Guayaquil. 15. 05. 90. (Opinión). Nuestro siglo ha presenciado
las monstruosas destrucciones, mortandades y cambios de las dos
guerras mundiales, pero el proceso en esas ocasiones no fue
espontáneo, imprevisible y veloz.
En estos últimos cuatro años y, más precisamente, en los pocos
meses transcurridos desde el triunfo de Solidaridad en Polonia,
se ha desatado un vasto, incontenible proceso de cambio. No es
el resultado fatal del enfrentamiento armado entre dos bloques de
poder, como en 1914 o en 1939, con dos comandos, dos proyectos
polÃticos, dos concepciones opuestas para la organización del
mundo, sino un extraño proceso, sin comando visible, sin lucha
armada, en medio de una etapa de relativa distensión en la
polÃtica mundial que ha hecho surgir, de manera veloz e informe,
una situación de cambio y mutación que va a determinar todas las
formas del proceso histórico.
Este vasto fenómeno de cambio sin objetivos preestablecidos,
tiene que alterar la concepción misma de la comunidad
internacional y la ideologÃa polÃtica dominante.
Ningún estudioso del proceso histórico señaló la posibilidad de
que la temible bipolaridad del mundo, personificada en las dos
superpotencias, pudiera desmoronarse hasta desaparecer.
La primera consecuencia es haber hecho súbitamente obsoleto,
inactual y casi anacrónico el conjunto de ideas que han dirigido
hasta hoy la acción de los gobiernos y el interés internacional.
¿Qué mundo va a producir esta evolución en los próximos cinco
años?.
Las ideologÃas, las doctrinas polÃticas y sociales que sirvieron
de soporte al pensamiento y la acción de las naciones y los
individuos, han perdido la mayor parte de su validez. (A-4)