Los fondos culturales y patrimoniales del Banco Central y de varias ciudades están en riesgo: los recortes presupuestarios, la falta de planificación y la prioridad que le dan las autoridades ponen en alerta sobre su deterioro y hasta desaparición. Las principales quejas vienen de los usuarios, gestores culturales y de algunos funcionarios de las mismas entidades. Por ahora no hay respuestas que adviertan una solución, solo anuncios de más recortes.

Una riqueza en riesgo total

Mientras El Ministro Correa Continúa Con Su Plan De Recortar El Presupuesto Del Banco Central, Los Trabajadores Y Gestores Culturales Consideran Esta Acción Como Un Atentado Al Patrimonio Cultural Del País

El anuncio del ministro de Economía, Rafael Correa, de reducir $75 millones de los $100 millones del presupuesto del Banco Central del Ecuador (BCE) y de despedir a 600 de los 800 empleados de la entidad, alerta de nuevo sobre el destino y cuidado de los bienes y patrimonio cultural a cargo de esta institución.
De producirse una reducción presupuestaria, "como ya ha ocurrido, en otras cuatro ocasiones", según dicen varios empleados y ex empleados de la Dirección Cultural del BCE, lo primero que corre peligro es la conservación, cuidado, investigación y administración de los fondos bibliográficos Isaac J. Barrera, Jacinto Jijón y Caamaño, Carlos Larrea, de Ciencias Sociales y Económicas; y los fondos de Arqueología, Arte, Numismática, Música y Video y del Archivo Nacional.
A eso se une que, hace un año, se despidió a 18 técnicos y, ahora, quienes están a cargo no tienen la suficiente experiencia para brindar el servicio adecuado, dicen varios ex empleados y usuarios de esos servicios.
Uno de ellos es Hernán Crespo (ver nota en pág. 3), quien indica que los despidos no fueron justos porque se dejó a empleados enquistados en altos puestos que no tienen suficiente capacitación. Eduardo Proaño, ex curador del BCE, señala que los actuales funcionarios no entienden de los procesos técnicos en esta materia.
Fernando Moncayo, director cultural del BCE, indica que, si bien se despidió a expertos curadores y catalogadores de los fondos, se dejaron a "los más capacitados a través de un estudiado proceso de selección".
Leonardo Loayza, que estudió administración de empresas, trabaja como curador de los fondos Jijón, Barrera y de Ciencias Sociales y Económicas (que se encuentra en el edificio de la Dirección Cultural del BCE en Quito), reconoce que entró a la institución como el encargado de sacar copias en las bibliotecas y que subió, "por su conocimiento y su cultura general", al puesto de guardián de los fondos bibliográficos.
Loayza reconoce que no tiene estudios de bibliotecología, pero justifica su actual capacitación por la falta de cursos y licenciaturas sobre el tema en el Ecuador, "que se abren, pero cierran rápidamente".
José Vera, el anterior curador de los fondos bibliográficos de la Dirección de Cultura, señala que, para evitar el despido, tuvo que jubilarse a los 57 años, a pesar de sus 22 años de experiencia y sus estudios de teología, filosofía y de catalogación de libros antiguos.
Vera piensa que su salida, como la de otros técnicos, fue injusta, pues el BCE "dejó ir a la gente más preparada".
Y desde adentro hay voces de alerta: "Lo que está en riesgo es el destino y el valor del patrimonio de todos los ecuatorianos. Si me despiden, esto se acaba". Así se expresa Estelina Quinatoa, la directora del Fondo de Arquelogía, quien en menos de 10 años, ha vivido la reducción de personal de ocho empleados a uno solo, ella.
Quinatoa y su asistente (contratado de otro departamento) cuidan las 40 mil piezas, con las que cuenta el fondo. La curadora enfatiza: “El patrimonio no es del Banco o de unos cuantos, sino de cada ecuatoriano”.
Para empeorar la situación, los despidos eliminaron el departamento de análisis químico de las piezas y la sección de restauración. Por esto, se terceriza esta actividad, lo que evita un control de calidad profundo de la misma. De hecho, la tercerización no garantiza la seguridad, eficiencia y cuidado.
En cambio, Fernando Moncayo, dice que la situación de "hacer más con menos" ha sido la tónica de estos últimos meses y se ha actuado con responsabilidad. A esto se suma la salida de los expertos en educación del museo del BCE, en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en Quito, y la calidad de sus guías. Solo se cuenta con dos guías y la atención al público (centenas de estudiantes primarios y secundarios) está a cargo de 30 pasantes universitarios, que trabajan, promedio, tres meses.
En este caso, como dice Eduardo Proaño, se deteriora la calidad de la atención, pues se piensa que, en los fondos y en los museos, los que van son solo estudiantes, cuando el valor patrimonial ecuatoriano obliga a una interacción documental (procesos relacionados entre museos, bibliotecas y fondos culturales).
El presupuesto anual de la Dirección Cultural regional de Quito, para 2005, es de $3 896 223. En esa suma se incluye $3 001 720 que es para la construcción del nuevo museo nacional y la biblioteca en el edificio del Banco Central, donde actualmente sesiona el Congreso Nacional. A decir de Moncayo, con una reducción de presupuesto no se sabe exactamente qué mismo se perdería de toda la gestión cultural. (OP-GGS)

