Quito. 8 jun 98. Los expertos dicen que un paciente por semana
llega al consultorio con comportamiento anoréxico. Afecta a
los jóvenes de todos los estratos sociales.
No te ves como en realidad eres, estás delgado y te sigues
viendo gordo. Y estar gordo se convierte en lo peor. Estaba en
sexto grado y casi todos mis compañeros tenÃan enamorada, yo
pensaba que no les iba a gustar a las chicas.
Se burlaban de mà porque era buen estudiante, fui el
abanderado de la escuela, y me molestaban por ser muy "norio".
No se daban cuenta de que estaba enfermo, hasta que llegué a
pesar 32 kilos y medÃa 1,65. Ese año no crecÃ. SufrÃa de
anorexia y bulimia.
Además, mi mamá peleaba mucho. Mi papá no vive con nosotros.
Era un hambriento pero no comÃa y cuando comÃa vomitaba. Me
mareaba y veÃa luces. A veces pensaba que querÃa morirme.
SabÃa que me estaba haciendo daño pero no lo podÃa dejar. Era
como una cárcel mental.
Me decÃan que no estaba gordo, pero yo me miraba al espejo y
veÃa un globo. En vacaciones me internaron en una clÃnica y me
recomendaron que descanse. Fue el año en que no ingresé al
colegio.
El protagonista de esta historia se llama Jorge. Tiene 13 años
y estudia en uno de los planteles más tradicionales y
prestigiosos de Quito. Ahora está restablecido de la anorexia
nerviosa, un trastorno mental extremo que está creciendo a
pasos agigantados en el paÃs.
Este desorden nutricional de origen sicológico no es exclusivo
de paÃses desarrollados y de mujeres: el mito se rompió y en
las ciudades principales del Ecuador, las condiciones de vida;
de alimentación; y la influencia, a través de la comunicación
que trae en paquete los nuevos patrones de belleza, crearon
las condiciones para esta nueva enfermedad.
No fue difÃcil encontrar a Jorge, cualquier siquiatra
consultado puede referir algún caso. Según Dimitri Barreto,
especialista del Hospital Julio Endara, en el paÃs debe haber
al menos un paciente semanal que llega a la consulta médica.
Entre 2.500 personas atendidas en tres años en el programa de
adolescentes del Hospital Espejo se detectó anorexia desde la
más temprana adolescencia, en varones y en todos los grupos
sociales.
La especialista en adolescentes Mónica Estévez define a la
anorexia como un trastorno nutricional en que un varón o mujer
restringe la ingesta alimentaria en forma excesiva y presenta
una notoria pérdida de peso. Hay una obsesión por la delgadez
extrema y un abrumador miedo a la gordura, como el que tenÃa
Jorge.
Pero la tendencia anoréxica se evidencia también entre los de
20 y 25 años. Un grupo multidisciplinario, dirigido por el
siquiatra Carlos León, hizo una evaluación en 212 estudiantes,
la mayorÃa mujeres, de una universidad privada de Quito, de un
promedio de edad de 20 años. Se encontró que el Ãndice de masa
corporal estaba en el lÃmite inferior de la normalidad: 20,4,
lo ideal está entre 20 y 25.
Algunos de estos jóvenes podrÃan reunir factores que
predisponen y desencadenan la anorexia. Son de tipo biológico,
intrapersonales, socioculturales y familiares. Estévez anota
los que generalmente están presentes: el tejido adiposo se
incrementa en la pubertad, una baja autoestima y ansiedad; una
personalidad dominante, introvertida, obsesiva, depresiva; en
muchos casos hay un alto rendimiento escolar; y, conflictos
familiares que se ocultan en una apariencia de "familia
perfecta".
A esto se suman las presiones socioculturales como la
desaprobación social. Este es el factor más sobresaliente que
hace de la anorexia, la "enfermedad de la moda": el modelo que
no calza queda afuera.
Como es un desorden que se oculta en las ropas flojas y muchas
veces en el comportamiento bulÃmico, es decir el provocarse
vómito después de haber comido, quizá el examen llega cuando
el paciente prácticamente está muriendo lenta y
desapercibidamente.
Entonces, el médico podrá encontrar pocos y apagados latidos
cardÃacos, baja presión arterial y temperatura, piel seca y
escamosa, pulso débil, talla anormal, falta de reflejos,
anemia, inmunologÃa deprimida, alto colesterol,
deshidratación, desequilibrio hormonal, y otros signos de un
cuadro que puede conducir a la muerte.
