Quito. 23.10.94. Llegó la noche del jueves 20 de octubre. Los
muchachos miembros del grupo "Activistas Permanentes de los
Derechos Humanos" (APDH) se preparaban para lo que sería, en
palabras de ellos, una "refrescada de memoria" acerca de la gesta
que cumplió, hace doscientos años, Eugenio Espejo.

El plan era el siguiente: colocar, desde las cero horas del
viernes 21, siete banderas en sendas cruces del Centro de Quito
con consignas a favor de los derechos humanos y la libertad,
emulando lo que hizo Espejo, cuando embanderó, disfrazado de
duende, las calles del Quito español para incitar a la rebelión
anticolonial.

Sin embargo, los siete muchachos involucrados en la tarea no la
tuvieron tan fácil. Primero, a dos horas de salir, sufrieron el
robo de un auto, por lo que dos chicos tuvieron que ir a la
Policía a presentar la denuncia y el grupo de "conspiradores" se
redujo a cinco.

Al colocar la primera bandera, que correspondía a la cruz de
Santo Domingo, se leyó su "manifiesto" que explicaba el porqué de
su actitud. "Hoy, como en 1794, se irrespeta la vida, los
derechos de las personas y las conquistas sociales... Por eso,
decidimos despertar la dormida memoria colectiva en homenaje a
Eugenio Espejo quien, por primera vez, pintó la palabra libertad
y dio su vida por ella..."

Luego, se colocaron más banderas. En La Merced, tuvieron que
trepar literalmente sobre quioscos y rejas para colocar la tela.
En San Francisco, se rompió uno de los palos, por lo que hubo que
realizar maromas en el aire para arreglar el desperfecto.

Los momentos más emotivos...

Se vivieron cuando se llegó a La Compañía, lugar donde la
fallecida Luz Elena Arismendi de Restrepo exigía justicia y a
quien, en medio de una ráfaga de viento, se recordó como una de
las mujeres más valientes de nuestra historia.

El temor se apoderó de todos cuando llegaron a La Catedral
Metropolitana, cuya cruz se hallaba a la vista de los guardias
del Palacio de Carondelet y del Ministerio de Gobierno. Uno de
ellos se acercó "por si las moscas" y contempló la esforzada
tarea de los muchachos, pero no estorbó y permitió que la bandera
roja se cuelgue.

Finalmente, la travesía nocturna terminó a la una y veinte de la
mañana en San Blas. Se colocó el último paño y se retiraron, a la
espera de lo que la mañana les regale.

Al día siguiente...

Los quiteños que siempre cruzan por aquellos sitios del Centro
Histórico siguieron con el ritmo habitual de sus vidas. Los
vendedores se instalaron en sus esquinas, los jubilados
acapararon las bancas y los transeúntes caminaron con la vista
clavada en la vereda.

Uno que otro peatón se percató de la existencia de aquellas
banderas rojas y leía, en medio de las prisas, las leyendas. Yo
hablé con algunos en la esquina de la Catedral Metropolitana y
comprobé, periodísticamente hablando, que no estaban muy
enterados de quién fue Espejo y cuál era el sentido de recordar
su gesto de hace doscientos años.

Apagué la grabadora y, al primer paso, me topé con un mendigo.
Entonces comprendí que la "independencia" de que gozamos se
esfuma en la miseria y abandono del prójimo.

Espejo quería una Latinoamérica libre y unida. Y por intentar
alcanzar ese deseo perdió su vida. Pero en la madrugada del
viernes, aquellos muchachos nos recordaron, además, que libertad
y justicia siempre deben ir de la mano. Sin justicia, señores
gobernantes, no hay independencia que valga la pena.

Llegará el día, y ojalá sea pronto, que la luz de la auténtica
libertad reventará en los corazones de todos los ecuatorianos...

ESPEJO: EL DUENDE DE LA PATRIA

En la madrugada del 21 de octubre de 1794, un "duende" de
sombrero grande colocó varias banderas rojas que contenían las
frases "Salva Cruce, liber esto. Salva Cruce, libertatem et
gloria consequuto", que en español rezan lo siguiente: Salvada la
Cruz, sed libres. Salvada la Cruz, conseguid la felicidad y la
gloria.

Las autoridades españolas descubrieron que ese "duende" era el
bibliotecario Eugenio Espejo, quien fue encarcelado en una húmeda
celda en la que murió, en diciembre de 1975, de disentería.

Como Espejo era pequeño y feo, se disfrazó para colgar sus
banderitas rojas que, en últimas instancias, incitaban a la
rebelión.

Sin embargo, a Espejo lo conocemos muy poco. Su figura histórica
ha caído en un verdadero descuido a tal punto que solamente se lo
recuerda porque algunos colegios llevan su nombre y porque su
imagen está impresa en los billetes de quinientos sucres.

No pues. Espejo fue uno de los mártires de la Independencia de
América, tan importante como Miranda o Morelos. Fue un hombre
bondadoso (nunca cobraba a sus pacientes pobres), inteligente
(médico, abogado y periodista autodidacto) y sabio.

Inclusive, Espejo también fue el primer escritor del Ecuador
(recordando que en esos tiempos el nombre de esta tierra era
Quito) que fue encarcelado por sus ideas, calificadas por los
españoles de atroces y sangrientas.

Espejo, para Agustín Cueva, fue el primero que luchó contra la
cultura colonial, no solo por ser él un mestizo total, sino por
que fue el primero en la Real Audiencia en escribir contra los
dueños del poder político.

Ahora, cuando nuestra patria se desangra como nunca antes en los
niños enfermos, los ancianos abandonados, la injusticia, la
intolerancia y la pereza, vale la pena recordar que, cuando
Espejo dijo "Un día resucitará la Patria", se refería a que todos
hagamos algo por ella, en lugar de quedarnos sentados viendo como
nuestra historia se hunde en las alcantarillas de la falta de
solidaridad...

LIBERTAD: 200 AÑOS DE PINTAR TU NOMBRE

Los muchachos que participaron fueron Alexis Ponce (vocero de
APDH), Anaité Vargas, Jimmy Coronado, Edison Riofrío, Fidel
Narvaéz, Mayra Benalcázar, John Ibarra y Pintoretto.

- También hubo "acolitadores". El cantautor Jaime Guevara fue uno
de ellos, al igual que dos miembros del equipo del programa La
Televisión que cubrieron la travesía, el Pato Terán, fotógrafo de
HOY, y yo.

- A propósito de La TV, hoy los chicos de APDH entregarán a
Freddy Ehlers una de aquellas banderas rojas. Además recibirán
una bandera Diego Araujo, Editor y Articulista de Diario HOY, y
Pedro Restrepo, padre de los chicos desaparecidos en 1988.

- Las banderas colocadas en diferentes cruces tenían los
siguientes mensajes: "Libertad: 200 años de pintar tu nombre",
"Amo la vida, al hombre y la justicia", "Sigo crucificado en cada
desaparecido", "Patria, no te quiero privatizada", "Amo la
libertad, amo el laicismo" y "Justicia, Hermanos Restrepo".

- Hasta ayer, las banderas seguían en su sitio. Sólo una fue
retirada, la de San Agustín, debido a que los curas se sintieron
incómodos por el color de la bandera... y por el mensaje.

- El auto robado en las vísperas es una camioneta Mazda de color
verde placas MBD 474, y todavía no asoma. (7A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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