LAS BODEGAS DEL BCE GUARDAN TESOROS EN ORO, BARRO Y, SOBRE TODO, EN PAPEL

Un Patrimonio Invaluable E Incuantificable Permanece En Una Área A 18 Grados Centígrados

"Los fondos del BCE no tienen precio". Eso es lo que aseguran los curadores de cada uno de ellos. Tres de estos fondos son el Jacinto Jijón, el Isaac Barrera y el de Ciencias Sociales y Económicas, dedicados a la protección de publicaciones impresas.
Estos fondos, que se encuentran en la planta baja de la Dirección Cultural del BCE en Quito, fueron donados través de los años (en 1979 el Jijón, y el Barrera en 1984, mientras que el de Economía y Ciencias Sociales se recaudó en los últimos 30 años y contiene textos sobre estas materias).
El fondo Barrera posee una colección de textos literarios y sobre Historia y el Jijón guarda, en un 99%, textos sobre el descubrimiento y el desarrollo del continente americano.
Todos los fondos están catalogados entre un 90% y 100% y poseen, en su mayoría, primeras ediciones.
Algunos "tesoros" que guarda el fondo Jacinto Jijón y Caamaño son: el libro más antiguo encontrado en el Ecuador (La Suma contra Gentiles, de Santo Tomás de Aquino, de 1480); La Piiscima, de San Buenaventura, el primer texto impreso en el país, el original del periódico de Eugenio Espejo (Primicias de la Cultura de Quito) y los textos sobre los viajes de Humboldt. Sobre esta colección, el ex curador del BCE, José Vera asegura que "varios alemanes han dado cheques en blanco para adquirirla”.
Los textos se conservan en una temperatura controlada de entre 18 y 20 grados centígrados y una graduación de entre 55 y 65 de humedad relativa. Está prohibido tomar fotografías con flash a los textos de antes del siglo XX o sacar fotocopias de las páginas (cada texto envejece 30 años por cada copia, pues el papel se quema por la fuerza de la luz del aparato).
Además, hay un circuito cerrado de cámaras que controlan los movimientos de los visitantes y curadores. (OP/GGS)

Rumicucho vive el abandono

Junto Con Ingapirca, Estas Ruinas fueron uno de los primeros monumentos rescatados por el Banco Central. En tiempos de la presencia inca en el país, fue fortaleza, cuartel, templo, taller y observatorio

