Quito. 11.04.93. UNA VISION DE LA IGLESIA.
- La muerte de Cristo parecÃa el fin de una utopÃa y la muerte
de una esperanza. Muchos creen que en nuestro tiempo han
terminado las utopÃas y la esperanza. ¿Nos hallamos viviendo
un largo Viernes Santo?
- Yo pienso que toda la historia es un largo Viernes Santo
porque a la final el destello de gloria que arranca del Cristo
resuscitado no se manifiesta con plenitud en la historia
misma, sino que es algo que viene a ser ahora como un
parpadeo, mientras que su momento propio es la eternidad. La
historia siempre encierra un claroscuro y ello se expresa en
varias parábolas evangélicas, por ejemplo, cuando se habla del
trigo que crece junto a la cizaña.
- ¿Cuál es la responsabilidad de la Iglesia en la abundancia
de la cizaña, para utilizar la misma imagen evangélica?
- La carga de cizaña o de trigo sano siempre ha sido una
constante. Pero sólo Dios puede valorar cuándo son épocas más
nobles o más deprimidas que otras. La misión de la Iglesia es
conducir a todos hacia Cristo. El saneamiento del ambiente es
más profundo en la medida que los cristianos colaboran con la
voluntad salvÃfica de Dios.
- El Vaticano II, en la Constitución sobe la Iglesia en el
mundo actual , habló de salvar al hombre y renovar la
sociedad. Al cabo de los años y después de Puebla y MedellÃn,
¿qué ha hecho la Iglesia ecuatoriana en orden a esos
objetivos?
- La Iglesia en el Ecuador manifiesta una vitalidad creciente
en todas las dimensiones de su misión. Creo que el trabajo
pastoral de la Iglesia ha contribuido a infundir en el
espÃritu del paÃs un tono de responsabilidad, optimismo y
calibración moral en lo que sucede.
- Pero en una sociedad con tanta desmesurada injusticia ¿hasta
qué punto se puede hablar de valores éticos?
- Gracias a Dios siempre hay gentes que albergan esos valores
en su corazón y se esfuerzan por llevarlos a la vida. Ahora,
el hecho de que las llagas de la sociedad se engranguenen más
se debe a la confluencia de una compleja serie de factores:
uno de ellos es que los cristianos no hemos asumido toda la
responsabilidad. Pero aparte de eso hay muchas cosas. Yo
pienso siempre quel los factores más deletéreos no son
precisamente los que provinen de la defectuosa práctica del
evangelio, sino de otras fuentes.
- Sin embargo hay otros signos que nos hacen pensar que la
Iglesia católica va perdiendo terreno. El avance de las
sectas religiosas o ciertas formas de comportamiento frente
a hábito católicos tradicionales. Por ejemplo, el estilo de
celebración de la Semana Santa...
- No comparto una visión de capa caÃda de la Iglesia. Sólo un
15 % de los católicos bautizados suele ir a Misa los domingos.
En estos tiempos de Semana Santa, ese porcentaje aumenta a un
20 ó 25 %. Cuando visito parroquias, yo veo que todos los
templos nos quedan pequeños. Yo entiendo que de los signos que
usted ha anotado afloran dos retos que la Iglesia afrontó en
la IV Asamblea de Santo Domingo: el primero es la
secularización de las clases pudientes. A medida que hay una
elevación del nivel de vida, esta elevación se produce según
los parámetros de una sociedad secularizada, secularista, que
funciona con orgullo racional de sus conquistas tecnológicas,
con búsqueda de satisfacer la más sofisticada gama de
placeres, etc. etc. Si el aumento del bienestar empieza a
corromper la familia, ello quiere decir que no les hemos
equipado para la embestida de esa suerte de tentación que trae
consigo la opulencia. El otro reto es el de las sectas, con
su lenguaje simplificado, emotivo, con su embestida económica.
Las sectas aprovechan los huecos de acción pastoral que
dejamos.
