Quito, 14. 05. 90. Está en discusión lo que el Ministerio de
Finanzas califica de Reforma Estructural del Mercado de Valores.
Introduce cambios importantes, como la posibilidad de que los
ciudadanos puedan adquirir acciones en las compañÃas: de este
modo tendrÃan centenares de accionistas, quienes, con el sistema
actual, no pueden serlo.
Un capÃtulo de este proyecto de ley sostiene que los bancos,
compañÃas financieras y las mutualistas, podrÃan crear dentro de
ellas una sección denominada "Administradora de Fondos de Reserva
y Capitalización". AdministrarÃa los fondos de reserva a que
tienen derecho tanto los trabajadores amparados por el Código de
Trabajo, cuanto los funcionarios y empleados públicos.
A partir de enero de 1991, las empresas que tienen reservas para
atender la obligación del patrono, deberán invertir ese dinero en
tÃtulos o papeles fiduciarios, en porcentajes que el proyecto de
ley regula. Las empresas o instituciones que tengan en su poder
dinero de reservas, obligatoriamente lo invertirán en estos
papeles, para lo cual tendrÃan plazo hasta el 30 de junio de cada
año. El empresario empleador o patrono deberá entregar también
las utilidades e intereses de esos dineros.
Si entendemos bien, todo el dinero de fondos de reserva de los
afiliados, deben ser utilizados en tÃtulos y papeles, como por
ejemplo bonos de estabilización monetaria del Banco Central,
cédulas hipotecarias, etc. Estos depósitos ganarÃan utilidades
mucho mayores que hoy, pues el Seguro solo reconoce a los
trabajadores la tasa del 10% anual de interés. Invertido ese
dinero fuera del Seguro, tendrÃa oportunidad de percibir los
actuales intereses del 40% anual.
Nuestro Seguro Social, al parecer y si aprueban esta ley, se
quedará sin los capitales correspondientes al fondo de reserva y
pensión jubilar. Tradicionalmente ha usado los fondos de los
afiliados para prestarlos al gobierno de turno, el cual nunca
paga la deuda. Y cuando el trabajador reclama su fondo de
reserva, la maraña burocrática le obliga a cumplir trámites tan
dilatados que, a veces, le deja en la mitad del camino. (A-4)