Las ruinas de Rumicucho (cuyo nombre significa Rincón de Piedras) son una fortaleza (pucará) inca. Hoy, esta "pieza histórica" no tiene mantenimiento adecuado y sufre un deterioro continuo.
La comunidad de Rumicucho se encuentra a 2 kilómetros del monumento de la Mitad del Mundo, al extremo norte de Quito. Para llegar a este poblado se debe pasar por una carretera cubierta de materiales de construcción. Las ruinas de Rumicucho se encuentran al final de un sendero que sale de este camino principal.
Este pucará fue, antes de la primera intervención de arqueólogos del Banco Central del Ecuador (BCE), en 1976, un potrero, un campo de tiro al blanco y hasta una cantera. Los habitantes del lugar vendían las piedras de Rumicucho en San Antonio de Pichincha.
La fortaleza de Rumicucho está abandonada sobre la planicie seca del lugar. No existe un experto que indique al turista o al investigador qué son las ruinas o para qué servían. Cuando se les pregunta a los moradores sobre la historia de Rumicucho, ellos responden que era "como un cuartel y templo de los mayores", pero no pueden profundizar más, a pesar de que son los vecinos del pucará.
Pedro Tibán, gerente de la Cooperativa Veintinueve de Junio que recibió Rumicucho, de manos del BCE por 25 años, cuenta que tenían dos guías, pero "cobraban mucho ($150 mensuales) y venían solo tres días por semana".
Esa falta de presupuesto es una de las mayores trabas a la conservación de las ruinas, comenta Tibán. Para financiarla, la Cooperativa usa el dinero de las entradas que cobra para acceder a las ruinas ($0,50 para turistas nacionales y $1 para extranjeros). No obstante, solo recaudan $2 en los días laborables y, en los domingos, $10. Por ello, apenas llegan a recaudar, aproximadamente, unos $100 al mes.
A ello se suma la pérdida de dinero por parte de la Fundación Libertad. Cuando el BCE entregó Rumicucho a la Cooperativa, esta tenía un acuerdo de ayuda con la Fundación Libertad, que entró en el comodato con el Banco. De acuerdo a Tibán, la Cooperativa despidió a esta organización porque no ayudó en la conservación: "hasta se fue con la plata, pues abrió una cuenta a su nombre y no pudimos usarla”.
Tibán recuerda que lo único que la Fundación dio fue "dos enclenques rótulos que indican cómo llegar al sitio arqueológico" (hoy destruidos). Después, la entidad desapareció sin dejar rastro.
Ante esta situación, el Fondo de Salvamento del Municipio de Quito (Fonsal), a través de Holger Jara, quien trabajó como investigador de Rumicucho para el BCE, asumió el control de las ruinas y colabora, regularmente, con la Cooperativa Veintinueve de Junio.
En un esfuerzo conjunto, han plantado árboles y pencos en el seco terreno, alrededor de la fortaleza; hicieron un cerramiento para proteger lo plantado. Además, elaboraron un folleto de información básica para los turistas e interesados en conocer la fortaleza.
Pero la conservación arqueológica no tiene los recursos ni el mantenimiento técnico adecuado. Aunque obreros de la comuna mantienen los muros del pucará, muchas veces lo hacen sin la supervisión de un técnico capacitado. Y, a pesar de que el Fonsal realiza todavía excavaciones, no tiene fondos suficientes para colaborar con la conservación. Por eso, esta entidad municipal busca fondos para seguir trabajando en Rumicucho. (GGS)

EL FUNDADOR HACE SUGERENCIAS

"QUÉ SERÍA DEL ECUADOR SIN..."

Desde 1959, tras su retorno de París, Hernán Crespo Toral, durante casi 30 años, estuvo al frente de los fondos y bienes culturales y patrimoniales del Banco Central (BC). Ahora, frente a las deficiencias y amenazas que se viven en esa entidad, explica y plantea soluciones:
"Hay que hacer reformas en el Departamento de Cultura del BC, pues se ha venido a menos por el despido indiscriminado de científicos e investigadores y por una burocracia mediocre enquistada allí. Se despidió a las personas más valiosas y formadas, arqueólogos, bibliotecarios, conservadores y museólogos, administradores de museos y técnicos. El ministro (Rafael) Correa, antes de reducir el presupuesto, debe pensar que la labor cultural del BC contribuye al desarrollo económico del país. No sería imaginable el Ecuador sin Ingapirca, sin el Parque Histórico de Guayaquil, sin el Monasterio de San Diego de Quito, sin el Museo de Sitio de Tomebamba, en Cuenca, sin haber contribuido a la salvación de los centros históricos de Quito, Cuenca y otras ciudades, de la Torre de la Iglesia de Canuto, en Manabí, de las iglesias de Colonche, en Guayas y de Guangaje, en el páramo de Zumbagua; sin los museos de Esmeraldas, Manta, el de las Conceptas, de Riobamba, el Museo de Arte Moderno de Cuenca y el de las Conceptas de esa ciudad, el Museo Antropológico de Guayaquil (MAAC), sin el Museo Nacional en Quito, sin que se haya salvado la biblioteca de Jacinto Jijón y Caamaño, Carlos Manuel Larrea, o que haya contribuido a salvar los fondos del Archivo Histórico del Guayas. En todos esos "monumentos" está la memoria de lo que somos y de nuestra identidad una y plural". (GGS)

LAS RUINAS PASAN DE MANO EN MANO

La fortaleza de Rumicucho estuvo abandonada a la intemperie y a varios usos. En 1976, el Banco Central decide rescatar el sitio como un centro turístico y de investigación.