- A propósito de los clases pudientes, muchos reprochan a la
Iglesia el no ser suficientemente crÃtica frente al poder...
- La crÃtica al poder resulta necesaria y legÃtima sobre todo
cuando el poder, sin un rumbo preciso hacia el bien común, en
cierta manera puesto al servicio de interes particulares ,
lesiona los derechos de las personas. La acusación de maridaje
del poder muchas veces proviene de mentalidades anarquizantes
o de personas que piensan que el poder está al servicio de
una clase dominante que debe ser revolcada por una clase
dominada o, por último, de quienes buscan el poder y
consideran que el camino hacia él es precisamente la crÃtica
del poder constuido. Yo pienso que la crÃtica al poder debe
ser ajena a estas y otras contaminaciones. Lo importante en la
Iglesia es que tenga la libertad de llamar a las cosas por su
nombre. Y no olvidar tampoco que la cohesión de la sociedad se
realiza muchas veces -básicamente incluso- por una función de
la autoridad. Y que la ingobernabilidad de nuestros pueblos
pide muchas veces una palabra de respaldo al poder aún dentro
de algunas sus ambiguedades porque, si no, estarÃamos
sencillamente haciendo saltar los resortes de cohesión
social...
- Pero la crÃtica al poder llevó también a Cristo a la muerte.
- Criticó al poder, pero nunca negó el poder a Pilatos. Le
dijo tú no tendrÃas poder si no te lo hubiera dado Dios.
- Pero son dos cosas distintas...
- SÃ, sÃ..Pero lo reconoce y le está llamando la atención a su
responsabilidad, pero no lo serrucha de base, le niega el pan
y el agua... Es demasiado fácil hacerse un prestigio a base a
criticar al poder.
- Nadie exige a la Iglesia el papel de circunstancialismo casi
partidista en la crÃtica al poder...
- La crÃtica debe saber enfrentar todas las variente de
regÃmenes polÃticos.Los paquetes ideológicos programáticos
son un asunto muy relativo. A mà me suena muy mal cuando
ciertos grupos alababan al régimen de Nicaragua mientras
masacraba gente en cuádruple cantidad que el régimen de
Pinochet, pongamos, al cual condenaban el ciento por ciento.
- Ya que usted lo ha mencionado, nos ha sorprendido la
bendición papal a Pinochet...Realmente es deseconcetrante...
- No, no lo es tanto, porque una bendición no se niega a
ningún fiel cristiano. Usted me trae unos tipos de la cárcel,
convictos de asesinato, y si me piden una bendición yo se la
doy. Y si me dicen que es el cincuenta aniversario de su
matrimonio, se la doy con las dos manos... Lo malo es querer
explicar ciento por ciento gracias a parámetros polÃticos los
gestos de la Iglesia, que tienen un sentido más allá de la
polÃtica y de la pelea diaria -sin que por ello las ignoren.
- Sin embargo corren vientos conservadores en el mundo. El
poder eclesiástico no está libre de esos vientos.
- Asà es. Pero habrÃa que establecer con bastante precisión
qué quiere decir conservador o progresista, ¿verdad? Porque
por mucho tiempo se estimó que progresista era el que habÃa
leÃdo la historia según el evangelio de Marx. Yo entiendo por
progresisla la persona que es fiel a la dignidad de las
personas y busca una realización más plena de esa dignidad.
- Para no hablar en términos generales, que a veces son
ambiguos, pienso en gentes como Monseñor Proaño. Creo que él
era un prelado progresista...
- Yo, si mi disculpa, de Monseñor Proaño prefiero no hablar
más que como un buen hermano en el episcopado. El análisis del
pensamiento y de la obra de Monseñor Proaño deberÃa hacerse a
un nivel de teologÃa pastoral en el interior de la Iglesia y
no con los estereotipos que de pronto se han manejado. A mi
me ha dado mucha pena, por decir una sola cosa, cuando hubo
aquella candidatura al Premio Nobel de la Paz, esa candidatura
fue manipulada por todos los grupos que en la vida han pisado
una iglesia ni han salvado a un obispo.