La anorexia puede matar porque los pacientes están tan bajos
de defensas que cualquier infección les impacta tan gravemente
como a un niño desnutrido. Pero también están expuestos a la
muerte súbita por paros cardÃacos que se pueden producir por
el desequilibrio electrolÃtico, por no recibir el sodio y el
potasio necesario que aportan los alimentos.
¿Tratamientos?, hay un tira y afloja entre los médicos en
cuanto al énfasis en los aspectos nutricional o sicológico.
Pero los expertos consultados coincidieron en que debe ser
integral e interdisciplinario. Simultáneamente tiene que haber
atención médica, siquiátrica, nutricional y familiar. El
aumento de peso es el objetivo central, pero el principal
componente debe ser el sicológico, pues allà está en el origen
del problema.
Hay otro remedio: no requiere ningún medicamento, pero tiene
que prescribirse una pócima diaria: un poco de amor propio y
autoestima. Jorge tiene la receta: "a alguien tenÃa que
contarle lo que me estaba ocurriendo, porque solo no iba a
resolverlo y lo mejor es confesarle a un especialista. El ver
que mi madre sufrÃa mucho me dio el valor para curarme. La
querÃa mucho y deseaba ayudarla, pese a que al principio del
tratamiento tenÃa contracciones musculares en todo el cuerpo y
se me paralizaba la lengua.
No quisiera que le pase lo mismo a ningún chico o chica, pero
a los que ya están sufriendo les dirÃa que no hay que hacer
caso de lo que les dicen aunque les llegue a lo más profundo,
sean verdades o mentiras. Uno es lo que es".
Flacos pero a presión
La presión cultural se transforma en familiar. La madre es el
sujeto que produce la sicosis de cuidar el peso, especialmente
en las chicas de los estratos altos, afirma Miguel Pasquel,
del equipo que realizó un estudio sobre las tendencias
anoréxicas en chicos de 14 años de cinco colegios de Quito,
cuatro privados y uno fiscal.
Se encontró que ya en esta edad, el dos por ciento usa
laxantes para provocarse diarrea, el 48 se habÃa causado
vómito alguna vez (y un uno por ciento lo hace una vez a la
semana), el 28 ha hecho algún ayuno, solo el 37 estaba
conforme con su peso.
El problema de que no estén satisfechos con su cuerpo no es
simple. Es la forma agresiva con que lo afrontan. Consiste en
buscar formas forzadas para mantener el modelo "barbie":
dietas, ayunos, laxantes...
En contraste, estudios anteriores establecieron que el 35 por
ciento de los escolares son obesos. Como no se da importancia
al peso en la infancia, en la adolescencia les impacta la
exigencia de ser flaco.
En un mundo irreal
Ser flaco artificialmente es una actitud inducida
culturalmente que topa con el irrespeto a las diferencias y
tiene su empuje en el mercado. El siquiatra Dimitri Barreto
explica que los parámetros culturales de buena parte de la
población urbana en el paÃs, ya pertenecen a los paÃses
desarrollados. Y ante el abrumador dominio de las expresiones
culturales ajenas a la identidad propia, la imitación juega un
papel autoagresor.
Los modelos sobre la imagen del propio cuerpo son de figura
sutil con cierta armonÃa de formas pero escueta en cuanto a su
desarrollo muscular. Se valora lo estético como sinónimo de
delgadez fÃsica.
Esto lo ha impulsado el mercado: en los mensajes diarios, la
figura que no es de "sirena" no vale. En los últimos quince
años han proliferado los centros de control de peso. Estos
factores llevan a que a los jóvenes tengan el tema del peso
como centro de su siquis. Y les condiciona a elaborar
mentalmente una distorsión de su propio cuerpo al que ven
deforme aunque sea normal. En consecuencia, llegan a ideas
radicales como el no comer o el comer y expulsar, que son
trastornos muy serios. No se conoce de casos en el área rural,
pues la ciudad es la que impone patrones culturales frente al
campo. Epidemiológicamente, este es un proceso en crecimiento
que ahora está en su apogeo y llegará a un clÃmax hasta cuando
la atención médica, la prevención y promoción de una nutrición
adecuada permitan un control y bajen la incidencia. (Texto
tomado de El Comercio)