Para entregar el cuidado del patrimonio de la comunidad de la zona, el BCE, en 1998, da Rumicucho, en comodato por 25 años, a la Cooperativa Veintinueve de Junio.
El convenio entre BCE y la cooperativa se hizo también con la Fundación Libertad, que, según los moradores de Rumicucho, se llevó los fondos de las entradas a una cuenta privada y despareció.

Hoy, el Fonsal realiza el mantenimiento y difusión de Rumicucho, sin suficiente éxito por la falta de fondos y de capacitación a los comuneros (GGS).

Pobladores, en rebeldía por cuidar el patrimonio

En Las Casas tradicionales que se han perdido por su deterioro se levantan centros educativos. El Colegio de Arquitectos de Chimborazo realiza otro inventario

Las parroquias de Julio Andrade, El Carmelo y Chical, en el cantón Tulcán fueron declaradas patrimonio arquitectónico de la nación sin embargo, las dos primeras decidieron declararse en rebeldía, debido a que no encuentran ningún beneficio. La ciudadanía forzó a que fuera derogada esa resolución.
En San Gabriel, también Carchi, su centro histórico con 203 bienes inmuebles, fue declarado patrimonio en 1992. Aquí también sus pobladores se muestran contrarios a tal decisión, ya que dicen estar restringidos para realizar mejoras, además de no recibir ningún tipo de incentivo del Estado. Las edificaciones deterioradas corren el riesgo de desaparecer.
El gobierno local recibe cada bimestre $1 200, recursos que son invertidos en la restauración de los principales bienes inmuebles, como la Biblioteca Municipal.
Al momento, en el país están inventariados 7 197 bienes inmuebles y centros históricos. Riobamba, en Chimborazo, está entre las ciudades que más edificaciones patrimoniales registra con 448 bienes. Sin embargo, su descuido ha hecho que los inversionistas se interesen en ocupar edificaciones patrimoniales con alto grado de deterioro para obras modernas y comerciales.
El teatro León es uno de los casos. Según el historiador Carlos Ortiz Arellano, en ese lugar se pretendía levantar un centro comercial, pero la intervención del Municipio impidió dicho trámite.
La misma suerte corre la estación del Ferrocarril, que necesita una restauración al igual que la plaza Eloy Alfaro. De igual forma, la basílica del Corazón de Jesús. Lo que sí se ha perdido es el edificio de las tribunas del estadio, construido en 1926 y varias casas tradicionales.
Al respecto, la Ley del Patrimonio Cultural, indica que son los dueños de los bienes inmuebles, quienes deben encargarse de su conservación, caso contrario pueden ser multados con 1 a 10 salarios mínimos. El artículo 13 de la misma Ley indica que si el inmueble es declarado en abandono, el Instituto de Patrimonio Cultural podrá confiscar la edificación y pagar a los dueños el 25% del avalúo del bien. Pero, no es legales no se cumplen debido al poco presupuesto que maneja la entidad. (PC-RC-NUO)

PUNTO DE VISTA
La cultura vive el desamparo estatal


La cultura es la primera víctima de los ajustes económicos y el efecto más grave se siente en la conservación del patrimonio arqueológico y artístico del Ecuador.
Y si a eso se añaden las deficiencias administrativas, por personal que recibe bajos sueldos y pocos estímulos, la situación es vulnerable y la reparación nunca logrará solventar las fallas ocurridas.
Con el anuncio de la reducción de presupuesto y personal en el Banco Central y la carencia de recursos en los municipios, el panorama es de incertidumbre y temor en los gestores culturales y en los defensores del patrimonio como un sostén y resorte de las identidades ecuatorianas.
Frente a eso, hace falta un gran debate y discusión desde las entidades estatales y los involucrados directos. En la última reducción de personal en el Banco Central, se despidó a técnicos y especialistas de larga trayectoria, que ahora ocupan puestos de bibliotecarios o consultores en universidades y en la empresa privada.
Y sobre todo hace falta una decisión gubernamental para definir qué tipo de país quiere y si en esa definición la cultura ocupa un lugar dominante, como ocurre en otros países.
No se trata de medir los bienes patrimoniales como un saldo en las cuentas estatales. Lo trascendental pasa por asumir históricamente cada decisión para que las presentes y futuras generaciones. Por eso, el actual Gobierno está obligado a explicar qué va a pasar con las entidades responsables del patrimonio. (OP) (Blanco y Negro)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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