- Noto en Ud. un criterio exageradamente conservador, con un
temor al no creyente como algo casi demonÃaco, a pesar de
que los sectores más lúcidos de la Iglesia han asumido
precisamente una postura contraria.
- El conservatismo que yo profeso es el de al fe y el de la
moral católica. Yo no soy cerrado al no creyente. Es más: veo
que muchas de las gentes más activas en la generación de
cultura y en la forja del modo de vida de los pueblos no es
creyente. Pero yo no puedo estar ingenuamente abierto a
aquellos que han hecho de sus programas un ariete para
embestir contra los valores cristianos. Y si ellos tratan de
servirse de mÃ, yo me niego a ser tonto útil.
- La Iglesia ha desempeñado un papel importante en el Ecuador
en cuanto a los grupos indÃgenas. Sobre todo en la diócesis de
Chimborazo, ha impulsado la entrega de la tierra.
- Nosotros iniciamos la labor para el acceso pacÃfico a la
tierra porque no tenÃa la sociedad polÃtica organizada un
cauce para la aspiración justa de los pueblos indÃgenas en
este terreno. La acción del Fondo Populorum Progressio, que se
ha realizado en todas las diócesis de la Sierra donde hay una
indigenado en trance de organización y de toma de conciencia
de sus derechos, ha sido una labor que en cierto modo tenÃan
que haber hecho los poderes sociales, polÃticos. Ha sido un
esfuerzo positivo, pacificador, promotor.
LA RESURRECCION, ANTIDOTO CONTRA LA DESESPERANZA
- ¿Como ve usted a la Iglesia ecuatoriana este Domingo de
resurrección?
- Yo pienso que es la esperanza, que tal vez cabe anidar en
una vivencia profunda de estos dÃas de la semana santa. Creo
que muchas veces estamos tan metidos en la pelea diaria, que
no nos tomamos el tiempo de reflexionar a la luz de la fe, que
es hacer oración. Yo pienso que la oración sobre la muerte del
Señor comprende que esa muerte, como todo sufrimiento humana,
se ordena a una renacimiento de una nueva Vida , Vida de
gloria, mejor que la anterior. Esa Vida es la que el Señor nos
muestra el Domingo y de ella participamos realmente; de ella
también participamos como participamos de la noche de pasión y
de su muerte. Lo más desastroso en la vida de una persona y en
la vida del pueblo es la pérdida de la esperanza. El Domingo
de resurreción es el antÃdoto contra esa pérdida.
UN VASCO DE GUARANDA
Monseñor Antonio Arregui nacio en 1939, 54 años en el PaÃs
Vasco, Allà habló el eusquera hasta los seis años. "Ese es un
ejemplo de minorÃa oprimida", dice con cierta emoción. "No
nos dejaban comunicarnos en nuestra lengua. Los vascos somos
bien cabeza y duros ¿no?", agrega y golpea la mesa en
confirmación de su aserto. .
A los 18 años Antonio Arregui ingresó al Opus Dei, y en 1964
se ordenó como sacerdote en España . Un año después llegó al
Ecuador para quedarse. Arregui se nacionalizó ecuatoriano y
hasta se considera como nativo de Guaranda porque, dice, "los
Arreguis somos todos de Guranda y Guaranda es la mata
ecuatoriana de los Arreguis". "Ellos vinieron apenas perdida
la tercera guerra Carlista, cuando les dieron una pisa
espantosa; salieron por una represión muy cruel y entonces
muchos llegaron a Améria. Los Arreguis de aquà provienen de
ese tiempo", comenta.
Monseñor Arregui es Obispo Auxiliar de Quito desde el año 90.
Actualmente se desempeña como secretario de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana. (1C)