LAS CALLES DE BRASIL SON TESTIGOS DE UN EXTERMINIO

Río de Janeiro. 07. 09. 90. Los centenares de chicos que
sobreviven en las calles de esta ciudad saben que pueden morir
en cualquier momento, como lo comprobó Amnistía Internacional.

"Hasta mañana... si todavía estoy vivo", es la fórmula
habitual de despedida que emplean, los que duermen en grupos
debajo de los viaductos o de las marquesinas de los comercios,
en plazas o playas.

La AFP sigue desde hace un año uno de los los raros proyectos
privados que ofrecen cama y comida a estos niños y
adolescentes, a cambio de que asistan a la escuela o trabajen
medio día si son mayores de 14 años: la casa Hermano Sol,
creada hace 3 años por una parroquia católica del suburbio de
Cascadura, en esta ciudad de 11 millones de habitantes, que
bate records en violencia.

En septiembre del año pasado, un grupo de 30 chicos estaba
integrado a la casa en forma más o menos permanente, mientras
que otro, "el grupo de afuera", de una decena de muchachos,
merodeaba por sus alrededores, algunos ex integrantes de la
casa, otros que nunca habían querido integrarse, sobreviviendo
con hurtos o pequeños asaltos.

En los últimos 12 meses, 6 adolescentes del "grupo de afuera"
fueron asesinados por grupos de exterminio -matones y policías
pagos por comerciantes para "limpiar" los barrios- o
delincuentes adultos, otro resultó herido de bala por la
policía, mientras que un chico de la casa sobrevivió a una
tentativa de ejecución por un grupo de exterminio o
"justiciaros".

El primero fue Carlos Alberto Oliveira, "Tim", 17 años,
asesinado con un tiro en un oído mientras dormía debajo de un
viaducto, en septiembre de 1989. También en septiembre del
89, justicieros mataron a Rogerio Cordeiro, "Russinho da
Pistola", 16 años.

El 29 de octubre de 1989, Fernando Cabral, 16 años, fue
capturado por un grupo de exterminio en una calle comercial e
introducido en un automóvil. Pocos días después su cadáver
mutilado fue encontrado en un barrio distante. Le habían
arrancado los ojos, cortado su lengua y orejas.

El 6 de julio de 1990, Alexandre Gomide, 17 años, fue
asesinado por bandidos de una favela vecina a la Casa Hermano
Sol, que le reprochaban robos en su zona. El primero de julio
Alan da Silva de 14 años fue muerto por un grupo de
exterminio. El 20 de julio pasado, le tocó el turno a Simao
Mousinho da Silva, 17 años, muerto por delincuentes.

Anderson Domingos dos Santos, 17 años, recibió hace un par de
semanas un balazo en el estómago disparado por policías,
después que algunos amigos suyos salieron corriendo al
aproximarse la patrulla.

En fin, Luiz Claudio Farias, 15 años, que actualmente reside
en Hermano Sol, sobrevivió en octubre del año pasado a una
tentativa de asesinato por un grupo de exterminio, después de
recibir un balazo en una pierna, un culatazo en la cabeza y
haber sido arrojado a un río.

La Casa Hermano Sol también ofrece refugio a varios chicos
amenazados de muerte en sus favelas (villas miseria) de
origen, por delincuentes adultos o grupos de exterminio.

Uno diario

Los escuadrones de la muerte asesinan a cientos de niños
vagabundos en las calles de Brasil, posiblemente a razón de
uno por día, según Amnistía Internacional.

Muchos más niños, forzados a lanzarse a las calles para ayudar
a sus familias, son golpeados y torturados por la policía,
dijo el grupo de los derechos humanos. Los escuadrones de la
muerte, algunos de ellos dirigidos secretamente por la
policía, asesinan a los niños para limpiar las calles o
eliminar testigos, dijo Amnistía.

Organizaciones brasileñas defensoras de los derechos humanos
creen que los escuadrones asesinan a por lo menos un niño por
día, añadió.

El Instituto Brasileño de Análisis Económico y Social dijo que
457 jóvenes, en su mayoría sin antecedentes criminales, fueron
muertos por los escuadrones el año pasado en tres ciudades del
país y que las muertes continuaban allí, dijo el informe.
Amnistía dijo que en agosto tres niños fueron arrestados en
Río de Janeiro bajo sospecha de que intentaban irrumpir en un
negocio, fueron obligados a participar en una ruleta rusa:
tortura en la cual la víctima tiene una posibilidad en seis de
recibir un disparo de un revólver con una sola bala en el
tambor.

Uno de los niños, de 13 años, fue baleado en la cabeza y
arrojado frente a un hotel por la policía. Luego murió en un
hospital. El gobierno brasileño responsabilizó a los gobiernos
estaduales de investigar, castigar y prevenir los asesinatos y
torturas contra chicos de la calle denunciados el jueves por
Amnesty International, en declaraciones formuladas hoy (ayer)
por el ministro de Justicia, Bernardo Cabral.

Cabral indicó que entraría personalmente en contacto con los
gobernadores de los estados de Río de Janeiro, Pernambuco y
Sao Paulo, los tres estados en los cuales -según el informe de
Amnesty- la policía estadual estaría involucrada en exterminio
y torturas contra chicos de la calle.

El Movimiento Nacional de Chicos y Chicas de la Calle, que en
octubre pasado lanzó internamente la denuncia sobre exterminio
de menores en Brasil en un congreso que celebró en Brasilia,
indicó que esta situación "podría ser superado fácilmente, con
voluntad política del gobierno".
EXPLORED
en Ciudad Río de Janeiro

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