Madrid, septiembre 1990. El fin de la guerra frÃa, ha
terminado también con la división entre dos mundos:
capitalismo y comunismo; Estados Unidos y Unión Soviética.
En este nuevo mundo multipolar intervienen muchos paÃses,
sobre todo los desarrollados; pero Iberoamérica se queda
afuera por la crisis socio-económica que enfrenta.
El Quinto Centenario abre las puertas del nuevo siglo y
también el debate entre tradición y modernidad. Los dos,
tradición y modernidad, han marcado la historia de América y
solo han sido superado a través de la crÃtica, y a la vez, la
crÃtica ha trascendido a la continuidad.
Iberoamérica presenta una gran continuidad cultural, pero
contrasta con la continuidad polÃtica y económica. Derecha e
Izquierda han peleado para tomar el manejo de estas
sociedades, pero han fracasado.
De los fracasos y de la continuidad de la cultura
latinoamericana se desprende que son las sociedades civiles
(trabajadores del campo, empresarios, obreros, tecnócratas,
administradores, profesionistas, artistas, escritores,
religiosos, cooperativas, asociaciones vecinales, escuelas,
universidades, etc.) las que deben procurar y dar el cambio
social y económico a sus paÃses, mediante la socialización de
la polÃtica a partir del desarrollo desde abajo, desde la
pluralidad social y desde la realidad cultural.
En esta tarea la sociedad civil debe terner un lenguaje. La
palabra mantiene la tradición, crea una nueva realidad y
fortalece la sociedad.
Nuestro aquà y nuestro ahora son la crisis, los problemas de
la clase media y los campesinos, las frágiles democracias,
etc. Sobre este fondo se debe plantear la literatura,
sociedad y la novela de América.
La democracia debe fundamentarse en dos pactos para terminar
con la injusticia.
Primero, un pacto económica que permita una mejor situación a
las clases mayoritarias. Es necesaria una polÃtica de
justicia que acompañe al desarrollo económico.
Y un pacto de civilización en el que se reconozca a los
pueblos latinoamericanos las caracteristicas de multirraciales
y policulturales. Se debe encontrar en las tradiciones, en la
continuidad, medios que sirvan de base para el desarrollo
social. De aquà la identificación entre la literatura, la
sociedad y la democracia.
El mejoramiento económico de los años 40 a 80 quiso dejar de
lado la continuidad. Las consecuencias fueron rupturas
económicas y polÃticas que trajeron débiles democracias. No
se puede olvidar que el pasado es el origen del presente.
Desde la época colonial, la América española ha vivido la
doble realidad de leyes humanas, progresistas y democráticas
frente a una realidad inhumana, retrógrada y autoritaria.
El mundo arcáico, paciente, poblado de quienes no alcanzan aún
la modernidad y siguen siendo explotados es comentado por
Miguel Angel Asturias en las ficciones mÃticas de Guatemala;
en el encuentro con la naturaleza primigenia de Rómulo
Gallegos; en las construcciones barrocas de Alejo Carpentier y
en los mitos rurales de Juan Rulfo.
Gabriel GarcÃa Márquez, en "Cien años de soledad" hace que el
espacio natural del Nuevo Mundo sea conquistado por un tiempo
humano. Márquez logra combinar el asombro de los primeros
descubridores con la ironÃa de los últimos, es decir, nosotros
mismos. "Cien años de soledad" hace presente los tiempos
personales e históricos de la América india, negra y española
en el espacio intemporal del inmenso continente. Entre la
naturaleza y la historia, GarcÃa Márquez fabrica la respuesta
del mito, de la narración, del arte.
Julio Cortázar, desde la contra-naturaleza urbana duda de
nuestra capacidad de comunicarnos, escribir y hablar de las
maneras acostumbradas. Se propone dotar de un contra lenguaje
a nuestra conflictiva modernidad, inventado por la
colaboración entre escritor y lector y asà colmar todas las
lagunas e insuficiencias de los lenguajes habituales.
José Lezama Lima dice que a la conquista del Nuevo Mundo, le
siguió una contraconquista, es decir, la creación de un
continente de civilización multirracial y policultural,
europeo, indio y africano, dueño de un estilo de vida, un
gusto, que se comprueba lo mismo en la cocina que en el
sincretismo religioso y en el amor que en la arquitectura
barroca. En su novela "Paradiso", Lezama Lima presenta los
conflictos de la tradición católica, vista como tradición
erótica y moral conflictiva. Cortázar y Lezama propusieron
vivir en la fecunda tensión entre cambio y continuidad.
