.

Ello supone una política urbana que asuma la comunicación como
uno de los componentes más importantes. Pero también por el
carácter de la obra municipal que es fundamentalmente física,
inmueble, visible, dispersa y puntual. Si bien tiende a resolver
algunos problemas, una vez que cumple su cometido, es absorbida o
mimetizada por la cotidianidad, perdiendo temporalidad y
trascendencia. La obras y su ubicación debe ser una solución
múltiple a los diversos problemas sentidos por la población, pero
también debe contener una estrategia fuerte al escenario urbano
construido y transmitir un mensaje claro.

La comunicación social debe dirigirse a trascender el tiempo y el
espacio. Es decir, que la población de toda la ciudad tome
conciencia del carácter de la obra y permanezca el mayor tiempo
posible en la memoria social. Debe ser una actuación que tienda a
superar la propia definición del ámbito local del municipio y
proyectar su identidad en el tiempo y fuera de su circunscripción
territorial. Ello supone, equidad en la distribución de la
inversión y la satisfacción de reales demandas sociales.

Los municipios deben considerar los tradicionales medios de
comunicación como: la radio, la televisión y la prensa, por el
mal uso que se les ha dado. En este caso la concepción que se les
asigna, hace que se reduzcan a una condición de prensa marginal.
Y lo que es grave es que la propia función es considerada de
menor cuantía frente a las obras de inversión en servicio.

Se requiere una propuesta que busque ampliar la solidaridad en el
mundo del individualismo, fortalecer las múltiples identidades,
promover órganos legítimos en un contexto de crisis generalizada,
fortalecer el orgullo y sentido de permanencia, auspiciar la
ilusión movilizadora de asumir un proyecto social y promover una
cultura de planificación, entre otros. (16B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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