En América Latina se ha duplicado desde hace 20 años la
población y se ha congregado en las ciudades. Por esto, la
novelÃstica moderna es urbana y se encuentra en el México,
centro ceremonial y expendio de hamburguesas de Gustavo Sainz;
en La Habana, cabaret y carnaval barrocos de Severo Sarduy; en
el Santiago de Chile, fantasmas al mediodÃa de José Donoso;
en la Lima de Alfredo Bryce Echenique y en la ciudades
inalcanzables de Juan Carlo Onetti. Pero también en el exilio
del chileno Antonio Skarmeta, la integración de cine y
narrativa del argentino Manuel Puig y en la novela y música
popular del puerto riqueño Luis Rafael Sánchez.
La clave de la modernidad narrativa se encuentra en Jorge Luis
Borges. El autor de "Ficciones" alcanzó una suprema sÃntesis
narrativa. La imaginación literaria se apropia de todas las
tradiciones culturales para retratarnos como somos, gracias a
la memoria actualizada de lo que hemos sido. Borges le dio
categorÃa protagónica al jardÃn y al laberinto, al libro y al
espejo, a los tiempos y a los espacios.
Borges, a través de la confusión de todos los géneros, el
rescate de todas las tradiciones, crea un terreno nuevo sobre
el cual pueden levantarse la ironÃa, el humor, el juego; pero
también una profunda revolución que equipara la libertad con
la imaginación y con ambas constituye un nuevo lenguaje.
En Argentina es donde el grado narrativo urbano es más
intenso, por ser Buenos Aires la ciudad más moderna de
Iberoamérica. Ezequiel MartÃnez ve una Argentina de mucha
ciudad y poca historia, presenta una "ausencia" en las ciudad.
Esta ausencia ha sido reemplazada por Borges con bibliotecas,
alephs y palabras. Muchas ficciones van a la raÃz de la
ausencia: el descubrimiento, la colonización, el destino de
los indios.
La ausencia que sufre argentina se encuentra en el
"CavernÃcolas" de Héctor Libertella. Juan José Saer, en "El
entenado", radicaliza más la ausencia de los indios y la otra
civilización americana.
La narrativa argentina en su conjunto es la más rica de la
América española. Esto se debe quizás a que ningún otro paÃs
exige con más deseperación que se le verbalice. Los
escritores del RÃo de la Plata cumplen la función de crear una
segunda historia, en función de la ausencia.
De ahà que se destaque hoy la vocación histórica de la más
nueva novela hispanoamericana. Reflexión sobre el pasado como
un signo de la narrativa para el futuro. En esta tendencia se
ve una firmación del poder de la ficción para decir que el
pasado no ha concluido, que tiene que ser reinventado a cada
momento para que el presente no se muera entre las manos.
El escritor latinoamericano se considera el único capaz de
nombrar al mundo. Si no lo hace él, nadie más lo hará. Este
temor del olvido ha llevado al escritor latinoamericano ha
actuar como polÃtico, legislador, trabajador, etc., a través
de la obra literaria. Pero la salvación de las sociedades
civiles está en la polÃtica.
La literatura entendió que su función polÃtica no serÃa
efectiva en términos puramente polÃticos sino en la medida en
que el escritor pueda afectar los valores sociales al nivel de
la comunicabilidad, de la imaginación y del fortalecimiento
del lenguaje. La literatura unió los componentes estéticos
con los polÃticos.
Mediante la literatura los ecritores latinoamericanos han
tratado de crear otra realidad, mejor, un nuevo mundo en una
nueva novela, por lo menos mediante las ideas y el lenguaje,
junto con la acción polÃtica, dándole un nombre y una voz a
nuestro continente.
El conocimiento de la literatura hace más probable la
oportunidad de reconocernos en los demás. La imaginación, la
lengua, la memoria y el deseo son los lugares de encuentro de
nuestra humanidad. Exige articular constantemente una
tradición y ampliar constantemente la posibilidad de ser
humanos en la historia. (Claves, No. 5, p. 2-12)